CAPITULO 3 y 4
Escrito y recopilado por JA Andrade
" LA INEXISTENCIA DE LA TRINIDAD"
CAPITULO 3
LOS PRECURSORES
(160 d. C. -254 d. C.)
En las siguientes Biografías encontraremos a los primeros precursores y creadores de la trinidad, término nunca utilizado por los apóstoles y que fue adoptado por una mala interpretación Bíblica creada por movimientos que tal vez fueron sinceros en su búsqueda pero terminaron sinceramente equivocados. Un “pequeño” margen de error los “sacó de orbita” y cada vez van mas lejos de su objetivo y ya muchos se han dado cuenta de ello. Espero que por medio de este estudio analítico puedan cambiar su rumbo y regresar al único y verdadero Dios, no un Dios Trino, o Triuno sino solo UNO y UNICO.
ATENÁGORAS (177 E.C.) «Atenágoro fue un filósofo griego que se convirtió al Cristianismo por la lectura de las Escrituras, buscando refutarlas. Escribió varios tratados defendiendo a los cristianos de la acusación de ser ateos. Reproducimos aquí el décimo capítulo de su tratado "Un Ruego a favor de los Cristianos", intitulado sencillamente "Los Cristianos adoran al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo"
"Que no somos ateos, por lo tanto, visto que reconocemos a un Dios, no creado, eterno, invisible, impasible, incomprensible, ilimitable, quien es aprendido únicamente por el entendimiento y la razón, envuelto en luz, y hermosura, y espíritu, y poder inefable, por quien el universo ha sido creado por Su Logos, y ordenado, y se mantiene - ya lo he demostrado suficientemente. [Digo Su Logos], porque reconocemos también a un Hijo de Dios. Y que nadie lo piense ridículo que Dios tuviera un Hijo. Porque aunque los poetas, en sus ficciones, representen a los dios como no mejores que los hombres, nuestro modo de pensar no es el mismo que el suyo, en lo que se refiere a Dios el Padre o el Hijo. Pero el Hijo de Dios es el Logos del Padre, en idea y operación; porque todas las cosas fueron hechas según Su padrón y por Él, ya que el Hijo y el Padre son uno. Y, el Hijo estando en el Padre y el Padre en el Hijo, en unidad y poder de espíritu, el entendimiento y razón (nou=j kai\ lo/goj) del Padre es el Hijo de Dios. Pero si, en tu inteligencia desbordante, se te ocurre preguntar qué significa 'el Hijo', brevemente afirmaré que Él es el primer producto del Padre, no como uno que ha sido creado, traído a la existencia (porque desde el principio, Dios, quien es la mente (nou=j) eterna, tenía el Logos en Sí mismo, siendo desde la eternidad indistinguible junto con el Logos (logiko/j); pero en el sentido de que Él vino a existir como la idea y poder energizante de todas las cosas materiales, que se extendían como una naturaleza sin atributos, y una tierra inactiva, las partículas más pesados siendo mezclados con los más ligeros. El Espíritu profético también está de acuerdo con nuestras afirmaciones. 'El Señor', dice, 'me hizo, el principio de Sus caminos para Sus obras'. Afirmamos que el Espíritu Santo mismo también, el cual opera en los profetas, es una efluencia de Dios, fluyendo desde Él, y volviendo de nuevo como un rayo del sol. ¿Quién, entonces, no se sorprendería que se llamen ateos a hombres que hablan de Dios el Padre, Dios el Hijo, y el Espíritu Santo, y que declaran su poder en unión y su distinción en orden?"»7
Atenágoras de Atenas ( Segunda mitad del siglo II). «Defensor de la fe cristiana. Dirigió una "Legación" o defensa de los cristianos al emperador Marco Aurelio y su hijo Cómodo, hacia 177. "¿Quién, pues, no se sorprenderá de oír llamar ateos a quienes admiten un Dios Padre y a un Dios Hijo y un Espíritu Santo, que muestran su potencia en la unidad y su distinción en el orden?" ( Legación a favor de los cristianos, 10; en Ruiz Bueno, Padres Apologetas Griegos, Pág. 661) »8
Tertuliano (c. 160-220), « primer gran escritor cristiano, cuya obra, escrita en latín, destaca por su vigor, suave sarcasmo, expresión epigramática y espíritu aguerrido, así como por su hábil, aunque a veces engañoso, razonamiento. Fue también uno de los primeros Padres de la Iglesia.
Quinto Séptimo Florente Tertuliano nació en Cartago, hijo de un centurión romano. Tras estudiar derecho, ejerció en Roma, donde, entre el 190 y el 195, se convirtió al cristianismo. Visitó Grecia y, quizá, Asia Menor, y en el 197 volvió a Cartago para contraer matrimonio y hacerse presbítero de la Iglesia. Hacia el 207 llegó a ser el más destacado líder del montanismo, movimiento cristiano que fomentó las profecías y practicó una rigurosa forma de ascetismo, cuyos miembros, en conflicto cada vez más abierto con las autoridades de la Iglesia, fueron a la postre declarados herejes.
Celoso paladín del cristianismo, Tertuliano escribió numerosos tratados teológicos, 31 de los cuales se conservan en la actualidad. En ellos defiende el cristianismo, refuta las herejías y analiza ciertos aspectos prácticos morales o de disciplina eclesiástica. Desde sus primeras obras sus opiniones sobre ética y disciplina, rigurosamente ascética, fueron poco a poco endureciéndose y, tras adoptar las doctrinas montanistas, criticó con severidad a los cristianos ortodoxos.
Si no hubiera abrazado la herejía sería uno de los más importantes Padres de la Iglesia, a quienes su obra influyó con intensidad, sobre todo a san Cipriano, así como a todos los teólogos cristianos occidentales. La Iglesia católica acepta muchas de sus obras como ortodoxas, incluyéndolas en la literatura patrística.
Tertuliano fue un profundo conocedor de las literaturas griega y latina, tanto en su orientación pagana como cristiana, y es el primer escritor en latín que formula conceptos teológicos como la naturaleza de la Trinidad. Sin tener modelos en los que basarse, desarrolló una terminología derivada de varias fuentes, sobre todo las griegas y del vocabulario de los juristas romanos. La impronta legalista de este lenguaje teológico, por primera vez acuñado en Occidente, nunca se ha borrado.
Su obra más famosa, Apologético (c. 197), es una defensa apasionada de los cristianos contra las acusaciones paganas de inmoralidad y subversión política. De sus tratados doctrinales destinados a refutar la herejía, el más importante es De los derechos de los herejes, donde argumentaba que sólo la Iglesia tiene autoridad para declarar lo que es y lo que no es cristianismo ortodoxo. En otras obras se manifiesta en contra de las segundas nupcias, exhorta a los cristianos a no asistir a los espectáculos públicos y aboga por la sencillez del vestido y los ayunos estrictos. Como todos los montanistas, sostuvo que los cristianos deberían aceptar la persecución sin huir de ella. Los historiadores cristianos valoran algunos de sus escritos, en especial Del bautismo y Sobre la oración, por la luz que arrojan acerca de las prácticas religiosas de la época.» 9
--La confusión y consternación reina aun en nuestros días y aun teólogos terminan razonando “la doctrina trinitaria es Bíblica”. Realmente no se necesita ser muy letrado para entender que el trinitarismo es el resultado de una confusión que se inició en los primeros siglos.
De Tertuliano el Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado de Vila-Escuain, de editorial CLIE bajo el tema de TRINIDAD dice:
«Este término, empleado por primera vez por Tertuliano (siglo II d. C.) expresa una magna verdad Bíblica. El Dios único se revela a nosotros en las tres personas…»10
--También la Edición “ Historia de la Iglesia Cristiana” dice de Tertuliano:
«Aunque la Iglesia “Católica” estaba combatiendo eficazmente a los gnósticos, y aunque la cristología del logos era la de mentes formativas tales como las del autor del cuarto evangelio, Justino, Irineo y Tertuliano, esta cristología no era considerada con simpatía universal por el común de los creyentes. Hermas había enseñado, en Roma, una cristología adopcionista, ya en el 140. El credo de los apóstoles no hacía referencia a ninguna doctrina del Lógos. Tertuliano significativamente, dice, hablando de sus propios días (213-218): “Los simples no quisiera llamarlos ignorantes o torpes-que siempre constituyen la mayoría de los creyentes, se asombra ante la dispensación de los tres en uno, debido a que su propia regla de fe los aparta de la pluralidad de dioses del mundo, al único Dios verdadero”. Era difícil para ellos ver en los conceptos trinitarios algo distinto de la afirmación de un triteísmo. » 11
De Tertuliano la edición “Historia del Cristianismo” tomo 1, dice:
«Tertuliano, sin embargo, parece haberse sentido atraído por el rigorismo de los montanistas. Su mente legalista exigía un orden perfecto, en el que todo se hiciera como era debido. En la iglesia, a pesar de todos sus esfuerzos por cumplir la voluntad de Dios, había demasiadas imperfecciones que no cuadraban con el legalismo de Tertuliano. El único modo de explicar esas imperfecciones y de sobreponerse a ellas, consistía en creer que la iglesia era sólo una etapa intermedia, y que ahora había comenzado una nueva era del Espíritu, en la que todas esas imperfecciones quedarían detrás. Naturalmente, tales esperanzas resultan frustradas, y el hecho es que hacia el fin de sus días Tertuliano parece haber fundado la secta de los “tertulianistas”, probablemente un grupo de personas que creían que aun los montanistas se habían vuelto demasiado flexibles. En todo caso, el fenómeno que vemos en Tertuliano aparece repetidamente en la historia de la iglesia en dos sentidos: primero, una y otra vez veremos el conflicto entre quienes insisten en que la iglesia ha de ser una comunidad absolutamente pura, y quienes responden que ha de ser antes todo una comunidad de amor, en la que todos hallen aceptación; segundo, repetidamente veremos que existe una relación paradójica entre la búsqueda de la “libertad” del Espíritu y la insistencia en el rigor de la ley. Tertuliano es ejemplo característico de todo esto.
