Imaginemos que estamos en el campo, de paseo, y comprobamos que una hormiga minúscula se ha subido a nuestro zapato sin darnos cuenta. Cogemos la hormiga cuidadosamente con un dedo y la aproximamos a la cara para verla mejor. Distinguimos sus patitas, las antenas que se mueven en todas direcciones, su cabeza minúscula... y nos divertimos volteando el dedo arriba y abajo para impedir que se nos escape. Me temo que me quedo corto, pero de comparar a un hombre con Dios, pienso que la hormiga sería un buen ejemplo. No es sólo cuestión de dimensiones. La magnitud infinita de Dios es posible percibirla en la inimaginable extensión del universo por Él creado. También resulta inimaginable Su inteligencia. Supongamos que la inteligencia pudiese medirse en relación directa al tamaño del cerebro. Esto no es exactamente cierto, pero como ejemplo es válido. Si reducimos el cerebro humano al tamaño de la cabeza de una hormiga, y consideramos que Dios tiene el cerebro de un hombre, ¿podemos siquiera imaginar la distancia que nos separa de nuestro Creador? La cabecita minuscula de una hormiga comparada con una cabeza humana... Puede servirnos esta comparación como referencia para medir las inteligencias de ambos. Podría una hormiga comprender siquiera un pensamiento de un hombre? Podrían los cerebros de seis mil millones de hormigas -la población humana actual- comprender una sóla idea racional? La inteligencia de Dios es simplemente insondable. Actualmente existen buscadores de internet que son capaces de ofrecernos una selección de millones de páginas en fracciones de segundo. Escribimos una palabra, y al momento, un superordenador situado a decenas de miles de quilómetros busca entre los más de mil millones de páginas que tiene almacenadas en su memoria y nos ofrece una lista completa de todas las páginas en las que figura la palabra en cuestión. Esto supone sin duda un avance asombroso y nos da una idea de lo que es capaz de hacer una mente tan limitada como la de nuestro hombre-hormiga. Cuando una máquina fabricada por el hombre es capaz de tratar en fracciones de segundo toda la información contenida en mil millones de páginas de internet, podemos siquiera imaginar lo que podría hacer el Creador del hombre? Nuestra minúscula hormiguita campestre vive en un escueto refugio bajo tierra, apenas unos pocos centímetros por debajo de la superficie. El hombre necesita algo más de espacio, unas decenas de metros cuadrados de vivienda. La vivienda de Dios tiene una extensión mínima de quince mil millones de años-luz -el tamaño del universo conocido. Jesús lo afirma en la Biblia: LA CASA DE MI PADRE TIENE MUCHAS HABITACIONES. Una casa normal tiene cuatro o cinco habitáculos. En muchos casos, aún menos. Para hacernos una idea de la magnitud de Dios por las dimensiones de Su vivienda, debemos utilizar una calculadora potente. Imaginemos. Se estima que el universo supera ampliamente los mil millones de galaxias. Cada galaxia tiene una media de cien mil millones de estrellas. A su vez, cada estrella podría tener una media de diez planetas... Ciertamente, la Casa del Creador dispone de muchas habitaciones. Y con comparaciones similares podríamos extendernos indefinidamente. Bueno sería al hombre tratar de imaginar la Magnitud divina para percibir la necesidad de seguir las enseñanzas bíblicas sobre la humildad. El hombre es una creación Divina, y pretender suplantar a Dios es una soberbia tan patética como podría serlo que una hormiga pretenda igualarse a un hombre.
pax
www.geocities.com/apostolvs
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