Re: No había ficción sino realidad
Re: No había ficción sino realidad
Hermano Ricardo:
Salvo algunas excepciones, en general coincido con lo que vienes exponiendo en este epigrafe. Incluso mucho de lo expuesto lo he visto en la congregacion a que asisto. No se si tambien sucede en tu congregacion, pero definitivamente necesitamos un reavivamiento y reforma para volver a la verdadera piedad primitiva.
Oremos porque Dios nos perdone, por aquello que no hayamos hecho bien.
Re: No había ficción sino realidad
Otra de las modalidades actuales que chocan fuertemente con lo que era aquella iglesia en Jerusalem, es el terreno que ha venido ganando la ficción en desmedro de lo original, auténtico y genuino.
Si mal no recuerdo fue Carlomagno a quien se le ocurrió la idea de pintar en las paredes de los templos las escenas bíblicas para instrucción del pueblo mayormente analfabeto por aquel entonces.
Más barato que pagarle a los pintores, le hubiera resultado pagar a maestros que enseñaran a leer y escribir a los hombres, con el encargo de que estos a su vez enseñaran en casa a las mujeres y niños. Esto hubiera facilitado no sólo la lectura de los evangelios, Hechos y epístolas (principalmente), sino la transcripción de copias de los mismos.
También se introdujo el teatro con la dramatización de episodios bíblicos, siempre con la mejor intención de educar al pueblo en la fe cristiana.
Actualmente, desde la impostación de la voz del predicador y los que oran, se pasa por el cine, artes visuales, mimos, títeres, payasos y las más estrafalarias ocurrencias tendientes a presentar el mensaje de forma indirecta, como si el hacerlo directamente fuese chocante y de mal gusto.
Pablo, solo con el poder del Espíritu en la predicación, podía anunciar a Cristo entre sus oyentes presentándolo como crucificado en medio de ellos (Gal 3:1).
Muchos predicadores después, y en tiempos más recientes, con el mismo poder de la Palabra y el Espíritu de Dios podían hacer revivir las escenas bíblicas, aunque ellos parecieran estáticos en el púlpito. No les era necesario pasearse por el estrado y pasillos, aporrear el atril, saltar, gritar y gesticular como se hace ahora.
Todo lo que leemos en los primeros seis capítulos del libro de los Hechos era una realidad cotidiana experimentada por aquellos primitivos cristianos, ya fuera que se reunieran por las casas o multitudinariamente en los exteriores del Templo.
Hermano Ricardo:
Salvo algunas excepciones, en general coincido con lo que vienes exponiendo en este epigrafe. Incluso mucho de lo expuesto lo he visto en la congregacion a que asisto. No se si tambien sucede en tu congregacion, pero definitivamente necesitamos un reavivamiento y reforma para volver a la verdadera piedad primitiva.
Oremos porque Dios nos perdone, por aquello que no hayamos hecho bien.