LA MUJER PAPA: UN PERSONAJE TAN REAL COMO LEÓN XIV

EVillacorta

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28 Junio 2025
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En esta presentación, mostraré evidencia irrefutable que demuestra la existencia de una mujer Papa. Una mujer que se vistió de hombre y se convirtió en pontífice en el año 856 d. C., y murió al dar a luz en medio de una procesión en el año 858 d. C.

Comencemos con este manuscrito del siglo XII:




Manuscrito (o códice) vaticano Latino 3762, folio 124v, que se remonta al año 1142 d.C. Véase: https://digi.vatlib.it/view/MSS_Vat.lat.3762

Aquí tenéis la traducción del último párrafo.:

“Después de León [es decir, León IV], Juan, un inglés, nacido en Maguncia, reinó durante dos años, siete meses y cuatro días. Murió en Roma y el papado estuvo vacante durante un mes. Él, como se decía, era una mujer, y cuando todavía era una niña fue llevada a Atenas vestida de hombre por cierto amante suyo. Avanzó tanto en varias áreas del conocimiento que no se pudo encontrar a nadie que la igualara. Posteriormente enseñó el trivium en Roma y tuvo grandes maestros como sus discípulos y oyentes. Y debido a que su vida y aprendizaje gozaban de gran reputación en la ciudad, fue elegida papa por unanimidad. Pero mientras era papa quedó embarazada de su amante. Sin saber la hora de su parto, cuando se dirigía de San Pedro a Letrán, dio a luz en un estrecho pasaje entre el Coliseo y San Clemente y, después de su muerte, como se informa, fue enterrada en ese mismo lugar. Debido a que el señor papa siempre evita esa calle, muchos creen que lo hace a causa de su aversión por ese evento. No se le incluye en el catálogo de los santos pontífices debido a la deformidad del sexo femenino en lo que respecta a este asunto.” (Traducción al español del ultimo párrafo, del folio 124v, del manuscrito o códice vaticano Latino 3762, año 1142 d.C.)

No existe ningún estudio químico que haya demostrado que la tinta con la que se escribió la historia de la Papisa, en este manuscrito, pertenezca a otro siglo que no sea el siglo XII.

Este manuscrito refuta la aseveración de la enciclopedia católica que afirma que la historia de la Papisa
“apareció por primera vez a mediados del siglo XIII.” (Papisa Juana, Enciclopedia Católica):


Continuemos ahora recordando este interesante pasaje de las escrituras (bastante pertinente en esta historia):


“No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que esto hace.” (Deuteronomio 22:5, Santa Biblia)



Estatuas y Esculturas

La Enciclopedia Católica afirma enfáticamente:
«Esta supuesta papisa es pura imaginación».(Papisa Juana, Enciclopedia Católica)

Si esto es cierto, ¿Por qué hay varias estatuas y esculturas de
«esta supuesta papisa» en la Basílica de San Pedro en la actualidad? ¿Por qué se tallaron en el pasado bustos y estatuas de «esta supuesta papisa» en el Vaticano, que luego fueron modificados o destruidos?

Estatua de la mujer Papa situada en el pórtico de la Basílica de San Pedro
:


Esta estatua fue esculpida en 1720 por Giuseppe Frascari.


No puede ser una representación de una santa ni de una mártir, pues lleva un hábito episcopal, una tiara con corona, un libro y las llaves del cielo. Por lo tanto, es la sucesora de Pedro en el trono papal.


En el siguiente mapa señalamos la ubicación exacta, en el Pórtico de la Basílica de San Pedro, de esta imponente estatua de la mujer Papa:


Compare la estatua de la Papisa, en el pórtico de la Basílica de San Pedro, con «La Papisa» del Tarot de Marsella. Observe el libro que sostiene la Papisa en el Tarot de Marsella (creado en el siglo XVII). El libro representa el conocimiento y la erudición adquiridos por la mujer Papa antes de asumir el pontificado en el año 856 d. C.:

La estatua fue esculpida 100 años después del tarot. Es claro que el modelo que tomó Frascari para su estatua fue la carta de la Papisa.

En cuanto a la erudición y el conocimiento de la mujer Papa, razón por la que el libro se usa como símbolo de ella, recordemos las palabras de Martín de Opava: «Se dice que esta Juana era una mujer que, de niña, fue llevada a Atenas vestida de hombre por cierto amante. ALLÍ DOMINÓ DIVERSAS RAMAS DEL CONOCIMIENTO, HASTA ALCANZAR UN NIVEL SIN IGUAL, Y LUEGO, EN ROMA, ENSEÑÓ ARTES LIBERALES Y TUVO GRANDES MAESTROS ENTRE SUS ALUMNOS Y PÚBLICO. SU VIDA Y ERUDICIÓN SE ELEVÓ EN LA CIUDAD; Y FUE ELEGIDA PAPA». (Chronicon Pontificum et Imperatorum [Crónica de los Pontífices y Emperadores] de Martín de Opava)

Esta estatua de la mujer Papa lleva la tiara Regnum, utilizada por los Papas de la Alta Edad Media (476-1000 d. C.). La Alta Edad Media es la época del pontificado de Juana. De izquierda a derecha: La mujer Papa, León VIII y León VII:

Esta estatua tampoco puede ser una representación de la iglesia, ya que lleva una túnica episcopal, la tiara Regnum (usada por los papas de la Edad Media), un libro y las llaves del cielo. Ninguno de estos elementos pertenece al simbolismo de la iglesia según la Biblia.

