La Iglesia Catolica Romana y Ortodoxa y sus piedras en el zapato

San_Marcos

San Marcos
9 Enero 2024
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Beni-Bolivia
Reflexión crítica sobre la presunción de infallibilidad en grupos religiosos: Un laberinto de circularidad doctrinal

En el vasto y complejo entramado del cristianismo, emergen ciertos grupos que se erigen como baluartes de autoridad incuestionable, proclamando para sí el atributo divino de la infalibilidad. Entre ellos, destacan la Iglesia Católica Romana (ICAR) y la Iglesia Ortodoxa Oriental (ICAO), instituciones que, más allá de autoproclamarse guardianas exclusivas de la verdad, entrelazan su identidad con dogmas que, para muchos, rozan lo paradójico. La pregunta que surge, entonces, no es meramente teológica, sino epistemológica: ¿puede sostenerse racionalmente un sistema que fundamenta su coherencia en la presuposición de su propia infalibilidad? ¿O acaso nos hallamos ante un edificio doctrinal construido sobre arenas movedizas, donde la lógica se subordina a la autoafirmación?

Imaginemos un diálogo revelador entre un cristiano escéptico (X) y un católico romano (C), donde se desnuda la fragilidad de este razonamiento circular:

X: ¿Por qué habría de abrazar el catolicismo romano?
C: Porque la Biblia respalda la autoridad infalible del magisterio.
X: ¿Dónde, precisamente?
C: En Mateo 16:18, por ejemplo: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia".
X: ¿Y por qué habría de aceptar tu interpretación de ese pasaje?
C: Epa uepa boludo, No es mi interpretación, sino la de mi Iglesia.
X: ¿Y eso a mi que?
C: Que, dado que mi Iglesia es infalible, su interpretación es incuestionablemente verdadera.

He aquí el nudo gordiano del dilema: la infalibilidad no se demuestra, se presupone. El argumento se repliega sobre sí mismo como un ouroboros, mordiendo su propia cola. La autoridad se justifica apelando a un texto cuya interpretación válida solo puede provenir, precisamente, de quien ya se asume como autoridad. ¿No es esto, acaso, una petición de principio disfrazada de revelación?

Pero el problema se profundiza al trascender lo textual y adentrarse en el territorio pantanoso de la historia. La historiografía crítica nos recuerda que el pasado es un espejo fracturado: cada fragmento ofrece una perspectiva, pero ninguna agota la totalidad. Incluso al invocar a los Padres de la Iglesia o a la tradición patrística, surge la incómoda verdad de que estos testimonios son polisémicos, susceptibles de lecturas contrapuestas. ¿Cómo decidir, entonces, cuál es la "correcta"? La respuesta previsible —"la que sostiene mi Iglesia, pues ella es infalible"— nos devuelve, irónicamente, al mismo abismo lógico: un dogma que se autovenera como axioma, sin permitir ser interrogado.

Este mecanismo no es exclusivo del catolicismo romano o la ortodoxia oriental. Es el sello de todo grupo que invoca la infalibilidad: un sistema cerrado donde la verdad no se descubre, sino que se decreta. La objetividad se sacrifica en el altar de la autolegitimación, y la razón crítica es sustituida por un acto de fe en la institución. ¿No resulta revelador que, al rascar la superficie de estos fundamentos, encontremos no roca firme, sino un eco que repite: "Creéme porque debo ser creído"?

En última instancia, la paradoja salta a la vista: para aceptar la infalibilidad, primero hay que creer en ella, pero es esa misma infalibilidad la que exige ser creída. Un círculo vicioso que, lejos de resolver el enigma, lo perpetúa. Así, estas doctrinas se asemejan a un castillo de naipes: imponentes en su estructura, pero destinados a desplomarse si alguien osa cuestionar la premisa que los sostiene. La historia, la exégesis y la razón quedan subsumidas bajo un único mandato invisible: presuponer, antes que demostrar. Y en ese gesto, la búsqueda de verdad se transforma en un acto de sumisión.

