El libre albedrío concedido por Dios no es el poder hacer cada uno lo que le venga en gana, es la facultad de poder elegir entre dos o más opciones: seguir los consejos de Dios, o de cualquier otra persona, o no seguirlos; encausar tu vida por uno u otro derrotero, buscar un determinado objetivo o no buscar nada; pero desear alguna cosa no es tenerla. El que alguien quiera hacer o poseer algo no significa que pueda tenerlo, podrá intentarlo de mil maneras, pero el conseguirlo depende de muchas circunstancias, si está a su alcance, si es algo lícito, o de cualquier otro modo, problemas que tendrá que superar o vencer. El que desea muchas cosa se hace esclavo se sus deseos, y si son cosas que no les pertenecen, puede entrar en conflicto con la ley, y pude acabar con todo sus derechos, entre ellos su libre albedrío. Por eso, lo más sensato sería escuchar los consejos de Dios y dejarnos guiar por él, y nos evitaremos muchas complicaciones conservando nuestro libre albedrío, porque esto es lo que querremos hacer.