Aún antes de hacerse montanista, Tertuliano no dejó de atacar a quienes a su parecer torcían la fe cristiana. Varias de sus obras del período montanista han sido de gran importancia en el desarrollo posterior de la teología. Y en ninguna lo ha sido tanto como su tratado Contra Práxeas.
Lo que sabemos acerca de la persona de Práxeas es poco o nada. Algunos eruditos piensan que nunca hubo tal persona, y que “Práxeas” es sencillamente el obispo de Roma, Calixto, a quien por alguna razón Tertuliano no quiere nombrar. En todo caso, resulta claro que el tal Práxeas había llegado a tener cierto poder en la iglesia de Roma, y que allí había utilizado ese poder para oponerse al montanismo y para proponer su propia interpretación acerca de las relaciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Según Práxeas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo eran tres modos en los que Dios se manifestaba, de manera que Dios unas veces era Padre, otras Hijo y otras Espíritu. Esta es la doctrina que recibe el nombre de “patripasionismo”.Según ella el Padre sufrió la pasión, pues el hijo es el Padre. Tertuliano comienza su tratado Contra Práxeas con su mordacidad característica:
Praxéas sirvió al diablo en Roma de dos modos: expulsando la profecía e introduciendo la herejía, echando al Espíritu y crucificando al Padre (Contra Práxeas.1)
Pero pronto Tertuliano deja este tono para proponer su propia fórmula acerca del modo en que ha de entenderse la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Esa fórmula es que hay en Dios “una substancia y tres personas”. La importancia de esto es enorme, puesto que Tertuliano fue la primera persona en referirse a la Trinidad mediante el uso de esta fórmula, que después llegaría a ser generalmente aceptada. Esto no quiere decir, naturalmente, que Tertuliano “inventara” la doctrina de la Trinidad, pero sí que fue él quien creó el vocabulario que a la larga se hizo común.
De igual modo, y también en respuesta a otras opiniones de Práxeas, Tertuliano dijo que hay en Cristo “una persona” y dos “substancias o naturalezas”: la divina y humana. También esta fórmula, utilizada por primera vez por Tertuliano, vino a ser la fórmula generalmente aceptada para expresar la relación entre la divinidad y la humanidad de Cristo» 12
En la edición “Historia del Pensamiento Cristiano”, Tomo 1,dice al respecto:
« La doctrina de la trinidad constituye el otro foco de la controversia entre Calixto e Hipólito. Ya hemos visto como Tertuliano desarrolló su doctrina de la Trinidad en oposición a un tal Práxeas, que se había establecido en Roma, y cuya doctrina consistía en un monarquianismo modalista. Hipólito también desarrolló su doctrina de la Trinidad frente al modalismo, aunque representado ahora por Noeto de Esmirna quien –según el propio Hipólito—afirmaba que «Cristo era el mismo Padre, y que el propio Padre nació, y sufrió, y murió», y por Sabelio, quien se distinguió tanto en la defensa y exposición del modalismo que éste llegó a ser conocido como «sabelianismo. »
Sabelio desarrolló el modalismo de Práxeas y Noeto incluyendo en su doctrina al Espíritu Santo. Según él, Dios es uno, y en el no hay distinción alguna. Sin embargo, Dios se manifiesta sucesivamente como Padre en la creación, como Hijo en la redención, y como Espíritu en la santificación. Estos tres no son sino tres nombres diferentes, o tres rostros de la misma persona, que aparecen a fin de cumplir su misión para luego desaparecer en el seno de la unidad divina.
Frente a esta doctrina, la posición del Obispo Calixto no parece haber sido del todo clara. Al principio de su elección, excomulgó a Sabelio, pero Hipólito afirma que lo hizo sólo debido a su propia presencia y con el propósito de probar su ortodoxia ante los demás obispos. Por otra parte, si la exposición que Hipólito hace del pensamiento de Calixto con respecto a la divinidad no es un simple invento del propio Hipólito, la doctrina de Calixto no parece haber distado mucho del monarquianismo. En efecto, según Hipólito, Calixto …pretende que el Verbo es tanto Hijo como Padre, y que –aunque se le dan nombres diversos—El es en realidad un espíritu indivisible; que el Padre no es una persona y el Hijo otra, sino que son uno y el mismo; …que el Espíritu que se encarnó en la virgen no es distinto del Padre, sino uno y el mismo. Porque a lo que se ve, que es el hombre, él llama Hijo; mientras que el Espíritu que estaba en el Hijo llama Padre.
Si tal era la doctrina de Calixto, Hipólito no estaba del todo equivocado al compararla con la de Sabelio, aunque Calixto tomaba la precaución de hablar, no del Padre sufriendo en el Hijo, sino del Padre sufriendo Juntamente con el Hijo. De este modo pretendía evitar la acusación específica de patripasianismo, pero esto no le impedía subrayar de tal modo la unidad de Dios que no existe distinción alguna en Él, ni tampoco hacer del término «Hijo» un mero nombre para referirse a la humanidad de Cristo…» 13
El Montanismo, « movimiento herético cristiano fundado en el siglo II d. C. por el profeta Montano en la región de Frigia, ahora parte de Turquía. Hacia el año 156, Montano apareció en un pequeño pueblo, entró en trance, y empezó a profetizar en lo que él decía era la voz del Espíritu Santo. Acompañado de dos jóvenes mujeres, Priscila y Maximila, predicó su doctrina por toda Asia Menor.
El montanismo sostenía que el Espíritu Santo (o Paráclito) aparecía a través de Montano y sus seguidores. Los montanistas enseñaron que la segunda venida de Cristo era inminente y que un alejamiento de la gracia no podía redimirse. Los discípulos fueron instruidos para buscar, y en ningún caso eludir, la persecución e incluso hasta el martirio.
El montanismo encontró pronto adeptos, debido a surgir en un momento en que el Imperio romano ejercía una dura persecución sobre la Iglesia. Los montanistas evitaban lo secular, concentrándose, en cambio, en la preparación para la parusía de Cristo.
Alrededor del 177, los jerarcas de la Iglesia, temiendo los potenciales efectos disgregadores del movimiento, excomulgaron a los montanistas. Desde entonces convertida en una secta separatista, el montanismo alcanzó su culminación en el siglo III en Cartago, donde recibía el apoyo del teólogo romano Tertuliano. Hacia el siglo VI, el montanismo alcanzó la cima de su influencia, pero fue el punto en el que el movimiento se extinguió. »14
--La revista “Acta Académica” de la Universidad Autónoma de Centro América en “Una cronología de la cristiandad" y escrita por Alberto Di Mari atestigua:
“…La posición de Marción, en lo relativo a la bondad de la naturaleza humana y la consecuente libertad de los hijos de Dios, será contestada por el cartaginés Tertuliano (160-220), martillo de herejes y primer teólogo que escribe en latín (hasta entonces el griego era el idioma de la religión cristiana), quien presenta otra visión cristiana, donde la iglesia no es una congregación de santos, sino un reformatorio de pecadores, siendo insuficiente la alegre y libre entrega al Señor, sino que son indispensables castigos infernales para corregir la naturaleza extraviada de la humanidad: el hombre está esencialmente corrompido, existe un infierno para los que no siguen el mensaje cristiano, que es uno de santidad, para unos pocos, quienes han de vivir separados del mundo, incontaminados, sin aceptar nada de él y no deben ser soldados, ni desempeñar funciones públicas, ni enviar sus hijos a las escuelas paganas, ni realizar trabajos que tengan que ver con la religión pagana. Refuta también Tertuliano a otro hereje, Montano, que admite en plano de igualdad a las mujeres en las dignidades eclesiásticas, incluso como obispos, crítica que tuvo tanta acogida que determinará la "política antifeminista" de la cristiandad, por la que, desde entonces, se excluye a las mujeres de la clerecía. Tertuliano acabaría como montanista, y aunque es el mayor de los apologistas cristianos de la época, es considerado hereje por la Iglesia, lo que pone de manifiesto la indisciplinada variedad de la iglesia cristiana en el siglo II; al pasarse al montanismo abandonó su antifeminismo. Escribió tan bien, que su capacidad literaria lo salvó, y, a pesar de considerarlo hereje, continuó siendo citado por la Iglesia como apologista suyo.
