La Filocalia de los padres Nípticos

Re: Apreciado Ricardo

Re: Apreciado Ricardo

Me surge la interrogación: ¿será que cuando Satanás dijo "No moriréis" se refería a una metáfora ya que por otra parte sabemos que el amor, el odio, la memoria fenecen, claro según la Biblia?

Veamos que dice Norberto7 y cómo lo explica en base a sus documentos lo que él pasa por alto:

" 45. Si nos proponemos con solicitud y diligencia, huir de la muerte corporal, tanto más debemos ser solícitos y escapar de la muerte del alma; pues el que quiere ser salvado, no tiene otro impedimento más que la negligencia y el descuido de la propia alma. "
..... El que quiere salvar el cuerpo y el alma, o es que el cuerpo como el alma mueren

Saludos cordiales

La verdadera muerte es para el que esta alejado de Dios que esta condenado. Algo peor que eso de esta vida y la otra?
 
Apreciado Miguel

Apreciado Miguel

Pero si es Norberto7 quien trae al tapete lo siguiente y no ha dado algún comentario:

" 45. Si nos proponemos con solicitud y diligencia, huir de la muerte corporal, tanto más debemos ser solícitos y escapar de la muerte del alma; pues el que quiere ser salvado, no tiene otro impedimento más que la negligencia y el descuido de la propia alma. "


En todos los idiomas del mundo las palabras son usadas con distintas connotaciones que no bien son expresadas el oyente o lector capta debidamente su significado.

A diferencia de lo que anteriormente hemos visto, aquí la muerte del alma tiene que ver con la separación de Dios, que como tantísimas veces ha sido expuesto, no implica extinción o el dejar de ser, sino el alejamiento de Dios.

El buen exégeta de las Escrituras aprovecha del significado de las palabras para liberarse de erróneas interpretaciones y no para volverse esclavo de un limitado y restringido sentido de las mismas.

Esto es lo que diferencia a los antiguos traductores de los modernos, pues mientras aquellos prácticamente "vivían" en hebreo y griego, los nuevos se ufanan de conocimientos adquiridos en la Universidad, que los dan por vastos cuando no lo son tanto.


Saludos cordiales
 
Re: Apreciado Ricardo

Re: Apreciado Ricardo


Veamos que dice Norberto7 y cómo lo explica en base a sus documentos lo que él pasa por alto:

" 45. Si nos proponemos con solicitud y diligencia, huir de la muerte corporal, tanto más debemos ser solícitos y escapar de la muerte del alma; pues el que quiere ser salvado, no tiene otro impedimento más que la negligencia y el descuido de la propia alma. "


Saludos cordiales

Pienso no pasar nada por alto,... ni por bajo.

49. La muerte, para los hombres que la comprenden, es sinónimo de inmortalidad. Pero para los rústicos, que no la comprenden, significa muerte. Pero no es esta muerte que debemos temer, sino la perdición del alma, que consiste en la ignorancia de Dios. Esto sí, es verdaderamente terrible para el alma.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Continuamos con Antonio, y el que lo lea con atención encontrará las respuestas que busca, tanto para aceptar su enseñanza como para rechazarla:

66. Si nos preocupamos por cuidar los males de nuestro cuerpo, a fin de no ser criticados por otros, tanto más necesario es estar alertas y curar las pasiones del alma -que serán juzgadas ante la presencia de Dios- para no ser encontrados faltos de honor o aun ridículos. Teniendo la libertad de elegir -si así lo deseamos- no llevar a cabo las malas acciones a las que nos empuja la concupiscencia, podemos y tenemos la facultad de vivir de modo grato a Dios, y nadie nunca podrá, si no lo queremos, obligarnos a realizar algo malo. Y efectivamente es luchando como seremos dignos de Dios, y tendremos un modo de vida similar al de los ángeles en los Cielos.

67. Eres esclavo de las pasiones si lo quieres y, si lo deseas eres libre y no te someterás a ellas. Pues Dios te ha creado con esa libertad. Quien vence las pasiones de la carne es coronado con la inmortalidad. Si no existieran las pasiones, tampoco existirían las virtudes, y ni siquiera las coronas con las cuales Dios gratifica a los hombres dignos de ellas.

