Bertrand Russell sostenía que la envidia es una de las más potentes causas de infelicidad. Siendo universal es el más desafortunado aspecto de la naturaleza humana, porque aquel que envidia no sólo sucumbe a la infelicidad que le produce su envidia, sino que además alimenta el deseo de producir el mal a otros.
Mirar, observar, ver más allá de lo que aparentemente atavía al ser humano, ser comedido a la hora de juzgar. Vivimos en un mundo donde se lanzan presurosamente piedras, donde las manos se alzan alocadamente procesando con juicio propio, sin sentido y carente de honestidad.