Estimada Maripaz:
Resulta muy interesante el aspecto psicológico de la maternidad en materia religiosa, tomemos de ejemplo la feminización como proceso teológico dentro del cristianismo; el gran yo soy EL que soy, Su unigénito Hijo (varón), el papel del primogénito, le haber creado al hombre y demás posiciones netamente masculinas dan de frente contra muchas culturas paganas cuya meternal devoción está impresa en la historia de las religiones.
Uno de los medios de conquista en América fue por la posición femenina de la madre tierra, la madre iglesia, la madre virgen protectora y demás hitos que calzaban perfectamente con el desposeído de padre en sentido materia y espiritual; el conquistador que viene una vez roto su pacto matrimonial a procrear hijos con no una sino varias indígenas crea una mezcla de ausencia de padre en el hogar de estos nuevos desposeído y una tribuna a la figura materna un tanto enfermiza, en donde la madre ocupa el centro de las actividades de la familia mestiza en que paradójicamente las hijas habrán de padecer la utilización, segregación y manipulación de hermanos y vejaciones de otros que por el hecho de ser varones parecen llevar a la mujer al sometimiento mas por fuerzas que por otra razón.
La ausencia de padre lleva al indígena a la búsqueda mística de una madre protectora y la encuentra en símbolos femeninos religiosos; aquella religión precristiana masculina por excelencia termina en una devoción ferviente por el feminismo acérrimo tomado como modelo de respeto, con un modelo que idealiza las aspiraciones frustradas de la mujer vejada y violada pero finalmente madre de una nueva raza mestiza.
La familia ausente de padre invita a idealizar el concepto de familia integrada espiritualmente: la sagrada familia; la madre de Jesús viene a ser ahora su madre sustituta virginal y cristalina sin mancha de cualquier indicio de sometimiento masculino como lo fue son su verdadera madre terrena, pero el padre continua estando ausente y hay cierto recelo contra él; a lo lejos lo mira y lo respeta y le teme, hombre blanco y barbado de quien solo lleva el apellido y quien es el dueño de la casa, el poder y la autoridad...el mestizo le mira con recelo y respeto mas no con amor; la idea de un padre cercano a él, le es absolutamente inconcebible, por ello la sola idea de tener un Padre celestial le intimida y acongoja, también lo ve de lejos...habrá de visitarlo cada domingo en su casa, la casa de Dios; una relación personal con El le es bastante lejana; Intentará acercarse a El, pero solo acercarse, lo visitará claro pero a lo lejos, le respetará sobre tantas cosas pero siempre a lo lejos, distante; Entre tanto busca refugio en la parte femenina del concepto religioso: la madre tierra, virgen madre y santa madre iglesia apaciguan su lejanía del Padre, mas el problema de distanciamiento aun no está resuelto...se le acerca con cariño, le llama “diosito”, es decir la forma diminutiva que el indígena usa para referiste con cariño a algo o a alguien; mas el concepto de Dios cercano le es con mucho aún muy lejano.
Busca la ocasión, usa intermediarios, pero una relación directa con la figura paterna es un paso muy grande para alguien tan pequeño, ¡quizas su madre le ayude!, su madre virgen, su madre iglesia...le ruega a ella acercarlo a El, a quien mira muy de lejos....Una figura paterna se acerca galopando y surcando el cielo en un 727, también es blanco aunque no barbado y espera y pone sus ilusiones en él, se acerca a verlo....es el papa mismo quien viene a visitar a mamá virgen, le dará un beso...la familia se reconciliará una vez mas, pero una vez mas el padre ausente tomará su 727 de regreso a un castillo muy lejano y las ilusiones de aquel pequeño habrán de volverse a mamita tierra, mamita virgen, mamita iglesia para buscar consuelo....ahí en donde no ha tenido un verdadero encuentro con el gran “yo soy El que soy”.....