Podemos decir, -traduzco libremente-, que
"Antes de la última mitad del tercer siglo es inexacto hablar de una doctrina cristiana imperante. Hasta donde podemos juzgar, hacia el final del primer siglo y virtualmente durante el segundo, la mayor parte de los cristianos creían en variaciones de cristianismo-gnóstico, o pertenecían a sectas de renacidos ("revivalists") agrupadas alrededor de carismáticos" ” »15
Del Montanismo la edición “Historia de la Iglesia Cristiana” Escrita por Williston Walker escribe algunos datos muy interesantes:
«A Diferencia del gnostisismo, el montanismo fue un movimiento de origen claramente cristiano. En la mayoría de las iglesias del siglo II se iba esfumando cada vez mas la primitiva esperanza del pronto retorno de Cristo. La conciencia de la constante inspiración del Espíritu, característica de las iglesias apostólicas, también había en gran parte desaparecido. Con esa declinación del sentido de la obra inmediata del Espíritu, iba un creciente énfasis sobre su significación como agente de revelación. Pablo había identificado al Espíritu con Cristo. Pero medio siglo mas tarde no era ese el sentir general. El Espíritu había sido la inspiración de la profecía en el Antiguo Testamento. El guió a los escritores del Nuevo Testamento. Para el pensamiento cristiano de comienzos del siglo II el Espíritu Santo era diferente de Cristo, pero se lo clasificaba, como a él, con Dios. Esto se ve en la formula bautismal trinitaria, que estaba desplazando al antiguo bautismo en el nombre de Cristo (Referencia pie de página Hech 2:38). A fines del siglo I y comienzos del II estaba extendido ya el empleo de las formulas trinitarias…»16
--Al respecto la Enciclopedia Universal Ilustrada-Europeo Americana escribe fuertemente bajo el tema de la “Trinidad en la tradición”:
«El campo de la tradición es inmenso. Mas como aún los más radicales de los herejes reconozcan la fe explícita de la Trinidad en la tradición postnicena, nos limitaremos a recoger algunos de los testimonios más significativos anteriores al concilio de Nicea.
Lo mismo que en la escritura, se encuentran en la tradición documentos relativos a la segunda y tercera persona en particular, además de los pertenecientes a todas las tres personas juntamente. Habiéndose expuesto los primeros en otra parte. (V.JESUCRISTO t.XXVIII, Págs. . 2716-17, y ESPIRITU SANTO,t. XXII, Pág. 281), réstanos ocuparnos de los segundos. Por fortuna abundan esos testimonios a los ritos de la iglesia primitiva, en sus Símbolos de fe, en sus doxologías, en las confesiones de sus Mártires y en la pluma de sus doctores y apologistas.
Vayamos por partes.
1 El rito bautismal consistía en una trina inmersión con la invocación expresa de las tres divinas personas. He aquí lo que dice la Didache: « Bautizar con agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…Derramad tres veces sobre la cabeza el agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo ».(Didache,Siglo VII, 1-3.ed.Funk, I, 16).
Por lo cual dice Tertuliano «No una sino tres veces, al pronunciar el nombre de cada persona, nos lavamos » (Advers, Praxeam, 26,P.L.,II,190). San Bacilio añade que este rito de la trina inmersión no fue recibido por la iglesia de la Escritura, sino de la tradición apostólica. (De Espíritu Santo XXVII, 66, P.G., XXXII, 187). San Justino Mártir asegura que los cristianos se bautizaban «no solamente en el nombre del Padre, sino también en el de Jesucristo crucificado bajo Poncio Pilato y en el del Espíritu Santo que anunció por los profetas todas las cosas referentes a Cristo. (Apolog., I, 61, P.G.,VI,422). Lo mismo testifican todos los antiguos rituales del bautismo, como puede verse en Puniet, artículo Bapteme, publicado en el Dictionnaire d’ Archéol. Chrét. (París, Letouzey, t. II,251-346).
Por otra parte, los catecúmenos, antes de recibir el bautismo, debían hacer profesión de fe en el misterio de la Santísima Trinidad. Se les preguntaba: ¿Crees en Dios Padre omnipotente?…Crees en Jesucristo Hijo de Dios?…¿Crees en el Espíritu Santo Consolador?…Los catecúmenos respondían: creo » (Puniet loc.cit.,col.261-262). 17
Orígenes (c. 185-c. 254), maestro, teólogo y célebre escritor cristiano.
«De apellido Adamantius, nació en Alejandría. Fue educado como cristiano y se dice que tuvo que ser refrenado para no ir al martirio cuando en el 202 asesinaron a su padre durante una persecución. Según la tradición fue discípulo de Clemente de Alejandría y durante 28 años enseñó en la ciudad tanto a paganos como a cristianos. El historiador Eusebio de Cesarea afirmó que su ascetismo y castidad eran tan inflexibles que incluso se castró para huir de la tentación. En Alejandría escribió sus principales tratados dogmáticos y emprendió sus numerosas obras críticas.
En 216 viajó a Palestina y fue invitado como laico por los obispos de Jerusalén y Cesarea a dar conferencias en las iglesias sobre las Escrituras. Hacia el 230 los obispos lo ordenaron presbítero sin consultar al propio obispo de Orígenes, Demetrio de Alejandría, que se opuso. Se celebraron dos sínodos en Alejandría: en el primero se prohibió a Orígenes enseñar y en el segundo se le privó de su sacerdocio.
Después se estableció en Cesarea y fundó una escuela de literatura, filosofía y teología. En el 250, durante las persecuciones del emperador Decio, fue torturado y encarcelado durante un año. Muy debilitado por las heridas sufridas, murió hacia el 254, probablemente en Tiro.
Con toda probabilidad es uno de los eruditos bíblicos más destacados de la época, pues sus logros como exegeta y estudioso del Antiguo Testamento fueron notables. Fue un escritor prolífico cuyas obras incluyen cartas, tratados de teología dogmática y práctica, apologías, exégesis y críticas de textos. Contra Celso es una larga y razonada obra apologética que refuta los argumentos de Celso, influyente filósofo platónico de Alejandría en el siglo II y quizá el primer crítico serio del cristianismo.
Además, Orígenes está considerado como el padre del método alegórico de interpretación de las escrituras. Enseñó el principio del sentido triple, que se corresponde con la división triple de la persona en cuerpo, espíritu y alma, entonces un concepto unitario. Como filósofo de orientación platónica trató de combinar la filosofía griega y la religión cristiana. Desarrolló la idea de Cristo como el Logos o Palabra encarnada, que está con el Padre desde la eternidad, pero también enseñó que el Hijo se encuentra subordinado al Padre en poder y dignidad, doctrina que, además de otras como la de la preexistencia del alma, fueron criticadas con severidad por muchos de sus coetáneos y autores posteriores. Las teorías que se desarrollaron a partir de sus doctrinas fueron el eje de controversias importantes durante la edad media. » 18
--Los defensores de la Trinidad, orgullosamente citan a Orígenes como un gran defensor Trinitario. Pero en el mar de confusión todo resultaría como un día dijo Sócrates “Yo solo sé que no se nada”. Y nada supieron. Sin embargo veamos como terminó.
