Gays: lo legal y lo moral
Jose Mª Martínez es una de las grandes figuras de la España contemporánea protestante, con el añadido de una enorme discreción y modestia (a las que le violentará verse destacado). Por eso, sinceramente nos ha emocionado que nos escriba diciendo: “Con suma complacencia he leído el Editorial de PROTESTANTE DIGITAL de ayer (por la semana pasada) sobre "Lo legal y lo moral". Sinceramente felicito al editorialista, con cuyo trabajo me identifico, por haber tratado un tema de tanta actualidad con ponderación y claridad. Es hora de que los evangélicos alcemos nuestra voz -o nuestra pluma- para dejar constancia de que muchos miles de españoles no estamos de acuerdo con la corriente política empeñada en apoyar el refrendo legal de situaciones inaceptables para millones de personas. Sobre todo, causa irritación oír de algunos gobernantes y líderes políticos que lo que ahora se legisla es respuesta a un clamor de la sociedad. Si al menos dijeran:"de una parte de la sociedad"... Todavía hay millones de españoles que, por sus principios morales, e incluso de ética natural, nos consideramos ajenos a esa "parte" de la sociedad española. Un saludo cordial”. Firmado, José M. Martínez (Presidente honorario de la Alianza Evangélica Española, teólogo y escritor, que sigue en activo en la web de PensamientoCristiano.com). Sinceramente, que Jose María Martínez coincida con este Editorial -así como la actualidad del tema- nos anima y obliga a mantenerlo una semana más.
Sin duda ha sido el tema estrella de esta semana en España la legalización de las parejas homosexuales, así como la posible adopción de niños por las mismas. Prácticas ambas que ahora serán legales, pero no moralmente aceptables para la inmensa mayoría del cristianismo, tanto protestante/evangélico como católico u ortodoxo.
Y la gran cuestión es la diferencia o distancia que separa y une a lo legal y lo moral. ¿Debe el cristiano aceptar la ley que se opone a lo moral? ¿Debe el Estado legislar con criterios morales?
En cuanto a la primera pregunta, es evidente que ante una mayoría que apuesta decididamente por una legislación contraria a la moral cristiana es más que difícil frenarla. Por otra parte, defienden quienes legislan que sólo regulan lo que ya existe, de la misma forma que se podría legalizar la prostitución: legalizar es regular lo ya existente, evitando el vacío legal y la indefensión jurídica ante las situaciones que ya viven los ciudadanos.
Estas razones no quitan tres verdades . La primera. Que la práctica homosexual es claramente contraria a la ética cristiana , algo que evidentemente afecta sólo a quienes se consideren cristianos. La segunda, que aunque exista legislación, el derecho y deber de los cristianos es anunciar, publicar, su postura de aviso acerca de que con esta y otras legislaciones vamos hacia una sociedad cada vez más apartada de Dios , lo que a la larga traerá sus consecuencias negativas (no ha prosperado ninguna sociedad en la que la homosexualidad haya sido consentida o apoyada, por el contrario, la práctica homosexual ha florecido coincidiendo con su declive). El hablar o callar en estos casos es de una enorme trascendencia y responsabilidad. No se trata de imponer nada a nadie, sino de anunciar lo que creemos que es correcto o incorrecto.
La tercera verdad es de autocrítica . Los creyentes (de todas las religiones, nos atreveríamos a decir) sólo nos alarmamos de las cuestiones éticas referentes a la sexualidad. Un miembro de una iglesia puede estafar, practicar la violencia doméstica, abusar de sus empleados, destruir la naturaleza, o mentir (pongamos por caso); pero si no hay pecado sexual por medio, lo más fácil es que se mire discretamente hacia otro lado y la vida siga adelante como si nada hubiera pasado (y a veces aunque haya pecado sexual por medio: véase los casos de sacerdotes católicos pederastas). Este hecho, sin duda, quita fuerza e influencia a la hora de hablar de principios éticos.
Entrando en la segunda pregunta, es evidente que el Estado español está incumpliendo su teórico deber de legislar sin entrar en el campo de las cuestiones morales , que atañen a los individuos y las instituciones sociales. El Gobierno actual (además de legislar) opina que la práctica homosexual es una opción adecuada o positiva (defendiendo ya incluir la bondad de la homosexualidad en la futura enseñanza escolar).
No tenemos intereses en esta publicación a favor o en contra de ningún partido político, salvo lo que nos marca nuestra conciencia ante Dios. Desde esta libertad y responsabilidad, en su día denunciamos al PP por su evidente vinculación confesional con la ICR (Iglesia católica-romana) y en contra de la libertad religiosa.
Ahora señalamos al Gobierno del PSOE, y quienes le apoyan por acción u omisión, como un pseudoprogresismo que camina hacia la conversión de la religión (de cualquier religión) en un hecho anecdótico e íntimo; porque la moral, a golpe de leyes, la marcan e imponen ellos.
Y esto sin entrar en la cuestión de la adopción, en la que no sólo se deben considerar los derechos de las personas que forman la pareja homosexual (parejas, dicho sea de paso, de una enorme “infidelidad” de promedio, como evidenció el Sida); sino que es una situación que afecta fundamentalmente a los derechos del niño. Es una cuestión que debería mover a la máxima cautela, y no a la precipitación injustificada del actual Gobierno. No en vano la postura internacional, incluso entre aquellos países que avalan la legalización de la pareja homosexual, es mantener a la adopción en entredicho sin llevarla a la práctica.