68. Los que no ven lo que les sienta y quieren indicar a otros lo que es bueno, tienen el alma ciega y su capacidad de discernimiento se ha atrofiado. Por lo tanto, no hay que prestarles atención, para no tropezar también nosotros, como los ciegos, con los mismos males.

69. No debemos montar en cólera con los que pecan, aunque su actuar es condenable y digno de castigo. Debemos convertir a quien ha caído, por motivo de justicia, y castigarlo también, si fuera oportuno, ya sea personalmente o por medio de otros. Pero no debemos encolerizarnos ni enfurecernos, porque la cólera actúa sobre la justicia solo de forma pasional, no con discernimiento. Del mismo modo, no debemos tolerar siquiera al que hace misericordia sin motivo alguno. Debemos castigar a los malvados, por el bien y la justicia, y no por nuestra pasión de cólera.

70. Sólo nuestra posesión del alma es segura e inviolable. Consiste en vivir virtuosamente, agradando a Dios, con el conocimiento y con la práctica de las cosas buenas. La riqueza es ciertamente una guía ciega y una consejera insensata. El que la usa mala y voluptuosamente, envía a la perdición a su alma que se ha vuelto obtusa.

71. Es necesario que los hombres no tengan nada superfluo o, si lo poseen, sepan con certeza que todo lo que hay en esta vida es, por naturaleza, corruptible, que nos es quitado con facilidad, y que se puede perder y romper. Por lo tanto, no se deben descuidar las consecuencias que ello acarrea.

72. Debes saber que los dolores del cuerpo son propios del cuerpo por naturaleza, pues éste es corruptible y material. Es preciso que el alma cultivada produzca respecto de tales pasiones, constancia y tolerancia, con gratitud, y que no se lamente a Dios por el cuerpo que le concedió.

73. Los que compiten en las Olimpíadas no ganan con la primera, segunda o tercera victoria, sino cuando han ganado a todos aquellos que participan en la carrera. De tal modo, es necesario que quien quiera recibir la corona de Dios ejercite su alma en la moderación, no solamente en lo que respecta a las cosas del cuerpo, sino también con respecto a las ganancias, a las rapiñas, a la envidia, a las voluptuosidades, a las glorias vanas, a las palabras injuriosas, a los homicidios, y así sucesivamente.

74. No busquemos una vida buena y dedicada al amor a Dios por la alabanza humana. Debemos elegir la vida virtuosa, persiguiendo la salvación de nuestra alma. Es necesario que veamos, cada día, a la muerte frente a nosotros y que consideremos cuán inciertas son las cosas humanas.

75. Está en nuestro poder vivir con moderación, mientras que no está en nuestro poder enriquecernos. ¿Y entonces qué hacer? ¿Debemos arrastrar la condena sobre nuestra alma, a cambio de la efímera ilusión de las riquezas, que no nos es permitido adquirir? ¿O aunque fuera por el deseo de poseerlas? ¡Corremos como verdaderos insensatos, ignorando que la primera de las virtudes es la humildad, así como las primeras de todas las pasiones son la gula y la concupiscencia por las cosas de la vida!

Sobre el tema de la "gula" hay un capítulo de Evario (sobre la continencia del estómago); el cual felizmente tengo, para compartir con ustedes, si así lo quieren.
 
Re: Apreciado Ricardo

Re: Apreciado Ricardo

Abran visto ya, la simplicidad, síntesis, y practicidad de la enseñanza de este escrito.

Prácticamente hemos llegado a la mitad de sus 170 apotegmas o versos, en adelante profundizará un poco mas en algunos conceptos..., a leer con atención.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Continuamos con Antonio:

76. El que ha sido dotado de sensatez debe recordar incesantemente que, aceptando en esta vida pequeñas fatigas de breve duración, podrá gozar después de la muerte de eterna felicidad y delicias. Por tanto, el que lucha contra las pasiones y quiere recibir la corona de Dios, si cae, no pierda el ánimo, que no permanezca en su caída, desesperando de sí mismo; debe levantarse y combatir de nuevo y así alcanzará la corona. Hasta el último suspiro deberá levantarse cuando cae: las fatigas del alma son las armas de las virtudes y se tornan medios de salvación para ella.

77. Las contingencias de la vida hacen que los hombres y los luchadores dignos reciban la corona de Dios. Es, pues, necesario que en su existencia ellos hagan morir sus miembros a las realidades de esta vida: el que está muerto, no se preocupa más por las cosas de esta vida.