Defensores de la Fe Cristiana:
«Durante este tiempo surgieron figuras destacadas en defensa de la nueva fe. En torno de la comunidad de Alejandría, en Egipto, gran centro cultural del mundo romano, se formó una escuela en la que brillaron Clemente (c. 150- 215) y su discípulo Orígenes (185- 254), dos talentos privilegiados. Orígenes escribió numerosas obras ( unas 800) y aunque incurrió en algunos errores graves, debido a su intento de “explicar” orgánicamente todas las dificultades que pudieran presentarse ante la reflexión de las creencias cristianas, en unos momentos en que el dogma no estaba todavía fijado por completo, no cabe atribuir su actitud a afán polémico o sensacionalista, sino a un íntimo deseo de aprehender toda la verdad. Este afán común a muchos espíritus cultos de la época, llevó a polémicas apasionadas. De la pasión que se vertía en los escritos polémicos de los primeros siglos de la Iglesia, podrán dar idea las siguientes palabras de Zonaro, referentes a la persecución de Decio:
“ En este tiempo (h. 250) también fue llevado Orígenes, como cristiano, ante el tribunal de los perseguidores de la Iglesia, pero no recibió la corona, sin duda por no considerarlo digno de ella Decio, a causa de la impiedad de sus sentimientos; y a pesar de que padeció tormentos por la causa de la fe, perdió su rango de confesor. Ya hemos dicho que habiéndole inspirado excesiva vanidad la grandeza de su saber y su elocuencia, en vez de seguir la doctrina de los antiguos Padres, quiso inventar una nueva; sacó del falso tesoro de su corazón execrables blasfemias contra los sagrados misterios de la Trinidad y de la Encarnación y sembró las semillas de casi todos los errores que han aparecido después. Enseño que el Hijo único del Eterno Padre había sido creado y que no participaba de la gloria y sustancia divinas. Hizo inferior al Espíritu Santo al Padre y al Hijo, asegurando que el Padre no pudo ser visto por el Hijo, ni el Hijo por el Espíritu Santo; de la misma manera que no puede serlo el Espíritu Santo por los ángeles ni los ángeles por los hombres. Éstas fueron las blasfemias de Orígenes contra la santa y consustancial Trinidad. Por lo que se refiere al misterio de la Encarnación, tuvo la impiedad de negar que el Salvador tomase en el seno de la Virgen cuerpo animado de alma racional: pretendiendo que el Verbo estaba unido a un alma antes de la creación del mundo y que posteriormente se encarnó con aquella alma, tomando un cuerpo desprovisto de alma inteligente y racional. Sostiene también que el Señor abandonó su cuerpo y que su reinado debe concluir. Dice además que el suplicio de los demonios es temporal y pasado éste se les restablecerá en su primitiva felicidad, imaginando que los hombres y los demonios quedarán justificados de sus pecados algún día y que entonces todos se reunirán”. (Zonaro, Historia Augusta: Decio) »19
--También la Edición “ Historia de la Iglesia Cristiana” escribe:
NOVACIANO. Cuán completo fue el triunfo de esta cristología en la cristiandad occidental, se ve por el tratado sobre la trinidad, escrito por el presbítero romano Novaciano (240-250). Ese eminente erudito fue el primero de la comunión local romana en emplear el latín en lugar del griego…Novaciano hizo poco mas que reproducir y expandir los conceptos de Tertuliano. Pero lo importante es que tratara esa exposición como la única interpretación normal y legítima de la “regla de verdad”-El “Credo de los Apóstoles”. Este símbolo había guardado silencio acerca de la cristología del Lógos. Para Novaciano ella es su legítimo significado. Entre el Padre y el Hijo existe una “comunión de sustancias”. El equivalente latino del más tarde famoso homoousion de Nicea era conocido pues, en Roma antes del 250. Novaciano enseñaba aún una trinidad social. Comentando las palabras de Juan 10:30 “Yo y el Padre una cosa somos” (V.M.= “somos uno”
, declara que Cristo “dijo una cosa (unum). Entiendan los herejes que él no dijo una persona empero una cosa colocada en el neutro sugiera la concordia social, no la unidad personal”. »20
El Triteismo. « Fue mas generoso, pues aun distinguiendo tres escencias o sustancias en Dios o substancias en Dios, las considera perfectamente iguales y consubstanciales, de donde venia a resultar que en Dios no solo se dan tres personas distintas, sino también tres esencias o naturalezas o deidades, es decir, tres dioses (triteismo). De ese modo, por querer salvar con demasiado rigor la trinidad, contra el subordinasionismo, vino a destruir la unidad de Dios. El papa san Dionisio en su celebre carta a san Dionisio de Alejandría, escrita hacia el año 265, atribuye esta herejía a Marción. »21
Gregorio Taumaturgo. «“…Más explícito fue Gregorio Taumaturgo en su célebre profesión de fe escrita hacia el año 265. Después de haber enumerado cada una de las personas con sus atributos correspondientes, concluye: “Trinidad perfecta, que no se divide ni enajena en la majestad, ni en la eternidad, ni en el reino. Por consiguiente, nada hay creado ni servil en la Trinidad, ni sobreañadiendo como si antes no subsistiese y después se allegase: nunca faltó el Hijo al Padre, ni el Espíritu Santo al Hijo, sino que siempre permaneció inmutable e incorruptible la misma Trinidad” (P.G., X., 988)”22
Eusebio de Cesarea (260?-340?), «Teólogo, historiador eclesiástico y erudito cristiano, posiblemente nacido en Palestina. Eusebio Pánfilo adoptó este nombre por su amigo y profesor Pánfilo de Cesarea, cuya amplia biblioteca le proporcionó gran parte de los materiales históricos para sus obras literarias posteriores. Eusebio colaboró además con Pánfilo en una edición de la Septuaginta basándose en el Hexapla del escritor y teólogo cristiano primitivo Orígenes, y en la preparación de una apología (cinco libros, en la actualidad perdidos) de las doctrinas de éste. Tras el martirio de Pánfilo, Eusebio abandonó Cesarea y marchó a Tiro. Más tarde huyó de esta ciudad durante las persecuciones que los cristianos sufrieron a comienzos del siglo IV, y es probable que fuera encarcelado a su llegada a Egipto. Las persecuciones cesaron después del año 310 y fue puesto en libertad.
Hacia el año 314, Eusebio se convirtió en obispo de Cesarea. En el Concilio de Nicea (325), Eusebio pronunció el discurso de apertura y se convirtió en el líder de los semiarrianos, grupo moderado contrario a la discusión de la naturaleza de la Santísima Trinidad, que preferían el sencillo lenguaje de las Sagradas Escrituras a las sutilezas de las distinciones metafísicas. En Nicea aceptó la posición de Atanasio, aunque mostró inclinaciones arrianas en los sínodos de Antioquía (324) y Tiro (335). Eusebio contó con la protección de Constantino I, emperador de Roma y fue uno de los hombres más instruidos de su tiempo.
Eusebio fue responsable de los “cánones”, sistema de referencias a los Evangelios utilizadas en muchos manuscritos bíblicos. Eusebio preparó o perfeccionó la obra del teólogo alejandrino del siglo III Ammonio, dividiendo el Evangelio de Mateo en 355 secciones, el de Marcos en 236, el de Lucas en 342 y el de Juan en 232, con el número de cada una de éstas (llamadas secciones ammonianas) anotado al margen del texto. A consecuencia de la similitud de materias, muchas secciones de un Evangelio eran casi idénticas a las de uno o varios de los otros Evangelios. Para facilitar la consulta, Eusebio elaboró 10 tablas o listas clarificadoras. Entre sus escritos históricos destacan dos obras apologéticas, una historia del mundo (c. 303) y, sobre todo, su Historia eclesiástica (c. 324) »23
CAPITULO 4
LOS PRECURSORES
(Segunda parte)
CONCILIOS, CREDOS Y MOVIMIENTOS
(325 d. C. a 542 d. C)
Nicea, Credo de, en la teología cristiana, es sinónimo de la confesión de fe.
«El primer Credo así llamado se adoptó en el primer Concilio de Nicea en el 325 para agravar la controversia relativa a las personas de la Trinidad. Tenía como misión aludir a cuestiones polémicas como la divinidad de Cristo, e introdujo la palabra homousios (en griego, de la misma sustancia) para corregir el error de los partidarios homousios (de sustancia parecida). A él se añadieron diferentes cláusulas en contra del arrianismo.
Un Credo tardío conocido como el Credo niceno es llamado con más propiedad el Credo niceno-constantinopolitano o Credo constantinopolitano. Se basa en el Credo del siglo IV que se compuso bajo la influencia del obispo de Jerusalén, san Cirilo, y editado según los postulados del concilio niceno. Está introducido en el Ancoratus de san Epifanio de Salamis y por la tradición se le atribuye, aunque es erróneo, al I Concilio de Constantinopla, reunido el 381. De las 178 palabras en el original de este segundo Credo niceno, sólo 33 son en verdad tomadas del Credo de el año 325. El segundo Credo es considerado como ecuménico por las comuniones católicas y por la mayoría de las iglesias reformistas. Emplea la forma singular de las palabras utilizadas para expresar asentimiento, “creo”, “espero”, “confieso”. En el concilio de Toledo (589), la Iglesia oriental añadió la cláusula filioque e insertó la preposición “en” antes de las palabras “sólo Iglesia santa, católica y apostólica”». 24
Apostólico, Credo, « breve declaración resumida de la fe cristiana según la tradición atribuida a los doce apóstoles. Al igual que la mayoría de los credos cristianos, consta de tres párrafos, uno para cada persona de la Trinidad. El primer párrafo empieza con, “Creo en Dios Padre Todopoderoso”; el segundo, “Creo en Jesucristo”; El tercero, “Creo en el Espíritu Santo” Estas tres afirmaciones corresponden a las tres preguntas dirigidas a los candidatos al bautismo en la Iglesia primitiva.