En Apocalipsis 12:1, se describe una alegoría de la iglesia: «Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas». (Apocalipsis 12:1, Santa Biblia)
En ningún lugar del versículo se dice que la mujer tiene las llaves de San Pedro, ni que viste el hábito de un obispo, ni que lleva puesta una tiara papal medieval, y mucho menos que lleva un libro en las manos.


Comparemos ahora la estatua de la mujer Papa con la imagen de la Papisa del Tarot de Marsella y con una pintura que representa a la Iglesia descrita en Apocalipsis 12:1:


Segunda estatua de la mujer Papa en la Basílica de San Pedro. Esta estatua se encuentra en la nave central de la Basílica.

Como en el caso de la primera estatua, ésta tampoco puede ser una representación de una santa ni de una mártir, pues lleva un hábito episcopal, la tiara Regnum y las llaves del cielo. Por lo tanto, es la sucesora de Pedro en el trono Papal; la autoridad eclesiástica.

En el siguiente mapa señalamos la ubicación exacta de esta asombrosa estatua de la Papisa en la Nave Central de la Basílica de San Pedro:



EL BALDAQUINO DE BERNINI

El Baldaquino de Bernini es la escultura más grande e importante de toda la Basílica de San Pedro. Aquí tienen una foto del féretro del Papa Francisco al pie del Baldaquino de Bernini.

Los cuatro pedestales sobre los que descansan las columnas del Baldaquino de Bernini contienen ocho esculturas que representan las diferentes etapas del parto de la mujer Papa.

Aquí tienen tres de estas esculturas. Fíjense en la tiara papal y las llaves de San Pedro:

Siete de estos rostros representan los rostros de la mujer Papa en las distintas etapas de su parto. El último representa a su bebé recién nacido:

Veamos ahora los detalles de las cabezas: Observa como siete de ellas representan a la papisa en las distintas etapas de su parto. La última, como ya mencionamos, representa a su bebé recién nacido:


La papisa Juana dando a luz. Xilografía de una traducción alemana de Heinrich Steinhöwel de De mulieribus claris de Giovanni Boccaccio, impresa por Johannes Zainer en Ulm hacia 1474 (Museo Británico):


En el siguiente mapa señalamos la ubicación exacta del Baldaquino de Bernini en la Basílica de San Pedro.


El ataúd del Papa Benedicto al pie del Baldaquino de Bernini, que contiene ocho esculturas en memoria del parto de la mujer Papa:


El ataúd del Papa Juan Pablo II al pie del Baldaquino de Bernini, cuyos pedestales contienen ocho esculturas en memoria del parto de la Papisa:

Desde el Papa Urbano VIII, los ataúdes de todos los papas se colocan al pie de un monumento que contiene ocho esculturas de la Papisa Juana:

En el documental de ABC Primetime “On the Trail of Pope Joan” (“Tras la pista de la Papisa Juana”), el erudito católico John Nicholson explica que las ocho esculturas de Bernini, en el Baldaquino, no representan a la Papisa Juana, sino a la sobrina favorita del papa Urbano VIII, quien estaba embarazada en ese momento.
Según Nicholson, ese embarazo fue muy difícil, y “cuando el papa encargó a Bernini, prometió dedicarlo como ofrenda de agradecimiento si su sobrina daba a luz sin problemas”. (Documental de ABC Primetime “Tras la pista de la papa Juana”, minuto 28:55-29:11)

La pregunta que Lila Diane Sawyer (Periodista de radio y televisión estadounidense) se hace, después de escuchar esta explicación, es exactamente la misma que nosotros nos hacemos:
“¿Tiene realmente sentido que la Iglesia haya colocado la imagen de la sobrina de un Papa en el centro del lugar más sagrado de la ciudad?” (Documental de ABC Primetime “Tras la pista de la papa Juana”, minuto 29:11-29:19)

Lila Diane Sawyer (Periodista de radio y televisión estadounidense) en la calle de la Papisa (Vicus Papissae):


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EL BUSTO EN LA CATEDRAL DE SIENA

En el siglo XVII, el cardenal Baronious (Baronio, Cesare, Cardenal, 1538-1607), bibliotecario del Vaticano, escribió que uno de los 170 bustos de terracota, esculpidos dentro de la catedral de Siena, era de la Papisa Juana, y que había permanecido allí por cerca de 200 años. En la base del busto se había grabado la inscripción “Johanna Papa Femina”.

Baronious también señala que, durante el renacimiento, el Papa Clemente VIII ordenó que el busto fuera transformado en el Papa Zacarías. El busto se puede ver hasta el día de hoy en la catedral de Siena:

Véase el documental ABC Primetime Documentary “On the Trail of Pope Joan”, minutos 11:26 – 12:34.

Este “arreglo”, o “maquillaje”, se hizo, básicamente, por el temor al protestantismo triunfante. El protestantismo fue un movimiento que había iniciado Lutero en 1517 y que para 1601 había desembocado en las famosas “guerras de religión” en Europa, las cuales se prolongaron hasta 1697.

