1 de Timoteo 2:5 dice claramente que,
“…hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”
Pero los fieles católicos romanos en ves de dar su opinión respecto a estas palabras de Pablo a Timoteo dan respuestas más o menos como la siguiente,
“Malcom, ¿cual es el problema?. ¿Vos nunca has pedido por alguien más?. ¿Si un amigo está enfermo, no hacés oración por él?. ¿No estás intercediendo?. ¿No estás pidiéndole a Dios por otro?.”
Este tipo de respuestas no aclaran 1 de Timoteo 2:5 el cual dice que no hay muchos intercesores sino Uno solo.
Para aclarar el punto de vista reformado el siguiente escrito de Charles Hodge en su “teología sistemática” tomo II (ED. Clie) Págs. 225-226 dice lo siguiente, (si se desea ahondar en este significado de la intercesión de Cristo leer desde la Págs. 223)
“…hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”
Pero los fieles católicos romanos en ves de dar su opinión respecto a estas palabras de Pablo a Timoteo dan respuestas más o menos como la siguiente,
“Malcom, ¿cual es el problema?. ¿Vos nunca has pedido por alguien más?. ¿Si un amigo está enfermo, no hacés oración por él?. ¿No estás intercediendo?. ¿No estás pidiéndole a Dios por otro?.”
Este tipo de respuestas no aclaran 1 de Timoteo 2:5 el cual dice que no hay muchos intercesores sino Uno solo.
Para aclarar el punto de vista reformado el siguiente escrito de Charles Hodge en su “teología sistemática” tomo II (ED. Clie) Págs. 225-226 dice lo siguiente, (si se desea ahondar en este significado de la intercesión de Cristo leer desde la Págs. 223)
Hay sólo un Mediador entre Dios y los hombres, y sólo un Sumo Sacerdote por medio de quien nos allegamos a Dios. Y como la intercesión es una función sacerdotal, de ello sigue que Cristo es nuestro único intercesor. Pero hay un sentido en el que todos los creyentes son reyes y sacerdotes para Dios, que es consecuente con el que Cristo sea nuestro único rey y sacerdote; así que hay un sentido en el que un creyente puede interceder por otro, que no es inconsistente con que Cristo sea nuestro único intercesor. Por intercesión en el caso de los creyentes sólo se significa que un hijo de Dios puede orar por otro, o por todos los hombres. Interceder, en este sentido, es meramente orar por alguien. Pero en el caso de Cristo expresa un acto oficial, que nadie puede llevar a cabo que no posea Su oficio. Así como bajo la antigua economía un israelita podía orar por sus hermanos, pero sólo el Sumo sacerdote podía entrar dentro del velo e interponerse oficialmente a favor del pueblo, así ahora, aunque nosotros podemos orar unos por otros, Cristo sólo puede aparecer como sacerdote delante de Dios en nuestro favor y alegar Sus méritos como la base sobre las que debieran ser contestadas Sus oraciones por Su pueblo.
Los Protestantes objetan a la intercesión de los santos tal como se enseña y practica en la Iglesia de Roma.
1) Por cuanto supone una clase de seres que no existen; esto es, de espíritus difuntos canonizados. Son sólo los que, con los ángeles, han sido oficialmente declarados por la Iglesia [de Roma], en base de sus meritos, intercesores. Esto, sin embargo es una suposición carente de autoridad por parte de esta Iglesia. No tiene prerrogativa alguna que la capacite para decidir tal cosa, y apuntar a los que quiera entre los espíritus glorificados, A menudo los que así han honrado han sido verdaderos enemigos de Dios, y perseguidores de Su pueblo.
2) Conduce a la idolatría práctica. La idolatría es la adscripción de atributos divinos a una criatura. En la mente popular, los santos, y especialmente la Virgen María, son considerados como omnipresentes; capaces de oír, en todo tiempo y lugar, las oraciones que les son dirigidas, y suplir las necesidades de sus devotos.
3) Constituye un menosprecio de Cristo. Por cuanto Él es el único y suficiente mediador entre Dios y el hombre, y por cuanto está siempre dispuesto a oír y dar respuesta a las oraciones de su pueblo, supone alguna deficiencia en Él, si necesitamos otros mediadores para que se acerquen a Dios en nuestro favor.
4) Además, es contraria a las Escrituras, por cuanto se supone que los santos prevalecen ante Dios en base de sus meritos personales. Y ningún ser humano no tiene tal mérito delante de Dios. Nadie tiene ningún merito que presentar por su propia salvación, y mucho menos por la salvación de otros.
5) Esta práctica es supersticiosa y degradante. La superstición es fe sin evidencia. La práctica de la invocación de los santos está fundamentada en una creencia que carece de apoyo en las Escrituras. Es invocar a ayudadores imaginarios. Degrada a los hombres al apartarlos de Dios y hacerlos volver a las criaturas, conduciéndolos a poner su confianza en un brazo de carne, en lugar de en el poder de Cristo. Por ello, aparta los corazones y la confianza de la gente de Él, dirigiéndolos a aquellos que ni pueden oír ni salvar.