Escriba lo que escriba habrá personas que se van a enfadar, porque están acostumbradas a ser incuestionables, y además suelen tener un más alto concepto de si mismos que el que realmente les corresponde. Pero como no puedo callar ante lo que está sucediendo, pues voy a usar palabras fuertes, puesto que enfado por enfado, intentaré al menos que los desinformados se despierten y se den cuenta de algunas cosas que están pasando a su alrededor, y tal vez así reaccionen. La reacción de maltratar al mensajero ya la doy por descontada, pero no me preocupa lo más mínimo.
Lo que mal empieza, mal suele acabar, pero antes de que eso se produzca, en el transitar medio, las torpezas, los daños y los damnificados suelen multiplicarse, excepto que la Providencia actúe para reconducir las cosas y cambiar en bendición algunas cosas que de otro modo van irremisiblemente al desastre.
Érase un vez un grupito de notables, algunos con cierto e innegable curriculum pero a los que les pasó lo que a Ezequías, quien para acabar su carrera con nota sobresaliente, le sobraron los últimos quince años de su vida, y otros más que se había hecho notables unos a otros en base a más que misteriosos méritos.
Este grupito en lugar de ser conscientes de lo que se venía encima del pueblo evangélico español, porque muchos “eran ya lo suficientemente viajados” como para saber que con la libertad de opinión, expresión, reunión, etc. que llegaba a España, como nunca salvo por un par de cortas y tumultuosas etapas de su historia, habría también un desembarco súbito de todo tipo de sectas, herejías, filosofías, etc. envueltas con la etiqueta de protestante ó evangélico y, que para evitar confusión y daños irreparables, se necesitaba un trabajo y esfuerzo extra para la formación espiritual y doctrinal de un reducido, simple, bienintencionado, pero escasamente preparado pueblo evangélico español, pero prefirieron dedicar su tiempo, esfuerzo y recurso hacia otras expectativas.
Empezaron a reunirse al margen de sus iglesias para disparatar juntos y construirse magníficos castillos de arena y fantásticos cuentos de lechera. A las reuniones de este género, enseguida se les unieron otros que poseían tantas ansias de figurar y sobresalir como escasa convicción doctrinal, talento e incluso convicción espiritual, pero provistos de un amplio bagaje de ideas herodianas y ambición política que bajo la apariencia de virtudes de tipo social, y de “progreso”, traían los típicos tópicos para ignorantes y despistados que ya se mostraran desacreditados y gastados por la teología de la liberación, (ideología de creación marxista que no liberaba a nadie de nada, sino que únicamente cambiaban a los pobres de amo y a la vez descontextualizaba el evangelio), y fueron suficientes para acabar de descarrilar las virtudes de los primeros y de algunos otros despistados que creían que pasaban por allí casualmente, cuando habían sido convocados como cortina de humo para ocultar los intereses bastardos de otros, y convertirlos en tontos útiles de sus planes.
Para la cimentación del castillo de su fantasías de figuración social y política se necesitaba formar una base social y las desperdigadas, despistadas e independientes iglesias evangélicas del país, podían conformarla si se conseguía meterlas a todas ellas bajo una estructura común. Presentarse como la representaban social y política de un cierto número de votantes españoles podría hacer pensar a los lideres políticos, que entonces también eran bastante inexpertos, que sería bueno reconocer a estos “notables” y sentarse con ellos a negociar y discutir de prebendas publicas que, como no, serían manejadas y canalizadas por el grupito.
Para el modelo a desarrollar no hacía falta desplegar una gran imaginación. Simplemente copiar uno que ya estaba diseñado y había demostrado en el tiempo una eficacia fáctica para influir políticamente en todo tipo de circunstancias: La conferencia episcopal romanista. Un organismo centralizado que gobernado y administrado por los “amos” del castillo, impusiese a todos las normas que debían seguir.
Como primer paso había que convencer de la representación y legitimidad a las autoridades y ese objetivo fue fácil y rápidamente conseguido sentándose como interlocutores del gobierno de turno a través de la recién constituida Dirección General de Asuntos Religiosos, por el conocimiento personal que de algunos de ellos tenían.
“A un panal de rica miel, mil moscas acudieron…” Y de la misma forma el número de figurones y aspirantes crecía día en día. Tanto que si no andaban con cuidado podrían peligrar poltronas y tal vez el panal lo acabasen comiendo otros. Pero tampoco había aquí que inventar nada. Los políticos del país los hicieron antes. Como en Madrid no cabemos todos, lo mejor es hacer 17 parlamentos, 17 gobiernos? ¡Las autonomías! Diecisiete ?Consejos evangélicos autonómicos? donde repartir los asientos del segundo plano, proporcionaba la ventaja de que además de dejar de incordiar a los del piso de arriba, pagándoles con un “carguito” se podrían tener un buen número de colaboradores para asentar las estructuras intermedias del tinglado y a la vez impagables colaboradores para integrar incluso a las iglesias locales independiente más reticentes.
