Hola a todos los amigos del foro:
Los que participamos con cierta asiduidad en este foro, hemos observado en reiteradas oportunidades brotes de violencia, discusiones acaloradas y obstinadas disputas entre personas que se declaran a sí mismas "creyentes en Dios" , "cristianos" (sean católicos o evangélicos) , "musulmanes" , "humanistas", "agnósticos" etc, etc, etc.
Esto pareciera indicar que independientemente del credo que se profesa, existe un patrón de comportamiento común a todas las personas[/b], que los lleva a considerarse mejores a los demás, por el sólo hecho de pertenecer a un determinado credo o confesión religiosa,
y aunque entre sus máximos principios éticos está "el Amor a Dios y al prójimo como a uno mismo", este principio se sacrifica reiteradamente en el altar de la intolerancia y el fanatismo.
Este elemento común a todas las personas, o al menos muy relacionado con él, es lo que se denomina:
EL INSTINTO TRIBAL
EL MISMO NOS LLEVA A LA EXCLUSIÓN (Y EN CASOS EXTREMOS AL INTENTO DE DESTRUCCION) DE AQUELLOS QUE SON O PIENSAN O CREEN EN FORMA DIFERENTE A NOSOTROS, POR TEMOR A PERDER NUESTRAS PROPIAS SEGURIDADES.
Dicen que los astronautas, cuando contemplan la tierra desde el espacio, durante la primera semana miran sólo su propio país;
durante la segunda semana se identifican con su continente, y que al partir de la tercera semana, sienten que pertenecen a un único planeta.
Tal vez en ellos se dé de forma condensada el proceso de la humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo tiende a ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial.
¿Es vana la esperanza de que podamos ir pasando, como aquellos astronautas, de las divisiones intraconfesionales (países) a la conciencia de pertenecer a una común gran Tradición (continentes), hasta reconocernos hermanados por un mismo anhelo por lo Trascendente, como fuente de comunión universal?
Vivimos un tiempo nuevo, como hasta ahora jamás se había dado en la historia de la humanidad.
En el umbral del Tercer Milenio en el que va emergiendo cada vez más esta conciencia planetaria,
¿serán las religiones sus precursoras y dinamizadoras o serán las últimas en llegar? ¿Serán capaces de religar a la humanidad entre sí, o serán las últimas instancias en impulsar el abrazo entre los humanos?
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>
Tenemos la suficiente religión para odiarnos unos a otros, pero no tenemos la suficiente religiónpara amarnos unos a otros.
Johnatan Swift
[/quote]
1. El instinto tribal
Las religiones, en cuanto fenómenos culturales, están intrínsecamente ligadas a los referentes vitales de cada grupo humano, y por ello están cargadas de un instinto de supervivencia que tiende a excluir a los demás.
A su vez, en cuanto elaboraciones humanas, las creencias religiosas encierran elementos sofisticados de narcisismo, de omnipotencia infantil y autocentrada, de las que deben ser continuamente purificadas.
Ninguna religión, ninguna creencia, ninguna confesión está exenta de esta tentación de estar curvada sobre sí misma.
La afirmación de la propia identidad tiende a comportar una negación de los demás.
Por poner algunos ejemplos, en el Judaísmo, los no pertenecientes al pueblo elegido son llamados despectivamente goyim (ethne en griego, de lo cual procede gentes en latín y gentiles en castellano);
los cristianos, a su vez, utilizaron peyorativamente el término "pagano", que proviene de pagus, “habitantes del campo”, debido a que éstos, arraigados en sus cultos agrarios, fueron más refractarios que la población urbana en abrazar la fe cristiana;
los musulmanes llaman “infieles” a todos los que no confiesan el Islam, etc.
Los fundamentalismos son la exacerbación de este instinto tribal que las religiones pueden –y suelen– vehicular.
2. La tentación de Absoluto
Por otro lado, las religiones, polarizadas por su búsqueda del Absoluto, están contaminadas por el instinto de apropiación de ese Absoluto hacia el que aspiran.
En cuanto elaboraciones humanas, contienen elementos de poder y dominio de los que ninguna religión es inmune. En nombre de los principios más sagrados, se han cometido y se cometen aberraciones que quedan justificadas por esa avidez ciega de Absoluto.
La vocación universalista de las religiones está permanentemente amenazada de convertirse en totalitarismo: cuando, en lugar de ofrecerse como oportunidad para todos, se convierte en una compulsión de dominio sobre los otros.
No hace falta recordar episodios tan lamentables de nuestro pasado como las Cruzadas y la guerra desatada entre católicos y protestantes después de la Reforma;
más recientemente, los fundamentalismos político-religiosos del Islam.
Forman parte del mismo fenómeno los regímenes totalitaristas de la “religión marxista”, o el fenómeno de la "religión consumista y materialista" en que suele degenerar el sistema capitalista.
Todo ello no es casual, sino que obedece a un mecanismo que está en las creeencias e instituciones religiosas:
en cuanto que se autocomprenden y se presentan como medidadoras de lo Absoluto, tienden a absolutizarse a sí mismas.
Debemos tener en cuenta estos factores para no caer en estas lamentables degradaciones de lo que debería ser una auténtica vida de fé, para que nuestra religión también sea un elemento que nos permita construír entre todos un mundo verdaderamente más humano y solidario, donde el diálogo y el respeto hacia todas las creencias sea un valor estimado por todos.
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Juan Manuel
e-mail: [email protected]
Los que participamos con cierta asiduidad en este foro, hemos observado en reiteradas oportunidades brotes de violencia, discusiones acaloradas y obstinadas disputas entre personas que se declaran a sí mismas "creyentes en Dios" , "cristianos" (sean católicos o evangélicos) , "musulmanes" , "humanistas", "agnósticos" etc, etc, etc.