Hasta el siglo XV, se creía que el credo de los apóstoles había sido escrito por ellos mismos, habiendo contribuido cada uno de ellos a una cláusula. Ahora se sabe que el credo no era de origen apostólico, pero el propio título sugiere que cada cláusula del credo tiene sus raíces en el Nuevo Testamento y que el credo tuvo su origen en época muy temprana.
De forma genérica se piensa que el credo de los apóstoles se desarrolló como la confesión bautismal de fe. Parecida confesión, aunque no idéntica, aparece en la liturgia bautismal incluida en La tradición apostólica de Hipólito fechada alrededor del 215. También se encuentran versiones similares pero con variaciones en las obras de los primitivos Padres de la Iglesia, tales como Ireneo y Tertuliano. En ellas reciben la denominación de reglas de fe. Hasta principios del siglo VIII, en las obras de san Pirminio, no surgiría una forma idéntica a la que ahora conocemos como el Credo de los Apóstoles.
Dicho credo continúa siendo utilizado como profesión bautismal de fe en la mayoría de las iglesias occidentales; las iglesias ortodoxas prefieren usar el tardío Credo de Nicea. En la mayoría de las iglesias protestantes, se usa periódicamente en el servicio dominical. Los anglicanos y luteranos lo utilizan regularmente durante la oración matinal y vespertina (maitines y vísperas). 25 » (Véase en esta edición,”La Santísima Trinidad” el Concilio de Nicea)
El Arrianismo, « herejía cristiana del siglo IV d. C. que negaba la total divinidad de Jesucristo en su pleno sentido. Recibió el nombre de arrianismo por su autor, Arrio. Nativo de Libia, estudió en la escuela teológica de Luciano de Antioquía, donde se formaron también otros seguidores de esta herejía. Después de ser ordenado sacerdote en Alejandría, Arrio se vió inmerso (319) en una controversia con su obispo relativa a la divinidad de Cristo. Fue finalmente exiliado (325) a Iliria debido a sus creencias, pero el debate sobre su doctrina pronto involucró a toda la Iglesia y la conmocionó durante más de medio siglo. Aunque su doctrina fue proscrita finalmente en el año 379, en todo el Imperio romano por el emperador Teodosio I, pervivió durante dos siglos más entre las tribus bárbaras que habían sido convertidas al cristianismo por los obispos arrianos.
El conflicto que entrañaban las enseñanzas y predicaciones de Arrio radicaba en el modo en que configuraba las relaciones entre Dios y su Hijo, el Verbo hecho Hombre. Según los arrianistas, el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, no gozaba de la misma esencia del Padre, sino que se trataba de una divinidad subordinada o de segundo orden, puesto que había sido engendrado como mortal, afirmación que se fundamentaba en antiguos escritos del cristianismo y en especial en algunos comentarios de Orígenes. Para Arrio y sus seguidores, la esencia de Dios, fuente rectora del cosmos, creadora y no originada, existe por la eternidad; convertía al Verbo en una criatura que gozaba de la condición divina, en efecto, pero en cualquier caso en la medida en que el Verbo participaba de la gracia, y siempre subordinado al Padre y a su voluntad.
Las enseñanzas de Arrio fueron condenadas en el año 325 en el primer Concilio ecuménico de Nicea. Los 318 obispos reunidos allí redactaron un credo que establecía que el Hijo de Dios era “concebido, no hecho”, y consustancial (en griego, homoousios, de la misma sustancia) con el Padre; Esto es, el Hijo formaba parte de la Trinidad, no de la creación. Previamente, ningún credo había sido aceptado con carácter universal por todas las iglesias. La condición del nuevo credo como dogma fue confirmada por prohibiciones en contra de la enseñanza de Arrio.
A pesar de su condena, la enseñanza de Arrio no se extinguió. En parte se debía a la interferencia de las políticas imperiales. El emperador Constantino I revocó la orden de exilio que pesaba sobre Arrio alrededor del 334. Poco después, dos personas influyentes salieron en defensa del arrianismo: el nuevo emperador, Constancio II, que se vio atraído por la doctrina arriana, y el obispo y teólogo Eusebio de Nicomedia, posteriormente patriarca de Constantinopla, también se convirtió en líder arriano.
En el año 359 el arrianismo había prevalecido Y SE CONVIRTIO EN LA FE OFICIAL DEL IMPERIO. Sin embargo, las luchas internas dividieron a los arrianos en dos partidos. Los arrianos moderados consistían sobre todo en obispos del este conservador, quienes básicamente se pusieron de acuerdo con el credo de Nicea pero dudaban acerca del término improvisado homoousios (consustancial) utilizado en el credo. Los neoarrianos defendían que el Hijo tenía una esencia diferente (en griego heteroousios), o que no se asemejaba, al Padre (en griego anomoios). Este grupo también incluía el Neumatómacos (combatientes en contra del Espíritu), quienes afirmaban que el Espíritu Santo es una criatura como el Hijo. Con la muerte de Constancio II en 361, y el reinado de Valente, quien persiguió a los moderados, se había abierto una vía para que la ortodoxia de Nicea obtuviera la victoria final, reconocida por el emperador Teodosio en el año 379 y reafirmada en el Segundo Concilio Ecuménico (Constantinopla I) celebrado en 381. El arrianismo tuvo una fuerte implantación entre los visigodos en España. El rey Leovigildo mandó ejecutar a su hijo Hermenegildo por haber abjurado de su fe arriana. »26
--Aun la Biblia católica Latinoamericana confirma su rechazo a la doctrina de Arrio: Bajo el encabezado “¿Qué hubo de los apóstoles hasta nosotros?” escribe:
“Hay gente que prefiere no ver los puntos difíciles de la fe. Pero los que se atreven a profundizarlos, como se debe, no siempre se cuidan de los errores. El error que mas se difundió y por poco arrastró a la Iglesia fue el «arrianismo» : Por miedo a dividir el Dios único, los arrianos negaban que Cristo fuera el Hijo igual al Padre; lo consideraban solamente como el primero entre los seres de toda la creación. Los emperadores arrianos designaban obispos arrianos; pero como lo había prometido Jesús, El Espíritu Santo mantuvo la fe del pueblo cristiano y el error retrocedió” 27
LA GRAN CONTROVERSIA
La controversia arriana y el Concilio de Nicea
--La edición “Historia del Cristianismo” Tomo 1, de Justo L. González dice al respecto:
«…Debido a la influencia de Orígenes y de sus discípulos, este modo de ver las cosas se había difundido por toda la iglesia oriental –es decir, la iglesia que hablaba griego en lugar de latín–. Este fue el contexto dentro del cual se desarrolló la controversia arriana, y a la larga el resultado de esa controversia fue mostrar el error de ver las cosas de esta manera. El Lector encontrará una representación gráfica del punto de partida de la mayoría de los teólogos orientales en el esquema número 1, de la página siguiente. (Para ver los esquemas mencionados véase “Historia del Cristianismo Tomo 1 Pág. 172).
La controversia surgió en la ciudad de Alejandría, cuando Licinio gobernaba todavía en el este y Constantino en el oeste. Todo comenzó en una serie de desacuerdos teológicos entre Alejandro, obispo de Alejandría, y Arrio, uno de los presbíteros más prestigiosos y populares de la ciudad.
Aunque los puntos que se debatían eran diversos y sutiles, toda la controversia puede resumirse a la cuestión de si el Verbo era coeterno con el Padre o no. La frase principal que se debatía era si, como decía Arrio, “hubo cuando el Verbo no existía”. Alejandro sostenía que el Verbo había existido siempre junto al Padre. Arrio arguía lo contrario.
Aunque esto pueda parecernos pueril, lo que estaba en juego era la divinidad del Verbo. Arrio decía que el Verbo no era Dios, sino que era la primera de todas las criaturas. Nótese que lo que Arrio decía no era que el Verbo no hubiera preexistido antes del nacimiento de Jesús. En esa preexistencia todos estaban de acuerdo. Lo que Arrio decía, era que el Verbo, aún antes de toda la creación, había sido creado por Dios. Alejandro decía que el Verbo, por ser divino, no era una criatura sino que había existido siempre con Dios. Dicho de otro modo, si se tratara de trazar una línea divisoria entre Dios y las criaturas, Arrio trazaría la línea entre Dios y el Verbo, colocando así al Verbo como la primera de las criaturas (esquema 2), mientras que Alejandro trazaría la línea de tal modo que el Verbo quedara junto a Dios, en distinción de las criaturas (esquema 3).