La red atrapa-iglesias quedó pues constituida por varios mecanismos para alcanzar un rápido éxito:
Primero, utilizando a los figuroncitos de segundo nivel, que verían potenciados sus papeles desde las iglesias locales a una estructura de mayor ámbito, y por lo tanto serían más conocidos y reconocidos.
Segundo, negociando con las autoridades todo un entramado legal y administrativo que convirtiera a los escasamente expertos lideres y miembros de las iglesias locales en sujetos dependientes en materia legal y administrativa, asumiendo exclusivamente a través de la Federación y para sus miembros, los papeles de asesoría legal, económica, fiscal, etc. que años atrás había desempeñado con tan bien acreditado acierto y altruista trabajo la Comisión de Defensa Evangélica del Sr. Cardona.
Tercero, consiguiendo que el gobierno aceptase las acreditaciones extendidas por la Federación y pusiese todo tipo de impedimentos y trabas a las que no tuviesen esa procedencia (trabajo en prisiones, pastores, profesores de religión, locales de culto, bodas, exenciones de impuestos, etc. etc.)
Si la primera era fácil. La segunda caería como fruta madura, era simple cuestión de tiempo. Cuando cualquier iglesia necesitase algo, ya no se necesitaba ni siquiera insinuar su interés por pertenecer a la Federación, para que entrase. Ahí estaba el modelo de los sindicatos, bastaba con que una empresa entrase en crisis y hubiese despidos para que los trabajadores se afiliasen a los sindicatos para obtener una cobertura legal. Y además como en el caso de este modelo, simplemente por causa de su problema puntual pagaban las cuotas y engrosaban los números de afiliados, sino que tampoco se preocupaban de los problemas de estructura interna del sindicato.
Para la tercera, desde Constantino no hay gobierno de occidente que no este dispuesto a convertir el minifundio religioso cristiano en una estructura que prometa sujete y meta en cintura a los independientes y francotiradores. Saben que tal estructura aumenta su poder, pero para manejarlo a conveniencia ya tienen ellos el presupuesto público, con el que con palo de que te puedo quitar ó la zanahoria de lo que te puedo dar, acaben funcionando con la suficiente flexibilidad hacia sus intereses, mientras les permitan una política de gestos de contrariedad que haga parecer ante sus bases que son muy independientes y reivindicadores, pero que en realidad solo pretende sostener a los jefes del tinglado en sus puestos, porque vale más malo conocido y domesticado, que bueno por conocer y perder el tiempo en domesticarlo.
Cuando el gobierno de turno accedió a los planteamientos de los notables y sus acólitos, les dejó claro que todo dependía de que lograsen sujetar a ?todos? los grupos cristianos no romanistas y meterlos dentro del mismo saco. Tampoco lo hicieron mal. Para cualquiera que conociese la estructura denominacional de las iglesias evangélicas podría parecer una meta difícil conjugar diferencias exegéticas, doctrinales, tradicionales que habían sido causa de división irreconciliable por años. Pero esto que parecía tan difícil no resultó serlo. Las ambiciones personales de los líderes eran más poderosas y arraigadas que las diferencias doctrinales y solo necesitaban un sencillo argumento coartada ante de los fieles: ?Vosotros que acabáis de padecer una persecución en este país por el nacional-catolicismo, simplemente por razones de fe y conciencia. Vosotros que criticáis, y con razón a la Inquisición por perseguidora, ¿cómo vais a convertiros vosotros en Torquemadas condenando a otros por su forma de pensar, discriminándolos y apartándolos sencillamente porque en algunas cosas piensen diferente”.
El argumento era absolutamente torticero, porque los creyentes evangélicos españoles nunca quisieron condenar a otros porque creyesen diferente ó incluso no creyesen en nada, ni que fuesen perseguidos ni condenados a penas ó castigos por motivos de opinión, ni que fuesen restringidos los derechos de hacer proselitismo para cualquier fe ó credo. Tampoco pretendieron nunca que fuesen perseguidos por las autoridades, sino que simplemente se reúnen separadamente y hacían apologética ó denuncia de los que entienden y creen que son errores de otros credos, fés ó doctrinas. Pero la verdad es que el asunto funcionó, porque nadie quería que le llamasen Torquemada, y le asimilasen con la Inquisición llevando en sus manos ascuas y madera para quemar a los disidentes.
