Estimado Ramón:
Mis observaciones a sus comentarios van precedidas de un asterisco (*).
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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(Ramón)
Jetonius, comento un poco las respuestas a los argumentos a favor de la eucaristía (1. El texto mismo, es decir, las palabras de la institución. 2. Las circunstancias: Cristo no habría de ser ambiguo ni de extraviar a sus discípulos en esta solemne instancia. 3. Las consecuencias prácticas derivadas por Pablo a partir de las palabras de la institución. 4. El fracaso de los argumentos en contra de una interpretación literal)
1. Respecto al texto, el acontecimiento (su entrega por nosotros) es futuro pero cierto y advertido ya. “El fruto de la vid”: realmente están bebiendo el mosto fermentado del fruto de la vid, puestos a ser puntillosos y poner la lupa sobre ciertas palabras. Y como siempre, insertando palabras que no vienen. Dices que la copa representa el Nuevo Pacto, cuando es dicho que la copa ES el Nuevo Pacto. Parece que tenéis interés en interpretar lo que quiso realmente decir Jesús, pero el caso es que la palabra “representa” la insertas tú (no dice “esto representa mi sangre”. Eso es interpretar la lectura a conveniencia).
(*Jetonius) Desde luego que el sacrificio de Cristo era inminente. El punto es que de hecho
aún no se había producido. ¿Qué, pues, se supone que transubstanció Cristo? ¿su carne corruptible o la incorruptible que aún no existía? ¿qué se supone que transubstancien los sacerdotes católicos en todo el orbe? ¿lo mismo que transubstanció Cristo? ¿Puede ofrecerse en sacrificio y comerse la carne incorruptible? Y de ser afirmativa la respuesta, podría tal carne incorruptible ser atacada por los jugos digestivos? (tema que preocupa también a nuestro hermano Ezequiel ).
En cuanto a la “inserción” de palabras, es obvio hasta el aburrimiento que si se está explicando un texto, es necesaria una interpretación. De lo contrario la docencia cristiana debería limitarse a transcribir textos bíblicos,
y en sus idiomas originales, porque toda traducción supone una interpretación.
Paso por alto lo de “como siempre”, acusación velada y gratuita, para concentrarme en el punto específico. La objeción que plantea ilustra muy bien la inconsistencia romanista para todo aquel que tenga oídos para oír.
En efecto, según el relato evangélico de Lucas, Jesús dijo precisamente “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros es derramada.”
Si, como usted sugiere, uno ignora el resto de la enseñanza de la Escritura acerca del Nuevo Pacto (comenzando ya por el Antiguo Testamento, en Jeremías 31:31-34) y se aferra con un crudo literalismo a las palabras precisas, habrá que concluir que el Nuevo Pacto establecido con la sangre derramada de Cristo consiste nada más y nada menos que en
¡¡¡una copa!!!.
Todo lo que la Biblia enseña sobre el Nuevo Pacto, especialmente en la epìstola a los Hebreos, debe ceder paso ante el hallazgo de que la Nueva Alianza
es ... un simple utensilio empleado para beber.
Y siguiendo el razonamiento suyo hasta el final, no debe ser cualquier copa, sino precisamente
aquella que Jesús tomó y bendijo en la Última Cena. Ahora bien, como a pesar de los grandes esfuerzos realizados por hallar esta precisa copa o Santo Grial han fracasado, la conclusión inescapable sería
que el Nuevo Pacto, que era esa copa y no otra, se ha perdido irremisiblemente.
Ahora bien, si como sensatamente corresponde, uno rechazase semejantes desvaríos, entonces se vería obligado a reconocer que la declaración “Esta copa es el Nuevo Pacto”
no significa, ni puede significar, que el maravilloso Nuevo Pacto anunciado por los profetas y establecido por Jesucristo sea una simple copa.
