Re: ¿Fue Pedro la “piedra” o “roca” sobre la cual se edificó la iglesia?
Esta parte del diálogo de Jesús con Pedro (resaltado en rojo), es seguramente la evidencia más notoria de que cuando Jesús dice "sobre esta roca edificaré mi iglesia"; ... se está refiriendo a sí mismo.
Pongamos atención: Jesús dice "bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonas, porque no te lo reveló carne ni sangre, mas mi Padre que está en los cielos"... Luego sigue diciendo "Más yo también te digo, que tú eres Pedro"... De la misma manera en que Pedro revela que Jesús es el Cristo;... Jesús le revela que Simón, será llamado Pedro (no que Jesús le ponga Pedro) , esto se entiende mejor en Juan 1:42 = "Tu eres Simón, hijo de Jonás: tu serás llamado Pedro"
Es decir, Jesús reconoce que lo que Pedro dice de él mismo (lo que le había sido revelado de Jesús) era correcto; luego, "le devuelve la mano", revelandole como será llamado Simón (Pedro), produciendose el siguiente diálogo: Jesús le dice a Pedro: "Tu eres Pedro", .. luego hablando Jesús de su misma persona, de sí mismo; dice: "Y sobre está piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella"... Luego, volviendose y dirigiendose otra vez a Pedro dice: "Y A TÍ daré las llaves del reino de los cielos"
Al decir Y A TI, es claro que es porque antes NO ESTABA HABLANDO DE PEDRO. Es decir, si anteriormente estuviera hjablando de Pedro al decir "sobre esta roca edificaré mi iglesia", estaría diciendo más o menos así: "sobre esta roca edificaré mi iglesia, a ti daré las llaves..."
¿Notan la diferencia?
"Sobre esta roca edificaré mi iglesia, Y A TI daré las llaves..."
"Sobre esta roca edificaré mi iglesia, A TI daré las llaves...."
Que Pedro sea el fundamento de la iglesia de Cristo es inadmisible; Pedro es quizás el más debil de todos los apóstoles... y el más impulsivo;... ninguna de estas caractrísticas es la más adecuada como para ser líder y mucho menos fundamento. Fue el único a quien Jesús llamó SATANÁS.
Pedro, al rato del diálogo ya mencionado; fue llamado "satanás" por Jesús... "Entonces él, volviéndose, dijo a Pedro: Quítate de delante de mí satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres" (Mateo 16:23)
¿Recien constituido como "roca" y satanás ya está tomando parte en él?
¿Por qué, si había sido nombrado como roca para establecer la iglesia de Cristo, Jesús le dice: "NO ENTIENDES LO QUE ES DE DIOS"?
¿EN ÉSTE HOMBRE, EN QUIEN SATANÁS TOMABA PARTE TAN FÁCILMENTE Y QUE NO ENTENDÍA LO QUE ERA DE DIOS, CRISTO FUNDARÍA SU IGLESIA?
Pedro, la roca de fundamento (según los católicos) ¿es ZARANDEADO POR SATANÁS A SU ANTOJO?
"Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí satanás os ha pedido para zarandaros como a trigo"... (Lucas 22:31)
Pedro, fue el único que negó a Jesús, mintiendo CON JURAMENTO que le conocía, y maldijo y blasfemó de él... Y esto, está registrado en LOS CUATRO EVANGELIOS (Mateo 26:69 al 74;, Marcos 14:66 al 71; Lucas 22:55 al 60; Juan 18:16,17,18,25,26,27)
¿Este Pedro es el fundamento y la roca donde Jesús fundaría la iglesia?
Pedro fue reprendido muchas veces por Jesús, quizás más que ningún otro, entre ellas la ocasión en que algunos dicen que fue una valentía de Pedro al cortar la oreja de Malco, Jesús la rechazó y reprendió (Juan 18:11)
Pedro fue incrédulo a la resurrección de Jesús, y definitivamente desechó el seguirle y servirle... por lo que Jesús tuvo que animarle, y recordarle su responsabilidad... (Juan 21:15-17)
Todos los discípulos o apóstoles fueron consituidos para pastorear la iglesia de Cristo, pero Pedro, fue el único que lo olvidó, esa fue la razón del diálogo de Jesús con Pedro cuando le "borra" las tres veces que le había negado.