Cuando dije que funcionó, quiero decir que los lideres y mandamases de muchas iglesias por deseo, ignorancia ó ambición se dieron por satisfechos, pero con la mala conciencia de que mantener una tragadera doctrinal como la que hacía falta para entrar todos en un saco, sectas incluidas ó católicos ortodoxos, era mejor ocultársela a los miembros de sus iglesias. Que se enteraran poco a poco y lo fueran digiriendo, y al final prevalecerían los hechos consumados. También contaban con que una mayoría incluso no se enteraría nunca, y que aún los enterados y en desacuerdo difícilmente, “por amor” y por “el buen testimonio”, les acusarían publicamente.
Con todo alguna voz se alzó contra aquel desaguisado, porque al principio el club de los notables y figurones aceptaban que valía todo: sectas como Testigos de Jehová, Mormones, Adventistas del Séptimo Día, los de la Oración Fuerte al Espíritu Santo, como para-romanistas como los Ortodoxos griegos, los anglicanos, junto con luteranos, bautistas de cualquier inspiración, Iglesias de Cristo, todas las ramas pentecostales, y mira que las hay, etc. Es decir todo lo que hiciese mención de la palabra cristiano, que no estuviese ya monopolizado por el romanismo. Algunas sectas tuvieron más celo por su doctrina que los de la Federación, y así los Testigos de Jehová y los Mormones, declinaron entrar en la liga, y solo los seguidores del Sr. Mocedo no fueron admitidos. Pasaba el Sr. Mocedo por algunos problemas con la ley en Brasil, y por otra parte manejaba tantos recursos esta secta que podría acabar incluso siendo la dueña de la liga.
Como la opinión de los fieles no le importa a nadie. Esto era una cuestión entre líderes, porque para eso el Espíritu Santo ha puesto a cada uno en un sitio. A unos para gobernar y salir en las fotos y a otros para pagar, oír, ver y callar. Tal vez los cristianos evangélicos españoles no conozcan tanta doctrina como debieran, pero desde luego se les instruyó concienzudamente para pensar que a los líderes se les obedece, y que si lo hacen mal, ya darán cuenta a Dios, pero no tienen por que dar cuenta alguna a los hombres. Con todo, si alguno se pasaba de terco, ya le buscarían un carguito para que con ese caramelo en la boca no le quedase espacio para articular ni una queja más.
En ese punto, el Sr. Cardona presenta públicamente la FEREDE ante los medios de comunicación españoles como la Conferencia Episcopal Protestante. Ver sus declaraciones en el diario el País. Y anuncia su organigrama de estructura vertical con Consejerías es decir, ministerios, ministros para desarrollar los programas y establecer las diferentes políticas que las iglesias asociadas, las que eran y las que acabarían entrando, es decir todas, tendrían que seguir en el futuro.
Para el gobierno de la Federación no tiene importancia alguna la doctrina, porque para eso se dispuso una pragmática declaración de mínimos, que puede ser aceptada por cualquier iglesia, loco ó sectario, David Khores, Jim Jones ó Clemente el del Palmar, incluidos. Así pues, ni la Biblia, ni la doctrina, ni la razón misma siquiera tiene importancia. Se reúnen los mandamases y cada uno vota con la magnitud de votos que le han delegado. Uno dice, por ejemplo, mi voto vale 170 y el tuyo 15. Yo tengo la razón y esto es lo que se aprueba. “No venga usted con doctrina, ni con la Biblia, solo con los Estatutos”.
Como resumen debo decir que si bien el sistema y muchos de los figurones son impresentables, no se puede decir que no sean eficaces y listos. Sus previsiones se han cumplido con notable éxito:
Muchos de los que no quisieron participar en el tinglado al principio acabaron tragando y entrando aunque sea porque legalmente tienen que pasar por el aro al necesitar acreditar pastores, ministerios, casar a personas, transferir ó adquirir inmuebles, abrir locales, etc. Estos son doblemente buenos para los mandamases, porque acaban formando parte de sus sufragantes, y como por razones de conciencia, se mantienen al margen, no queriendo ni siquiera enterarse de las andanzas, metas, objetivos y medios de la FEREDE, tampoco compiten (que de quererlo tampoco tendrían nada que hacer. Todo está atado y bien atado) por integrar ó modificar sus estructuras.
De cara a la inmensa mayoría de los cristianos evangélicos españoles que dicen representar, que son los que pueblan los bancos de las iglesias evangélicas en España de cualquier tipo y denominación, ni existe tal cosa como la FEREDE. Si alguien no me cree, haga una prueba: Encueste en su Iglesia a los miembros en comunión sobre que cosa es la FEREDE.