78. No es propio del alma razonable y luchadora, el turbarse e intimidarse al presentarse las pasiones, no queriendo ser objeto de burla por ser pusilánime. Efectivamente, el alma que se deja turbar por las apariencias de esta vida se aparta de lo que la beneficia. Porque las virtudes del alma preceden a los bienes eternos, mientras que las malicias voluntarias de los hombres se convierten en causa de castigos.

79. El hombre razonable es combatido por los sentidos de la razón, que tiene en sí mismo como pasiones del alma. Hay cinco sentidos en el cuerpo: la vista, el olfato, el oído, el gusto y el tacto. Mediante estos cinco sentidos, el alma infeliz, cayendo en sus cuatro pasiones, es hecha prisionera. Estas cuatro pasiones son: la vanagloria, el gozo, la cólera y el miedo. Cuando el hombre, mediante la prudencia y la reflexión, con una lucha intensa, domina las pasiones, no es más combatido: encuentra la paz del alma y recibe de Dios la corona del vencedor.

80. Entre aquellos que se cobijan entre los albergues, algunos encuentran una cama; otros, aunque no encuentran un lecho y duermen sobre el piso, ¡roncan como si durmieran en una cama! Luego, al llegar el alba, dejan el albergue y se van, llevando consigo solamente lo propio. Del mismo modo, todos aquellos que están en esta vida, tanto los que viven modestamente, como los que gozan de riquezas y de gloria, se irán como de un albergue. Y no se llevarán ninguna de las delicias de esta vida ni de sus riquezas, llevarán solamente sus obras, buenas o malas, que hayan llevado a cabo a lo largo de su vida.

81. Si tú gozas de autoridad, no cedas fácilmente a la tentación de amenazar de muerte a alguien, sabedor de que tú, por naturaleza, también estás destinado a morir, y que el alma desviste al cuerpo como de una última túnica. Con clara conciencia de esto, ejercita la humildad y, actuando bien, sé siempre del agrado de Dios. Pues el que no tiene compasión, no posee ninguna virtud.

82. Es imposible, no hay ninguna salida para rehuir de la muerte. Sabiendo esto, los hombres verdaderamente razonables, ejercitados en las virtudes, con un pensamiento amante de Dios, aceptan la muerte sin gemidos, sin temor ni luto; piensan que ella es inevitable y que nos libera de los males de esta vida.

83. A los que olvidan el modo de vivir buenamente, agradando a Dios, a los que no tienen en cuenta las doctrinas rectas y plenas del amor de Dios, a éstos no debemos odiarlos, sino que debemos tener piedad de ellos, como de alguien que está privado de la capacidad de discernimiento, como si estuviera ciego en su corazón y en su intelecto. Éstos aceptan el mal como si fuera el bien y se precipitan hacia la perdición por ignorancia. ¡No conocen a Dios estos infelicísimos, estos hombres con el alma insensata!

84. Evita hablar con muchos de la piedad y de la vida honesta. No lo digo por celos, sino porque considero que parecerías ridículo a los insensatos: porque cada uno se alegra por lo que le es afín, aunque este tipo de discurso tiene poca audiencia y más bien rara. Es mejor no hablar sino de lo que Dios quiere para la salvación del alma.

Continuará...
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

85. El alma sufre junto al cuerpo, pero el cuerpo no sufre junto al alma Si, por ejemplo, el cuerpo es sometido a cortes, también el alma sufre; cuando es vigoroso y sano, las pasiones del alma también gozan. Pero si el alma reflexiona, no por ello reflexiona el cuerpo, que queda relegado a sí mismo, porque el reflexionar es una pasión del alma, así como también lo es la ignorancia, el orgullo, la incredulidad, la concupiscencia, el odio, la envidia, la cólera, el descuido, la vanagloria, la negación y la percepción del bien. Este tipo de cosas es tarea del alma.

86. Sé pío cuando reflexionas en las cosas de Dios. Sin envidia, sé bueno, demuestra buen talante, sé humilde liberal según tus posibilidades, sociable, opuesto a los altercados. He aquí como podemos agradar a Dios mediante tales cosas, no juzgando a nadie, no diciendo de terceros: tal es un malvado y ha pecado. Debemos, más bien, buscar nuestros propios males y observar por nosotros mismos nuestro modo de vida, a fin de comprender si es grato a Dios. ¿Qué nos importa si otro es malo?

