La Amenaza Gay
César Vidal
La celebración hace poco del Día del orgullo gay me sorprendió releyendo una antigua novela relacionada con el tema. Se trataba de La máscara de carne de Maxence van Der Meersh.
Van Der Meersh mezclaba en sus libros - el más famoso es Cuerpos y almas - un interés por el tratamiento social de los temas con una sensibilidad profunda que arrancaba de una visión cristiana. En La máscara de carne abordaba el tema de la homosexualidad de una manera especialmente delicada dejando claro que se trataba de una conducta contraria a la Naturaleza pero intentando mirar con compasión a los que incurrían en ella. Quedaba claro que el pecado era pecado y, al mismo tiempo, que debía tenderse una mano compasiva al pecador.
No cabe duda de que, siquiera en relación con este tema, ha llovido mucho desde entonces. El movimiento gay o "gay power" ha recorrido en apenas unos años el arco de perversión moral al que hace referencia Pablo en Romanos 1, 28-32 y que va de dejar de lado los mandatos de Dios a incurrir en el pecado voluntariamente, disculparlo y, finalmente, atacar claramente a los que lo censuran. A diferencia de lo que sucede con otros pecados o faltas, el movimiento gay se ha convertido en canal de todo un programa político que no sólo pretende evitar la discriminación de los homosexuales sino atacar frontalmente conceptos esenciales para la supervivencia de una civilización.
La manera en que sueña con alterar la visión de la familia - una tarea en la que se ha visto muy ayudado por el movimiento feminista - con introducir el matrimonio homosexual o con legalizar la adopción de niños por homosexuales rebasa con mucho un programa anti-discriminación para convertirse en una visión alternativa de la sociedad.
Por eso no resulta extraño que en la manifestación del Día del orgullo gay figuraran desde los dirigentes sindicales que instan a la huelga general al secretario general del partido comunista pasando por importantes representantes del PSOE. Ser homosexual ha dejado de ser una cuestión privada para transformarse en una posición de vanguardia contra conceptos bíblicos relacionados con el sexo, el matrimonio o la educación infantil.
No sólo eso. Enfrentarse a ese avance implica ya un valor notable en los medios de comunicación o en los círculos políticos. Para ser sinceros hay que reconocer que el trabajo llevado a cabo por el "gay power" ha sido tenaz y persistente, constante y carente de escrúpulos puesto que ha incluido desde el chantaje a la presión política.
Decía Burke que el triunfo de la maldad debe mucho al silencio de los buenos. Por una vez y sin que sirva de precedente - no es cuestión de asustar a los timoratos - no estaría de más que se escuchara de manera valiente y clara nuestra opinión que, a fín de cuentas, es la contenida en la Biblia.
César Vidal Manzanares
es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, I+CP, 2002, Madrid, España (www.ICP-e.org)
César Vidal
La celebración hace poco del Día del orgullo gay me sorprendió releyendo una antigua novela relacionada con el tema. Se trataba de La máscara de carne de Maxence van Der Meersh.
Van Der Meersh mezclaba en sus libros - el más famoso es Cuerpos y almas - un interés por el tratamiento social de los temas con una sensibilidad profunda que arrancaba de una visión cristiana. En La máscara de carne abordaba el tema de la homosexualidad de una manera especialmente delicada dejando claro que se trataba de una conducta contraria a la Naturaleza pero intentando mirar con compasión a los que incurrían en ella. Quedaba claro que el pecado era pecado y, al mismo tiempo, que debía tenderse una mano compasiva al pecador.
No cabe duda de que, siquiera en relación con este tema, ha llovido mucho desde entonces. El movimiento gay o "gay power" ha recorrido en apenas unos años el arco de perversión moral al que hace referencia Pablo en Romanos 1, 28-32 y que va de dejar de lado los mandatos de Dios a incurrir en el pecado voluntariamente, disculparlo y, finalmente, atacar claramente a los que lo censuran. A diferencia de lo que sucede con otros pecados o faltas, el movimiento gay se ha convertido en canal de todo un programa político que no sólo pretende evitar la discriminación de los homosexuales sino atacar frontalmente conceptos esenciales para la supervivencia de una civilización.
La manera en que sueña con alterar la visión de la familia - una tarea en la que se ha visto muy ayudado por el movimiento feminista - con introducir el matrimonio homosexual o con legalizar la adopción de niños por homosexuales rebasa con mucho un programa anti-discriminación para convertirse en una visión alternativa de la sociedad.
Por eso no resulta extraño que en la manifestación del Día del orgullo gay figuraran desde los dirigentes sindicales que instan a la huelga general al secretario general del partido comunista pasando por importantes representantes del PSOE. Ser homosexual ha dejado de ser una cuestión privada para transformarse en una posición de vanguardia contra conceptos bíblicos relacionados con el sexo, el matrimonio o la educación infantil.
No sólo eso. Enfrentarse a ese avance implica ya un valor notable en los medios de comunicación o en los círculos políticos. Para ser sinceros hay que reconocer que el trabajo llevado a cabo por el "gay power" ha sido tenaz y persistente, constante y carente de escrúpulos puesto que ha incluido desde el chantaje a la presión política.
Decía Burke que el triunfo de la maldad debe mucho al silencio de los buenos. Por una vez y sin que sirva de precedente - no es cuestión de asustar a los timoratos - no estaría de más que se escuchara de manera valiente y clara nuestra opinión que, a fín de cuentas, es la contenida en la Biblia.
César Vidal Manzanares
es un conocido escritor, historiador y teólogo.
© C. Vidal, I+CP, 2002, Madrid, España (www.ICP-e.org)