A los que contesten afirmativo, que estoy seguro de no pasará del 20% y me quedo largo, pásenle una segunda hoja con preguntas tales como: ¿Saben como se llama el secretario general, al que le están pagando el sueldo? ¿Cuanto creen que gana? (Esta pregunta es por simple mala leche. No porque cobre más que un sueldo de medio pelo, pero seguro que a muchos de los ofrendantes les parecerá una buena pasta). ¿Sabe qué hace y a qué dedica su tiempo? ¿Sabe qué grupos religiosos integran la Federación? ¿Sabe quién es el presidente y quién el representante de su denominación en el organismo? ¿Saben cómo es el sistema representativo y de votación? ¿Conoce al menos una propuesta de las que tienen planteadas al gobierno? ¿Saben que van por ahí diciendo que son sus representantes y que hablan en nombre de ustedes? ¿Se consideran ustedes obligados a respaldar sus propuestas y a seguir sus instrucciones sean las que fueren? Por ejemplo, votar a quien ellos le sugieran; respaldar sus comunicados en materia política y social. Los cristianos evangélicos que lean este artículo saben el resultado sin necesidad de tal encuesta, porque aquí somos cuatro gatos, y nos conocemos todos.
También sabemos todos que la FEREDE no exagera cuando habla de 800.000 protestantes en España, solo miente descaradamente. No les da vergüenza afirmar algo como esto, porque para que a uno le de algo, tiene que tenerlo. Mi cálculo es que el número de evangélicos en España, contando Filadelfia, el grupo más numeroso, no llegamos a los 100.000 miembros adultos en comunión. Si me baso en una media de que por local abierto no pasa ni con mucho de 40 los miembros en comunión, (conozco un buen número de ellas que no llegan a quince) y aun si aceptase que existan 2000 en toda España, que tampoco me salen las cuentas, salvo si son clandestinos ó como en el anuncio, se acepta ?pulpo? como animal de compañía. Pues 2000 por 40 serían sin necesidad de una Casio, 80.000. Menos que socios y peñas del Barça, incluso con menos peso social, porque al menos el club catalán tiene su mayor núcleo concentrado en un territorio concreto.
Pero para los cálculos de la presunción y ambición representativa de la FEREDE, no dudan en incluir a incontables turistas ó jubilados alemanes e ingleses que viven en las costas españolas, por más que ni se reúnen en iglesia alguna, ni nadie sepa que son ni que creen. Pero ¿cómo vienen de países llamados protestantes? luego son protestantes. Bien. Y los ecuatorianos que han llegado: Protestantes en su mayoría. ¿Y los rumanos? Los rumanos, protestantes. ¿Y los argentinos? Protestantes. Tanto es así, que los inmigrantes que han llegado a España y no son mahometanos, ó son delincuentes ó son protestantes.
Estas mismas cuentas que acabo de exponer también las conoce el gobierno y por eso no se deja engañar. También las saben los romanistas que tienen fichados por sus párrocos cuanto local de culto disidente hay en el país, así como cuantos y quienes entran y salen de ellos. Por eso no les hacen ni caso cuando para figurar quieren hacerse una foto sobre la moqueta de la Moncloa, para luego ponerla en el despacho del secretario general, y enviar una copia a las iglesias, para destacar su importancia y decir: “…cuando estuve con el Presidente le dije que ya estaba bien de favorecer a la iglesia católica y que nosotros queremos el mismo trato? Y tras eso levantar murmullos de admiración: Que buena es la FEREDE, ¡que necesaria! y que bien representados estamos.
Del último discurso del presidente de la FEREDE, el Sr. Aparisi, en el que pretende inclinar el voto de los protestantes españoles contra el Partido Popular (porque no les han dado categoría y no les recibió el Sr. Aznar, que según él debería hacerlo, aunque un servidor cree que realmente ya les han dado más de la que merecen, a través de la Dirección General de Asuntos Religiosos, que es el órgano delegado), se destaca una elocuencia por parte de este señor, que contrasta con el silencio penoso para explicar las razones por las que permanecen las Asambleas de Hermanos en la FEREDE, y él como su representante, cuando el anterior representante, D. Amable Morales, persona de acreditada solvencia moral y espiritual escribió a las iglesias, que en su mayoría no leyeron la carta a sus miembros, informándoles de que su conciencia no le permitía permanecer por más tiempo dentro de ese organismo por el rumbo que llevaba. Por su sustitución sin que el organismo cambiase nada, solo cabe entender que las tragaderas conciencia del Sr. Aparisi son mucho más amplias que las de su antecesor, que no solo se fue, sino que su iglesia también abandonó el organismo.
Fíjense si son más amplias las tragaderas morales que para este señor, tiene más peso que le reciban a él, que un programa político que socave las bases del matrimonio equiparando las uniones homosexuales con el matrimonio heterosexual, entregando niños en adopción a homosexuales, promover el aborto sin restricciones y otras cuestiones semejantes que ya han sido denunciadas en este foro.
Detengo aquí el artículo porque ya he sobrepasado la extensión que me propuse y porque desgraciadamente esto dará para muchas más calamidades, por lo que tiempo habrá para seguir con el tema.