Incluso la misma enciclopedia católica (que niega la existencia de la Papisa Juana) confirma que, por más de 200 años, hubo un busto, en la catedral de Siena, que representaba a la mujer Papa, de cuya existencia nadie dudaba en aquel entonces, veamos:


“En los siglos XIV y XV ya se contaba a esta papisa como personaje histórico, de cuya existencia nadie dudaba. Ella tenía su lugar entre los bustos tallados que se encontraban en la catedral de Siena. Bajo Clemente VIII, y a petición suya, se transformó su busto en el del Papa Zacarías.” (Papisa Juana, Enciclopedia Católica)
 
LA ESTATUA DESTRUIDA

En el siglo XIV se construyó una estatua en memoria de la Papisa Juana entre San Clemente y el Coliseo. En 1486 John Burchard, obispo de Estrasburgo y Maestro papal de Ceremonias bajo el Papa Inocencio VIII (1503-13), Alejandro VI (1492 1503), Pío III (1503) y Julio II (1503-13), organizó una procesión para Inocencio VI. En su Líber Notarum registra el encuentro de esta procesión con la estatua de la Papisa Juana y su hijo:
«En su ida, así como en su regreso, ÉL (EL PAPA) VINO POR LA RUTA DEL COLISEO, Y POR AQUELLA CALLE RECTA DONDE LA ESTATUA DEL PAPA MUJER (IMAGO PAPISSAE) ESTÁ LOCALIZADA EN RECUERDO, SE DICE, POR HABER DADO ALLÍ A LUZ A UN NIÑO EL PAPA JUAN VII (U VIII). Por esta razón muchos dicen que a los Papas no se les permite pasar a caballo por allí. Por lo tanto, el señor arzobispo de Florencia, el obispo de Massano, y Hugo de Bencii, el subdiácono apostólico, me enviaron una reprimenda» (Líber Notarum, John Burchard; RISS, XXXII pt. 1, vol. I, p.176).

Esta estatua mencionada por John Burchard fue tan real y familiar para los romanos de la época medieval como lo es la estatua de la libertad para los americanos en la actualidad. A continuación, veremos como algunos cronistas medievales describieron a esta intrigante estatua.

Adán de Usk, clérigo galés, canonista, historiador y cronista de finales de la Edad Media, asistió a la coronación del papa Inocencio VII en octubre de 1404. Leamos lo que dice sobre la estatua de la Papisa que estaba cerca de San Clemente:

«Tras desviarse por el aborrecimiento que le inspiraba LA ESTATUA DE LA PAPISA Y SU HIJO CERCA DE SAN CLEMENTE, el papa desmontó y entró en la iglesia de Letrán para su coronación». (Las Crónicas de Adán de Usk, escritas originalmente entre 1377 y 1421, traducidas por Sir Edward Maunde Thompson, K.C.B., segunda edición, pág. 263, publicadas en 1904 por Oxford University Press Warehouse, Amen Corner, E.C.)

La edición de 1375 de la guía Mirabilia dice lo siguiente respecto de esta estatua:
“CERCA DEL COLISEO, EN LA CALLE, YACE UNA ESTATUA QUE, SEGÚN DICEN, ES LA PAPISA CON SU HIJO... También en ese lugar hay una Majestad Domini que le habló al pasar y le dijo: «No pasarás sin estrechez». Y al pasar, el tiempo del parto la agarró y el niño fue expulsado de su vientre. Por lo tanto, desde ese día, el Papa no volverá a pasar por ese lugar.” (Mirabilia Urbis Romae, 1889, pp. 139-140)

El erudito católico John Capgrave, prior de Saint Margaret en King’s Lyon (Norkfold), escribió lo siguiente sobre aquella estatua en 1450 A.D.:
“La iglesia fue una vez engañada por una mujer que murió en una gran procesión mientras daba a luz a un hijo, POR LO QUE SE ERIGE UNA IMAGEN EN SU MEMORIA mientras nos dirigimos a Letrán.” (John Capgrave, Ye Solace Of Pilgrimmes, pp 74)

Esta estatua de la Papisa también fue vista por Martín Lutero cuando visitó Roma a finales de 1510. Lutero hizo un comentario acerca de la estatua, expresando su sorpresa de que los papas permitiesen que un objeto tan embarazoso permaneciera en un lugar público. La estatua que Lutero vio era la de una mujer con vestiduras papales, sosteniendo un niño y un cetro (Véase la obra La Légende de la Papesse Jeanne, Eugene Müntz, 1900, p.333).


Eugene Müntz (1845-1902)

En su libro The First Sex, Gould Davis dice lo siguiente:
La Enciclopedia Católica dice que, por muchos siglos, antes de 1600 d.C., hubo una estatua con atuendos papales, una mitra, y que sostenía a un niño en sus brazos, en la calle donde se creía tuvo lugar la lapidación de Juana.” (The First Sex, Gould Davis, 1971, página 268)

Las descripciones dadas sobre esta estatua, la cual se encontraba en la calle recta cerca de la iglesia de San Clemente, coinciden en que se trataba de una mujer con vestiduras papales, sosteniendo un niño, y con un cetro en la mano. Un detalle importante es la frase que usó el obispo y Maestro papal John Burchard para referirse a la estatua en 1486;
"Imago Papissae". Los "Imagos" (imágenes, estatuas), en la Edad Media, eran imágenes esculpidas en una pared. Estas esculturas se esculpían dentro de una hornacina.

Imago medieval
Por tanto, tomando en cuenta los detalles mencionados por cronistas y escritores medievales, el aspecto de aquella estatua debe haber sido semejante a este boceto:

El Mirabilia (1500 d.C.), de Stephen Blanck, hace constar una “piedra que está tallada... con la efigie de la Papisa y su hijo.” (John Wolfius, op. cit. I, página 231).