Cada uno de los dos partidos tenía –además de ciertos textos bíblicos favoritos—razones lógicas por las que le parecía que la posición de su contrincante era insostenible. Arrio, por una parte, decía que lo que Alejandro proponía era en fin de cuentas abandonar el monoteísmo cristiano, pues según el esquema de Alejandro habían dos que eran Dios y por tanto dos dioses. Alejandro respondía que la posición de Arrio negaba la divinidad del Verbo, y por tanto de Jesucristo. Además, puesto que la iglesia desde los inicios había adorado a Jesucristo, si aceptáramos la propuesta arriana tendríamos, o bien que dejar de adorar a Jesucristo, o bien que adorar a una criatura.
Ambas alternativas eran inaceptables, y por tanto Arrio debía estar equivocado. El conflicto salió a la luz pública cuando Alejandro, apelando a su responsabilidad y autoridad episcopal, condenó las doctrinas de Arrio y le depuso de sus cargos en la iglesia de Alejandría. Arrio no aceptó este veredicto, sino que apeló a la vez a las masas y a varios obispos prominentes que habían sido sus condiscípulos en Antioquía. Pronto hubo protestas populares en Alejandría, donde las gentes marchaban por las calles cantando refranes teológicos de Arrio. Además, los obispos a quienes Arrio había escrito respondieron declarando que Arrio tenía razón, y que era Alejandro quien estaba enseñando doctrinas falsas. Luego, el debate local en Alejandría amenazaba volverse un cisma general que podría llegar a dividir a toda la iglesia oriental.
En eso estaban las cosas cuando Constantino, que acababa de derrotar a Licinio, decidió tomar cartas en el asunto. Su primera gestión consistió en enviar al obispo Osio de Córdoba, su consejero en materias eclesiásticas, para que tratara de reconciliar a las partes en conflicto. Pero cuando Osio le informó que las raíces de las disputas eran profundas, y que la disensión no podía resolverse mediante gestiones individuales, Constantino decidió dar un paso que había estado considerando por algún tiempo: convocar a una gran asamblea o concilio de todos los obispos cristianos, para poner en orden la vida de la iglesia, y para decidir acerca de la controversia arriana.
El Concilio de Nicea
El concilio se reunió por fin en la ciudad de Nicea, en el Asia Menor y cerca de Constantinopla, en el año 325. Es esta asamblea la que la posteridad conoce como el Primer Concilio Ecuménico –es decir, universal.
El número exacto de los obispos que asistieron al concilio nos es desconocido, pero al parecer fueron unos trescientos. Para comprender la importancia de lo que estaba aconteciendo, recordemos que varios de los presentes habían sufrido cárcel, tortura o exilio poco antes, y que algunos llevaban en sus cuerpos las marcas físicas de su fidelidad. Y ahora, pocos años después de aquellos días de pruebas, todos estos obispos eran invitados a reunirse en la ciudad de Nicea, y el emperador cubría todos sus gastos. Muchos de los presentes se conocían de oídas o por correspondencia. Pero ahora, por primera vez en la historia de la iglesia, podían tener una visión física de la universalidad de su fe. En su Vida de Constantino Eusebio de Cesarea nos describe la escena:
–Allí se reunieron los más distinguidos ministros de Dios, de Europa, Libia [es decir, África] y Asia. Una sola casa de oración, como si hubiera sido ampliada por obra de Dios…
En este ambiente de euforia, los obispos se dedicaron a discutir las muchas cuestiones legislativas que era necesario resolver una vez terminada la persecución. La asamblea aprobó una serie de reglas para la readmisión de los caídos, acerca del modo en que los presbíteros y obispos debían ser elegidos y ordenados, y sobre el orden de precedencia entre las diversas sedes.
Pero la cuestión más escabrosa que el Concilio de Nicea tenía que discutir era la controversia arriana. En lo referente a este asunto, había en el concilio varias tendencias.
En primer lugar, había un grupo de arrianos convencidos, capitaneados por Eusebio de Nicomedia –Personaje importantísimo en toda esta controversia, que no ha de confundirse con Eusebio de Cesarea–. Puesto que Arrio no era obispo, no tenía derecho a participar en las deliberaciones del concilio. En todo caso, Eusebio y los suyos estaban convencidos de que su posición era correcta, y que tan pronto como la asamblea escuchase su punto de vista, expuesto con toda claridad, reivindicaría a Arrio y reprendería a Alejandro por haberle condenado.
En segundo lugar había un pequeño grupo que estaba convencido de que la doctrina de Arrio ponían en peligro el centro mismo de la fe cristiana, y que por tanto era necesario condenarlas. El jefe de este grupo era Alejandro de Alejandría.
Junto a el estaba un joven diácono que después se haría famoso como uno de los gigantes cristianos del siglo IV, Atanasio.
Los obispos que procedían del oeste, es decir, de la región del Imperio donde se hablaba el Latín, no se interesaban en la especulación teológica. Para ellos la doctrina de la Trinidad se resumía en la vieja fórmula enunciada por Tertuliano más de un siglo antes: Una substancia y tres personas.
Otro pequeño grupo –probablemente no más de tres o cuatro—sostenía posiciones cercanas al “patripasionismo”, es decir, la doctrina según la cual el Padre y el Hijo son uno mismo y por tanto el Padre sufrió en la cruz. Aunque estas personas estuvieron de acuerdo con las decisiones de Nicea, después fueron condenadas…
Por último, la mayoría de los obispos presentes no pertenecía a ninguno de estos grupos. Para ellos, era una verdadera lástima el hecho de que, ahora que por fin la iglesia gozaba de paz frente al Imperio, Arrio y Alejandro se hubieran envuelto en una controversia que amenazaba dividir la iglesia. La esperanza de estos obispos, al comenzar la asamblea, parece haber sido lograr una posición conciliatoria, resolver las diferencias entre Alejandro, y olvidar la cuestión…
El resultado de todo esto fue que la actitud de la asamblea cambió. Mientras antes la mayoría quería tratar el caso con la mayor suavidad posible, y quizá evitar condenar a persona alguna, ahora la mayoría estaba convencida de que era necesario condenar las doctrinas expuestas por Eusebio de Nicomedia.
Al principio se intentó lograr ese propósito mediante el uso exclusivo de citas Bíblicas. Pero pronto resultó claro que los arrianos podían interpretar cualquier cita de un modo que les resultaba favorable –o al menos aceptable–. Por esta razón, la asamblea decidió componer un credo que expresara la fe de la iglesia en lo referente a las cuestiones que se debatían. Tras un proceso que no podemos narrar aquí, pero que incluyó entre otras cosas la intervención de Constantino sugiriendo que se incluyera la palabra “consubstancial” –palabra ésta que discutiremos más adelante en este capítulo (véase “Historia del Cristianismo” Tomo 1 Pág. 175 de Justo L. González) se llegó a la siguiente formula, que se conoce como el Credo de Nicea:
«Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado cono el Unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado no echo; Consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos. Y en el Espíritu Santo.
A quienes digan, pues, que hubo cuando el Hijo de Dios no existía, y que antes de ser engendrado no existía, y que fue hecho de las cosas que no son, o que fue formado de otras substancia o esencia, o que es una criatura, o que es mutable o variable, a éstos anatematiza la iglesia católica.»