Pedro, en su naturaleza humana y falta de fe, creyó que Jesús ya no le tomaría en cuenta, luego que él le negara; desecho toda posibilidad de ser un seguidor de Jesús, y en su falta de fé y de convicción en lo que Jesús le había dicho antes,... volvió a sus antiguas labores, desde donde Jesús le había sacado para ser "pescador de hombres"; y en su error, llevó a los otros discípulos (¿la roca donde era fundada la iglesia de Cristo?) a hacer lo mismo que él:
"Díceles Simón: a pescar voy. Dícenle vamos nosotros también contigo. Fueron y subieron en una barca; y aquella noche no cogieron nada" (Juan 21:3)
¿No era Simón al que Jesús le había dicho que dejará de pescar peces porque él lo haría pescador de hombres?.... porqué entonces volvió a sus antiguas labores?
No hay dudas que Pedro llegó a ser un gran hombre de Dios, como lo fue Pablo, Santiago, Juan, Esteban, felipe, etc. etc. etc. ..pero revestirlo (como es costumbre católica) de virtudes y méritos exagerados y equivocados, es desconocer la realidad de la palabra de Dios, Pedro fue tan humano como todos los demás. Más falto, débil, temeroso, impulsivo (no templado) irrespopnsable más que todos los demás... ¿Como es posible entonces que por querer tener la razón los católicos, le añaden codos a su estatura y le hagan aparecer como ejemplar?
Errores de Pedro no solo los tenemos antes de recibir el Espíritu Santo, sino aún después;... tuvo que ser reprendido por Pablo frente a una actitud poco cristiana con los gentiles. (Gálatas 2:11-17)
Obviamente solo quiero resaltar la condición humana de Pedro como todos los demás seres humanos; Pedro no es MAS ni es MENOS que los demás discípulos.
El liderazgo entre los apóstoles y ancianos de la iglesia, lo tenía Santiago.... esto es clarísimo para quien tenga ojos para ver: (Hechos 15:13-19)
Dios les bendiga.
“Esto en realidad no
se oye muy halagador”
El Señor dijo: “No mires a su
parecer, ni a lo grande de su estatura…
porque Jehová no mira lo que
mira el hombre; pues el hombre mira
lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón” (1 Samuel
16:7).
El Nuevo Testamento es
una mina de oro; contiene los cuatro
Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan, además de los Hechos de los
Apóstoles y otros escritos. Intenten
leer aunque sea uno de los Evangelios,
tal vez el libro de Juan.
¿Es posible que haya existido alguna otra razón en esta negociación triple parte de Pedro? ¿Es posible que haya sentido que las circunstancias justificaban la conveniencia? Cuando dio testimonio en cesárea de Filipo, se le ha dicho "que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo" (Mateo 16: 20).
Cuando los tres apóstoles descendieron del monte de la transfiguración, nuevamente se les dijo implícitamente: "no digáis a nadie la visión, hasta que el hijo del hombre resucite de los muertos" (Mateo 17: 9). ¿Pudo Pedro haber sentido que no era el tiempo de Nazaret cuando El Salvador fue llevado por su propio pueblo a la cumbre del cerro, "para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue" (Lucas 4: 29-30). Ciertamente que pedro no consideró que escapar allí era cobardía, sino una decisión prudente. El tiempo de Cristo no había llegado.
La crucifixión inminente.
Cuando el señor empleo energía para tratar de explicar la crisis que se aproximaba, "que le era necesario ir a Jerusalén padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día", Pedro intentó disuadir al Salvador de pensar en tal calamidad. (Véase Mateo 16: 21.) Rápidamente fue reprendido por haber sugerido que escapase la tragedia. Posiblemente el debía haber entendido que era voluntad del señor que ocurriesen los horrendos acontecimientos.