La dialéctica entre la "guía espiritual" y el silencio de la razón: ¿Dogma o revelación encubierta?

En el corazón de las doctrinas de grupos como la Iglesia Católica Romana (ICAR) y la Iglesia Ortodoxa Oriental (ICAO) late una paradoja inquietante: proclaman ser guiados por el Espíritu Santo, pero niegan recibir nuevas revelaciones. ¿Cómo sostener, entonces, dogmas ausentes en las Escrituras o en la tradición primitiva? El caso de la Asunción de María sirve como ventana para observar este conflicto entre autoridad divina y vacío metodológico.

Imaginemos un diálogo revelador:

X: ¿En qué basas tu certeza sobre la Asunción de María?
C: La Iglesia lo afirma, y al ser infalible, es incuestionable.
X: Pero… ¿cómo llegó la Iglesia a esa conclusión?
C: Mmm... Porque es infalible
X: No pregunte ¿Porque? sino ¿Cómo?
C: Ehh... Porque el Espíritu Santo la guía hacia la verdad.
X: ¿Acaso eso no implica una nueva revelación?
C: ¡No! Las revelaciones terminaron con los apóstoles. La Iglesia solo desarrolla lo ya revelado por medio de la razón.
X: Entonces, ¿qué argumentos históricos o teológicos respaldan este dogma?
C: No lo sé… pero confío en la Iglesia.
X: Si ignoras el fundamento, ¿no es plausible pensar que tuvo una nueva revelación?
C: ¡No! Las revelaciones terminaron con los apóstoles. La Iglesia solo desarrolla lo ya revelado.
X: Entonces, ¿qué argumentos históricos o teológicos respaldan este dogma?
C: No lo se... pero estoy seguro de que existen, quizá los tienen ocultos.

El ciclo se desnuda:


  1. La verdad se justifica por la infalibilidad.
  2. La infalibilidad se justifica por la guía del Espíritu.
  3. La guía del Espíritu se reduce a un acto de fe en la institución.
Pero aquí surge la pregunta incómoda: si no hay nuevas revelaciones, ¿dónde están los mecanismos racionales o las evidencias históricas que validan dogmas como la Asunción? La respuesta, cuando existe, apela a un "desarrollo orgánico" de la tradición, pero sin exponer el proceso intelectual detrás. ¿No es esto, acaso, una revelación solapada, disfrazada de hermenéutica?

El problema de fondo:

  • Si la Iglesia no revela, sino descubre, ¿por qué oculta sus métodos?
  • Si el Espíritu Santo solo ilumina (no revela), ¿por qué el resultado es idéntico a una verdad revelada?
  • Si todo se reduce a confiar en la institución, ¿no se convierte la infalibilidad en un acto de auto-idolatría?
La trampa epistemológica:
Al negar las nuevas revelaciones, estos grupos las reintroducen mediante un eufemismo teológico. La Asunción de María, por ejemplo, no se deriva de un análisis histórico ni de un consenso patrístico: surge en la Edad Media y se dogmatiza en 1950. ¿Cómo explicar esto sin caer en la circularidad? Simple: "El Espíritu Santo guió, y la Iglesia lo descubrió usando la razón". Pero si el descubrimiento carece de transparencia metodológica, ¿no es idéntico a una revelación privada elevada a dogma?

La fe en la institución vs. la razón crítica:
El creyente queda atrapado en un dilema:

  • Aceptar que la Iglesia tiene acceso a una verdad inefable (pero inexplicable).
  • Rechazar la exigencia de coherencia lógica, sustituyéndola por obediencia.
Este mecanismo no solo inmuniza al dogma de la crítica, sino que reduce la búsqueda de verdad a un acto de sumisión. Cuando se pregunta por los cómo, la respuesta siempre remite al porqué: "Porque la Iglesia es infalible". Y si se insiste, el diálogo se cierra con un salto al vacío: "Guia del Espiritu Santo, no es revelación, tampoco conozco el razonamiento, pero seguro esta por allí... pero hay que creer porque es infalible", lo que literalmente nos remite al mismo problema de apelar a la infalibilidad.
Conclusión inevitable:
Como se exploró hace un momento, la infalibilidad no es un argumento, sino un axioma. Sirve para blindar dogmas que, de otro modo, se desmoronarían ante el escrutinio de la historia, la exégesis o la razón. La Asunción de María, lejos de ser un caso aislado, es síntoma de un sistema que sacraliza la autoridad mientras vacia de contenido el debate teológico. Al final, la fe en la institución reemplaza a la verdad demostrable, y el Espíritu Santo se convierte en el comodín retórico que todo lo justifica… y nada lo explica.
 
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la infalibilidad no es un argumento, sino un axioma. Sirve para blindar dogmas que, de otro modo, se desmoronarían ante el escrutinio de la historia, la exégesis o la razón.
Estoy de acuerdo a grandes rasgos.

Pero aquellos que no se declaran infalibles son igualmente "infalibles", este foro es un ejemplo de ello, cada cual viene con su "infalibilidad". Unos tienen a Cristo como expiación de los pecados, otros a Cristo como nuevo Adán y así sucesivamente, o bien interpretan que según Juan hay un "lago de fuego" y según Mateo un horno enorme, etc.

Soy de los pocos, aunque por fortuna no el único, que cree que la Palabra requiere ser aceptada en espíritu y en verdad, es decir, en nuestra verdad interior que emana del Espíritu y la Verdad. Eso se nos declara en el Evangelio: «Y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté siempre con vosotros: el Espíritu de la verdad.» (Juan 14,16-17)

La interiorización del mensaje profundo del Evangelio es fundamental para entender lo demás, y no se requiere de infalibilidad, todo lo contrario: se requiere de mucha humildad, es nacer de nuevo para así partir del amor que se nos pide para entender, y así teniendo ojos poder ver, y teniendo oídos poder oír. El que crea que un simple libro es infalible, también comete el mismo error que la ICAR y cualquier objeto/institución humanos.
 
Pero aquellos que no se declaran infalibles son igualmente "infalibles", este foro es un ejemplo de ello, cada cual viene con su "infalibilidad". Unos tienen a Cristo como expiación de los pecados, otros a Cristo como nuevo Adán y así sucesivamente, o bien interpretan que según Juan hay un "lago de fuego" y según Mateo un horno enorme, etc.
Y allí hay un grave problema, no se tiene que imponer interpretación propia de pasajes de manera dogmatica cuando hay más posibles interpretaciones. Hay puntos donde una interpretación es obvia o necesaria a la luz de todo el contexto biblico, hay otras en las que la interpretación es más borrosa...
La interiorización del mensaje profundo del Evangelio es fundamental para entender lo demás, y no se requiere de infalibilidad, todo lo contrario: se requiere de mucha humildad, es nacer de nuevo para así partir del amor que se nos pide para entender, y así teniendo ojos poder ver, y teniendo oídos poder oír. El que crea que un simple libro es infalible, también comete el mismo error que la ICAR y cualquier objeto/institución humanos.
El punto de quiebre que distingue a las escrituras de los grupos magisteriales e "infalibles", radica en que la infalibilidad de las escrituras puede ser probada sin acudir a la propia infalibilidad, tenemos como el Trilema de Lewis, que basta para ya poder concluir que Jesus realmente era Dios, y de allí hay una serie de razonamientos hasta concluir que las escrituras son verdaderas
 
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Vamos a arrojar una miga:

El Papa no es infalible porque no cometa errores, el Papa es infalible porque lo que pronuncie ex-cathedra no se discute, es así y no se cuestiona.

Y con respecto a Mt 16:18

Dice una de estas dos cosas:
1.- "los poderes del Hades harán caer a la iglesia varios siglos y luego será rescatada"
2.- "Edificaré mi Iglesia y los poderes del Hades no la subyugarán jamás".

