Hoy en El Mundo
La ministra holandesa de Sanidad apoya la 'píldora del suicidio' para los ancianos
Defiende una regulación para limitar su uso a los que estén «cansados de vivir»
AMSTERDAM.- Holanda se convertía esta semana en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia y podría ser pionero también en autorizar la denominada píldora del suicidio. La medida es vista con buenos ojos por la ministra de Sanidad, Els Bort, que ya ha anunciado que ella no se opondría a su administración para aquellas personas muy ancianas, cansadas de vivir.
«No estoy en contra de la medida, siempre y cuando se regule con el cuidado suficiente para que sólo afecte a los ancianos que ya han vivido suficiente», declaró Borst en una entrevista publicada ayer en el diario NRC Handelsblad.
Su postura abre un nuevo debate en Holanda, que ya ha generado el rechazo de muchos países del planeta al aprobar la legislación de la eutanasia para reconocer una práctica tolerada desde hace dos décadas en este país.
Esta nueva ley permite ejecutar la muerte por compasión bajo estrictas reglas y restricciones a los médicos, que deben cerciorarse de que el paciente sufre dolores insoportables y de que su enfermedad es incurable y terminal. No basta además con la simple petición del enfermo, la decisión queda en manos del doctor, que además está vigilado y controlado por una comisión. Algunos países han comparado esta posibilidad con las políticas de la Alemania nazi, que exterminaba sistemáticamente a adultos y niños con discapacidades.
Sin embargo, Borst insistió en que permitir la utilización de la píldora del suicidio a los muy ancianos y cansados de vivir se diferencia de la eutanasia. La clave está en que el diagnóstico para la prescripción de la pastilla de la muerte voluntaria no tendría nada que ver con una dolencia orgánica, sino psíquica.
«El estar cansado de vivir no tiene nada que ver con la ley de eutanasia, con medicina o doctores. Uno podría estar liberando a una persona de su sufrimiento, pero es un sufrimiento que no tiene vínculos con una enfermedad o una incapacitación», precisó la ministra de Sanidad.
No obstante, Borst se apresuró a aclarar que no es éste un asunto del ministerio de Sanidad, «pero bien podría ser que un ministro de Justicia diga, 'quiero permitirle a la gente que acabe con todo'».
Y en ese caso, a ella no le cabe duda alguna sobre la postura que adoptaría: favorecería esa situación siempre y cuando cada persona pudiera administrarse la píldora por sí misma y se sometiera previamente a un examen que verificara que cumple con los criterios correctos.
«No temen la muerte»
Pero, ¿cómo cerciorarse de si alguien está realmente cansado de vivir? ¿Quién lo decide? ¿Cuáles son esos criterios correctos? La ministra no despeja en la entrevista las dudas sobre el significado de sus palabras y todas las preguntas que generan, pero para explicarse sí pone un ejemplo basado en su experiencia personal con personas de 95 años que ha conocido.
«Estaban extremadamente cansados y aburridos de vivir, pero no temían la muerte, porque realmente eso era lo que querían hacer por encima de todo. Una de ellos ni siquiera tenía familia con la que hablar. Si hubiera dicho 'tengo una píldora y voy a tomarla' hubiera estado de acuerdo con ella», señaló.
La polémica que desatan esta declaraciones obedece a que no sólo la eutanasia está prohibida en el resto del mundo, sino también la inducción al suicidio.
El único precedente comparable a la propuesta de la ministra holandesa se recoge en una ley de Oregón (EEUU), donde se permite que un paciente ingiera un medicamento letal prescrito por un médico. De esta forma han muerto 43 personas en este estado.
La ministra holandesa de Sanidad apoya la 'píldora del suicidio' para los ancianos
Defiende una regulación para limitar su uso a los que estén «cansados de vivir»
AMSTERDAM.- Holanda se convertía esta semana en el primer país del mundo en legalizar la eutanasia y podría ser pionero también en autorizar la denominada píldora del suicidio. La medida es vista con buenos ojos por la ministra de Sanidad, Els Bort, que ya ha anunciado que ella no se opondría a su administración para aquellas personas muy ancianas, cansadas de vivir.
«No estoy en contra de la medida, siempre y cuando se regule con el cuidado suficiente para que sólo afecte a los ancianos que ya han vivido suficiente», declaró Borst en una entrevista publicada ayer en el diario NRC Handelsblad.
Su postura abre un nuevo debate en Holanda, que ya ha generado el rechazo de muchos países del planeta al aprobar la legislación de la eutanasia para reconocer una práctica tolerada desde hace dos décadas en este país.
Esta nueva ley permite ejecutar la muerte por compasión bajo estrictas reglas y restricciones a los médicos, que deben cerciorarse de que el paciente sufre dolores insoportables y de que su enfermedad es incurable y terminal. No basta además con la simple petición del enfermo, la decisión queda en manos del doctor, que además está vigilado y controlado por una comisión. Algunos países han comparado esta posibilidad con las políticas de la Alemania nazi, que exterminaba sistemáticamente a adultos y niños con discapacidades.
Sin embargo, Borst insistió en que permitir la utilización de la píldora del suicidio a los muy ancianos y cansados de vivir se diferencia de la eutanasia. La clave está en que el diagnóstico para la prescripción de la pastilla de la muerte voluntaria no tendría nada que ver con una dolencia orgánica, sino psíquica.
«El estar cansado de vivir no tiene nada que ver con la ley de eutanasia, con medicina o doctores. Uno podría estar liberando a una persona de su sufrimiento, pero es un sufrimiento que no tiene vínculos con una enfermedad o una incapacitación», precisó la ministra de Sanidad.
No obstante, Borst se apresuró a aclarar que no es éste un asunto del ministerio de Sanidad, «pero bien podría ser que un ministro de Justicia diga, 'quiero permitirle a la gente que acabe con todo'».
Y en ese caso, a ella no le cabe duda alguna sobre la postura que adoptaría: favorecería esa situación siempre y cuando cada persona pudiera administrarse la píldora por sí misma y se sometiera previamente a un examen que verificara que cumple con los criterios correctos.
«No temen la muerte»
Pero, ¿cómo cerciorarse de si alguien está realmente cansado de vivir? ¿Quién lo decide? ¿Cuáles son esos criterios correctos? La ministra no despeja en la entrevista las dudas sobre el significado de sus palabras y todas las preguntas que generan, pero para explicarse sí pone un ejemplo basado en su experiencia personal con personas de 95 años que ha conocido.
«Estaban extremadamente cansados y aburridos de vivir, pero no temían la muerte, porque realmente eso era lo que querían hacer por encima de todo. Una de ellos ni siquiera tenía familia con la que hablar. Si hubiera dicho 'tengo una píldora y voy a tomarla' hubiera estado de acuerdo con ella», señaló.
La polémica que desatan esta declaraciones obedece a que no sólo la eutanasia está prohibida en el resto del mundo, sino también la inducción al suicidio.
El único precedente comparable a la propuesta de la ministra holandesa se recoge en una ley de Oregón (EEUU), donde se permite que un paciente ingiera un medicamento letal prescrito por un médico. De esta forma han muerto 43 personas en este estado.