Lo que esto significaba-- que la hora había llegado--tal vez Pedro no comprendía plenamente, pero se le prohibió resistí la crucifixión y se lo prohibió el redentor mismo. ¿Se sintió frustrado? Tal vez durante un momento, pero ¿cuántos de nosotros en un campo hostil, totalmente imposibilitados para salvarnos, defendería al señor bajo tales circunstancias, especialmente cuando los esfuerzos previos habían sido rechazado? ¿Acaso Pedro no había levantado, él solo, su espada contra "mucha gente con espada y palos"? (Mateo 26: 47) ¿no había intentado defender al señor del manoseo y rapto por parte de aquella turba, y no fue detenido por el señor?.
El Salvador había caminado calmadamente desde el jardín de historiaGetsemaní, aparentemente resignado al inevitable sacrificio de sí mismo. Simón había manifestado valientemente su deseo de luchar sólo contra el numeroso grupo para defender a su maestro. Corriendo el riesgo de que lo matasen, habiendo golpeado al vil Malcus cortándole la oreja. Pero este acto de valor y de desinterés personal fue detenido por el señor que le dijo a su leal apóstol:
"Vuelve tu espada su lugar; porque todo lo que tomen espada, a espada perecerán.
" ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?" (Mateo 26-52-53.)
¿Qué más podía hacer Pedro? ¿De qué otra manera se puede demostrar su lealtad y valor? ¿Pudo ser que en esta últimas horas Pedro comprendió que debía dejar de proteger a su señor, que la crucifixión era inevitable y que a pesar de todo sus actos, el señor iba hacia su destino? No lo sé. Solamente sé que este apóstol era valiente y audaz.
Lo acontecimientos siguieron en rápida sucesión. En Getsemaní Pedro estaba tratando, inútilmente, de defender a su señor una hora; a la hora siguiente seguía a la multitud. Aparentemente El Salvador estaba sufriendo voluntariamente que los hombres le infligiesen indignidades monumentales. ¿Qué debía hacer Pedro?
Franca y significativamente le habían declarado al Salvador: "aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré" (Mateo 26: 33). A lo cual el señor respondió: "esta noche, antes de que el gallo cante, negarás tres veces" (Mateo 26: 34).
En un momento crítico. La acción protectora de Pedro con la espada, había ocurrido después de haber sido hecha esta predicción. El había tratado. Había visto a un apóstol traicionar a su maestro con un beso y a su maestro no lo había rechazado. A Pedro se le hizo recordar que si había necesidad de protección se podía recurrir a los ángeles; se le había mandado guardar la espada. Aún así no abandono a su maestro sino que apesadumbrado siguió detrás del grupo numeroso que se mofaba. Iba a quedar allí hasta el final. Posiblemente escuchó cada acusación, vio cada indignidad arrojada sobre su señor, sintió toda la injusticia de aquella burla de juicio y notó la pérfidia de los testigos falsos que cometían perjurio contra sus propia alma. Los vio escupir el rostro del Santo; los vio abofetear, golpear y mofarse de El. Observó que el señor no ofrecía resistencia alguna, ni llamaba a las legiones de ángeles, ni pedía misericordia. ¿Qué podía pensar Pedro ahora?
La negación
una cría acusó a Pedro: "tú también estabas con Jesús el Galileo" (Mateo 26: 69). ¿Qué lograría con defender al señor en esta situación? ¿Agradaría a Jesús? ¿Destruiría a Pedro sin efecto positivo? ¿Querría Cristo que él pelearse ahora, cuando la había negado ese privilegio poco antes aquella misma noche?
Luego otra criada anunció a los que por allí estaban y a los villanos: "también éste estaba con Jesús el Nazareno" (Mateo 26: 71). Pedro respondió: "no conozco al hombre” (Mateo:26: 72).
Y a otros, reconociendo su acento Galileo, declararon: "verdaderamente también tú eres de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre" (Mateo 26: 73).