87. El que es verdaderamente un hombre, se esfuerza por ser pío. Pero lo es el que no tiene concupiscencia por lo que le es ajeno, y es ajeno al hombre todo lo que ha sido creado. Así él, en cuanto imagen de Dios, despreciará todo. Pero el hombre es imagen de Dios cuando vive con rectitud, en modo grato a Dios; no es posible serlo, si no nos separamos de las realidades de esta vida. El que tiene un intelecto amante de Dios, conoce todo el provecho y toda la piedad que Él mismo infunde en el alma. El hombre que ama a Dios no acusa a nadie por lo que él mismo peca, y esto es indicio de un alma que se salva.

Continuará...

88. ¡Cuántos buscan con la violencia los bienes efímeros y son agredidos por el apetito de cometer obras perversas, ignorando la muerte y la ruina de su propia alma, y no atendiendo, los infelices, lo que es mejor para ellos, sin pensar en lo que sufren los hombres después de la muerte, por obra de la malicia!

89. La malicia es una pasión de la materia. Dios no es responsable de la malicia. Él ha dado a los hombres conocimiento, ciencia, discernimiento entre el bien y el mal, y libertad. Pero lo que genera las pasiones de la malicia son la negligencia y el descuido de los hombres. Dios no es para nada responsable de todo ello. Los demonios se volvieron pérfidos por una elección del pensamiento, y así sucede esto con la mayoría de los hombres.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Perdón, copié dos versos que debían ir en la próxima entrega.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Gracias Ricardo, por ello te regalo con algo mas de Antonio:

90. El hombre que convive con la piedad (3) no permite que la malicia se insinúe en su alma; y cuando no hay malicia, el alma se encuentra al abrigo de todo peligro y de todo daño. Las personas de esta índole no están dominadas ni por un infausto demonio ni por el destino, porque Dios las libera de los males y viven protegidas contra todo daño, tal como le sucede a los dioses. Y si alguien alaba a un hombre como éste, él se ríe de quien lo hace; si se lo critica, no se excusa con quien lo insulta, ya que no se excita por lo que de él se habla.

3) Ver párrafo 13.

91. El mal acecha a la naturaleza como la herrumbre al cobre y la suciedad al cuerpo. Y sin embargo, el herrero no ha inventado la herrumbre, ni nadie ha creado la suciedad; así, tampoco Dios ha hecho la malicia. Él ha dado al hombre el conocimiento y el discernimiento para que huya del mal sabiendo que de él solamente obtiene daño y castigo. Ten cuidado pues de que no suceda que, viendo a alguien con poder y riquezas, tú, iluso por el demonio, lo llames beato. Que acuda enseguida la muerte ante tus ojos, y entonces la concupiscencia no te arrastrará a favor de lo que hay de malo en esta vida.

92. Nuestro Dios ha concedido la inmortalidad a aquellos que están en los Cielos mientras que para aquellos que están en la Tierra ha creado la transformación. Le ha dado la vida y el movimiento a todo, y, todo ha sido creado para beneficio del hombre. No te dejes arrastrar, pues, por la ilusión que despliega el demonio a propósito de las vanidades de esta vida. Cuando él insinúe en tu alma un ardiente y pérfido deseo, piensa de inmediato en los bienes celestes y convéncete a ti mismo, diciéndote: "Si me lo propongo, tengo la posibilidad de vencer también esta lucha desencadenada por la pasión, pero no ganaré si quiero alcanzar el fin de mi deseo." No dejes de combatir esta lucha que puede salvar tu alma.

93. La vida es la unión y la conjunción del intelecto, del alma y del cuerpo. La muerte, por otro lado, no es la destrucción de las fuerzas conjuntas, sino la disolución de su recíproca relación. Para Dios todas las cosas pueden ser salvadas, aun después de esta disolución.

94. El intelecto no es el alma, sino un don de Dios que salva el alma. El intelecto grato a Dios previene el alma y le da consejo para que desprecie lo que es efímero, material, corruptible, y ame los bienes eternos, incorruptibles, inmateriales, y para que el hombre camine en su cuerpo penetrando y contemplando lo que está en los Cielos, lo que concierne a Dios y a todas las cosas, mediante su intelecto. Y el intelecto amante de Dios es bienhechor del alma humana y de su salvación.