Si respondes 2, entonces eres una contradicción viviente. Si la Iglesia nunca fue subyugada, el Protestantismo no cabe como la restauración de la Iglesia primitiva. Luego ¿De parte de quien hablas?
 
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Creo que simplificas demasiado la capacidad de los católicos para responder

Ver el archivo adjunto 3336472
Es solo dialógo retorico jaja, porque si no se extiende un siglo y nos jodimos con el largo del texto, pude haber expandido un debate entero, que el petra y petro, no pero que cefas, no pero que pablo y la piedra, pero bla bla bla, hasta llegar al mismo punto, una inconclusión donde la unica salida es apelar al magisterio.


Quien crea lo contrario, pues que demuestre, que no apele a su magisterio, y demuestre que es infalible.
El Papa no es infalible porque no cometa errores, el Papa es infalible porque lo que pronuncie ex-cathedra no se discute, es así y no se cuestiona.
Si, lo sé.
Si respondes 2, entonces eres una contradicción viviente. Si la Iglesia nunca fue subyugada, el Protestantismo no cabe como la restauración de la Iglesia primitiva. Luego ¿De parte de quien hablas?
Tu argumento incurre en una falacia de presuposición injustificada, pues asumes que las "puertas del Hades" prevalecieron solo porque las instituciones visibles cayeron en errores doctrinales. Sin embargo, esa premisa no la comparto. Para mí, la Iglesia nunca dejó de existir ni cayó en una "apostasía total" antes del Protestantismo; no sostengo una visión similar a la mormona.


Desde nuestra perspectiva, la Iglesia no depende exclusivamente de las instituciones que la conforman, sino de los creyentes a nivel individual.


En otras palabras, estás equiparando la afirmación "la Iglesia no fue subyugada" con la idea de que debo aceptar incondicionalmente todo lo que diga una institución. Sin embargo, esa conclusión no se sigue de la premisa inicial.


Por lo tanto, te pediría que fundamentes por qué tu interpretación es válida y cómo justificas ese nexo lógico.
 
Tu argumento incurre en una falacia de presuposición injustificada, pues asumes que las "puertas del Hades" prevalecieron solo porque las instituciones visibles cayeron en errores doctrinales. Sin embargo, esa premisa no la comparto. Para mí, la Iglesia nunca dejó de existir ni cayó en una "apostasía total" antes del Protestantismo; no sostengo una visión similar a la mormona.


Desde nuestra perspectiva, la Iglesia no depende exclusivamente de las instituciones que la conforman, sino de los creyentes a nivel individual.


En otras palabras, estás equiparando la afirmación "la Iglesia no fue subyugada" con la idea de que debo aceptar incondicionalmente todo lo que diga una institución. Sin embargo, esa conclusión no se sigue de la premisa inicial.


Por lo tanto, te pediría que fundamentes por qué tu interpretación es válida y cómo justificas ese nexo lógico.
Ok.

Supongamos el escenario que la ICAR cayó en apostasía.

¿Que pasó con las almas que durante 1500 años no tuvieron guia espiritual en occidente?

¿Se salvaron acaso?

¿De que triunfo en la cruz me habla Jesús si apenas muerto ya los discípulos no pudieron hacer posible una iglesia triunfante?

Porque una cuerda de mal vestidos que se esconden bajo tierra para no ser descubierto por el 99,9% del resto de la humanidad que quiere destruirlos NO es una iglesia triunfante.


Esta es la iglesia triunfante, una iglesia que rivaliza en gloria con la antigua Israel, no un club de harapientos perseguidos:

1743087235007.png
 
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¿Porque crees sino que yo tengo siempre la puerta abierta para ser catolico? porque para mi no apostataron, para mi son una iglesia más, pues no sostienen cosas hereticas
 
Reflexión crítica sobre la presunción de infallibilidad en grupos religiosos: Un laberinto de circularidad doctrinal

En el vasto y complejo entramado del cristianismo, emergen ciertos grupos que se erigen como baluartes de autoridad incuestionable, proclamando para sí el atributo divino de la infalibilidad. Entre ellos, destacan la Iglesia Católica Romana (ICAR) y la Iglesia Ortodoxa Oriental (ICAO), instituciones que, más allá de autoproclamarse guardianas exclusivas de la verdad, entrelazan su identidad con dogmas que, para muchos, rozan lo paradójico. La pregunta que surge, entonces, no es meramente teológica, sino epistemológica: ¿puede sostenerse racionalmente un sistema que fundamenta su coherencia en la presuposición de su propia infalibilidad? ¿O acaso nos hallamos ante un edificio doctrinal construido sobre arenas movedizas, donde la lógica se subordina a la autoafirmación?

