Re: ¿JESUS DIJO QUE ERA DIOS?
Hola Pako
Ayer leí hasta aquí, veo que seguiste posteando.
Buenas intervenciones Pako, algunos dirán que como son extensas no dan respuesta, pero lo explicado es bastante claro y refleja lo que se ve en este epígrafe.
Más de 60 años después de la ascensión de Jesús, Revelación cita estas palabras de Jesús ya ensalzado a los cielos:
“Al que venza... lo haré columna en el templo de mi Dios sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo desde mi Dios, y ese nombre nuevo mío”. (Revelación 3:12.)
Esa diferencia entre Dios y el Cordero Jesucristo se establece hasta llegar al mismísimo último capítulo de la Biblia, donde no se describe el gran trono celestial de la magnífica Nueva Jerusalén como el trono de una Trinidad imaginaria, sino como “el trono de Dios y del Cordero” (Revelación 22:1, 3).
Esas declaraciones no son difíciles de entender, a menos que a usted se le haya enseñado a tratar de hacer que digan algo que no dicen.
Los enemigos de Jesús, mientras procuraban una razón para darle muerte, no preguntaron si él afirmaba que era Dios, sino si era “el Cristo el Hijo de Dios”.
Él contestó: “Tú mismo lo dijiste. Sin embargo, les digo a ustedes: De aquí en adelante verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder y viniendo sobre las nubes del cielo” (Mateo 26:63, 64).
Anteriormente Jesús había citado y aplicado a sí mismo las siguientes palabras de David: “La expresión de Jehová a mi Señor es: ’Siéntate a mi diestra hasta que coloque a tus enemigos como banquillo para tus pies’”.
Jesús no dijo que él fuera Jehová, o parte de una Trinidad antibíblica, sino que estaría a la diestra de Jehová, en espera del cumplimiento del tiempo y los propósitos de Dios. (Salmo 110:1; Mateo 22:42-44.)
Esteban, la primera persona que murió por su fe en Cristo, recibió una visión de Jesús resucitado y ya en el cielo. ¿Vio él que Jesús fuera Dios, o parte de una Trinidad? No.
Tal como Jesús y David habían predicho, vio a Jesús “a la diestra de Dios”. La Biblia al Día dice que Esteban vio a “Jesucristo a la derecha de Dios”. (Hechos 7:55, 56.)
Un cuadro más amplio de este asunto se halla en la magnífica visión que tuvo Daniel acerca del Anciano de Días. Daniel escribió: “Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea! con las nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquél.
Y a él fueron dados gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación indefinidamente duradera que no pasará, y su reino uno que no será reducido a ruinas” (Daniel 7:13, 14).
Jesús no era el Anciano de Días, Jehová Dios, sino que era el Hijo del hombre. Y note que a éste se le presentó cerca, delante de su Padre celestial, para recibir “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él”. (Mt 25:31.)
El libro bíblico de Revelación muestra claramente que la grande muchedumbre de todas las naciones e idiomas que llega a estar bajo la gobernación de Cristo se compondría de personas que conocen la diferencia que hay entre Dios y el Cordero Jesucristo, pues su grito de alabanza es:
“La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero”. Además, los 144.000 que están de pie con el Cordero Jesucristo en el monte Sión celestial tienen “escrito en sus frentes el nombre de él y el nombre de su Padre”. (Revelación 7:9, 10; 14:1.)
Los judíos conocían el nombre de Dios. Sabían de quién estaba hablando Jesús cuando dijo: “Es mi Padre quien me glorifica, el que ustedes dicen que es su Dios” (Juan 8:54).
¿Quién era aquel Dios? Fuera que ellos todavía pronunciaran o no el nombre de Él, lo veían en las copias que tenían de las Escrituras, y el nombre estaba en los rollos que ellos guardaban en sus sinagogas, y escrito en caracteres hebreos en la Septuaginta, traducción griega de la Biblia que ellos leían y utilizaban.