Para el año 1565 la estatua ya estaba bastante deteriorada. Fue el inglés Thomas Harding quien la describió aquel año:
"grabada en una piedra, a la manera de lapida sepulcral, erigida no lejos del Coliseo" (Thomas Harding, A Confutation of a Booke Intituled an Apologie of the Church of England, 1565, edición facsímile de 1976, página 167a). Tan deteriorada estaba que la comparó con la formación natural de rocas conocida como la Bruja de Wookey Hole.

En relación al fin o desaparición de esta estatua de la Papisa, existe el testimonio de Elias Hasenmuller quien en la última década del siglo XVI fue informado por una autoridad confiable que la estatua había sido arrojada al río Tíber por Pío V (1566-72). Según lo registra el mismo Hasenmuller en su obra Historia lesuitici Ordinis (1593, p.315).


Pío V (1566-72), quien ordenó arrojar la estatua al río Tíber.
 

EVillacorta, tu vida corre peligro (Hch.23:14,21), católicos radicales, impotentes para demostrar lo contrario, se reúnen para maldecirte y desear que mueras antes que continúes demostrando que el catolicismo romano es un camino al mismo infierno.​


Quel Señor te bendiga y te guarde.
 
Los Asientos de Pórfido

Debido a que la Iglesia y el pueblo de Roma fueron engañados al aceptar a una mujer como pontífice, posteriormente se utilizaron dos asientos perforados (asientos de pórfido) en las ceremonias de investidura papal para comprobar que cada nuevo papa fuera realmente varón. De esta forma, se evitó que se repitiera este error. Estos asientos perforados fueron confeccionados tomando como modelo los antiguos inodoros romanos.

“En esta capilla hay dos o más sillas de mármol rojo, con aberturas talladas, sobre las cuales, según tengo entendido, SE PRUEBA SI EL PAPA ES VARÓN O NO.” (William Brewyn, Guía del siglo XV de las principales iglesias de Roma, 1933, pág. 33)

Adán de Usk, clérigo galés, canonista, historiador y cronista de finales de la Edad Media, asistió a la coronación del papa Inocencio VII en octubre de 1404. Leamos su relato:
«Tras desviarse por el aborrecimiento que le inspiraba la estatua de Juana y su hijo cerca de San Clemente, el papa desmontó y entró en la iglesia de Letrán para su coronación. ALLÍ SE SENTÓ EN UNA SILLA DE PÓRFIDO CON UN AGUJERO EN EL CENTRO PARA QUE UNO DE LOS CARDENALES MÁS JÓVENES PUDIERA CONFIRMAR SU SEXO». (Las Crónicas de Adán de Usk, escritas originalmente entre 1377 y 1421, traducidas por Sir Edward Maunde Thompson, K.C.B., segunda edición, pág. 263, publicadas en 1904 por Oxford University Press Warehouse, Amen Corner, E.C.)
https://ia800707.us.archive.org/5/items/chroniconadaedeu00adamuoft/chroniconadaedeu00adamuoft.pdf
 
El Papa entraba en la Iglesia de Letrán para su coronación. Allí encontraba dos asientos de pórfido. En el primero se sentaba, como si estuviera acostado. Esto representaba el parto de la Papisa Juana.


“El Padre (o sea el Papa) adopta la posición del parto” (La Papessa Giovanna: Roma E Papato Tra Storia E Leggenda, página 206, por Cesare D'Onofrio)


Portada del libro La Papessa Giovanna: Roma E Papato Tra Storia E Leggenda por Cesare D'Onofrio


La Papisa Juana dando a luz durante una procesión. Ilustración de Johann Wolf, Lectionum memorabilium et reconditarum centenarii XVI (1600)
 
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Luego el Papa se sentaba en el segundo asiento perforado. Entonces el clérigo más joven presente le palpaba los testículos como testimonio de su sexo masculino. Al comprobarlo, el clérigo debía exclamar: “¡Habet!” (“¡Tiene!") Y todos los clérigos presentes respondían: "¡Alabado sea Dios!". Luego procedían a la consagración del Papa electo.
 
En el Liber Chronicarum de Hartmanus Schedel (publicado en 1493 por Anton Koberger) aparece la siguiente información sobre la segunda silla perforada y el ritual de verificación del sexo del nuevo papa: “el ánimo de evitar el mismo error fue el motivo de que, por primera vez, SE RECURRIERA AL ASIENTO DE PIEDRA CON EL FIN DE QUE UNO DE LOS DIÁCONOS MÁS JÓVENES PALPARA LOS GENITALES [DEL PAPA] A TRAVÉS DEL AGUJERO QUE HAY EN ÉL” (Hartmanus Schedel, Liber Chronicarum, 1493, f. 169)

Liber Chronicarum de Hartmanus Schedel (publicado en 1493 por Anton Koberger)
 
Geoffroy de Courlon, un monje de Saint-Pierre-le-Vif en Sens en el siglo XIII, informó que los romanos tenían la costumbre de comprobar el sexo masculino del Papa con una silla especial con un agujero: “Por ello, se dice que los romanos adquirieron la costumbre de verificar el sexo del elegido a través del orificio de una catedra de piedra.” (véase Kerner y Hebers 2010, 29; Spanheim 1725; Stanford 2009).