Esto pareciera indicar que independientemente del credo que se profesa, existe un patrón de comportamiento común a todas las personas[/b], que los lleva a considerarse mejores a los demás, por el sólo hecho de pertenecer a un determinado credo o confesión religiosa,
y aunque entre sus máximos principios éticos está "el Amor a Dios y al prójimo como a uno mismo", este principio se sacrifica reiteradamente en el altar de la intolerancia y el fanatismo.
Este elemento común a todas las personas, o al menos muy relacionado con él, es lo que se denomina:
EL INSTINTO TRIBAL
EL MISMO NOS LLEVA A LA EXCLUSIÓN (Y EN CASOS EXTREMOS AL INTENTO DE DESTRUCCION) DE AQUELLOS QUE SON O PIENSAN O CREEN EN FORMA DIFERENTE A NOSOTROS, POR TEMOR A PERDER NUESTRAS PROPIAS SEGURIDADES.
Dicen que los astronautas, cuando contemplan la tierra desde el espacio, durante la primera semana miran sólo su propio país;
durante la segunda semana se identifican con su continente, y que al partir de la tercera semana, sienten que pertenecen a un único planeta.
Tal vez en ellos se dé de forma condensada el proceso de la humanidad: desde el instinto tribal, cuyo sentimiento de pertenencia a un grupo tiende a ser excluyente de los demás, hacia una progresiva ampliación del horizonte de fraternidad mundial.
¿Es vana la esperanza de que podamos ir pasando, como aquellos astronautas, de las divisiones intraconfesionales (países) a la conciencia de pertenecer a una común gran Tradición (continentes), hasta reconocernos hermanados por un mismo anhelo por lo Trascendente, como fuente de comunión universal?
Vivimos un tiempo nuevo, como hasta ahora jamás se había dado en la historia de la humanidad.
En el umbral del Tercer Milenio en el que va emergiendo cada vez más esta conciencia planetaria,
¿serán las religiones sus precursoras y dinamizadoras o serán las últimas en llegar? ¿Serán capaces de religar a la humanidad entre sí, o serán las últimas instancias en impulsar el abrazo entre los humanos?
<BLOCKQUOTE><font size="1" face="Helvetica, Verdana, Arial">Comentario:</font><HR>
Tenemos la suficiente religión para odiarnos unos a otros, pero no tenemos la suficiente religiónpara amarnos unos a otros.
Johnatan Swift
[/quote]
1. El instinto tribal
Las religiones, en cuanto fenómenos culturales, están intrínsecamente ligadas a los referentes vitales de cada grupo humano, y por ello están cargadas de un instinto de supervivencia que tiende a excluir a los demás.
A su vez, en cuanto elaboraciones humanas, las creencias religiosas encierran elementos sofisticados de narcisismo, de omnipotencia infantil y autocentrada, de las que deben ser continuamente purificadas.
Ninguna religión, ninguna creencia, ninguna confesión está exenta de esta tentación de estar curvada sobre sí misma.
La afirmación de la propia identidad tiende a comportar una negación de los demás.
Por poner algunos ejemplos, en el Judaísmo, los no pertenecientes al pueblo elegido son llamados despectivamente goyim (ethne en griego, de lo cual procede gentes en latín y gentiles en castellano);
los cristianos, a su vez, utilizaron peyorativamente el término "pagano", que proviene de pagus, “habitantes del campo”, debido a que éstos, arraigados en sus cultos agrarios, fueron más refractarios que la población urbana en abrazar la fe cristiana;
los musulmanes llaman “infieles” a todos los que no confiesan el Islam, etc.
Los fundamentalismos son la exacerbación de este instinto tribal que las religiones pueden –y suelen– vehicular.
2. La tentación de Absoluto
Por otro lado, las religiones, polarizadas por su búsqueda del Absoluto, están contaminadas por el instinto de apropiación de ese Absoluto hacia el que aspiran.
En cuanto elaboraciones humanas, contienen elementos de poder y dominio de los que ninguna religión es inmune. En nombre de los principios más sagrados, se han cometido y se cometen aberraciones que quedan justificadas por esa avidez ciega de Absoluto.
La vocación universalista de las religiones está permanentemente amenazada de convertirse en totalitarismo: cuando, en lugar de ofrecerse como oportunidad para todos, se convierte en una compulsión de dominio sobre los otros.
No hace falta recordar episodios tan lamentables de nuestro pasado como las Cruzadas y la guerra desatada entre católicos y protestantes después de la Reforma;
más recientemente, los fundamentalismos político-religiosos del Islam.
Forman parte del mismo fenómeno los regímenes totalitaristas de la “religión marxista”, o el fenómeno de la "religión consumista y materialista" en que suele degenerar el sistema capitalista.
Todo ello no es casual, sino que obedece a un mecanismo que está en las creeencias e instituciones religiosas:
en cuanto que se autocomprenden y se presentan como medidadoras de lo Absoluto, tienden a absolutizarse a sí mismas.
Debemos tener en cuenta estos factores para no caer en estas lamentables degradaciones de lo que debería ser una auténtica vida de fé, para que nuestra religión también sea un elemento que nos permita construír entre todos un mundo verdaderamente más humano y solidario, donde el diálogo y el respeto hacia todas las creencias sea un valor estimado por todos.
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Ev. San Mateo cap. 28,18-20
Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré
siempre con ustedes hasta el fin del mundo".
Juan Manuel
e-mail: [email protected]