Pablo Blanco
Ver Anexo:
Declaraciones del Sr. Cardona a El Pais el 7 de Julio de 1993.
Carta del Sr. Amable Morales renunciando a su cargo en la FEREDE. 1, 2
Lo que mal empieza, mal suele acabar, pero antes de que eso se produzca, en el transitar medio, las torpezas, los daños y los damnificados suelen multiplicarse, excepto que la Providencia actúe para reconducir las cosas y cambiar en bendición algunas cosas que de otro modo van irremisiblemente al desastre.
Érase un vez un grupito de notables, algunos con cierto e innegable curriculum pero a los que les pasó lo que a Ezequías, quien para acabar su carrera con nota sobresaliente, le sobraron los últimos quince años de su vida, y otros más que se había hecho notables unos a otros en base a más que misteriosos méritos.
Este grupito en lugar de ser conscientes de lo que se venía encima del pueblo evangélico español, porque muchos “eran ya lo suficientemente viajados” como para saber que con la libertad de opinión, expresión, reunión, etc. que llegaba a España, como nunca salvo por un par de cortas y tumultuosas etapas de su historia, habría también un desembarco súbito de todo tipo de sectas, herejías, filosofías, etc. envueltas con la etiqueta de protestante ó evangélico y, que para evitar confusión y daños irreparables, se necesitaba un trabajo y esfuerzo extra para la formación espiritual y doctrinal de un reducido, simple, bienintencionado, pero escasamente preparado pueblo evangélico español, pero prefirieron dedicar su tiempo, esfuerzo y recurso hacia otras expectativas.
Empezaron a reunirse al margen de sus iglesias para disparatar juntos y construirse magníficos castillos de arena y fantásticos cuentos de lechera. A las reuniones de este género, enseguida se les unieron otros que poseían tantas ansias de figurar y sobresalir como escasa convicción doctrinal, talento e incluso convicción espiritual, pero provistos de un amplio bagaje de ideas herodianas y ambición política que bajo la apariencia de virtudes de tipo social, y de “progreso”, traían los típicos tópicos para ignorantes y despistados que ya se mostraran desacreditados y gastados por la teología de la liberación, (ideología de creación marxista que no liberaba a nadie de nada, sino que únicamente cambiaban a los pobres de amo y a la vez descontextualizaba el evangelio), y fueron suficientes para acabar de descarrilar las virtudes de los primeros y de algunos otros despistados que creían que pasaban por allí casualmente, cuando habían sido convocados como cortina de humo para ocultar los intereses bastardos de otros, y convertirlos en tontos útiles de sus planes.
Para la cimentación del castillo de su fantasías de figuración social y política se necesitaba formar una base social y las desperdigadas, despistadas e independientes iglesias evangélicas del país, podían conformarla si se conseguía meterlas a todas ellas bajo una estructura común. Presentarse como la representaban social y política de un cierto número de votantes españoles podría hacer pensar a los lideres políticos, que entonces también eran bastante inexpertos, que sería bueno reconocer a estos “notables” y sentarse con ellos a negociar y discutir de prebendas publicas que, como no, serían manejadas y canalizadas por el grupito.
Para el modelo a desarrollar no hacía falta desplegar una gran imaginación. Simplemente copiar uno que ya estaba diseñado y había demostrado en el tiempo una eficacia fáctica para influir políticamente en todo tipo de circunstancias: La conferencia episcopal romanista. Un organismo centralizado que gobernado y administrado por los “amos” del castillo, impusiese a todos las normas que debían seguir.
Como primer paso había que convencer de la representación y legitimidad a las autoridades y ese objetivo fue fácil y rápidamente conseguido sentándose como interlocutores del gobierno de turno a través de la recién constituida Dirección General de Asuntos Religiosos, por el conocimiento personal que de algunos de ellos tenían.
“A un panal de rica miel, mil moscas acudieron…” Y de la misma forma el número de figurones y aspirantes crecía día en día. Tanto que si no andaban con cuidado podrían peligrar poltronas y tal vez el panal lo acabasen comiendo otros. Pero tampoco había aquí que inventar nada. Los políticos del país los hicieron antes. Como en Madrid no cabemos todos, lo mejor es hacer 17 parlamentos, 17 gobiernos? ¡Las autonomías! Diecisiete ?Consejos evangélicos autonómicos? donde repartir los asientos del segundo plano, proporcionaba la ventaja de que además de dejar de incordiar a los del piso de arriba, pagándoles con un “carguito” se podrían tener un buen número de colaboradores para asentar las estructuras intermedias del tinglado y a la vez impagables colaboradores para integrar incluso a las iglesias locales independiente más reticentes.