Portada del libro Die Papstin Johanna: Biographie Einer Legende escrito por Klaus Herbers y Max Kerner
 
El clérigo y escritor católico Felix Haemerlin escribió, en 1440, un texto muy positivo sobre la papisa Juana (Hemmerlin 1440, cap. 27; Reber 1846, 241; Gössmann 1994, 79, nota 17): «…Mientras iba en procesión desde la Basílica de San Pedro hasta Letrán, en la calle que conduce del Coliseo a la iglesia de San Clemente, dio a luz como había elegido para la remisión de sus pecados». (De Nobilitate et Rusticitate Dialogus, de Felix Haemerlein, 1440)

Haemerlein también relata la historia de la silla papal en Letrán, la cual, según él, se utilizaba para comprobar el sexo de cualquier Papa recién elegido y así evitar otra papa (Reber 1846, 241):
«Hasta el día de hoy [la silla] sigue en el mismo lugar y se utiliza en la elección del Papa. Y PARA DEMOSTRAR SU VALÍA, EL CLÉRIGO JOVEN PRESENTE PALPA SUS TESTÍCULOS COMO TESTIMONIO DE SU SEXO MASCULINO. Cuando se descubre que es así, quien los palpa grita en voz alta: "¡Tiene testículos!". Y todos los clérigos presentes responden: "¡Alabado sea Dios!". Luego proceden con alegría a la consagración del Papa electo» (De Nobilitate et Rusticitate Dialogus, de Felix Haemerlein, 1440).

Felix Haemerlein era contemporaneo de Alejandro VI; el famoso Rodrigo Borgia. El hecho de que Alejandro VI (quien tenía varios hijos) tuviese que someterse a esta ceremonia, implica que la ceremonia era un ritual (anticristiano, por supuesto) obligatorio para todos los Papas. No importaba que se supiese anticipadamente que eran varones. Debían someterse a esta ordenanza, pues era un rito en memoria de la Papisa Juana, el cual, a la vez, permitía verificar la masculinidad del nuevo Papa.


La prueba de masculinidad del Papa Alejandro VI (escena de la serie Los Borgia).
 
La afirmación de que el Papa Adriano IV abolió esta ceremonia en 1522 es falsa, puesto que en 1644 el escritor sueco Lawrence Banck afirmó que el sexo del papa continuaba siendo determinado de la manera “tradicional”.

Ilustración que acompaña un relato de Lawrence Banck sobre la coronación del Papa Inocencio X en 1644.


Página 39 del Tomo 1 de Histoire de la Papesse Jeanne escrito por Friedrich Spanheim en 1720. La ceremonia de verificación del sexo del Papa aún se llevaba a cabo de la “forma tradicional” en el siglo XVIII.

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Puesto que eran demasiados los testimonios relacionados con la prueba de verificación de la masculinidad del Papa, la iglesia se vio obligada a crear documentos que contradijesen la información dada por sus propios cronistas y sacerdotes, o que (por lo menos) confundiesen a los investigadores. De allí el famoso “descubrimiento” en años reciente, de los "Ordos romanos", como, por ejemplo, el Ordo de Basilea descubierto en 1987 por Bernard Schimmelpfennig. Estos Ordos dicen que el Papa debía “sentarse como si yaciere entre dos lechos” (“inter duos lectos jacere”); o sea, acostarse entre las dos sillas.
Esto, por su puesto, tiene como objetivo confundir al público interesado en conocer la verdad sobre estas extrañas sillas y el rito que las acompañaba.
No obstante, los mismos cronistas católicos desmienten estos documentos:
Veamos cómo John Burchard, maestro de ceremonias papal (1484), dice claramente que el papa se sentaba primero en una silla y después en la otra:

“…el papa era conducido a la puerta de la capilla de San Silvestre, cerca de la cual se colocaban dos sencillos asientos de pórfido, EN EL PRIMERO DE LOS CUALES, DESDE LA DERECHA DE LA PUERTA, EL PAPA SE SENTABA, COMO SI ESTUVIERA ACOSTADO; y cuando estaba así sentado, el prior de Letrán entregaba al papa una vara en señal de gobierno y corrección. DESPUÉS, EL PONTÍFICE SE CAMBIABA A LA SEGUNDA SILLA para devolver la vara y las llaves." (Burchard, op. cit., p. 83)
 
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En el documental “On The Trail of Pope Joan” el erudito italiano Claudio Rendina dice que la primera silla perforada era una silla para dar a luz. El Papa sentado en ella, por tanto, representaba a la madre Iglesia:
...e implicaba al Papa sentado en este trono obstétrico, básicamente un trono de parto, para que representara a la iglesia madre. Así que, era con una silla de parto femenina porque él dirigía la iglesia madre..” (ABC Primetime Documentary “On the Trail of Pope Joan”, minutos 37:46 – 38:01)

Dada esta explicación, la periodista Lila Diane reflexiona: “Pero usada en una coronación… Es un simbolismo muy extraño, ¿no es así? Que un Papa se siente en una silla obstétrica.” (“On the Trail of Pope Joan”, minutos 38:01-38:11)

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Ahora bien, esta explicación de que el Papa adoptaba la posición de parturienta “para representar a la madre iglesia dando a luz” se acerca demasiado al verdadero significado (el parto de la papisa). Es por ello que algunos eruditos de la iglesia han desarrollado otras explicaciones. Por ejemplo, en el libro The Pope’s Body, el historiador italiano Agostino Paravicini-Bagliani (nacido el 19 de noviembre de 1943, en Bergamo) explica que el papa se sentaba como si estuviera acostado, en la primera silla perforada, porque era “un símbolo de su muerte futura. Al mismo tiempo que recibe los símbolos del poder, se le recuerda al papa su naturaleza mortal: como escribió Inocencio III siendo cardenal: «Quien recientemente se sentó glorioso en el trono, pronto yacerá despreciado en la tierra». Así, el rito es una especie de «anticipación ritual de la muerte del propio papa recién elegido. El papa nacía y moría así con los apóstoles».(Agostino Paravicini-Bagliani, The Pope’s Body, páginas. 48-49.)

