Conozco de un agua, de las muchas aguas, que escogió para sí ponerse un "nombre" equivocado (j.h.v.) para su desviada organización.
La defensa de ese falso nombre, creado por hombres y bestia, los ubicaría como el primer fuego, que la propia bestia comenzará aplicar a la falsa ramera de las naciones:
Ap 17:16: "Y los diez cuernos que viste, y la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y devorarán sus carnes, y a ella la quemarán con fuego,"
Moisés, a quien se empleó para registrar este mandato en la Biblia, no interpretó el mandato como una prohibición en contra de usar el nombre de Dios, pues escribió dicho nombre centenares de veces en el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia.
En vez de no usar el nombre, Moisés dijo: “Escucha, oh Israel: Jehová nuestro Dios es un solo Jehová. Y tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu fuerza vital”. Dt 6:4, 5.
La Biblia no muestra que ese nombre haya permanecido oculto o que no se haya pronunciado.
Más bien, muestra que por muchos siglos fue común usarlo.
En la Biblia, al citar las palabras de Eva, se muestra que ella lo usó Gn 4:1.
Moisés dice que el justo Abrahán lo usó, que Abrahán “invocó el nombre de Jehová el Dios indefinidamente duradero”, pero en muchas traducciones modernas de la Biblia no se encuentra este hecho. Gn. 21:33.
Abrahán usó el nombre de Jehová al hablar con el rey de Sodoma.
Sara lo usó al conversar con Abrahán.
El siervo de Abrahán lo usó con regularidad. Jacob, su esposa Raquel y el padre de ésta, Labán, usaron el nombre de Dios. Gn. 14:22; 16:2; 24:35, 42, 44; 28:16; 30:24, 27, 30.
Moisés y Aarón lo usaron al hablar con el Faraón incrédulo, y Faraón lo usó al contestarles.
Él dijo: “¿Quién es Jehová, para que yo obedezca su voz y envíe a Israel?”. Éx. 5:1-3; 3:15.
Siglos después, a las personas aún no les parecía que el nombre de Jehová no debiera pronunciarse.
Lo usaron al hablar con Samuel, y él lo usó al responder 1Sam. 12:19, 20.
El justo rey David cantó acerca del nombre públicamente, diciendo: “Declararé tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. ¡Ustedes los que temen a Jehová, alábenlo!”. Sal. 22:22, 23.
Al gran profeta Isaías no le pareció que se debía pasar por alto dicho nombre.
Lo usó más de 400 veces en el libro bíblico que lleva su nombre.
Isaías no dijo a sus lectores judíos que no usaran el nombre de Dios.
Más bien, dijo: “¡Den gracias a Jehová! Invoquen su nombre.
Den a conocer entre los pueblos sus tratos.
Hagan mención de que su nombre está puesto en alto. Celebren a Jehová con melodía, porque ha obrado de manera sobresaliente.
Esto se da a conocer en toda la tierra”. Isa. 12:4, 5.
¿Hay algo en todo esto que nos dé a entender que este poderoso nombre se debía ocultar?, ¿que no se debía usar?, ¿que debía ser reemplazado con alguna otra palabra?
Los traductores que omiten de Su propio libro el nombre de Jehová obviamente no aprecian este nombre al mismo grado que lo apreciaban personas piadosas como Abrahán, Sara, Jacob, Moisés, Aarón, Samuel, David e Isaías.
Los profetas posteriores no ocultaron ese nombre tampoco, ni consideraron que fuera demasiado sagrado para usarlo, ni opinaron que los primeros escritores de la Biblia habían estado equivocados y que este nombre debía ser reemplazado por alguna otra palabra.
Los mensajes de ellos estaban llenos de expresiones como las siguientes: “Oigan la palabra de Jehová.”
“Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel.”
“Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová”. Jer. 2:4; 19:15; Ez. 21:28.
Además, el uso de ese nombre no se limitaba a asuntos religiosos.
No solo lo usaban los maestros, sino que la gente común también usaba el nombre de Dios en sus conversaciones corrientes.
La Biblia dice que Booz decía a sus segadores: “Jehová esté con ustedes”. Y ellos solían responder: “Jehová te bendiga”. Rut 2:4.
Los arqueólogos han hallado pruebas que confirman las declaraciones bíblicas de que la gente usaba ese nombre.
En la década de los treinta descubrieron las Cartas de Laquis, fragmentos de cerámica que, según se cree, datan de la conquista babilónica del siglo VII a. de la E.C.
En éstas se usan repetidas veces expresiones como: “¡Que YHWH [Yahweh, o Jehová] haga que mi señor oiga este mismísimo día noticias de bien!”.
Hasta personas no israelitas conocían y usaban el nombre de Dios.
Los gabaonitas dijeron a Josué: “Han venido tus siervos respecto del nombre de Jehová tu Dios, porque hemos oído de su fama y de todo lo que hizo en Egipto” Jos. 9:9.
En el siglo X antes de la Era común, Mesa, rey de Moab y enemigo de Israel, hizo que se escribiera el nombre sobre la Estela Moabita, que se volvió a descubrir en 1868 y que ahora se exhibe en el museo del Louvre, de París.
Esos hechos no deberían sorprendernos. En vez de dar a entender que se trataba de un nombre privado y secreto que no debía usarse, Moisés había dicho al pueblo:
“Y todos los pueblos de la tierra tendrán que ver que el nombre de Jehová ha sido llamado sobre ti” (Dt. 28:10.
¿Cómo hubiera sido posible realizar esto, si ni siquiera los adoradores hubieran usado Su nombre?
En vez de ser un nombre que no debía pronunciarse, era uno que se honraba, amaba y respetaba.
Se usaba al dar nombres a los lugares y hasta a las personas.
Abrahán llamó el lugar adonde él fue a sacrificar a Isaac “Jehová-yiré” Gn.22:14.
Además, hay nombres bíblicos bien conocidos, cuyo significado tiene que ver con Jehová, o Jah, forma poética abreviada del nombre Jehová: Ezequías, Isaías, Josías, Nehemías, Abdías, Zacarías y Sofonías.
Las personas hasta usan el nombre de Dios al dar nombres a sus hijos hoy.
De hecho, ¡el maravilloso nombre de Dios tal vez esté incluido en tu propio nombre!
¿Conoces a alguien que se llame Joel?
Ese nombre significa “Jehová es Dios”.
¿Qué hay del nombre Jonatán? Éste significa “Jehová ha dado”.
Josué significa “Jehová es salvación”.
Y cualquiera que tenga el nombre común de Juan tiene un nombre que significa “Jehová ha sido bondadoso”.
Así, a pesar de que algunas personas crean que el nombre de Dios es demasiado sagrado para que se pronuncie, y que otras personas crean que ese nombre se debería pasar por alto, no hay manera de omitirlo en la Biblia.
Está incorporado en todos esos nombres bíblicos, que se usaron durante los muchos siglos en los que las personas no solo conocían el nombre sagrado de Dios, JEHOVÁ, sino que también lo usaban al orar, al adorar y al conversar.
Pero ¿qué hay de las Escrituras Cristianas, a las que frecuentemente se llama el Nuevo Testamento?
El nombre de Jehová está incorporado en el nombre de Jesús y de Juan, y en la palabra “Aleluya”.