Jehová no es otro nombre para Jesús. Cuando Jesús llamó a “Dios su propio Padre” y se refirió a sí mismo como “el Hijo de Dios”, sus oyentes judíos entenderían que él estaba diciendo que era el Hijo de aquél cuyo nombre estaba escrito con las cuatro letras hebreas YHWH.
No estaba diciendo que él fuera Jehová, sino que era el Hijo de Jehová. (Juan 5:18; 11:4.)
La gran profecía de Jeremías sobre el nuevo pacto muestra que no solo judíos, sino cristianos, también, serían un pueblo para el nombre de Jehová.
Si los traductores de la Biblia que usted tiene utilizaron apropiadamente el nombre de Dios donde éste aparece en el hebreo original, usted puede leer:
“‘¡Mira! Vienen días,’ es la expresión de Jehová, ‘y yo ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto [...] Porque éste es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días,’ es la expresión de Jehová.
‘Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo. Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano, diciendo:
“¡Conozcan a Jehová!” porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos,’ es la expresión de Jehová”. (Jeremías 31:31-34.)
Pablo, apóstol cristiano, dedica cuatro capítulos del libro de Hebreos (capítulos 7-10) a la consideración de ese nuevo pacto, que Dios estableció con el Israel espiritual.
Pablo no da a entender que Cristo haya sido el hacedor de ese pacto (que fue validado mediante su sangre), sino que dice que Cristo fue el “mediador” de éste.
El hacedor del pacto fue Jehová Dios. Del mediador del pacto, Pablo escribió: “Cristo entró en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor nuestro”. (Hebreos 8:6; 9:15, 24.)
Según Jeremías, ¿quién sería el Dios de los cristianos en el nuevo pacto? ¡Jehová! Fue Jehová quien dijo: “Yo ciertamente celebraré [...] Ciertamente pondré [...] Ciertamente llegaré a ser su Dios”.
Y esa profecía dice lo siguiente acerca de los cristianos en el nuevo pacto: “’Todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos,’ es la expresión de Jehová”.
¡Así que todos los que realmente están en el nuevo pacto cristiano —así como otros cristianos fieles que se asocian con ellos— serían personas que conocerían y servirían a Jehová!
Hace más de 400 años, Juan Calvino escribió: “Estas palabras: ‘Conoce a Jehová’, señalan los primeros elementos de la fe”. (Commentaries on the Book of the Prophet Jeremiah and the Lamentations, de Juan Calvino, traducido al inglés por John Owen, página 136.)
En los días de Jesús, sus oyentes conocían al Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Sus antepasados habían adorado a Jehová, y entre ellos estaba el templo de Jehová.
Lo que necesitaban comprender era la importancia de honrar y seguir a Jesús. Por eso Jesús dijo que todos deberían ‘honrar al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió’. (Juan 5:23.)
Hoy la situación es al contrario. Los miembros de las iglesias de la cristiandad hablan muchísimo acerca del Hijo, pero pasan por alto “al Padre que lo envió”.
Dios fue quien ensalzó a Jesús “a un puesto superior y bondadosamente le dio el nombre que está por encima de todo otro nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo y de los que están sobre la tierra y de los que están debajo de la tierra, y reconozca abiertamente toda lengua que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre”. (Filipenses 2:9-11.)
No podemos, como muchas personas han hecho, pasar por alto ese hecho... que el confesar a Jesús debe ser “para la gloria de Dios el Padre”.
Muchos de los líderes religiosos de la actualidad, y, por consiguiente, sus rebaños, casi han olvidado al Padre. Sin embargo, en oración a su Padre celestial, Jesús dijo:
“Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero”. Pero eso no basta. También tenemos que aprender acerca de aquel a quien Dios envió, y seguirlo. Por eso, Jesús siguió diciendo: “Y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.)
Para la gloria de mí amorosamente misericordioso Dios, Jehová, por intermedio de su amadisimo Hijo Jesús El Cristo.
Hola Pako
Ayer leí hasta aquí, veo que seguiste posteando.
Buenas intervenciones Pako, algunos dirán que como son extensas no dan respuesta, pero lo explicado es bastante claro y refleja lo que se ve en este epígrafe.