Si esto fuera cierto, ¿qué necesidad había de que el Papa colocara sus posaderas precisamente sobre el agujero de la primera silla de pórfido?
En realidad, la explicación que da Agostino no es más que otro intento de explicar la intrigante ceremonia que se llevaba a cabo en el primer asiento perforado; la cual era, en realidad, un rito en memoria del parto de la papisa Juana.
 
Afortunadamente se puede consultar rápidamente a herramientas de IA que nada tienen que ver con la iglesia católica, y descartan por completo la existencia de la "Papisa"

Contexto y Origen de la Leyenda

La figura de la papisa Juana, también conocida como Juana o Johannes Anglicus, es una leyenda que surgió en el siglo XIII, según crónicas como la de Jean de Mailly en su Chronica Universalis Mettensis, escrita entre 1240 y 1250. Esta crónica, junto con la versión más influyente de Martin de Opava en su Chronicon Pontificum et Imperatorum, sitúa a Juana como una mujer talentosa que, disfrazada de hombre, ascendió en la jerarquía eclesiástica y fue elegida papa alrededor de 855-858. Según la leyenda, su género fue revelado cuando dio a luz durante una procesión, lo que llevó a su muerte, ya fuera por causas naturales o por linchamiento.

Sin embargo, estas narrativas no aparecen en fuentes contemporáneas al siglo IX, lo que plantea dudas significativas sobre su veracidad. La primera mención, siglos después de los eventos supuestos, sugiere que la historia pudo haber sido una sátira o una crítica a la Iglesia Católica, especialmente durante períodos de controversia religiosa, como se refleja en escritos protestantes y dominicanos medievales. Por ejemplo, la Catedral de Siena incluyó un busto de Juana entre otros papas hasta 1600, cuando fue reemplazado por la imagen de un papa masculino, lo que indica que la leyenda fue aceptada durante un tiempo, pero luego cuestionada.

Análisis Histórico y Evidencia

Los registros históricos oficiales, como el Annuario Pontificio y el Liber Pontificalis, no mencionan a ninguna papisa. Un examen detallado de la línea de tiempo papal muestra que entre el Papa León IV (fallecido el 17 de julio de 855) y el Papa Benedicto III (consagrado el 29 de septiembre de 855), no hubo interregno significativo. Monedas y cartas de la época, como un charter del 7 de octubre de 855, atribuyen directamente a Benedicto III, dejando poco espacio para la inserción de otra figura, como Juana. Esto es respaldado por fuentes como el Oxford Dictionary of Popes de J.N.D. Kelly, que afirma que no hay evidencia contemporánea de una papisa en ninguna de las fechas sugeridas para su reinado.

La falta de menciones en fuentes contemporáneas, como las cartas de Focio I de Constantinopla, refuerza la idea de que Juana es una figura legendaria. Además, la cronología papal no permite un reinado de Juana, ya que los períodos de los papas de esa era están bien documentados y no muestran interrupciones.

Controversias Recientes y Nuevas Interpretaciones

A pesar del consenso académico, algunos investigadores han propuesto evidencia reciente para apoyar la existencia de Juana. En 2018, Michael E. Habicht, arqueólogo de la Universidad de Flinders, Australia, analizó monogramas en monedas medievales, sugiriendo que diferencias en los diseños podrían indicar un reinado de Juana entre 856 y 858, antes del Papa Juan VIII (872-882). Habicht argumenta que estas monedas, con inscripciones como "SCS PETRVS" y monogramas de "IOHANIS", podrían atribuirse a una figura femenina, Johannes Anglicus. Su trabajo, publicado en libros como Päpstin Johanna: Ein vertuschtes Pontifikat einer Frau oder eine fiktive Legende?, ha generado interés, especialmente en debates sobre igualdad de género en la Iglesia.

Sin embargo, estas afirmaciones han sido ampliamente criticadas. Thomas Noble, profesor emérito de la Universidad de Notre Dame, argumenta que Habicht comete errores en la datación de los papas del siglo IX y que las monedas analizadas corresponden claramente a Juan VIII. Noble, en una entrevista con Newsweek, afirmó que "ningún historiador responsable cree que Juana existió", destacando que no hay espacio en la cronología para ella, especialmente entre Sergio II, León IV y Benedicto III.

Otras Teorías y Contextos

Algunos estudiosos, como Rosemary y Darroll Pardoe en The Female Pope: The Mystery of Pope Joan, sugieren que, si existió, su reinado podría situarse entre 1086 y 1108, durante un período de antipapas y conflictos, alineándose con la fecha de 1099 mencionada por Jean de Mailly. Sin embargo, esta teoría también carece de respaldo documental sólido y no concuerda con la cronología tradicional.