La red atrapa-iglesias quedó pues constituida por varios mecanismos para alcanzar un rápido éxito:
Primero, utilizando a los figuroncitos de segundo nivel, que verían potenciados sus papeles desde las iglesias locales a una estructura de mayor ámbito, y por lo tanto serían más conocidos y reconocidos.
Segundo, negociando con las autoridades todo un entramado legal y administrativo que convirtiera a los escasamente expertos lideres y miembros de las iglesias locales en sujetos dependientes en materia legal y administrativa, asumiendo exclusivamente a través de la Federación y para sus miembros, los papeles de asesoría legal, económica, fiscal, etc. que años atrás había desempeñado con tan bien acreditado acierto y altruista trabajo la Comisión de Defensa Evangélica del Sr. Cardona.
Tercero, consiguiendo que el gobierno aceptase las acreditaciones extendidas por la Federación y pusiese todo tipo de impedimentos y trabas a las que no tuviesen esa procedencia (trabajo en prisiones, pastores, profesores de religión, locales de culto, bodas, exenciones de impuestos, etc. etc.)
Si la primera era fácil. La segunda caería como fruta madura, era simple cuestión de tiempo. Cuando cualquier iglesia necesitase algo, ya no se necesitaba ni siquiera insinuar su interés por pertenecer a la Federación, para que entrase. Ahí estaba el modelo de los sindicatos, bastaba con que una empresa entrase en crisis y hubiese despidos para que los trabajadores se afiliasen a los sindicatos para obtener una cobertura legal. Y además como en el caso de este modelo, simplemente por causa de su problema puntual pagaban las cuotas y engrosaban los números de afiliados, sino que tampoco se preocupaban de los problemas de estructura interna del sindicato.
Para la tercera, desde Constantino no hay gobierno de occidente que no este dispuesto a convertir el minifundio religioso cristiano en una estructura que prometa sujete y meta en cintura a los independientes y francotiradores. Saben que tal estructura aumenta su poder, pero para manejarlo a conveniencia ya tienen ellos el presupuesto público, con el que con palo de que te puedo quitar ó la zanahoria de lo que te puedo dar, acaben funcionando con la suficiente flexibilidad hacia sus intereses, mientras les permitan una política de gestos de contrariedad que haga parecer ante sus bases que son muy independientes y reivindicadores, pero que en realidad solo pretende sostener a los jefes del tinglado en sus puestos, porque vale más malo conocido y domesticado, que bueno por conocer y perder el tiempo en domesticarlo.
Cuando el gobierno de turno accedió a los planteamientos de los notables y sus acólitos, les dejó claro que todo dependía de que lograsen sujetar a ?todos? los grupos cristianos no romanistas y meterlos dentro del mismo saco. Tampoco lo hicieron mal. Para cualquiera que conociese la estructura denominacional de las iglesias evangélicas podría parecer una meta difícil conjugar diferencias exegéticas, doctrinales, tradicionales que habían sido causa de división irreconciliable por años. Pero esto que parecía tan difícil no resultó serlo. Las ambiciones personales de los líderes eran más poderosas y arraigadas que las diferencias doctrinales y solo necesitaban un sencillo argumento coartada ante de los fieles: ?Vosotros que acabáis de padecer una persecución en este país por el nacional-catolicismo, simplemente por razones de fe y conciencia. Vosotros que criticáis, y con razón a la Inquisición por perseguidora, ¿cómo vais a convertiros vosotros en Torquemadas condenando a otros por su forma de pensar, discriminándolos y apartándolos sencillamente porque en algunas cosas piensen diferente”.
El argumento era absolutamente torticero, porque los creyentes evangélicos españoles nunca quisieron condenar a otros porque creyesen diferente ó incluso no creyesen en nada, ni que fuesen perseguidos ni condenados a penas ó castigos por motivos de opinión, ni que fuesen restringidos los derechos de hacer proselitismo para cualquier fe ó credo. Tampoco pretendieron nunca que fuesen perseguidos por las autoridades, sino que simplemente se reúnen separadamente y hacían apologética ó denuncia de los que entienden y creen que son errores de otros credos, fés ó doctrinas. Pero la verdad es que el asunto funcionó, porque nadie quería que le llamasen Torquemada, y le asimilasen con la Inquisición llevando en sus manos ascuas y madera para quemar a los disidentes.
Cuando dije que funcionó, quiero decir que los lideres y mandamases de muchas iglesias por deseo, ignorancia ó ambición se dieron por satisfechos, pero con la mala conciencia de que mantener una tragadera doctrinal como la que hacía falta para entrar todos en un saco, sectas incluidas ó católicos ortodoxos, era mejor ocultársela a los miembros de sus iglesias. Que se enteraran poco a poco y lo fueran digiriendo, y al final prevalecerían los hechos consumados. También contaban con que una mayoría incluso no se enteraría nunca, y que aún los enterados y en desacuerdo difícilmente, “por amor” y por “el buen testimonio”, les acusarían publicamente.
