Vamos a hacer un viaje a un lugar que nunca ha sido, porque de hecho nunca existió, pues no es un lugar; es de hecho Dios Mismo antes de la creación, porque Él es un Dios sin dimensión... por tanto no podemos localizar este lugar . (aquí yo ccfftt hago un corte) . . . Había una libertad absoluta; no había gracia. No había gracia. Había paz: la paz era Cristo ... y tenían comunión, y el Padre era la gloria del Hijo, y el Hijo era la gloria del Padre, y el Espíritu era el que realizaba este "cambio" entre ellos.
Y el Padre adoraba al Hijo. Y el Hijo adoraba al Padre. Y en su rica comunión exenta de obstáculos, en el consejo de la voluntad de la Trinidad, el Padre decidió que quería ojos que no fuesen suyos para ver a su Hijo... y ojos que no fueran del Espíritu para ver cuán glorioso era su Hijo. Y confabularon juntos y tomaron una decisión; e hicieron algunas cosas que tú y yo no podemos entender.
En primer lugar diría que hicieron esa terrible y sobrecogedora apuesta, y habiendo hecho una apuesta terrorífica, aún horrible, trazaron un plan en el que esa apuesta no era tal apuesta.
Me podría pasar los próximos tres días tratando de explicaros que es lo que hicieron, pero no puedo hacer eso porque lo que hicieron fue absolutamente incomprensible..., mas voy a deciros lo que hicieron. Decidieron que habrían porciones del Hijo –H.I.J.O– que estarían separadas –uso la palabra "separadas" muy deliberadamente– de la Trinidad; excepto que eso no es posible, pues en la naturaleza de Dios, todo lo que es Dios y todas las riquezas que son Dios –sea el Padre, el Hijo y el Espíritu–, todo lo que está en el todo del Padre, todo lo que está en el todo del Hijo, y todo lo que está en el todo del Espíritu ... es cualquier parte, y está en cualesquier porción –da igual lo grande que sea– de
Dios. No obstante, el Padre, el Hijo y el Espíritu escogieron que en este glorioso, brillante, radiante Hijo hubiera porciones marcadas de su ser a las que le serían otorgadas grande destino, grande honor, e increíble herencia.
Fueron marcadas en Él, mas nadie lo sabía,... excepto el Padre, y el Hijo, y el Espíritu.
¿Y entonces qué hicieron, Gene? Sacaron el Libro de la Vida, e hicieron esto antes de que crearan; y tomaron cada nombre, tomaron cada porción de Cristo que estaba marcada, que era Cristo, y le dieron un nombre a cada porción; le dieron a cada porción de Cristo que fue marcada en Cristo, y que era Cristo, le dieron un nombre a cada parte. Y entonces escribieron esos nombres –porque cada una de aquellas porciones eran vida, la mismísima vida de Dios– ... y le dieron a cada una un nombre. Estas eran porciones de Jesucristo el Glorioso, maravillosas, gloriosas, y de muy grande honor.
El Padre hizo una promesa de que si había una separación, y de una forma tal que fuera posible o de una forma tal que no lo fuera, pero que si había una separación, estas porciones de Él que ahora tienen nombres vendrían a ser su herencia gloriosa. Y entendieron que todas aquellas partes se separarían, y estarían separadas..., pero el Padre, y el Hijo, y el Espíritu, también entienden que todas esas piezas separadas un día se reunirían y serían una en Él; aún separadas del Hijo, mas nunca separadas del Hijo. Y cuando todas ellas se reúnan, el Padre devolvería esas gloriosas, escogidas, honorables porciones al Hijo para ser totalmente una con Él.
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Y había un pequeño cordero. Pero ese cordero no es un cordero. Ese cordero es un símbolo y una representación del Cordero, el verdadero Cordero.
Y el Padre inmoló –una y sólo una vez, nunca antes y nunca más–, el Padre inmoló a su Hijo; y el Cordero, el verdadero Cordero fue inmolado antes de que crearan.
Y cuando fue inmolado murió, y cuando Él murió todas esas partes de Él también murieron, pues eran de Él y por Él, para Él, por medio de Él, pero sobre todo estaban en Él. Así que todas esas otras porciones murieron, una vez, nunca antes y nunca más. Y fueron inmoladas junto a Él.
Y entonces Él se levantó de la muerte. Y cuando se levantó de la muerte las demás porciones de su ser y toda su gloria, y esplendor, y perfección, se levantaron con Él. Y resucitaron una vez, nunca antes y nunca más. Fueron resucitadas de la muerte, y la muerte no pudo tocarlas, y la muerte nunca más pudo tocarle a Él.
Y eso tuvo lugar antes de que Él creara.
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Estoy intentando aprender a ser una chica. Señoritas, no puedo hacerlo; me hago un lío casi cada día, de verdad que sí, y lo siento; tengo que aprender a comprenderos, y vais a tener que perdonarme con eso, y ser paciente conmigo... pero prometo unirme a vosotras, algún día... quiero ser una chica
(jajaja, aleluya).