El dilema para el romanista está en que si concediese esto, y conforme a la interpretación que ofrecí, admitiese que la copa (más precisamente su contenido)
representaba o simbolizaba la Nueva Alianza, es difícil ver cómo podría aún sostener que cuando Cristo dijo “esto es mi cuerpo” y repartió el pan, y “esto es mi sangre” al darles la copa,
no estaba hablando de manera igualmente figurada.
Todavía no he oído una solución razonable a este problema ... ¿la tendrá usted?
(Ramón)
2. El solo hecho de que los discípulos comiesen el pan y bebiesen el vino sin protesta ni objeción muestra cómo los discípulos recordarían aliviados el discurso en la sinagoga de Cafarnaum donde Cristo les mandaba que comiesen y bebiesen su cuerpo y su sangre. Si la copa que les ofreciera Jesús tuviese el líquido rojo conocido por todos con su hemoglobina y sus leucocitos, los discípulos estarían ante la tesitura de hacer una cosa prohibidísima y romper por ello con su religión (de la cual Jesús formaba parte ya que no vino a abolirla) o rechazar a Jesús como ya hicieron muchos discípulos tras el discurso del pan de vida en Cafarnaum. Ahora ya entendían aquel sermón. Comen el cuerpo de Jesús y sabe a pan. Beben la sangre de Cristo y sabe a vino.
(*Jetonius) Como ya he expuesto lo que considero la recta interpretación de Juan 6:28-65, no voy a transcribirla nuevamente; vaya y lea.
Todos, absolutamente todos los milagros que se narran en las Escrituras, consistieron en acciones cuyas consecuencias eran inequívocamente perceptibles a los sentidos. Cuando Jesús transformó el agua en vino, el líquido supo a vino y del mejor. Cuando sanó a la suegra de Pedro, ella se levantó a servirle; y cuando al ciego de nacimiento, el hombre de veras pudo ver. Cuando apaciguó el mar, de veras se hizo calma. Cuando resucitó a la hija de Jairo y a Lázaro, ellos volvieron perceptiblemente a la vida.
Sin embargo, en el caso de la transubstanciación, se invoca un milagro que es doble: Primero, que por pronunciar unos latinazgos con la intención de hacer lo que la Iglesia enseña, cualquier sacerdote católico puede transformar pan ázimo y vino nada menos que en Jesús completo (cuerpo, sangre, alma y divinidad, Trento
dixit). Segundo, que este prodigio insuperable ocurre sin ningún cambio sensible (sobre la base de la prestidigitación aristotélica entre substancia y accidente). Esta clase de milagro es por completo ajeno a la letra y el Espíritu de las Escrituras.
Por lo demás, dudo que los discípulos supiesen mucho acerca de hemoglobina y leucitos, pero por cierto que conocían la Ley. Si de veras hubiesen creído que a pesar de saber a pan era carne, y a pesar de saber a vino era sangre, se hubiesen horrorizado. Además, por supuesto, esto hubiese transformado a Jesús nada menos que en un
instigador para que los discípulos violasen la Ley de Dios. Cuanto más vueltas se le da al asunto, más descabellada parece la transubstanciación romanista.
3. No tendría tanta importancia el pan y el vino si no fueran algo más. Las amenazas de San Pablo son demasiado grandes si sólo se comiera pan o sólo se bebiera vino. Y además, si sólo es espiritual la presencia de Jesús, ¿qué pintan el pan y el vino?. No está presente Jesús cuando al menos dos se reúnen en su nombre (haya pan y vino, o sea en una cafetería o en un parque o en cualquier sitio).
(*Jetonius) Que las advertencias de Pablo indican que se trata de mucho más que del aspecto material de la Eucaristía, lo concedo de buen grado. Dios debe ser tomado seriamente, y lo que Cristo mandó que hiciésemos en su memoria jamás puede ser objeto de desprecio, desconsideración o hipocresía (como se hizo evidente en el caso de Ananías y Safira narrado en Hechos 5).
