Estimados foristas:
Es doloroso seguir apreciando como la iglesia de Cristo ha tomado como una costumbre llamar al Padre con el blasfemo nombre de "Jehová." La realidad es que ese no es un nombre sagrado, y menos aún, el nombre del Eterno.
¿De dónde viene ese nombre? El mismo fue una creación de los católicos. En el 1270 AD un monje dominico publicó un libro titulado "Pugio Fides", o traducido "la daga de la fe." El nombre sagrado revelado a Moisés fue traducido como "Jehová" por este monje. Este libro es un tratado totalmente anti-semita, en el que este monje se dedico a insultar y ofender a los judíos por no aceptar a Jesús como el mesías. El nombre tuvo un éxito inmediato. Los católicos empezaron a usarlo en varias de sus publicaciones, y una vez aparece la iglesia protestante, fue adpotado por muchos creyentes. Esto es así hasta el día de hoy.
El aceptar ese nombre blasfemo es ignorar una realidad básica de la cultura hebrea. Para nosotros los judíos todos los nombres tienen significado. TODOS. Jehová no es una palabra judía, y tampoco significa nada. Igualmente Yahwe, que es otro nombre blasfemo, creado por los acedémicos alemanes y americanos en el siglo XIX. Tampoco significa nada.
Una prueba bíblica sólida a favor de este argumento está en los evangelios. En el evangelio de Marcos, cuando le preguntaron al Señor cuál era el mandamiento más grande, el citó Deuteronomio 6. El contestó “Oye Israel, el Señor tu Dios; el Señor Uno Es,…” Si usted busca este versículo en la versión Reina Valera, se traduce el mismo versículo como “Oye Israel, JEHOVA nuestro Dios, JEHOVA uno es.”
Esa fue una oportunidad excelente para que Jesús se refiriera a su padre con el nombre de “Jehová”, pero no lo hizo. Lo llamó “Señor.” Hagamos como hizo nuestro Maestro y Salvador. Llamemos a nuestro Padre del cielo como “Señor”, o “Adonai”, o “Hashem.” No JEHOVA. Eso no significa nada. Detengamos la blasfemia. Aprendamos a acercarnos al Señor con respeto.
Es doloroso seguir apreciando como la iglesia de Cristo ha tomado como una costumbre llamar al Padre con el blasfemo nombre de "Jehová." La realidad es que ese no es un nombre sagrado, y menos aún, el nombre del Eterno.
¿De dónde viene ese nombre? El mismo fue una creación de los católicos. En el 1270 AD un monje dominico publicó un libro titulado "Pugio Fides", o traducido "la daga de la fe." El nombre sagrado revelado a Moisés fue traducido como "Jehová" por este monje. Este libro es un tratado totalmente anti-semita, en el que este monje se dedico a insultar y ofender a los judíos por no aceptar a Jesús como el mesías. El nombre tuvo un éxito inmediato. Los católicos empezaron a usarlo en varias de sus publicaciones, y una vez aparece la iglesia protestante, fue adpotado por muchos creyentes. Esto es así hasta el día de hoy.
El aceptar ese nombre blasfemo es ignorar una realidad básica de la cultura hebrea. Para nosotros los judíos todos los nombres tienen significado. TODOS. Jehová no es una palabra judía, y tampoco significa nada. Igualmente Yahwe, que es otro nombre blasfemo, creado por los acedémicos alemanes y americanos en el siglo XIX. Tampoco significa nada.
Una prueba bíblica sólida a favor de este argumento está en los evangelios. En el evangelio de Marcos, cuando le preguntaron al Señor cuál era el mandamiento más grande, el citó Deuteronomio 6. El contestó “Oye Israel, el Señor tu Dios; el Señor Uno Es,…” Si usted busca este versículo en la versión Reina Valera, se traduce el mismo versículo como “Oye Israel, JEHOVA nuestro Dios, JEHOVA uno es.”
Esa fue una oportunidad excelente para que Jesús se refiriera a su padre con el nombre de “Jehová”, pero no lo hizo. Lo llamó “Señor.” Hagamos como hizo nuestro Maestro y Salvador. Llamemos a nuestro Padre del cielo como “Señor”, o “Adonai”, o “Hashem.” No JEHOVA. Eso no significa nada. Detengamos la blasfemia. Aprendamos a acercarnos al Señor con respeto.