SOBRE EL DIA DEL SEÑOR
La obra del que impide en el capítulo dos de 2 Tesalonicenses.
Los cristianos tesalonicenses estaban preocupados, temiendo que el traslado ya había sucedido y que ellos estaban en el día del
Señor.
Las persecuciones que estaban sufriendo, a las cuales se refiere el primer capítulo, les habían dado base para esta errónea consideración.
Pablo escribe para mostrarles que tal cosa era
imposible.
Primero, les muestra en el versículo 2Ts_2:3 que el día del Señor no podía cumplirse hasta tanto no hubiese una separación. Si esta separación era un apartamiento de la fe o una salida de los santos de la tierra, como ya lo había mencionado en el versículo 1, es una discusión
que está fuera de lugar aquí.
Segundo, él revela que había de manifestarse el hombre de pecado, o
el inicuo, descrito más ampliamente en Apocalipsis 13.
El argumento de Pablo, en el versículo 7, es que aunque el misterio de iniquidad era operante en sus días, esto es, el sistema ilícito que había de culminar en la persona del inicuo se estaba manifestando, sin embargo, este inicuo no podía
manifestarse hasta tanto el que lo detenía no fuese quitado de en medio.
En otras palabras.
Alguien está impidiendo que el propósito de Satanás llegue a su culminación y seguirá llevando a cabo este ministerio hasta que sea removido (versículos 2Ts_2:7-8 ).
Las explicaciones en cuanto a quién es el que impide, tales como el gobierno humano, las leyes, la iglesia visible, no satisfacen, por cuanto todos éstos continuarán, en cierta medida, después de la manifestación de este hombre inicuo.
Aun cuando este es esencialmente un problema exegético, parecería que el Único que podría llevar a cabo tal ministerio de impedimento sería el Espíritu Santo.
La indicación aquí es que mientras el Espíritu
Santo resida en la Iglesia, que es su templo, esta obra de impedimento continuará, y el hombre de pecado no podrá manifestarse.
Sólo cuando la Iglesia, el templo, sea quitada, este ministerio de
impedimento cesará y la iniquidad producirá al inicuo.
Debe notarse que el Espíritu Santo no cesa
en su ministerio con la remoción de la Iglesia, ni deja de ser omnipresente, con la remoción de ella; pero el ministerio de impedimento sí cesará.
Mayor coherencia espiritual no puede ser hallada, puesto que el Día del Señor está asociado a los moradores de la tierra.
Los ciudadanos celestiales, que surgirian siglos después de ser profetizado el Día del Señor (Deu_4:30-31; Is.2:19; 24:1;3,6,19-21; 26:20-21; Dn.9:27; 12:1-2; ) nada tienen que ver con lo que sucederá en la tierra.
El Dia del Señor no se profetizó para ellos, la naturaleza de este período no puede ser asociado a la santidad y pureza de la Iglesia, por cuanto se pisotea el fruto de su sacrificio expiatorio y se tiene por inmunda su sangre, aquí están las citas bíblicas:
Según estas Escrituras es inevitable que la naturaleza o carácter de este período sea de ira
(Sof_1:15, Sof_1:18; 1Ts_1:10; 1Ts_5:9; Apo_6:16-17; Apo_11:18; Apo_14:10, Apo_14:19;
Apo_15:1, Apo_15:7; Apo_16:1, Apo_16:19); de juicio (Apo_14:7; Apo_15:4; Apo_16:5,
Apo_16:7; Apo_19:2); de indignación (Isa_26:20-21; Isa_34:1-3); de prueba (Apo_3:10); de
angustia (Jer_30:7; Sof_1:14-15; Dan_12:1); de destrucción (Joe_1:15; 1Ts_5:3); de tinieblas
(Joe_2:2; Amó_5:18; Sof_1:14-18); de desolación (Dan_9:27; Sof_1:14-15); de trastorno
(Isa_24:1-4, Isa_24:19-21); de castigo (Isa_24:20-21). No se puede encontrar ningún pasaje
para aliviar en modo alguno la severidad de este período que vendrá sobre la tierra.
La mirada de la profecía no pudo ver la Esposa de Cristo, cuando a Israel se le dio carta de repudio, por ramera e idólatra:
Isaías 50:
1 Así dijo Jehová: ¿Qué es de la carta de repudio de vuestra madre, con la cual yo la repudié? ¿O quiénes son mis acreedores, a quienes yo os he vendido? He aquí que por vuestras maldades sois vendidos, y por vuestras rebeliones fue repudiada vuestra madre.
Jeremías 3:
8 Ella vio que por haber fornicado la rebelde Israel, yo la había despedido y dado carta de repudio; pero no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó.
La ramera Israel rechazó y mató a su Esposo, al resucitar, es libre de casarse con un pueblo sacado de entre todas las naciones, que ha sido purificado y santificado con su propia sangre:
2 Corintios 11:
2 Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo.
Pues ojalá estos foristas indoctos, cuyo oficio para encubrir su ignorancia, es lanzar maldiciones, al fruto de la aflicción del alma de Cristo, mientras al mismo tiempo lo blasfeman, introduciendo a su pueblo, ciudadanos celestiales, en un escenario de justa retribución para la descendencia de los que le traspasaron...
APRENDAN, PORQUE ESTÁN SIENDO HECHOS RESPONSABLES DELANTE DE AQUEL A QUIEN TENEMOS QUE DAR CUENTA.