Con todo alguna voz se alzó contra aquel desaguisado, porque al principio el club de los notables y figurones aceptaban que valía todo: sectas como Testigos de Jehová, Mormones, Adventistas del Séptimo Día, los de la Oración Fuerte al Espíritu Santo, como para-romanistas como los Ortodoxos griegos, los anglicanos, junto con luteranos, bautistas de cualquier inspiración, Iglesias de Cristo, todas las ramas pentecostales, y mira que las hay, etc. Es decir todo lo que hiciese mención de la palabra cristiano, que no estuviese ya monopolizado por el romanismo. Algunas sectas tuvieron más celo por su doctrina que los de la Federación, y así los Testigos de Jehová y los Mormones, declinaron entrar en la liga, y solo los seguidores del Sr. Mocedo no fueron admitidos. Pasaba el Sr. Mocedo por algunos problemas con la ley en Brasil, y por otra parte manejaba tantos recursos esta secta que podría acabar incluso siendo la dueña de la liga.
Como la opinión de los fieles no le importa a nadie. Esto era una cuestión entre líderes, porque para eso el Espíritu Santo ha puesto a cada uno en un sitio. A unos para gobernar y salir en las fotos y a otros para pagar, oír, ver y callar. Tal vez los cristianos evangélicos españoles no conozcan tanta doctrina como debieran, pero desde luego se les instruyó concienzudamente para pensar que a los líderes se les obedece, y que si lo hacen mal, ya darán cuenta a Dios, pero no tienen por que dar cuenta alguna a los hombres. Con todo, si alguno se pasaba de terco, ya le buscarían un carguito para que con ese caramelo en la boca no le quedase espacio para articular ni una queja más.
En ese punto, el Sr. Cardona presenta públicamente la FEREDE ante los medios de comunicación españoles como la Conferencia Episcopal Protestante. Ver sus declaraciones en el diario el País. Y anuncia su organigrama de estructura vertical con Consejerías es decir, ministerios, ministros para desarrollar los programas y establecer las diferentes políticas que las iglesias asociadas, las que eran y las que acabarían entrando, es decir todas, tendrían que seguir en el futuro.
Para el gobierno de la Federación no tiene importancia alguna la doctrina, porque para eso se dispuso una pragmática declaración de mínimos, que puede ser aceptada por cualquier iglesia, loco ó sectario, David Khores, Jim Jones ó Clemente el del Palmar, incluidos. Así pues, ni la Biblia, ni la doctrina, ni la razón misma siquiera tiene importancia. Se reúnen los mandamases y cada uno vota con la magnitud de votos que le han delegado. Uno dice, por ejemplo, mi voto vale 170 y el tuyo 15. Yo tengo la razón y esto es lo que se aprueba. “No venga usted con doctrina, ni con la Biblia, solo con los Estatutos”.
Como resumen debo decir que si bien el sistema y muchos de los figurones son impresentables, no se puede decir que no sean eficaces y listos. Sus previsiones se han cumplido con notable éxito:
Muchos de los que no quisieron participar en el tinglado al principio acabaron tragando y entrando aunque sea porque legalmente tienen que pasar por el aro al necesitar acreditar pastores, ministerios, casar a personas, transferir ó adquirir inmuebles, abrir locales, etc. Estos son doblemente buenos para los mandamases, porque acaban formando parte de sus sufragantes, y como por razones de conciencia, se mantienen al margen, no queriendo ni siquiera enterarse de las andanzas, metas, objetivos y medios de la FEREDE, tampoco compiten (que de quererlo tampoco tendrían nada que hacer. Todo está atado y bien atado) por integrar ó modificar sus estructuras.
De cara a la inmensa mayoría de los cristianos evangélicos españoles que dicen representar, que son los que pueblan los bancos de las iglesias evangélicas en España de cualquier tipo y denominación, ni existe tal cosa como la FEREDE. Si alguien no me cree, haga una prueba: Encueste en su Iglesia a los miembros en comunión sobre que cosa es la FEREDE.
A los que contesten afirmativo, que estoy seguro de no pasará del 20% y me quedo largo, pásenle una segunda hoja con preguntas tales como: ¿Saben como se llama el secretario general, al que le están pagando el sueldo? ¿Cuanto creen que gana? (Esta pregunta es por simple mala leche. No porque cobre más que un sueldo de medio pelo, pero seguro que a muchos de los ofrendantes les parecerá una buena pasta). ¿Sabe qué hace y a qué dedica su tiempo? ¿Sabe qué grupos religiosos integran la Federación? ¿Sabe quién es el presidente y quién el representante de su denominación en el organismo? ¿Saben cómo es el sistema representativo y de votación? ¿Conoce al menos una propuesta de las que tienen planteadas al gobierno? ¿Saben que van por ahí diciendo que son sus representantes y que hablan en nombre de ustedes? ¿Se consideran ustedes obligados a respaldar sus propuestas y a seguir sus instrucciones sean las que fueren? Por ejemplo, votar a quien ellos le sugieran; respaldar sus comunicados en materia política y social. Los cristianos evangélicos que lean este artículo saben el resultado sin necesidad de tal encuesta, porque aquí somos cuatro gatos, y nos conocemos todos.