Imaginemos un diálogo revelador entre un cristiano escéptico (X) y un católico romano (C), donde se desnuda la fragilidad de este razonamiento circular:

X: ¿Por qué habría de abrazar el catolicismo romano?
C: Porque la Biblia respalda la autoridad infalible del magisterio.
X: ¿Dónde, precisamente?
C: En Mateo 16:18, por ejemplo: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia".
X: ¿Y por qué habría de aceptar tu interpretación de ese pasaje?
C: Epa uepa boludo, No es mi interpretación, sino la de mi Iglesia.
X: ¿Y eso a mi que?
C: Que, dado que mi Iglesia es infalible, su interpretación es incuestionablemente verdadera.

He aquí el nudo gordiano del dilema: la infalibilidad no se demuestra, se presupone. El argumento se repliega sobre sí mismo como un ouroboros, mordiendo su propia cola. La autoridad se justifica apelando a un texto cuya interpretación válida solo puede provenir, precisamente, de quien ya se asume como autoridad. ¿No es esto, acaso, una petición de principio disfrazada de revelación?

Pero el problema se profundiza al trascender lo textual y adentrarse en el territorio pantanoso de la historia. La historiografía crítica nos recuerda que el pasado es un espejo fracturado: cada fragmento ofrece una perspectiva, pero ninguna agota la totalidad. Incluso al invocar a los Padres de la Iglesia o a la tradición patrística, surge la incómoda verdad de que estos testimonios son polisémicos, susceptibles de lecturas contrapuestas. ¿Cómo decidir, entonces, cuál es la "correcta"? La respuesta previsible —"la que sostiene mi Iglesia, pues ella es infalible"— nos devuelve, irónicamente, al mismo abismo lógico: un dogma que se autovenera como axioma, sin permitir ser interrogado.

Este mecanismo no es exclusivo del catolicismo romano o la ortodoxia oriental. Es el sello de todo grupo que invoca la infalibilidad: un sistema cerrado donde la verdad no se descubre, sino que se decreta. La objetividad se sacrifica en el altar de la autolegitimación, y la razón crítica es sustituida por un acto de fe en la institución. ¿No resulta revelador que, al rascar la superficie de estos fundamentos, encontremos no roca firme, sino un eco que repite: "Creéme porque debo ser creído"?

En última instancia, la paradoja salta a la vista: para aceptar la infalibilidad, primero hay que creer en ella, pero es esa misma infalibilidad la que exige ser creída. Un círculo vicioso que, lejos de resolver el enigma, lo perpetúa. Así, estas doctrinas se asemejan a un castillo de naipes: imponentes en su estructura, pero destinados a desplomarse si alguien osa cuestionar la premisa que los sostiene. La historia, la exégesis y la razón quedan subsumidas bajo un único mandato invisible: presuponer, antes que demostrar. Y en ese gesto, la búsqueda de verdad se transforma en un acto de sumisión.

La dialéctica entre la "guía espiritual" y el silencio de la razón: ¿Dogma o revelación encubierta?

En el corazón de las doctrinas de grupos como la Iglesia Católica Romana (ICAR) y la Iglesia Ortodoxa Oriental (ICAO) late una paradoja inquietante: proclaman ser guiados por el Espíritu Santo, pero niegan recibir nuevas revelaciones. ¿Cómo sostener, entonces, dogmas ausentes en las Escrituras o en la tradición primitiva? El caso de la Asunción de María sirve como ventana para observar este conflicto entre autoridad divina y vacío metodológico.

