HermanosTimoteo, Israel, Oso y Mahonry:
HermanosTimoteo, Israel, Oso y Mahonry:
Hermano Timoteo444000: Es muy bueno tu aporte con los pasajes bíblicos que confirman la doctrina de la inmortalidad del alma, aunque no únicamente en ellos se expone tal verdad. Desde Génesis a Apocalipsis lo veo de esa manera, pero eso no nos priva de examinar los argumentos que puedan oponérsele. Recuerda lo que dije a “el chunco” en cuanto a que el relato de el rico y Lázaro no es un parábola sino una historia de ultratumba que prueba la deidad de Jesucristo.
Ricardo.
Hermano Israel Robles:
A lo dicho, has aportado los textos de Heb.4:12, Ecl.3:11 y el ejemplo del Tabernáculo que siendo uno, se oficiaba en el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo conforme a la descripción que también tenemos en Hebreos 9.
Seguramente que todo a lo largo de la Escritura tenemos textos y símiles que corroboran este asunto de la inmortalidad del alma, no siempre sinónimo de vida.
Ricardo.
Hermano Oso:
Si revisas mejor (con ayuda de una Concordancia) el uso de la palabra “alma”, verás que no tiene como único sinónimo el de “vida”, sino también “persona” y “mente”. Normalmente se dice que el alma tiene las tres facultades del entendimiento, sentimiento y voluntad; y el espíritu las de la conciencia, intuición y comunión. Nuestro cuerpo, además de constituir el organismo físico, a través de los cinco sentidos nos pone en contacto con el mundo exterior.
En cuanto al texto de Ap. 6:9-11 tal como está podemos entenderlo, cosa que se dificultaría si allí “almas” fuese traducido “vidas”. El alma es sensible, racional y decidida, pues aún sin boca claman y sin cuerpo son vestidas, lo que es inconcebible atribuirlo solamente al término y concepto de “vida”.
En cuanto a tu consulta sobre el texto de 1Co.15:45, y la diferencia entre el primer hombre Adán –hecho alma viviente- y el postrer Adán, espíritu vivificante, es que el primero recibe en su cuerpo el alma que lo hace una criatura anímica, mientras que Cristo –que es como Dios dador de la vida- por medio de su resurrección se hizo Espíritu vivificante para impartir vida (Jn.10:10b), quien en nuestra conversión vivifica nuestro espíritu, de manera que llegamos a ser “un espíritu con Él” (1Co.6:17).
Al hombre tripartito se le ha descrito (para facilitar la comprensión de lo que en sí mismo es difícil) de la siguiente manera: El hombre de más afuera (cuerpo), el hombre interior (alma) y el hombre de más adentro (espíritu). Si me pincho un dedo el cuerpo lo sufre; si alguien da vuelta la cara cuando lo saludo me duele en el alma; si peco deliberadamente y quiero leer la Biblia, orar o cantar sin conseguirlo, es mi espíritu que se duele por haber contristado al Espíritu Santo que está en mí.
Si bien podríamos hablar de dicotomía, separando en el hombre su cuerpo que es materia del ser inmaterial que lo habita, al dividir este último entre alma y espíritu (como en el aporte de Israel Robles sobre Heb. 4:12), parecería más propio hablar de tricotomía.
Ricardo.
Hermano mahonry:
Venías bastante bien con tu aporte hasta tu último comentario al texto de Efesios 1:3,4. Allí no habla de una preexistencia nuestra como seres espirituales, sino de la soberana elección de Dios que nos escogió desde el principio en Cristo para esta salvación. Lo que Dios hizo en la eternidad pasada, amándonos y predestinándonos
cuando todavía no habíamos nacido ni Él creado los mundos, corresponde a su presciencia, “conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. No preexistíamos como espíritus, sino en la mente y el corazón de Dios.
Ricardo.
HermanosTimoteo, Israel, Oso y Mahonry:
Hermano Timoteo444000: Es muy bueno tu aporte con los pasajes bíblicos que confirman la doctrina de la inmortalidad del alma, aunque no únicamente en ellos se expone tal verdad. Desde Génesis a Apocalipsis lo veo de esa manera, pero eso no nos priva de examinar los argumentos que puedan oponérsele. Recuerda lo que dije a “el chunco” en cuanto a que el relato de el rico y Lázaro no es un parábola sino una historia de ultratumba que prueba la deidad de Jesucristo.
Ricardo.
Hermano Israel Robles:
A lo dicho, has aportado los textos de Heb.4:12, Ecl.3:11 y el ejemplo del Tabernáculo que siendo uno, se oficiaba en el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo conforme a la descripción que también tenemos en Hebreos 9.
Seguramente que todo a lo largo de la Escritura tenemos textos y símiles que corroboran este asunto de la inmortalidad del alma, no siempre sinónimo de vida.
Ricardo.
Hermano Oso:
Si revisas mejor (con ayuda de una Concordancia) el uso de la palabra “alma”, verás que no tiene como único sinónimo el de “vida”, sino también “persona” y “mente”. Normalmente se dice que el alma tiene las tres facultades del entendimiento, sentimiento y voluntad; y el espíritu las de la conciencia, intuición y comunión. Nuestro cuerpo, además de constituir el organismo físico, a través de los cinco sentidos nos pone en contacto con el mundo exterior.
En cuanto al texto de Ap. 6:9-11 tal como está podemos entenderlo, cosa que se dificultaría si allí “almas” fuese traducido “vidas”. El alma es sensible, racional y decidida, pues aún sin boca claman y sin cuerpo son vestidas, lo que es inconcebible atribuirlo solamente al término y concepto de “vida”.
En cuanto a tu consulta sobre el texto de 1Co.15:45, y la diferencia entre el primer hombre Adán –hecho alma viviente- y el postrer Adán, espíritu vivificante, es que el primero recibe en su cuerpo el alma que lo hace una criatura anímica, mientras que Cristo –que es como Dios dador de la vida- por medio de su resurrección se hizo Espíritu vivificante para impartir vida (Jn.10:10b), quien en nuestra conversión vivifica nuestro espíritu, de manera que llegamos a ser “un espíritu con Él” (1Co.6:17).
Al hombre tripartito se le ha descrito (para facilitar la comprensión de lo que en sí mismo es difícil) de la siguiente manera: El hombre de más afuera (cuerpo), el hombre interior (alma) y el hombre de más adentro (espíritu). Si me pincho un dedo el cuerpo lo sufre; si alguien da vuelta la cara cuando lo saludo me duele en el alma; si peco deliberadamente y quiero leer la Biblia, orar o cantar sin conseguirlo, es mi espíritu que se duele por haber contristado al Espíritu Santo que está en mí.
Si bien podríamos hablar de dicotomía, separando en el hombre su cuerpo que es materia del ser inmaterial que lo habita, al dividir este último entre alma y espíritu (como en el aporte de Israel Robles sobre Heb. 4:12), parecería más propio hablar de tricotomía.
Ricardo.
Hermano mahonry:
Venías bastante bien con tu aporte hasta tu último comentario al texto de Efesios 1:3,4. Allí no habla de una preexistencia nuestra como seres espirituales, sino de la soberana elección de Dios que nos escogió desde el principio en Cristo para esta salvación. Lo que Dios hizo en la eternidad pasada, amándonos y predestinándonos
cuando todavía no habíamos nacido ni Él creado los mundos, corresponde a su presciencia, “conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”. No preexistíamos como espíritus, sino en la mente y el corazón de Dios.
Ricardo.