(c) ProtestanteDigital.com, 2004 (España)
Jose Mª Martínez es una de las grandes figuras de la España contemporánea protestante, con el añadido de una enorme discreción y modestia (a las que le violentará verse destacado). Por eso, sinceramente nos ha emocionado que nos escriba diciendo: “Con suma complacencia he leído el Editorial de PROTESTANTE DIGITAL de ayer (por la semana pasada) sobre "Lo legal y lo moral". Sinceramente felicito al editorialista, con cuyo trabajo me identifico, por haber tratado un tema de tanta actualidad con ponderación y claridad. Es hora de que los evangélicos alcemos nuestra voz -o nuestra pluma- para dejar constancia de que muchos miles de españoles no estamos de acuerdo con la corriente política empeñada en apoyar el refrendo legal de situaciones inaceptables para millones de personas. Sobre todo, causa irritación oír de algunos gobernantes y líderes políticos que lo que ahora se legisla es respuesta a un clamor de la sociedad. Si al menos dijeran:"de una parte de la sociedad"... Todavía hay millones de españoles que, por sus principios morales, e incluso de ética natural, nos consideramos ajenos a esa "parte" de la sociedad española. Un saludo cordial”. Firmado, José M. Martínez (Presidente honorario de la Alianza Evangélica Española, teólogo y escritor, que sigue en activo en la web de PensamientoCristiano.com). Sinceramente, que Jose María Martínez coincida con este Editorial -así como la actualidad del tema- nos anima y obliga a mantenerlo una semana más.
Sin duda ha sido el tema estrella de esta semana en España la legalización de las parejas homosexuales, así como la posible adopción de niños por las mismas. Prácticas ambas que ahora serán legales, pero no moralmente aceptables para la inmensa mayoría del cristianismo, tanto protestante/evangélico como católico u ortodoxo.
Y la gran cuestión es la diferencia o distancia que separa y une a lo legal y lo moral. ¿Debe el cristiano aceptar la ley que se opone a lo moral? ¿Debe el Estado legislar con criterios morales?
En cuanto a la primera pregunta, es evidente que ante una mayoría que apuesta decididamente por una legislación contraria a la moral cristiana es más que difícil frenarla. Por otra parte, defienden quienes legislan que sólo regulan lo que ya existe, de la misma forma que se podría legalizar la prostitución: legalizar es regular lo ya existente, evitando el vacío legal y la indefensión jurídica ante las situaciones que ya viven los ciudadanos.
Estas razones no quitan tres verdades . La primera. Que la práctica homosexual es claramente contraria a la ética cristiana , algo que evidentemente afecta sólo a quienes se consideren cristianos. La segunda, que aunque exista legislación, el derecho y deber de los cristianos es anunciar, publicar, su postura de aviso acerca de que con esta y otras legislaciones vamos hacia una sociedad cada vez más apartada de Dios , lo que a la larga traerá sus consecuencias negativas (no ha prosperado ninguna sociedad en la que la homosexualidad haya sido consentida o apoyada, por el contrario, la práctica homosexual ha florecido coincidiendo con su declive). El hablar o callar en estos casos es de una enorme trascendencia y responsabilidad. No se trata de imponer nada a nadie, sino de anunciar lo que creemos que es correcto o incorrecto.
La tercera verdad es de autocrítica . Los creyentes (de todas las religiones, nos atreveríamos a decir) sólo nos alarmamos de las cuestiones éticas referentes a la sexualidad. Un miembro de una iglesia puede estafar, practicar la violencia doméstica, abusar de sus empleados, destruir la naturaleza, o mentir (pongamos por caso); pero si no hay pecado sexual por medio, lo más fácil es que se mire discretamente hacia otro lado y la vida siga adelante como si nada hubiera pasado (y a veces aunque haya pecado sexual por medio: véase los casos de sacerdotes católicos pederastas). Este hecho, sin duda, quita fuerza e influencia a la hora de hablar de principios éticos.
Entrando en la segunda pregunta, es evidente que el Estado español está incumpliendo su teórico deber de legislar sin entrar en el campo de las cuestiones morales , que atañen a los individuos y las instituciones sociales. El Gobierno actual (además de legislar) opina que la práctica homosexual es una opción adecuada o positiva (defendiendo ya incluir la bondad de la homosexualidad en la futura enseñanza escolar).
No tenemos intereses en esta publicación a favor o en contra de ningún partido político, salvo lo que nos marca nuestra conciencia ante Dios. Desde esta libertad y responsabilidad, en su día denunciamos al PP por su evidente vinculación confesional con la ICR (Iglesia católica-romana) y en contra de la libertad religiosa.
Ahora señalamos al Gobierno del PSOE, y quienes le apoyan por acción u omisión, como un pseudoprogresismo que camina hacia la conversión de la religión (de cualquier religión) en un hecho anecdótico e íntimo; porque la moral, a golpe de leyes, la marcan e imponen ellos.
Y esto sin entrar en la cuestión de la adopción, en la que no sólo se deben considerar los derechos de las personas que forman la pareja homosexual (parejas, dicho sea de paso, de una enorme “infidelidad” de promedio, como evidenció el Sida); sino que es una situación que afecta fundamentalmente a los derechos del niño. Es una cuestión que debería mover a la máxima cautela, y no a la precipitación injustificada del actual Gobierno. No en vano la postura internacional, incluso entre aquellos países que avalan la legalización de la pareja homosexual, es mantener a la adopción en entredicho sin llevarla a la práctica.
(c) ProtestanteDigital.com, 2004 (España)