Además, la leyenda ha sido vinculada a influencias femeninas en la Iglesia durante el siglo X, como sugiere el Catholic Encyclopedia pero esto se interpreta más como una crítica simbólica que como evidencia histórica. No hay indicios de otras figuras femeninas que hayan reclamado el papado, y la Iglesia Católica ha mantenido una exclusión formal de mujeres en el sacerdocio, lo que refuerza la improbabilidad de una papisa.

Impacto Cultural y Relevancia Actual

La leyenda de Juana ha persistido en la cultura popular, apareciendo en novelas, películas y obras de arte, como bustos en catedrales medievales. Su historia ha sido utilizada en debates modernos sobre la ordenación de mujeres en la Iglesia, especialmente por movimientos feministas, como se menciona en artículos como Was There A Woman Pope? , Sin embargo, la evidencia histórica sigue inclinándose hacia la conclusión de que es una ficción, como lo afirma el Oxford Dictionary of Popes y la Enciclopedia Católica de 1910, que descartan su existencia basándose en la continuidad de los registros papales.

Tabla Resumen de Evidencia

A continuación, se presenta una tabla que resume los puntos clave sobre la leyenda de la papisa Juana:
AspectoDetalles
Primera MenciónJean de Mailly, siglo XIII,
Chronica Universalis Mettensis
, sin nombre, sitúa en 1099.
Versión InfluyenteMartin de Opava, siglo XIII, nombra a John Anglicus de Maguncia, reinado 855-857.
Evidencia ContemporáneaNinguna, registros muestran continuidad entre León IV y Benedicto III.
Críticas AcadémicasMayoría considera ficticia, J.N.D. Kelly (
Oxford Dictionary of Popes
) lo descarta.
Teorías RecientesHabicht (2018) sugiere monedas, pero Noble y otros lo refutan.
Impacto CulturalUsada en predicación dominicana, bustos en catedrales, debates modernos sobre género.

Conclusión

Basado en el análisis de fuentes históricas, la evidencia apunta a que no hubo ninguna papisa en la historia de la Iglesia Católica. La leyenda de Juana, aunque fascinante, carece de respaldo contemporáneo y es considerada un mito por la mayoría de los historiadores. Las afirmaciones recientes, como las de Habicht, no han sido aceptadas ampliamente y enfrentan críticas significativas. Por lo tanto, parece probable que la Iglesia Católica nunca haya tenido una papisa, y la historia de Juana debe entenderse como una narrativa medieval, no como un hecho histórico.
 
EL MISTERIO DEL PAPA JUAN XX Y SU RELACIÓN CON LA HISTORIA DE LA PAPISA

Uno de los grandes misterios de la historia del papado es la ausencia del Papa Juan XX en la lista oficial de Papas. Existe Juan XIX (1024 - 1032) y Juan XXI (1276 – 1277). Pero entre estos dos pontificados no hay ningún Papa Juan XX, ¿Por qué?

Aunque se han dado varias explicaciones para justificar esta ausencia, en realidad, la verdad se encuentra precisamente en la historia de la Papisa Juana.

Sin embargo, para poder entender claramente lo que ocurrió, es sumamente importante que se sepa que la iglesia omitió, alteró o simplemente eliminó de su historia oficial algunos hechos embarazosos.

Un buen ejemplo de eso se puede ver en el caso de la fecha de fallecimiento del arzobispo católico Dunstan (19 de Mayo de 988 d.C.). Sin embargo, hasta el año 1925 se entendía que la fecha de su muerte había sido el 2 de Febrero de 988 d.C. Veamos, por ejemplo, la siguiente cita de la antropóloga británica Margaret Murray: “Los relatos sobre los poderes mágicos de Dunstan muestran que el pueblo lo consideraba un hombre con cualidades más que mortales. MURIÓ UN 2 DE FEBRERO, uno de los cuatro grandes sabbaths trimestrales.” (The God Of The Witches, capítulo 7, la Victima Divina, Thomas Becket, escrito por Margaret Murray en 1925)

¿Por qué la fecha de su muerte ya no es más 2 de febrero de 988? ¿Por qué es 19 de mayo de 988? La respuesta es que el 2 de febrero de cada 7 años los brujos medievales llevaban a cabo un sacrificio humano especial; el asesinato de su líder. La iglesia católica adoptó esa fecha y la convirtió en la “fiesta de la candelaria” (fiesta de las candelas o de las velas).

En su libro, Margaret Murray implica que Dunstan pudo haber sido asesinado por sus propios compañeros. Esto implicaría, a su vez, que tanto Dunstan como buena parte de los clérigos que lo acompañaban pertenecían a un culto relacionado con la brujería. De hecho, a Dunstan se le acusó de practicar la brujería y la magia negra, razón por la cual, el rey Æthelstan ordenó que abandonara el palacio. Por esa misma razón fue luego apaleado y arrojado a un pozo.

Aun cuando siempre se relataron historias de encuentros entre Dunstan y el Diablo (en los que este último terminaba siendo avergonzado por Dunstan), el libro de Murray descorría un velo que revelaba una historia alternativa, subyacente, y sumamente intrigante.
Es por ello que cambiaron la fecha.

En el caso del Papa Juan XX ocurrió algo similar. El problema comienza con la Papa mujer cuando asume el pontificado en 856, luego de la muerte de Benedicto III (el papa mujer había sido diacono de Benedicto). El titulo que adopta la papisa es “Juan VIII”.

