"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." (Juan 17:3)
¿Como pudo ser engendrado el Hijo (Salmos 2:7) y aún existir desde la eternidad?
Pablo enseñó que "Dios no es Dios de confusión" (1 Corintios 14:33); pero la doctrina que enseña que Dios es al mismo tiempo uno y tres es un obvio error de confusión.
Un Dios. La suprema y auto existente Deidad, el solo Padre, que mora en luz inaccesible, y quien de su propia e inderivada energía creó los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos
Deuteronomio 6:4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es
Isaías 45:5 Yo Jehová, y ninguno mas hay: no hay Dios fuera de mí.
Isaías 46:9 Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay á mi semejante;
i corintios 8:4,6 4 Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios.
5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores),
6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.
1 Timoteo 6:15,16 15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores,
16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
Pablo escribe: 'Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos y en todos" (Efesios 4:6)
Jesús confirmó su fe en un Dios. Cuando se le preguntó sobre el más grande mandamiento, el Señor respondió:
"Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón..." (Marcos 12: 29,30).
Un escriba judío, hombre que creía firmemente en el Dios único y solo, y quien con seguridad habría rechazado el trinitarianismo como paganismo, habiendo oído la confesión de fe del Señor, comentó: "Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón... es más que todos los holocaustos y sacrificios" (Marcos 12:32,33).
Esta respuesta agradó al Señor Jesús. El escriba había confesado creer en el único y verdadero Dios y había reconocido que los adoradores debían servirlo amorosamente más allá del simple formalismo de la ley de Moisés. Este hombre había entendido más que muchos de los que el Señor conocía. Jesús le dijo:
"No estás lejos del reino de Dios" (Marcos 12:34).
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5).
"Un Dios y Padre de todos" (Efesios 4:6).
"Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él" (Hechos 2:22).
"Vosotros sabéis...cómo Dios ungió con el Espíritu santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hechos 10:37,38).
Pablo enseñó que "Dios estaba en Cristo" reconciliando al mundo consigo mismo (2 Corintios 5:19).
Jesús fue la manifestación de Dios, tal como él mismo testificó (Juan 6:62,63)
En cuanto a su naturaleza, Jesús era semejante a toda la humanidad (Hebreos 2:14),
"tentado en todo según nuestra semejanza" (4:15);
Jesús fue "nacido de mujer y nacido bajo la ley" (Gálatas 4:4) y, por consiguiente, fue idéntico en naturaleza "a sus hermanos" (Hebreos 2:17).
Pero él también fue engendrado "no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Juan 1:13).
El Espíritu Santo vino sobre María, y por este medio milagroso nació el Hijo de Dios (Lucas 1:35)
Después de su nacimiento, fue ungido con el Espíritu Santo sin medida (Juan 3:14), de modo que Dios dirigía su desarrollo.
Así como él fue fortalecido por Dios para vencer, así también los creyentes pueden ser fortalecidos (Filipenses 4:13).
Así como él fue crucificado, también ellos deben aprender a negar la carne para servir a Dios en verdad (Gálatas 5:24).
"No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lucas 22:42)
"Mi doctrina no es mía, sino de aquél que me envió" (Juan 7:16).
"No puedo yo hacer nada por mí mismo" (Juan 5:30) y "el Padre mayor es que yo" (Juan 14:28).
Es cierto que Jesucristo, como la manifestación de Dios y dedicado completamente a realizar la voluntad y propósito del Padre, podía decir: "Yo y el Padre uno somos" (Juan 10:30). Sin embargo, esta declaración es erróneamente interpretada como una pretensión de igualdad con Dios. Los que así piensan olvidan el hecho de que lo que Jesús afirmaba acerca de sí mismo, también lo afirmaba de sus discípulos. En Juan 17:21, oraba: "Para que todos sean uno; como tú, OH Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros." ¡Si la primera declaración implica la igualdad del Hijo con el Padre, la última incluye a todos los creyentes!
Pablo enseñaba que los creyentes eran "herederos de Dios y coherederos con Cristo" (Romanos 8:17). Pero si Jesús fuera verdadero Dios, ¿cómo podría decirse que nosotros somos "coherederos" de Dios con él? Sería completamente contradictorio. Considere también la declaración de hebreos 2:10,11:
"Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos."
Jesús llama a los redimidos "hermanos," porque tanto ellos como él deberán su glorificación al Padre. Pero si Jesús fuese Dios, ¿cómo podría hablar de ese modo de los redimidos? ¡Eso los convertiría también en parte de la Divinidad!
"hombre Jesucristo" (Juan 8:40; Romanos 5:15; 1 Corintios 15:21; 1 Timoteo 2:5
profeta como Moisés (Deuteronomio 18:15,18; Hechos 3:22; Mateo 21:11);
"tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15)
padeciendo para aprender obediencia (Hebreos 5:8)
"ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:7).
la Biblia enseña que Dios no puede ser tentado (Santiago 1:13
La Biblia enseña que Dios no puede morir (1 Timoteo 6:17)
"De aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre" (Marcos 13:32).
En esta afirmación, el Señor reconoce su conocimiento limitado. ¿Cómo sería eso posible si él fuera Dios? Algunos razonan que él estaba hablando desde su posición de humano, la cual había adoptado para el propósito de salvar a la humanidad; pero no hay evidencia bíblica para tal teoría. Además, si esta fuera verdadera, él debería haber recuperado todo conocimiento cuando ascendió al cielo; sin embargo en Apocalipsis 1:1 enseña lo contrario. Sostiene que la revelación fue conocimiento nuevo "que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto."