¿Qué iba a hacer? ¿Podía hacer algo más? ¿Cuál habría sido el resultado si hubiera admitido su relación con El? ¿Habría vivido para presidir sobre la Iglesia? Pedro había visto al Salvador escapar delas multitudes muchas veces y esconderse de los asesinos. ¿Se puede concebir que Pedro viera ventaja aconsejable a la causa en la negación? ¿Había Pedro llegado al comprender plenamente el significado escondido de la frase repetida tan a menudo "aún no ha venido mi hora" (Juan 2: 4) y entendida ahora que "ahora es glorificado el hijo del hombre"? (Juan 13: 31).
No pretendo conocer cuáles fueron las reacciones mentales de Pedro ni qué fue lo que lo impulsó a decir lo que dijo en aquella terrible noche. Pero a la luz de su bravura, valor y gran devoción demostrados, y a su amor ilimitado por el maestro, ¿no podríamos otorgar el beneficio de la duda y por lo menos perdonar lo tal como su salvador parece haberlo hecho plenamente? Casi inmediatamente Cristo lo elevo a la más alta posición de su Iglesia y lo invistió con la totalidad de las llaves de ese reino.
Simón Pedro no tuvo que considerar mucho el asunto a cambiar su decisión, pues ahora oyó al gallo cantar dos veces y recordó la predicción de Cristo. Se sintió humilde hasta el polvo. Al oír el anuncio del ave, anuncio de la aurora, recordó no solamente que había negado al señor sino que todo lo que el señor había dicho sería cumplido, aún en la crucifixión. Salió del patio y lloró amargamente. ¿Eran sus lágrimas por causa del arrepentimiento personal únicamente, o estaban mezcladas con lágrimas de pesar por comprender el destino de su señor y maestro y su propia pérdida personal tan grande?
Habían pasado tan sólo unas horas cuando estuvo entre los primeros que fueron al sepulcro, como cabeza del grupo de creyentes. Pasaron unas cuantas semanas y ya estaba reunidos a los santos y organizandolos en una comunidad unida, fuerte, compacta. No pasó mucho sin que se encontrasen languideciendo en la prisión, siendo golpeado, acusado y "zarandeado como trigo" tal como Cristo había predicho. (Véase Lucas 22: 31)
De origen humilde
Simón Pedro, hijo de Jonás, comenzó su inigualable carrera baja las circunstancias más humildes. Un ordinario pescador, un hombre que en una ocasión fue calificado de "ignorante e inculto", escaló la escalera del conocimiento hasta que conoció, como tal vez ningún otro ser humano, a su padre, Elhoim; al hijo, Jehová y el plan y la relación de Cristo con los hombres. Fue espiritual y devoto. Llegó sin ser persuadido, probablemente caminando a lo largo del río Jordán para escuchar los poderosos sermones del intrépido Juan el Bautista. Poco sabía entonces de las experiencia maravillosa que le esperaban. Aquí escuchó la voz del profeta tal vez fue bautizado por él.
Andrés, el hermano de Pedro declaró: "hemos hallado al mesías (que traducido es, el Cristo)" (Juan 1: 41). Sin duda debieron haber escuchado a Juan el Bautista manifestar: "he aquí, el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29". Pero escuchar la voz del padre, el Dios viviente, reconociendo a Jesús unigénito, debió haber hecho estremecer todo el ser de este humilde pescador.
Simón Pedro no está muy preparado en este tiempo para asumir una gran responsabilidad, sin embargo, el maestro estaba consciente de su capacidad. El día de su llamamiento comenzó la instrucción intensiva que llevaría a este humilde hombre y a sus colaboradores a un gran liderismo, a la inmortalidad y a la vida eterna.