Imaginemos un diálogo revelador:

X: ¿En qué basas tu certeza sobre la Asunción de María?
C: La Iglesia lo afirma, y al ser infalible, es incuestionable.
X: Pero… ¿cómo llegó la Iglesia a esa conclusión?
C: Mmm... Porque es infalible
X: No pregunte ¿Porque? sino ¿Cómo?
C: Ehh... Porque el Espíritu Santo la guía hacia la verdad.
X: ¿Acaso eso no implica una nueva revelación?
C: ¡No! Las revelaciones terminaron con los apóstoles. La Iglesia solo desarrolla lo ya revelado por medio de la razón.
X: Entonces, ¿qué argumentos históricos o teológicos respaldan este dogma?
C: No lo sé… pero confío en la Iglesia.
X: Si ignoras el fundamento, ¿no es plausible pensar que tuvo una nueva revelación?
C: ¡No! Las revelaciones terminaron con los apóstoles. La Iglesia solo desarrolla lo ya revelado.
X: Entonces, ¿qué argumentos históricos o teológicos respaldan este dogma?
C: No lo se... pero estoy seguro de que existen, quizá los tienen ocultos.

El ciclo se desnuda:


  1. La verdad se justifica por la infalibilidad.
  2. La infalibilidad se justifica por la guía del Espíritu.
  3. La guía del Espíritu se reduce a un acto de fe en la institución.
Pero aquí surge la pregunta incómoda: si no hay nuevas revelaciones, ¿dónde están los mecanismos racionales o las evidencias históricas que validan dogmas como la Asunción? La respuesta, cuando existe, apela a un "desarrollo orgánico" de la tradición, pero sin exponer el proceso intelectual detrás. ¿No es esto, acaso, una revelación solapada, disfrazada de hermenéutica?

El problema de fondo:

  • Si la Iglesia no revela, sino descubre, ¿por qué oculta sus métodos?
  • Si el Espíritu Santo solo ilumina (no revela), ¿por qué el resultado es idéntico a una verdad revelada?
  • Si todo se reduce a confiar en la institución, ¿no se convierte la infalibilidad en un acto de auto-idolatría?
La trampa epistemológica:
Al negar las nuevas revelaciones, estos grupos las reintroducen mediante un eufemismo teológico. La Asunción de María, por ejemplo, no se deriva de un análisis histórico ni de un consenso patrístico: surge en la Edad Media y se dogmatiza en 1950. ¿Cómo explicar esto sin caer en la circularidad? Simple: "El Espíritu Santo guió, y la Iglesia lo descubrió usando la razón". Pero si el descubrimiento carece de transparencia metodológica, ¿no es idéntico a una revelación privada elevada a dogma?

La fe en la institución vs. la razón crítica:
El creyente queda atrapado en un dilema:

  • Aceptar que la Iglesia tiene acceso a una verdad inefable (pero inexplicable).
  • Rechazar la exigencia de coherencia lógica, sustituyéndola por obediencia.
Este mecanismo no solo inmuniza al dogma de la crítica, sino que reduce la búsqueda de verdad a un acto de sumisión. Cuando se pregunta por los cómo, la respuesta siempre remite al porqué: "Porque la Iglesia es infalible". Y si se insiste, el diálogo se cierra con un salto al vacío: "Guia del Espiritu Santo, no es revelación, tampoco conozco el razonamiento, pero seguro esta por allí... pero hay que creer porque es infalible", lo que literalmente nos remite al mismo problema de apelar a la infalibilidad.
Conclusión inevitable:
Como se exploró hace un momento, la infalibilidad no es un argumento, sino un axioma. Sirve para blindar dogmas que, de otro modo, se desmoronarían ante el escrutinio de la historia, la exégesis o la razón. La Asunción de María, lejos de ser un caso aislado, es síntoma de un sistema que sacraliza la autoridad mientras vacia de contenido el debate teológico. Al final, la fe en la institución reemplaza a la verdad demostrable, y el Espíritu Santo se convierte en el comodín retórico que todo lo justifica… y nada lo explica.
Se critica la infalibilidad del papa como si en el mundo protestante no existiera .
Que grupo protestante te va decir su doctrina no es la verdadera y lo que predican es verdad ?
Igual para la iglesia ortodoxa falla o no falla en lo que enseña ? Está hasta pasa desapercibida en el mundo protestante a pesar comparte muchas enseñanzas católicas . Ni tampoco yo he sabido de que se pronuncie en muchos temas morales como guía luz faro a seguir en la sociedad . Pasa desapercibida para bien y para mal .