95. El alma, no bien se encuentra en su cuerpo, es prestamente oscurecida y enviada a la perdición por la tristeza y la voluptuosidad. La tristeza y la voluptuosidad son como humores del cuerpo. Pero el intelecto amante de Dios se les opone, entristece el cuerpo y salva el alma, como el médico que corta y quema las heridas infectas.

96. Todas las almas que no fueron guiadas por la racionalidad y gobernadas por el intelecto para que éste aparte, detenga y gobierne las pasiones, es decir, la tristeza y la voluptuosidad; todas estas almas, perecen como los animales sin razón, porque su racionalidad es arrastrada por las pasiones, como un auriga cuyos caballos se le han desbocado.

97. Constituye una gravísima enfermedad del alma, su destrucción y su perdición, el no conocer a Dios, quien ha hecho todas las cosas para el hombre y le ha donado intelecto y razón mediante los cuales el hombre, elevándose, se une a Dios, comprendiendo y glorificándolo.

98. El alma está en el cuerpo, y en el alma está el intelecto, y en el intelecto, la razón. Comprendido y glorificado mediante estas realidades, Dios convierte al alma en inmortal, concediéndole incorruptibilidad y delicias eternas; porque Dios ha concedido el ser a cuantos nacen, solamente por bondad.

99. Dios, bueno y sin celos, luego de haber creado al hombre libre, le ha dado el poder, si lo quiere, de agradarle. Y place a Dios que en el hombre no haya malicia. Si entre los hombres se alaban las buenas obras y las virtudes del alma santa y amante de Dios, y se condenan las acciones viles y malvadas, ¿cómo no va a querer esto Dios, que quiere la salvación del hombre?

100. Lo que es bueno para el hombre, lo recibe de Dios, en cuanto bueno. Justamente por ello él ha sido creado por Dios. Pero el mal es sacado por el hombre de sí mismo, empujado por la fuerza de la malicia, de la concupiscencia y de la obtusidad que están en él.

Continuaré..., si Dios lo permite.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Apreciado Norberto:

Muchas gracias por esa página Web que ya copié para visitarla de vez en cuando.

Sorprende gratamente este comentario de Orígenes por su sencillez, claridad y veracidad.

Leer a los antiguos es un muy saludable ejercicio que nos aclara el entendimiento y proporciona mejores métodos para estudiar las Escrituras, ya que los modernos muchas veces se pierden en sus propias profundidades.

El Foro nos aprovecha mejor cuando en vez de pelear nos edificamos con aportaciones como las que proporcionas.


Cordiales saludos
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Es notable el trabajo que estos monjes argentinos supongo, vienen haciendo en cuanto a la patristica; si hay algo ya en linea, dan el vínculo, de lo contrario lo traducen; es un trabajo impresionante. Pero a pocos les interesa, como aquí en el foro.

Un saludo afectuoso, y gracias por tus palabras.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Estimado Norberto7,

He llegado tarde al tema, he leído algunos versos y son interesantes voy a guardarlos para leerlos con más calma ya que es bastante material.....gracias por publicarlo!

un cordial saludo!
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

Bien venido DannyR, y gracias por tu comentario.

Continuemos con una buena dosis de Antonio:

101. El alma desconsiderada, aun siendo inmortal y dueña del cuerpo, lo sirve mediante la voluptuosidad, y no piensa que las delicias del cuerpo son dañinas para el alma. Ésta, habiéndose vuelto estúpida y fatua, sólo se ocupa de regocijar el cuerpo.

102. Dios es bueno, el hombre es pérfido. Nada hay de malo en el Cielo ni nada hay de bueno en la Tierra. Pero el hombre razonable elige lo mejor, conoce al Dios de todas las cosas, le da gracias y le canta alabanzas; se horroriza de su cuerpo antes que de la muerte, y no permite que las sensaciones malvadas consuman su obra, arruinándolo.

103. El hombre malvado ama la sensualidad y desprecia la justicia; no piensa en la incertidumbre, en la inestabilidad ni en la breve duración de la vida; tampoco reflexiona sobre la inexorabilidad de la muerte, que ninguna donación de dinero podría evitar. Y si un viejo es vil e insensato, se encuentra inepto para cualquier uso, como un leño putrefacto.