Esta fórmula, a la que después se le añadieron varias cláusulas —y se le restaron los anatemas del último párrafo—es la base de lo que hoy se llama “Credo Niceno”, que es el credo cristiano más universalmente aceptado. El llamado “Credo de los Apóstoles”, por haberse originado en Roma y nunca haber sido conocido en el Oriente, es utilizado sólo por las iglesias de origen occidental –es decir, la romana y las protestantes—Pero el Credo Niceno, al mismo tiempo que es usado por la mayoría de las iglesias occidentales, es el credo más común entre las iglesias ortodoxas orientales –griega, rusa, etc.,” » 28
Defensores del arrianismo
Eusebio de Nicomedia (?-342?), « Teólogo cristiano, obispo y patriarca de Constantinopla (339-342), que defendió el arrianismo, una doctrina que negaba la verdadera divinidad de Cristo. Se cree que nació en Siria y estudió teología en Antioquía, donde conoció a Arrio. Como obispo de Nicomedia, Eusebio apoyó a Arrio en su primer conflicto con la ortodoxia; como patriarca de Constantinopla utilizó su influencia para facilitar la rápida difusión de las doctrinas arrianas. Debido en gran parte a su amistad con el emperador romano Constantino I y con su hijo Constantino II, Eusebio transformó la controversia arriana, que podría haber sido un problema eclesiástico local, en otro de magnitud ecuménica. » 29
Constancio II (317-361), « Emperador romano (351-361), segundo hijo de Constantino I el Grande. A la muerte de su padre (337) recibió las provincias orientales del Imperio romano, y pronto hubo de hacer frente a una guerra contra los Sasánidas de Persia. Cuando un usurpador, Magnencio, asesinó en el 350 a su hermano menor, Constante, emperador de Occidente, dirigió su ejército hacia Iliria, donde derrotó a Magnencio, en la batalla de Mursa, y fue proclamado soberano de todo el Imperio (351). Tras una campaña contra los germanos y los sármatas, en el río Danubio, en el 357 regresó a Oriente, donde continuó la guerra contra los persas, sólo interrumpida con su muerte, producida cuando se dirigía a luchar contra su primo Juliano, a quien en el 355 había concedido el título de césar para defender el territorio galo y a quien en el 360 sus tropas le habían proclamado emperador en Lutecia. Partidario de la doctrina cristiana del arrianismo, se opuso a san Atanasio, obispo ortodoxo de Alejandría. » 30
Gregorio de Nacianceno, San (329?-389), « con san Atanasio, san Basilio y san Juan Crisóstomo, padre de la Iglesia y uno de los cuatro doctores de la Iglesia de Oriente. Llamado Gregorio el Teólogo, nació cerca de Nazianzus, en Capadocia (hoy en Turquía), y estudió en Alejandría y Atenas. Fue bautizado en el año 360 por su padre, que era obispo de Nazianzus. Con la firme decisión de llevar una vida de devoción marchó al Ponto, donde vivió en el desierto próximo al río Iris (hoy río Yesil Irmak, Turquía) con san Basilio. Entre los dos recopilaron una antología de escritos del maestro y teólogo cristiano Orígenes, llamada Philokalia (amor a la belleza, en griego). Basilio fue nombrado más tarde obispo de Cesarea, y en el año 371 o 372 convenció a Gregorio para que aceptara la sede de Sasima, un pueblo de Capadocia. Sin embargo, a Gregorio no le gustaba la vida pública y, hasta la muerte de su padre en el año 374, estuvo retirado.
En el año 378 o 379 Gregorio se hizo cargo de la congregación nicena de Constantinopla. Aquí pronunció cinco discursos sobre el dogma de la Trinidad que le dieron el apodo de Teólogo. Fue nombrado obispo, pero se retiró ante la resistencia de los arrianos. Con la esperanza de evitar nuevos cismas regresó a Nazianzus, donde permaneció hasta su muerte. Su festividad se celebra el 2 de enero en la Iglesia católica y el 25 en la ortodoxa. Las obras que se han conservado son unos 45 sermones, 243 cartas y 407 poemas dogmáticos y morales. » 31
Cabe transcribir un dato interesante, la enciclopedia Encarta 99 dice acerca de la…
Filosofía medieval
« Durante el declive de la civilización grecorromana, los filósofos occidentales abandonaron la investigación científica de la naturaleza y la búsqueda de la felicidad en el mundo y se preocuparon por el problema de la salvación en otro mundo mejor. Hacia el siglo III, el cristianismo se había extendido a las clases más cultas del Imperio romano.32
San Agustín
San Agustín aportó un método sistemático de filosofía a la teología cristiana. Enseñó retórica en las antiguas ciudades de Cartago, Roma y Milán antes de su bautizo cristiano en el 387. Sus discusiones sobre el conocimiento de la verdad y la existencia de Dios se inspiraron en la Biblia y en los filósofos de la Grecia clásica. Gran defensor del catolicismo romano, san Agustín desarrolló muchas de sus doctrinas mientras intentaba resolver los conflictos teológicos entre el donatismo y el pelagianismo, dos movimientos heréticos cristianos.
Agustín de Hipona, San (354-430), « el más grande de los padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Agustín nació el 13 de noviembre del año 354 en Tagaste, Numidia (hoy Souk-Ahras, Argelia). Su padre, Patricio (fallecido hacia el año 371), era un pagano (más tarde convertido al cristianismo), pero su madre, Mónica, era una devota cristiana que dedicó toda su vida a la conversión de su hijo, siendo canonizada por la Iglesia católica romana. Agustín se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con la que tuvo un hijo en el año 372 al que llamaron Adeodatus, que en latín significa regalo de Dios.
Contienda intelectual
Inspirado por el tratado filosófico Hortensius, del orador y estadista romano Cicerón, Agustín se convirtió en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias corrientes filosóficas antes de ingresar en el seno de la Iglesia. Durante nueve años, del año 373 al 382, se adhirió al maniqueísmo, filosofía dualista de Persia muy extendida en aquella época por el Imperio Romano de Occidente. Con su principio fundamental de conflicto entre el bien y el mal, el maniqueísmo le pareció a Agustín una doctrina que podía corresponder a la experiencia y proporcionar las hipótesis más adecuadas sobre las que construir un sistema filosófico y ético. Además, su código moral no era muy estricto; Agustín recordaría posteriormente en sus Confesiones: "Concédeme castidad y continencia, pero no ahora mismo". Desilusionado por la imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios, Agustín abandonó esta doctrina y dirigió su atención hacia el escepticismo.
Hacia el año 383 se trasladó de Cartago a Roma, pero un año más tarde fue enviado a Milán como catedrático de retórica. Aquí se movió bajo la órbita del neoplatonismo y conoció también al obispo de la ciudad, san Ambrosio, el eclesiástico más distinguido de Italia en aquel momento. Es entonces cuando Agustín se sintió atraído de nuevo por el cristianismo. Un día por fin, según su propio relato, creyó escuchar una voz, como la de un niño, que repetía: "Toma y lee". Interpretó esto como una exhortación divina a leer las Escrituras y leyó el primer pasaje que apareció al azar: "… nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias" (Rom. 13, 13-14). En ese momento decidió abrazar el cristianismo. Fue bautizado con su hijo natural por Ambrosio la víspera de Pascua del año 387. Su madre, que se había reunido con él en Italia, se alegró de esta respuesta a sus oraciones y esperanzas. Moriría poco después en Ostia… »33
« Así pues, el primer pensamiento de Agustín sobre Dios era el de una relación personal con un ser en el cual encuentra el hombre su verdadera satisfacción o su verdadero bien, pero cuando meditaba en Dios filosóficamente, lo hacía en términos tomados del neo-platonismo. Dios es el ser simple absoluto, a diferencia de todas las cosas creadas, que son múltiples y variables. Es la base y fuente de todo lo que tiene existencia real. Este concepto llevó a Agustín a subrayar la unidad divina, a un al tratar de la Trinidad. Su doctrina está expuesta en su gran obra de la Trinidad, y desde entonces fue un elemento determinante en el pensamiento occidental. “Padre, Hijo y Espíritu Santo, un solo Dios grande, omnipotente, bueno, justo, misericordioso, creador de todas las cosas visibles e invisibles”. “Padre, Hijo y Espíritu Santo, de una y la misma substancia. Dios el creador, la omnipotente Trinidad obra indivisiblemente” (4.21). No son tres dioses, ni tres buenos, sino un Dios, bueno y omnipotente, que es la Trinidad”. Tertuliano, Orígenes y Atanasio habían enseñado la subordinación del hijo y el Espíritu al Padre. Agustín subrayó la unidad de tal manera que enseñó la plena igualdad de las “personas”. “Hay una igualdad tan grande en esta Trinidad, que no sólo el Padre no es mayor que el Hijo en lo que hace a divinidad, sino que ni el Padre y el Hijo juntos son mas grandes que el Espíritu Santo”. La distinción de “personas” no satisfacía a Agustín, pero estaba consagrado por el uso, y no podía hallar una más adecuada: “Cuando se pregunta qué son las tres, el lenguaje humano se debate bajo la pobreza de su terminología. Con todo, decimos tres “personas” no a fin de expresarlo, sino a fin de no guardar silencio”. Es evidente que si bien Agustín adhería firmemente a la tradición eclesiástica, sus propias inclinaciones y su filosofía neo-platónica lo inclinaban hacia la posición modalista monarquiana. Sería injusto, sin embargo, calificarlo de modalista. Intentó ilustrar la Trinidad mediante muchas comparaciones, tales como la memoria, el entendimiento y la voluntad o la aún más famosa de amante, amado y amor. » 34
Filosofía de san Agustín
« El proceso por reconciliar el énfasis de los griegos en la razón con el hincapié que ponían los romanos en las emociones religiosas de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles se recogió en los escritos de san Agustín. Éste desarrolló un sistema de pensamiento que, a través de sucesivas rectificaciones y elaboraciones, se convirtió al fin en la doctrina del cristianismo de aquella época. En gran parte debido a su influencia, el pensamiento cristiano fue platónico en espíritu hasta el siglo XIII, punto en que la filosofía aristotélica se hizo dominante. San Agustín afirmaba que la fe religiosa y el entendimiento filosófico obran como complementarios en lugar de ser opuestos y que se debe “creer para comprender y comprender para creer”. Al igual que los neoplatónicos, consideraba el alma una forma más elevada de la existencia que el cuerpo y propuso que el conocimiento consiste en la contemplación de las ideas que han sido depuradas tanto de sensaciones como de imágenes.