También sabemos todos que la FEREDE no exagera cuando habla de 800.000 protestantes en España, solo miente descaradamente. No les da vergüenza afirmar algo como esto, porque para que a uno le de algo, tiene que tenerlo. Mi cálculo es que el número de evangélicos en España, contando Filadelfia, el grupo más numeroso, no llegamos a los 100.000 miembros adultos en comunión. Si me baso en una media de que por local abierto no pasa ni con mucho de 40 los miembros en comunión, (conozco un buen número de ellas que no llegan a quince) y aun si aceptase que existan 2000 en toda España, que tampoco me salen las cuentas, salvo si son clandestinos ó como en el anuncio, se acepta ?pulpo? como animal de compañía. Pues 2000 por 40 serían sin necesidad de una Casio, 80.000. Menos que socios y peñas del Barça, incluso con menos peso social, porque al menos el club catalán tiene su mayor núcleo concentrado en un territorio concreto.
Pero para los cálculos de la presunción y ambición representativa de la FEREDE, no dudan en incluir a incontables turistas ó jubilados alemanes e ingleses que viven en las costas españolas, por más que ni se reúnen en iglesia alguna, ni nadie sepa que son ni que creen. Pero ¿cómo vienen de países llamados protestantes? luego son protestantes. Bien. Y los ecuatorianos que han llegado: Protestantes en su mayoría. ¿Y los rumanos? Los rumanos, protestantes. ¿Y los argentinos? Protestantes. Tanto es así, que los inmigrantes que han llegado a España y no son mahometanos, ó son delincuentes ó son protestantes.
Estas mismas cuentas que acabo de exponer también las conoce el gobierno y por eso no se deja engañar. También las saben los romanistas que tienen fichados por sus párrocos cuanto local de culto disidente hay en el país, así como cuantos y quienes entran y salen de ellos. Por eso no les hacen ni caso cuando para figurar quieren hacerse una foto sobre la moqueta de la Moncloa, para luego ponerla en el despacho del secretario general, y enviar una copia a las iglesias, para destacar su importancia y decir: “…cuando estuve con el Presidente le dije que ya estaba bien de favorecer a la iglesia católica y que nosotros queremos el mismo trato? Y tras eso levantar murmullos de admiración: Que buena es la FEREDE, ¡que necesaria! y que bien representados estamos.
Del último discurso del presidente de la FEREDE, el Sr. Aparisi, en el que pretende inclinar el voto de los protestantes españoles contra el Partido Popular (porque no les han dado categoría y no les recibió el Sr. Aznar, que según él debería hacerlo, aunque un servidor cree que realmente ya les han dado más de la que merecen, a través de la Dirección General de Asuntos Religiosos, que es el órgano delegado), se destaca una elocuencia por parte de este señor, que contrasta con el silencio penoso para explicar las razones por las que permanecen las Asambleas de Hermanos en la FEREDE, y él como su representante, cuando el anterior representante, D. Amable Morales, persona de acreditada solvencia moral y espiritual escribió a las iglesias, que en su mayoría no leyeron la carta a sus miembros, informándoles de que su conciencia no le permitía permanecer por más tiempo dentro de ese organismo por el rumbo que llevaba. Por su sustitución sin que el organismo cambiase nada, solo cabe entender que las tragaderas conciencia del Sr. Aparisi son mucho más amplias que las de su antecesor, que no solo se fue, sino que su iglesia también abandonó el organismo.
Fíjense si son más amplias las tragaderas morales que para este señor, tiene más peso que le reciban a él, que un programa político que socave las bases del matrimonio equiparando las uniones homosexuales con el matrimonio heterosexual, entregando niños en adopción a homosexuales, promover el aborto sin restricciones y otras cuestiones semejantes que ya han sido denunciadas en este foro.
Detengo aquí el artículo porque ya he sobrepasado la extensión que me propuse y porque desgraciadamente esto dará para muchas más calamidades, por lo que tiempo habrá para seguir con el tema.
Pablo Blanco
Ver Anexo:
Declaraciones del Sr. Cardona a El Pais el 7 de Julio de 1993.
Carta del Sr. Amable Morales renunciando a su cargo en la FEREDE. 1, 2