104. Cuando hemos experimentado la tristeza, entonces somos sensibles a los placeres y a la alegría. Por cierto, no bebe con gusto el que antes no ha experimentado sed; ni come de buen agrado quien no ha sentido hambre; ni duerme con ganas quien no ha sentido un gran sueño, ni es sensible al júbilo el que antes no se ha visto entristecido. Del mismo modo, no podremos disfrutar de los bienes eternos, si no despreciamos lo que es efímero.

105. La razón está al servicio del intelecto: lo que el intelecto desea, la razón lo expresa.

106. El intelecto ve también todo lo que está en el Cielo, y nada lo nubla si no es el mero pecado. Para el que es puro, nada es incomprensible, así como nada para la razón es inexpresable.

107. A causa de su cuerpo, el hombre es mortal, pero por su intelecto y por su razón, es inmortal. Callando, comprendes; si has comprendido, hablas. En el silencio, el intelecto genera la palabra. Las palabras de agradecimiento ofrecidas a Dios, se convierten en salvación para el hombre.

108. El que dice cosas irrazonables, no tiene intelecto. Porque habla sin entender nada. ¡Atiende más bien a lo que debes hacer por la salvación de tu alma!

109. La razón unida al intelecto y útil para el alma es un don de Dios. Una razón llena de tonterías busca las medidas del Cielo y de la Tierra y sus distancias, el tamaño del Sol y de las estrellas, siendo todo ello una invención del hombre que persigue vanidades. En vano busca, en su desenfado, cosas inconducentes, como el que quiere recoger agua con un cedazo. No está al alcance de los hombres el conseguir tales cosas.

110. Nadie, al mirar al Cielo, puede comprender lo que hay allí, no siendo el hombre que se preocupa por conducir una vida virtuosa y comprende y glorifica a Aquel que todo lo ha hecho por la salvación y la vida del hombre. Un hombre así, un hombre noble, sabe con certeza que nada existe sin Dios. Dios, como ser infinito, está por doquier y en todas las cosas.

111. Así como el hombre sale del vientre materno, así el alma sale del cuerpo, desnuda. Ésta, pura y luminosa; aquélla con las manchas propias de sus fallas; esta otra, negra por sus muchas caídas. Por tanto, el alma razonable y amante de Dios, reflexionando y considerando las penas que le llegarán después de la muerte, regula su vida en la piedad, para que no sea condenada ni caiga en esas penas. Aquellos que no creen, los que viven despreciablemente y pecan, menospreciando las cosas del más allá, ¡son hombres con un alma insensata!

112. Así como una vez salido del vientre materno, te olvidas de lo que allí habita, así, una vez salido del cuerpo, no recuerdas lo que está en el cuerpo.

113. Así como una vez salido del vientre materno, tu cuerpo se fortalece y crece, así, una vez que has salido del cuerpo puro y sin mancha, serás más fuerte, incorruptible, y vivirás en el Cielo.

114. Así como, una vez que el cuerpo ha sido formado en el vientre, es necesario que nazca a la vida, del mismo modo una vez que el alma ha cumplido la norma establecida por Dios, es necesario que salga del cuerpo.

115. Así como tratas a tu alma mientras se encuentra en tu cuerpo, del mismo modo ella te tratará, una vez que ha salido de tu cuerpo. En efecto, el que aquí se ha servido de su cuerpo para estar bien y entregarse a la lujuria, se ha tratado mal a sí mismo para los momentos que siguen a su muerte. Puesto que, como un insensato, ha condenado su propia alma.

116. Así como el cuerpo que ha salido del vientre materno incompleto no puede crecer, del mismo modo, el alma que ha salido del cuerpo sin haber llevado a cabo el conocimiento de Dios mediante una vida buena, no puede ser salvada o unirse a Dios.

117. El cuerpo unido al alma sale de la oscuridad del vientre a la luz. Pero el alma unida al cuerpo permanece atada a las tinieblas del cuerpo. Es conveniente, pues, odiar y castigar al cuerpo en su calidad de enemigo y adversario del alma. El exceso de comida y la gula excitan en los hombres las pasiones de la malicia. Mientras que la continencia del vientre humilla las pasiones y salva el alma.