Lo que sí es claro la iglesia debe ser luz para las naciones y lo que hable o declare todo mundo lo sabe . El papa y/o la iglesia habla y el mundo lo sabe .

Fíjate uno de los argumentos las revelaciones terminaron con los apóstoles.
A quien Dios le reveló cuáles y cuantos libros formarán el canon . Nómbrame al apóstol que reveló eso .
No vas a ser el primero en contestar eso .
 
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¿Porque crees sino que yo tengo siempre la puerta abierta para ser catolico? porque para mi no apostataron, para mi son una iglesia más, pues no sostienen cosas hereticas
en que quedamos?
Si La Iglesia no es apostata ni sostiene cosas heréticas es porque tiene la asistencia del ES en su magisterio.

Sostener la no apostasía ni la enseñanza herética es, precisamente, la justificación del dogma, apelando a la asistencia del ES.
 
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Se critica la infalibilidad del papa como si en el mundo protestante no existiera .
Que grupo protestante te va decir su doctrina no es la verdadera y lo que predican es verdad ?
No es necesario un "grupo", nosotros solo dependemos de un examen critico, y donde este no llega, nosotros no dogmatizamos.
Igual para la iglesia ortodoxa falla o no falla en lo que enseña ? Está hasta pasa desapercibida en el mundo protestante a pesar comparte muchas enseñanzas católicas . Ni tampoco yo he sabido de que se pronuncie en muchos temas morales como guía luz faro a seguir en la sociedad . Pasa desapercibida para bien y para mal .
Igualmente la mencione, porque tienen la misma estructura.
Fíjate uno de los argumentos las revelaciones terminaron con los apóstoles.
A quien Dios le reveló cuáles y cuantos libros formarán el canon . Nómbrame al apóstol que reveló eso .
No vas a ser el primero en contestar eso .
Hermano, eso lo sostienen ustedes, yo abiertamente digo que la Iglesia y los judios tuvieron revelación, tu no puedes porque el propio papa ya normó que no debemos esperar nuevas revelaciones....
 
Si La Iglesia no es apostata ni sostiene cosas heréticas es porque tiene la asistencia del ES en su magisterio.
¿? Yo no soy heretico, y eso no me hace infalible por guia del Espiritu Santo, estas incurriendo en tremendo non sequitur.
Sostener la no apostasía ni la enseñanza herética es, precisamente, la justificación del dogma, apelando a la asistencia del ES.
? Creo que no entendiste muy bien mi punto, ni menos yo el tuyo.
 
porqué no eres ¨herético¨?
Porque no rechazo alguna doctrina dogmatica, ¿Cuales? Las que son claras a la luz critica en las Escrituras, como la dedidad de Cristo, la Trinidad, la personalidad del ES, etc, etc.
Quien diga que soy heretico, más bien deberia de decirme como lo concluye, ¿Que verdad de las Escrituras negaría exactamente?
 
Porque no rechazo alguna doctrina dogmatica, ¿Cuales? Las que son claras a la luz critica en las Escrituras, como la dedidad de Cristo, la Trinidad, la personalidad del ES, etc, etc.
Quien diga que soy heretico, más bien deberia de decirme como lo concluye, ¿Que verdad de las Escrituras negaría exactamente?
Entonces reconoces la autoridad infalible de La Iglesia al pronunciarlas como dogmas.