La falsa enseñanza es que todo el mundo en el Antiguo Testamento tenía la obligación de dar a Dios al nivel del diez por ciento. ¡Los pobres no tenían obligación alguna de diezmar! Ni tampoco se diezmaba de los resultados de la mano de obra del trabajador, artesano, o por habilidad alguna. Solamente los agricultores y ganaderos recogían el diezmo de lo que Dios producía en aumento. Jesús era un carpintero; Pablo era un fabricante de tiendas y Pedro era un pescador. Ninguna de estas labores los calificaba para diezmar porque no cosechaban de la tierra ni cuidaban del ganado para subsistir. Por lo tanto es incorrecto enseñar que todos pagaban al menos el diezmo de rigor y por lo tanto que en el Nuevo Pacto los cristianos tienen la obligación de al menos comenzar con el mínimo de lo que daban los israelitas en el Pacto Antiguo. Esta falsa premisa se repite muy a menudo y desconoce por completo la definición tan sencilla del diezmo como alimento recogido de los productos del aumento de la siembra o del aumento del ganado. También es un error enseñar que los pobres de Israel tenían la obligación de pagar el diezmo. De hecho, ¡ellos mismos recibían el diezmo! Una gran parte del diezmo de la segunda fiesta y ¡todo el diezmo especial del tercer año era para los pobres! Había muchas leyes que protegían a los pobres de abuso y de sacrificios costosos que no podían costear (véase también Lev. 14:21; 25:6, 25-28, 35, 36; 27:8; Deu. 12:1-19; 14:23, 28, 29; 15:7, 8, 11; 24:12, 14, 15, 19, 20; 26:11-13; Mal. 3:5; Mat. 12:1, 2; Marcos 2:23, 24; Lucas 2:22-24; 6:1, 2; 2 Cor. 8:12-14; 1 Tim. 5:8; Santiago 1:27). |
Solo se diezmaba de lo que Dios mismo producía. No de lo que la mano o habilidad del hombre producía.
Eso está mucho más de acuerdo con la gracia que lo que tradicionalmente se enseña.