Continuará si el Señor lo permite
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

118. En el cuerpo, la vista es dada a los ojos; en el alma, es dada por el intelecto. Y así como el cuerpo privado de ojos está ciego y no ve el sol, la tierra toda, el mar centellante, y ni siquiera puede gozar de la luz, del mismo modo el alma que no tiene un intelecto bueno y un honesto modo de vida, está ciega y no contempla a Dios, creador y benefactor de todos, no lo glorifica ni puede acceder al gozo de su incorruptibilidad y de los bienes eternos.

119. La ignorancia de Dios significa insensibilidad y fatuidad. El mal es generado por la ignorancia, mientras que el bien surge en los hombres por el conocimiento de Dios y salva el alma. En consecuencia, si no estás dispuesto a llevar a cabo tus deseos, si eres sobrio y conoces a Dios, mantén tu intelecto dirigido hacia las virtudes. Pero si estás dispuesto a cumplir con tus intenciones maliciosas, que están dirigidas a la voluptuosidad -ebrio, debido a la ignorancia de Dios- , estás destinado a la perdición de los brutos, sin considerar los males que te aquejarán después de la muerte.

120. Se denomina providencia a lo que sucede por decreto divino, como por ejemplo, el surgir del sol o el atardecer de cada día y el fructificar de la tierra. Del mismo modo, se denomina ley lo que sucede por decreto humano. Todo ha sido hecho para el hombre.

121. Todo lo que Dios hace, lo hace para el hombre, porque Él es bueno. Todo lo que el hombre hace, lo hace para sí mismo, ya sea el bien como el mal. Para que tú no te asombres al comprobar la prosperidad de los malvados, debes saber que, así como los gobiernos mantienen a los verdugos, a quienes, aunque no alaban sus pésimas intenciones, ordenan ajusticiar a aquellos que son dignos de castigo, del mismo modo Dios permite que los malvados opriman a los vivos y así castiguen a los despiadados por su intermedio. Pero, al final, éstos también serán enviados a juicio, por haber maltratado a los hombres, no en calidad de ministros de Dios, sino para servir a sus propios instintos.

122. Los que rinden culto a los ídolos, si conocieran y vieran con el corazón a qué están prestando culto, no errarían, alejados de la verdadera piedad, ¡infelices! Mas bien, viendo el decoro, el orden y la providencia que Dios pone en todas las cosas, conocerían mejor a Aquel que ha hecho estas cosas para el hombre.

123. El hombre puede matar, puesto que es malo e injusto. Dios, sin embargo, no cesa de donar la vida, incluso a los indignos. Él está, de hecho, limpio de celos y es bueno por naturaleza, por esto ha querido que el mundo fuera hecho, y fue hecho. Y fue hecho para el hombre y para su salvación.

124. Es hombre el que ha comprendido que el cuerpo es corruptible y efímero. Éste también entiende lo que es el alma, como ésta es divina, inmortal, inspiración de Dios, y como está ligada al cuerpo para probarlo y para su deificación. Quien ha comprendido lo que es el alma, vive de modo recto y grato a Dios, no obedece al cuerpo, sino que, mirando a Dios con el intelecto, contempla y comprende los bienes eternos donados por Dios al alma.

125. Puesto que Dios es siempre bueno y sin celos, ha dado al hombre la libertad de elegir entre el bien o el mal, donándole el conocimiento a fin de que, contemplando al mundo y lo que éste contiene, conozca a Aquel que todo lo ha hecho para el hombre. Pero puede darse que los impíos quieran no entender. También es posible que no crean, que se equivoquen, o comprendan lo contrario de la verdad. Hasta este punto el hombre es libre de elegir frente al bien y frente al mal.

126. Es por orden de Dios que, al creer la carne, el alma se llena de intelecto: esto sucede para que el hombre elija, entre el bien y el mal, lo que le place más. Pero el alma que no elige el bien no tiene intelecto. Porque todos los cuerpos tienen, sí, un alma, pero no se dice que toda alma tenga intelecto. Por cierto, el intelecto amante de Dios, pertenece a los prudentes, a los santos, a los justos, a los puros, a los buenos, a los misericordiosos y a los píos. Y la presencia del intelecto constituye para el hombre una ayuda en su relación con Dios.

