Estimados hermanos en Cristo,
Durante mi vida como miembro de iglesias cristiano-evangélicas he sido testigo de numerosas “deserciones”. A lo largo de muchos años he conocido hermanos sumamente entregados que incluso participaban activamente en la comunidad y que después se evaporaron.
Entiendo que en algunos casos podría tratarse de personas que simpatizaron por un tiempo con nosotros pero no entendieron o no quisieron entregarse de veras a Cristo. Sin embargo también conozco verdaderos creyentes que por problemas concretos se alejaron de las comunidades siendo verdaderos nacidos de nuevo. A muchos de ellos les resulta ya imposible soportar la rutina eclesial, que se da en muchas comunidades, de culto predefinido que mata cualquier atisbo de sincera comunión (confieso que yo tampoco soy capaz ya de resignarme).
En nuestras comunidades nos esforzamos por realizar campañas de evangelización con el fin de ganar más almas para Cristo. En cambio mientras unos entran por la puerta grande otros marchan por la de atrás sin que a nadie parezca importarle o simplemente son recordados como “bichos raros”.
He visto verdadera pasividad en muchos pastores ante este hecho. Muchos de ellos alegan: “no entendieron nada”… Sin embargo cuando se escarba acaban apareciendo situaciones de conflicto en las que los mismos pastores estaban implicados. Así que… se fueron o los echaron… o quizás entendieron que la comunidad a la que pertenecían nada tenía que ver con la Iglesia de Jesucristo.
Es para mi un motivo de verdadera preocupación que verdaderos hermanos vaguen por ahí sin el calor de los suyos.
¿Qué ocurre con estos hermanos? ¿Son ovejas descarriadas como las que describe Jesús en Mateo 18:12? ¿Son las comunidades gobernadas por pastores autoritarios e “infalibles” las descarriadas?
Espero vuestras aportaciones.
Que Dios nos ilumine para conocer su voluntad más allá de la nuestra.
Paz a todos.
Durante mi vida como miembro de iglesias cristiano-evangélicas he sido testigo de numerosas “deserciones”. A lo largo de muchos años he conocido hermanos sumamente entregados que incluso participaban activamente en la comunidad y que después se evaporaron.
Entiendo que en algunos casos podría tratarse de personas que simpatizaron por un tiempo con nosotros pero no entendieron o no quisieron entregarse de veras a Cristo. Sin embargo también conozco verdaderos creyentes que por problemas concretos se alejaron de las comunidades siendo verdaderos nacidos de nuevo. A muchos de ellos les resulta ya imposible soportar la rutina eclesial, que se da en muchas comunidades, de culto predefinido que mata cualquier atisbo de sincera comunión (confieso que yo tampoco soy capaz ya de resignarme).
En nuestras comunidades nos esforzamos por realizar campañas de evangelización con el fin de ganar más almas para Cristo. En cambio mientras unos entran por la puerta grande otros marchan por la de atrás sin que a nadie parezca importarle o simplemente son recordados como “bichos raros”.
He visto verdadera pasividad en muchos pastores ante este hecho. Muchos de ellos alegan: “no entendieron nada”… Sin embargo cuando se escarba acaban apareciendo situaciones de conflicto en las que los mismos pastores estaban implicados. Así que… se fueron o los echaron… o quizás entendieron que la comunidad a la que pertenecían nada tenía que ver con la Iglesia de Jesucristo.
Es para mi un motivo de verdadera preocupación que verdaderos hermanos vaguen por ahí sin el calor de los suyos.
¿Qué ocurre con estos hermanos? ¿Son ovejas descarriadas como las que describe Jesús en Mateo 18:12? ¿Son las comunidades gobernadas por pastores autoritarios e “infalibles” las descarriadas?
Espero vuestras aportaciones.
Que Dios nos ilumine para conocer su voluntad más allá de la nuestra.
Paz a todos.