Existe una perfecta comunión entre el Amor y la Poesía, pues ambos articulan los hilos más íntimos y complejos del ser humano. Y esa identidad forma parte del Misterio.
Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrija. Pues el Señor disciplina a los que ama y castiga a todo el que recibe como hijo.
Pienso en MAría MAgadalena, la fiel seguidora de Jesús, quien llora desconsoladamente la pérdida del Amado, pero su llanto no es pasivo, es más bien la búsqueda ansiosa o ardiente, que aunque está buscando su cuerpo inerte, sus pensamientos están en la Persona del Amado, en Aquel que un día la llamó por su nombre, Aquel que le había enseñado a esperar, y ella es la privilegiada, la primera en ver a Jesús resucitado. Su llanto se convirtió en gozo.
Quien llora por el sufrimiento de los inocentes producto de las injusticias, de la maldad, e inevitablemente reacciona ante ello, ya el reino de los cielos es suyo. Es bienaventurado.
Quien llora por el sufrimiento de los inocentes producto de las injusticias, de la maldad, e inevitablemente reacciona ante ello, ya el reino de los cielos es suyo. Es bienaventurado.
Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo. Como pendiente de oro y adorno de oro fino es el sabio que reprende al oído atento.
El encuentro con Jesús nos trae alegría. La alegría de él es perfecta.
La alegría brota de una vida que camina en rectitud y busca justicia, paz, libertad, el bien para sí y para todos los hermanos.
Es el sueño de Jesús: "Que en ustedes esté mi alegría, y la alegría de ustedes sea perfecta" (San Juan 15 y 11)
Como manzanas de oro en engastes de plata es la palabra dicha a su tiempo. Como pendiente de oro y adorno de oro fino es el sabio que reprende al oído atento.