127. Una sola cosa no es posible para el hombre: el ser inmortal. Le es posible unirse a Dios si comprende que puede hacerlo. Es así como, queriendo, comprendiendo, creyendo y amando, por la fuerza de un vivir honesto, el hombre llega a convivir con Dios.

128. El ojo contempla lo que le presentan. Sin embargo, el intelecto penetra lo invisible. El intelecto amante de Dios es la luz del alma. El que posea un intelecto amante de Dios, tiene el corazón iluminado y con su intelecto, ve a Dios.

129. Ningún hombre bueno es vil, pero el que no es bueno es del todo malo y amante del cuerpo. La primera virtud del hombre es el desprecio de la carne. La separación de las cosas efímeras y corruptibles -separación voluntaria, no debida a la indigencia- nos convierte en herederos de los bienes eternos e incorruptibles.

130. El que está dotado de intelecto, se conoce a sí mismo, conoce lo que es, sabe que es un hombre corruptible. El que se conoce a sí mismo, conoce todo, sabe que cada cosa es una criatura de Dios y que ha sido creada para la salvación del hombre. El hombre tiene el poder de comprender y creer rectamente. Un hombre así sabe con certeza que el que desprecia las realidades de esta vida encontrará menos afanes y que, después de la muerte, recibe de Dios delicias y reposo eternos.

131. Así como el cuerpo sin alma está muerto, así también el alma, sin la actividad del intelecto, se encuentra ociosa y no puede recibir a Dios en herencia.
 
Re: La Filocalia de los padres Nípticos

132. Dios escucha sólo al hombre. Sólo al hombre, Dios se muestra. Dios es amante del hombre, donde él está, también está Dios. Sólo el hombre es un digno adorador de Dios. Por el hombre, Dios se transfigura.

133. Dios ha hecho todo el cielo para el hombre y lo ha adornado de estrellas. Para el hombre ha hecho la Tierra. Los hombres la trabajan para sí mismos. Los que no se perciben de tal providencia de Dios, tienen un alma insensata.

134. El bien es invisible como las realidades celestes. El mal es visible como las realidades terrestres. Entre uno y otro, el hombre que tiene intelecto, elige lo que es mejor. Porque sólo para el hombre son inteligibles Dios y sus criaturas.

135. El intelecto está en el alma, así como la naturaleza en el cuerpo. Y el intelecto es la divinización del alma, mientras que la naturaleza es la difusión del cuerpo, La naturaleza está en todo cuerpo, pero no en toda alma se halla el intelecto. Por tanto, no toda alma está salvada (4)

4) Se trata del concepto típicamente estoico de la salvación mediante el intelecto.

136. El alma está en el mundo por cuanto allí fue generada; el intelecto está en el más allá, pues allí fue ingenerado (5).

5) Se señalan como generadas todas las realidades pertenecientes a la esfera terrenal y sensible, y como ingeneradas todas aquellas que, de algún modo, pertenecen a la esfera divina.

El alma que comprende al mundo y quiere ser salvada, observa de continuo una ley inviolable, admitiendo para sí misma que la lucha y las pruebas las va a tener que enfrentar aquí y ahora ¡no siendo posible comprar al juez! ya que ésta puede perecer o salvarse nada más que por un pequeño y vil placer.

137. Dios ha creado la generación y la muerte sobre la Tierra. En el Cielo, providencia y decreto. Pero todo fue hecho para el hombre y su salvación. Dios, quien no necesita de ningún bien, ha creado para el hombre el Cielo y la Tierra y los elementos, deseando darle por medio de éstos, el goce de todos los bienes.

138. Las realidades mortales están sujetas a las inmortales. Pero las inmortales sirven a las mortales, es decir, los elementos al hombre (6), gracias al amor por el hombre y a la bondad innata de Dios creador.

6) Nicodemo anota: “Inmortal es aquel que tiene gran antigüedad y larga duración”

139. El que se empobreció y no puede causar ningún daño, no puede ser tenido en cuenta por sus actos entre los píos hombres. El que puede perjudicar y no se sirve de su poder para el mal, sino que es considerado con los más míseros por piedad hacia Dios, éste será recompensado con bienes aquí y más allá de su muerte.

140. Por amor al hombre del Dios que nos ha creado, son numerosas las vías hacia la salvación que convierten a las almas y las conducen al Cielo. Las almas de los hombres reciben, efectivamente, recompensas por las virtudes y castigos por las transgresiones.