La filosofía platónica fue mezclada con el concepto cristiano de un dios personal que había creado el mundo y predestinado su evolución, y con la doctrina de la caída de la humanidad que requería la divina encarnación en Cristo. San Agustín intentó aportar soluciones racionales a los problemas del libre albedrío y la predestinación, la existencia del mal en un mundo creado por un dios omnipresente y todopoderoso, y la naturaleza atribuida a Dios en la doctrina de la Trinidad.
San Agustín concibió la historia como una lucha trágica en la humanidad entre el bien, expresado en la lealtad a la “ciudad de Dios” o comunidad de los santos, y el mal, identificado en la ciudad terrenal y simbolizado a través de sus valores materiales. Su idea de la vida humana era pesimista, lo que le llevó a sostener que la felicidad es imposible en la existencia del individuo, donde incluso con buena suerte, como excepción, la conciencia de la proximidad de la muerte echaría a perder cualquier tendencia hacia la satisfacción y el placer. Pensó que sin las virtudes religiosas de la fe, la esperanza y la caridad —que requieren de la divina gracia para ser alcanzadas—, una persona no puede desarrollar virtudes naturales referidas al valor, la justicia, la templanza y la sabiduría. Sus análisis del tiempo, la memoria y la experiencia religiosa han sido fuente de inspiración para el pensamiento metafísico y místico.
La única gran aportación a la filosofía occidental en los tres siglos siguientes a la muerte de san Agustín fue la del estadista romano del siglo VI Boecio, que reavivó el interés por el pensamiento griego y romano, en especial por la lógica y metafísica aristotélicas. En el siglo IX el monje irlandés Juan Escoto Erígena expuso una interpretación panteísta del cristianismo, identificando la Trinidad divina con lo Uno, el logos y el Alma universal del neoplatonismo, y mantuvo que tanto la fe como la razón son necesarias para alcanzar la unión extática con Dios.» 35
Patricio, San (c.389-c.461), « prelado cristiano, también llamado el Apóstol de Irlanda. Se desconoce el lugar exacto de su nacimiento, pero probable es que fuera al sudoeste de Gran Bretaña. Su nombre británico fue Succat. A los 16 años fue raptado por merodeadores irlandeses y pasó su cautividad trabajando como vaquero en la montaña Slemish en el condado de Antrim, según la tradición, o en el de Connacht (Connaught). De joven tuvo visiones que lo impulsaron a escapar y tras seis años de esclavitud logró alcanzar la costa norteña de Gaul (hoy Francia). Ordenado sacerdote, quizá por san Germano, en Auxerre, volvió a Irlanda donde en el 431 fue nombrado sucesor de san Paladio, primer obispo de allí. Es posible que visitara Roma y volviese con reliquias. Su empleo del trébol como ilustración simbólica de la trinidad pasó a convertirse en el emblema nacional irlandés. Se conserva un extraño canto suyo, llamado el Lorica, en el Libro de los himnos, y en el Museo Nacional de Dublín se guarda la campanilla que utilizó en la misa. » 36
Primer Concilio de Constantinopla
(En 381).« Este fue el segundo concilio ecuménico de la Iglesia. Fue convocado por Teodosio I, emperador de Oriente. Los 150 obispos que se reunieron con este motivo condenaron varias sectas religiosas por heréticas, reafirmaron las resoluciones del primer concilio ecuménico de Nicea (en el año 325), definieron al Espíritu Santo como consubstancial y coeterno con el Padre y el Hijo en la divina Trinidad y proclamaron al obispo de Constantinopla segundo en el orden jerárquico con respecto al obispo de Roma. »37
Atanasio, San (293?-373), « teólogo cristiano, obispo y doctor de la Iglesia, que defendió la causa de la ortodoxia en el siglo IV enfrentándose al arrianismo. Nacido en Alejandría, recibió una educación clásica antes de entrar en la famosa escuela teológica de su ciudad natal. Fue ordenado diácono siendo todavía muy joven y nombrado secretario del obispo de Alejandría. Es entonces cuando comienza a ocupar una posición relevante en la gran batalla teológica que culminó en el concilio de Nicea en el año 325. En Nicea, Atanasio opuso una férrea oposición contra Arrio, el sacerdote de Alejandría que formuló la doctrina conocida como arrianismo; hasta tal punto que su vida está vinculada al desarrollo de la controversia con Arrio, y sin duda fue el más importante antagonista que tuvo esta herejía. Atanasio formuló una doctrina (homoousian), según la cual el Hijo de Dios es de la misma esencia, o sustancia, que el Padre; Arrio, defendía una teoría que mantenía que el Hijo era de una sustancia diferente a la del Padre, siendo una criatura mucho más perfecta que cualquier otra, utilizada por Dios para los trabajos posteriores a la creación. Atanasio fue nombrado obispo de Alejandría hacia el año 328. Durante la controversia arriana, la política seguía caminos paralelos a la teología, y cada facción luchó para ganarse el favor del emperador de Roma, Constantino I. El movimiento arriano estaba influido por la corte imperial, además de participar de forma muy activa en ella. Atanasio fue condenado al exilio en cinco ocasiones; pasó más de una tercera parte de su episcopado fuera de su sede. Su quinto y último exilio duró cuatro meses y concluyó en el año 364, dedicando el resto de su vida a un trabajo tranquilo en su cargo de Alejandría. Atanasio fue un prolífico escritor; de gran valor son su Discurso contra los arrianos, Historia de los arrianos y Apología contra los arrianos.La tradición le atribuye un credo o profesión de fe, pero no se puede afirmar con seguridad. Murió el 2 de mayo del año 373. » 38
Atanasio, Credo de, « una de las profesiones de fe más seguidas en la cristiandad occidental. Recibe su nombre del teólogo alejandrino san Atanasio; a veces llamado el Quicumque vult (en latín, cualquiera que desea) por las primeras palabras de la forma latina. Erróneamente adscrita a Atanasio, el Credo puede haber sido la obra de un número de autores y puede haber sido compilado desde los decretos de varios sínodos. Los eruditos sitúan su composición a finales del siglo IV o en la primera mitad del siglo V. El Credo refleja el estado del desarrollo teológico correspondiente al tiempo del Concilio de Caldea (451). Fue mencionado en primer lugar como credo alrededor del año 542 por el teólogo Cesáreo de Arlés.
El Credo es una exposición teológica de las doctrinas de la Trinidad y de la encarnación, con breves estatutos de los otros preceptos encontrados también en los credos de los Apóstoles y Nicene relativos a hechos importantes en la vida de Jesucristo. El principio y final del Credo pone de relieve la necesidad de creer en los artículos de fe con el fin de ser salvados.
Durante el siglo XIII, el Credo de Atanasio fue puesto en el mismo plano de importancia que los credos de los apóstoles y de Nicene. Se considera demasiado autoritario por los católicos y por los anglicanos. Aunque fue aprobado por los líderes de la Reforma, muchas iglesias protestantes no valoran este Credo hoy en día, y algunos de ellos no lo aceptan en absoluto. El Credo de Atanasio ha formado parte de la liturgia ortodoxa rusa desde el siglo XVII, pero otras iglesias orientales generalmente no lo consideran como modelo de fe. » 39
« El Espíritu, que fue considerado al principio como la virtud y el poder de Dios, llegó a tenerse en el siglo III como verdadera hipóstasis divina gracias a los esfuerzos de Orígenes, de Clemente de Alejandría y de Tertuliano, hasta que en el año 381 fue reconocido como oficialmente como tal por el primer Concilio de Constantinopla.
Por Consiguiente el Dogma de la Trinidad no es más que una teoría judíohelénica elaborada lentamente durante los cuatro primeros siglos.
Por esta ligera síntesis de las herejías trinitarias se ve con cuánta razón el papa san Dámaso las reduce todas, como a su origen, al judaísmo o al gentilismo (confesio fidei, Cfr. Cavallera, op.cit.,n.558); pues los monarquianos negando la Trinidad de Personas, se quedan con el monoteísmo rígido e incompleto de los judíos, mientras que los subordinacianos y triteístas al negar la unidad de esencia, multiplican los dioses o los ídolos como los gentiles. Por su parte, el modernismo compendio de todas las herejías, al decir de Pío X, acaba por negar toda verdadera divinidad y religión.» 40
PROXIMOS CAPITULOS
CAPITULO 5
TRINIDAD, HERENCIA CATOLICA O APOSTOLICA
CAPITULO 6
PLURALIDAD DE ATRIBUTOS O DE PERSONAS
ESTE LISTO PARA RECIBIR LA CONCLUSION, LOS CAPITULOS 7 al 10 ya se los envie, !GOZECE MI HERMANO !