Ahora bien, usted considera que lo dicho por Pablo se debe a que el pan y el vino consagrados devienen objetos de adoración (ya que según Roma reciben culto de
latría, es decir el debido sólo a Dios). En cambio, los cristianos evangélicos creemos que Pablo hace estas advertencias no porque hubiese jamás oído de ninguna transubstanciación, sino porque pretender participar de la Eucaristía con un espíritu contencioso, egoísta y abusador es una acción que con toda razón ofende a Dios.
4. Jesús no dijo “Yo soy la puerta de las ovejas. Atravesadme”; “Yo soy el camino. Pisadme”; “Yo soy la vid verdadera. Cosechadme”; “Yo soy el Alfa y el Omega” (en este caso no es una imagen, es ciertamente el alfa y el omega, o sea, el principio y el fin. Salvo que lo quieras tomar como que Jesús son dos letras griegas, podría haber añadido “Leedme, imprimidme, escribid el quijote con ellas” (aunque poco Quijote se podría hacer sólo con dos letras griegas).
(*Jetonius) En todas estas comparaciones, las acciones esperadas de los oyentes están implícitas. ¿O supone usted que el Señor proporcionó a sus oyentes todas estas imágenes y muchas otras solamente para desafiar la imaginación de ellos?
Además, en la mayoría de los casos, el punto de comparación está claro: Jesús dice que es el Alfa y la Omega, pero también que el es primero y el último. Dice que es el camino, y añade que nadie va al Padre sino por Él. Dice que es la vid y no manda que se le coseche, pero sí dice que sus discípulos son los pámpanos y el Padre el labrador. Yo sugeriría que si insiste en defender la transubstanciación busque algún otro argumento.
(Ramón)
Pero sí dijo “Yo soy el pan bajado del cielo” y les exhorta a que le coman, cosa normal que se hace con el pan, que es un alimento. Interpretado literalmente como los judíos, pues pueden deducir que está loco ya que ven que no es pan y no es alimento. Los apóstoles lo comprendieron todo la noche en que sucedió la última cena. Los paganos entendieron a medias. Si no hubiera tanto énfasis en comer la carne y la sangre de Cristo por parte de los cristianos, nunca hubieran visto antropofagia en eso por parte de los paganos. Solo que no se informaron bien, nunca asistieron a esa comida del cuerpo y la sangre de Jesús. Y claro, de oídas se puede pensar mal (y los paganos pensaban mal de los cristianos). Si sólo hubiese sido un símbolo, no les hubieran acusado de antropofagia (el pan y el vino es un símbolo muy extendido por todas las culturas).
(*Jetonius)
Sobre esto, vuelvo a remitirle a mi tratamiento de Juan 6:28-65.
(Ramón)
Te transcribo ahora tres mensajitos interesantes copiados y pegados. Como puede resultar un poco largo lo dividiré en tres partes:
La Eucaristía en el relato de la Ultima Cena
(*Jetonius)
No he tenido tiempo de analizar los otros dos, pero en este me llama la atención la incongruencia del autor entre el excesivo interés en algunos detalles que podrían considerarse irrelevantes o secundarios, y su negligencia próxima a la frivolidad en otros asuntos, como por ejemplo la historicidad de los relatos. En otras palabras, cuela mosquitos y traga camellos. Si los relatos no son históricamente precisos, no hay razón para pensar que los propios discursos de Jesús lo sean. Esto, por supuesto, tornaría ocioso y hasta ridículo toda la discusión en torno del verdadero significado de la Eucaristía.
Si quiere leer una explicación de cómo deben entenderse propiamente los relatos de la Pasión, de modo que sin recurrir a la secta de Qumran ni a calendarios sectarios, ni a enmiendas, ni suponer contradicciones, se puede entender la esencial concordancia de Juan y los Sinópticos, vea mi artículo en la primera página de
http://www.forocristiano.com/Forum12/HTML/001563.html
De nuevo, bendiciones en Cristo
Jetonius
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¡Sola Gracia,
Sola Fe,
Solo Cristo
Sola Biblia,
Sólo a Dios la gloria!