La Biblia utiliza términos para describir a Jesús que serían incongruentes si él fuera Dios. Lo describe como cansado (Juan 4:6), llorando (Juan 11:35), suplicando fortaleza (Hebreos 5:7), poseyendo una naturaleza sujeta a muerte y común a toda la humanidad (Hebreos 2:14), necesitando redención (Hebreos 9:12; 13:20), "combatiendo contra el pecado" (Hebreos 12:4), sobreponiéndose a la carne (Juan 6:63).
La Biblia enseña que "Dios estaba en Cristo" (2 Corintios 5:19) fortaleciéndolo (Salmos 80:17; Isaías 11:2,3) y reconciliando consigo al mundo (2 Corintios 5:20). Lo presenta como la expresión del amor del Padre para los que confían en El, puesto que en Jesús provee los medios por los cuales puede venir la redención a la humanidad caída (Juan 3:16).
Debido a su perfecta obediencia, habiendo conquistado completamente la carne, él fue levantado de entre los muertos (Hechos 2:24). Abriendo el camino de la redención por medio del perdón de los pecados, llegó a ser el autor de eterna salvación para todos los que se acercan a Dios en la forma señalada (Hebreos 5:9; Romanos 4:25; Gálatas 3:26-29).
Si Jesús fuera la segunda persona de un Dios trino, ¿cuál es la razón del solitario clamor que brotó de sus labios durante la agonía del calvario: "Dios mío, Dios mío, ¿porqué me has desamparado?" (Marcos 15:34).
Si Jesús fuera la segunda persona de una Trinidad, ¿cómo pudo Pablo escribir acerca de él en el momento de su más grande triunfo cuando todos sus enemigos serían aplastados delante de él: "...entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos"? (1 Corintios 15:28).
En esa época cuando el triunfo del Hijo es completo, él todavía estará subordinado al Padre.
El título de Dios es aplicado algunas veces al Señor Jesús. Por ejemplo, el apóstol Tomás había rehusado creer que el Señor había resucitado de los muertos mientras no recibiera una evidencia verdadera. Cuando Jesús apareció delante de él y le mostró las señales en sus manos, exclamó: "¡Señor mío y Dios mío!"
¿Que quiso decir?
Anteriormente, los apóstoles habían pedido a Jesús que les enseñara al Padre y él había contestado: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Juan 14:8). Ellos vieron al Padre en Jesús, porque, como más tarde lo dijera, él Lo había manifestado a sus apóstoles (Juan 17:6,26).
Ahora la gloriosa verdad de que el que los apóstoles habían seguido fielmente era la manifestación de Dios, iluminó a Tomás haciéndolo proferir las palabras: "¡Señor mío y Dios mío!"
¿Habrá querido decir que Jesús era la segunda persona de la Deidad? No. Tal lenguaje como el que Tomás usó es frecuentemente aplicado en toda la Escritura a los que ejercen la autoridad de Dios, refiriéndose a su posición como Sus representantes.
Esto también es cierto respecto de los agentes usados por Dios, tal como Jesús recordó a los judíos cuando lo retaron. Ellos habían dicho: "Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente" (Juan 10:24). En respuesta, Jesús señaló los milagros y obras que había realizado, diciendo: "Ellas dan testimonio de mí." Fue entonces cuando pronunció aquellas palabras, tan frecuentemente malentendidas: "Yo y el Padre uno somos" (versículo 30). Los judíos, de la misma manera que los trinitarios, las interpretaron incorrectamente. Pensaron que él estaba pretendiendo igualdad con Dios, y no entendieron que sólo estaba proclamándose como la manifestación de Dios (1 Timoteo 3:16). Ellos declararon que había blasfemado: "Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios" (Juan 10:33).
La respuesta del Señor frente a esta acusación, no solamente muestra que él mismo rechazó el concepto de igualdad con el Padre, sino que también refuta la enseñanza de que cuando el titulo de "Dios" le es aplicado, implica que es "verdadero Dios de verdadero Dios." Jesús replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada), ¿al que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?" (Juan 10:34).
Esta explicación del Señor demuestra claramente que cuando el título de Dios le es aplicado, no sugiere la igualdad del trinitarianismo, como tampoco lo implica cuando se aplica a "aquellos a quienes vino la palabra de Dios." ¿Quiénes fueron ellos? Fueron los sacerdotes de Israel, quienes derivaban su autoridad de Dios, y juzgaban en Su nombre. Ellos eran Sus representantes en la nación, y por consiguiente eran dioses por representación, porque Dios estaba con ellos cuando juzgaban (2 Crónicas 19:6). Por consiguiente, estar delante de los sacerdotes era equivalente a estar "delante de Jehová" como lo muestra Deuteronomio 19:17.
En la mayoría de casos, cuando la palabra "Dios" es encontrada en la Biblia traduce la palabra hebrea Elohim, la cual también es traducida "ángeles" (Salmos 8:5) y "jueces" (Éxodo 21:6; 22:8,9). En realidad, el acusado era traído delante de los sacerdotes de Israel, quienes juzgaban en nombre de Dios, y a quienes se les reconocía el titulo de Dios porque eran Sus representantes.
Jesús citó Salmos 82:6 para explicar esto a los judíos. Allí, Dios se dirige a los gobernantes mortales de Israel diciendo: "Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis." Estos mortales eran dioses porque eran Sus representantes en la nación. Este salmo demuestra que el título de "Dios" puede aplicarse aun a los mortales cuando les es dada autoridad divina.
En Zacarías 12:8, el título de Dios es dado a la "casa de David" en la época de la gloria venidera. En Éxodo 7:1 es aplicado a Moisés: "Mira, yo te he constituido dios para Faraón." Recibió el título de Dios porque él representaba a Dios delante de Faraón (ver también Éxodo 4:16).