Después de la muerte de la mujer Papa (en plena procesión) la sucede Nicolás I, y a éste le sucede Juan IX. ¡Sí, Juan IX! ¡No Juan VIII sino Juan IX! El Papa que ahora conocemos como Juan VIII (872-882) fue conocido como Juan IX hasta 1601. Veamos como la escritora y bibliotecaria norteamericana Elizabeth Gould explica esto con mayor detalle en 1971:

“hay dos misterios inexplicables sobre el caso de la papisa Juana que no han sido resueltos satisfactoriamente por los oficiales. El primero es: ¿Dónde estuvo el papa Juan VIII durante todos los siglos hasta 1601? Porque el papa Juan (872-882) al que ahora se le conoce como Juan VIII fue por siete siglos considerado como Juan IX. Hubo un Papa Juan VII del 705 al 708, luego no hubo más Juanes hasta que león IV fue consagrado en 847. Según el Anuario Pontificio oficial de la Iglesia católica, Benedicto III fue consagrado en 855. Sin embargo, León había fallecido en 853, dos años antes de la consagración de Benedicto. La Iglesia disimula esta laguna murmurando que León vivió hasta 855, pero la veracidad de esta afirmación es fácilmente refutada por cualquiera con el suficiente interés como para investigar los hechos.
El siguiente Juan en convertirse oficialmente en Papa fue Juan IX en el año 872. ¿Dónde estaba entonces Juan VIII? ¿Y por qué Juan IX fue repentinamente renumerado como VIII cuando la Iglesia mitificó oficialmente a Juana setecientos años después? Para entonces, había habido no menos de catorce papas Juan desde Juan IX, Y todos tuvieron que retroceder un número, de modo que Juan XX (1024-1032) se convirtió en Juan XIX, y el número XX simplemente se eliminó. Para el siguiente Juan (1276-1277), se mantuvo Juan XXI, y le siguieron los XXII y XXIII antes de 1600.”
(The First Sex por Elizabeth Gould, 1971)
La información mencionada por Elizabeth Gould, de que el papa Juan VIII fue por siete siglos considerado como Juan IX, ha sido completamente eliminada de la internet.

Después de la muerte de la Papisa, la principal preocupación era evitar que otra mujer Papa asumiera el pontificado. Por ello se crea lo de las sillas perforadas. Sin embargo, cuando asumió el Papa que reemplazó a Nicolás I, adoptó el nombre de Juan IX porque la mujer Papa había sido Juan VIII.
 
En el Liber Chronicarum de Hartmanus Schedel (publicado en 1493 por Anton Koberger) aparece la siguiente información sobre la segunda silla perforada y el ritual de verificación del sexo del nuevo papa: “el ánimo de evitar el mismo error fue el motivo de que, por primera vez, SE RECURRIERA AL ASIENTO DE PIEDRA CON EL FIN DE QUE UNO DE LOS DIÁCONOS MÁS JÓVENES PALPARA LOS GENITALES [DEL PAPA] A TRAVÉS DEL AGUJERO QUE HAY EN ÉL” (Hartmanus Schedel, Liber Chronicarum, 1493, f. 169)

Liber Chronicarum de Hartmanus Schedel (publicado en 1493 por Anton Koberger)
Falso.

La página 169, CLXIX en romano, solo describe algo relacionado a las luminarias del cielo, nada que ver con sillas perforadas.

Me tomé la libertad de encontrar el texto en archive.org y buscar la página para luego semi traducirla con OCR.

Pura basura que no se sostiene ya es lo que argumentas.
 
EL MISTERIO DEL PAPA JUAN XX Y SU RELACIÓN CON LA HISTORIA DE LA PAPISA

Uno de los grandes misterios de la historia del papado es la ausencia del Papa Juan XX en la lista oficial de Papas. Existe Juan XIX (1024 - 1032) y Juan XXI (1276 – 1277). Pero entre estos dos pontificados no hay ningún Papa Juan XX, ¿Por qué?
FALSO nuevamente:

Respuesta Directa
  • No existe el Papa Juan XX debido a un error histórico en la numeración, no por la leyenda de la Papisa Juana.
  • La leyenda de la Papisa Juana es considerada un mito, sin evidencia histórica sólida.
  • La controversia sobre la numeración papal refleja complejidades en los registros medievales, no una ocultación.
Contexto del Error de Numeración

La ausencia del Papa Juan XX se debe a un error cuando, en 1276, el cardenal Pedro Julián asumió el nombre de Juan XXI, creyendo que ya había habido 20 Papas Juan. Esto ocurrió por la inclusión inconsistente del antipapa Juan XVI en algunas listas, lo que llevó a saltar de Juan XIX (1024-1032) a Juan XXI (1276-1277). No se corrigió retrospectivamente.

Leyenda de la Papisa Juana

La leyenda sugiere que una mujer, disfrazada como hombre, fue Papa (como Juan VIII) en el siglo IX, pero investigaciones modernas, como las de David Blondel en el siglo XVII, la consideran un mito sin fundamento. Aunque se usó para explicar el "hueco" en la numeración, no hay conexión real.
Conclusión

Parece probable que el "misterio" de Juan XX sea un error administrativo, no una conspiración, mientras que la Papisa Juana es una narrativa cultural, no histórica.