La educación de Simón Pedro, tanto secular como espiritual, había sido muy limitada, empero ahora seguía al maestro. Escucho el sermón del monte; estuvo con el redentor en la barca y escucho los excelentes discursos dado al pueblo congregado. Se sentó en la sinagogas y escucho las poderosas y convincente declaraciones del creador. Las escrituras se fueron predicando a medida que viajaba por los senderos polvorientos y pedregosos de Galilea. De seguro que son innumerables pregunta fueron contestadas por el señor al comer, dormir y caminar juntos. Las horas eran valiosas como joyas preciosas. Escucho las parábolas que dio a la gente y aprendió las valiosas elecciones que estas encerraban. Pedro está consciente de la constante influencia divina que opera en el eterno desarrollo de la vida misma. Con facilidad captaba muchas lecciones, pero se le dificultad comprende las experiencias que nunca antes habían ocurrido en la tierra. Así como las nubes negras predicen la aproximación de una tormenta, los eventos del ministerio de Cristo predecían su muerte. Pedro podía percibir las señales, mas no el porqué. Nadie antes, hasta donde él sabía había dado su vida de esta manera. Ningún alma en la tierra había resucitado. Tomó tiempo el que estas asombrosas verdades penetraran en su mente. Era difícil pensar únicamente en la dirección espiritual. Pedro esperaba que Cristo tomará la espada y redimiera a Israel. Más después de la experiencia de Getsemaní, cuando el gólgota se había convertido en una terrible pesadilla, cuando el señor se había levantado y ascendido y una vez que hubo venido el consolador, surgió la gran apremiante verdad la cual quedó indeleble en su mente. Los diferentes azulejos se encontraba formando maravilloso conjunto. El mosaico en una realidad gloriosa, y Pedro, Santiago y Juan, así como sus colaboradores, salieron a convertir un mundo lleno de oposición e indiferencia.
Pedro tenía una gran fe. Nunca flaqueó. Desde el día en que abandonó sus redes y botes, sus pies nunca desviaron. Aún en el momento en que lo negó estuvo tan cerca de su señor como le fue posible. Dejad que aquel que critique a este apóstol se coloque en el mismo lugar entre los enemigos, perseguidores y asesinos más encarnizados sabiendo cada vez más lo inútil que sería defender a su señor, cuya hora había llegado. Aquel que perdonó a quienes lo crucificaron perdona pero quien lo había negado.
Pedro era un hombre de fe. Sanaba a los enfermos únicamente con su sombra. Los muros de la prisión no pudieron detenerlo. Gracias a él los muertos recobrarán vida. Camino sobre el agua. Y aún cuando esto no fue un triunfo total, ¿ha habido otro ser humano que lo haya logrado? Que aquel que quiera mofarse de la debilidad momentánea de Pedro intente tal hazaña.
Simón Pedro era humilde. Reconoció la autoridad de Santiago y Juan con quienes estuvo en el monte santo y con quienes compartió la penalidades Getsemaní. Posiblemente, su primer acto oficial como autoridad presidente, puede convocar a una conferencia en la que los santos participarían en la decisión de llenar la vacante en el quórum de los doce. En esa ocasión se escogió un nuevo testigo.
Cuando él cojo camino después de la unción de Pedro y Juan, y cuando la pasmada multitud se quedó boquiabierta y maravillada, Pedro le dio crédito al Dios de Israel, diciendo: "¿por qué os maravilláis de esto? ¿O porque pone los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a éste? "(Hechos 3: 12). Cuando Dorcas Tabita se encontraba muerta, no hubo presunción ni ostentación. Simplemente, "se puso de rodillas y oro", y devolvió a Tabila dio a sus amigos (véase hechos 9: 40-41).
Aceptó amenaza, golpes y calumnias. Desafié aquello que condenaban a su señor, diciendo: "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (hechos 5: 29). Los acusó de la muerte del redentor, y permaneció frente a ellos sin amedrentarse. Castigó al hechicero Simón, diciendo: "tu dinero perezca contigo" (hechos 8: 20). Ante sus hermanos anunció el cambio de una política importante en la Iglesia, el hecho de que los gentiles podían ser aceptado.
Simón Pedro fue espiritual y profético. Residió revelaciones concerniente a la Iglesia. En la prisión, los ángeles lo acompañaron y lo pusieron en libertad, y una gran visión abrió la puerta a millones de almas sinceras.
Su testimonio estaba fundado sobre la roca, su fe era inconmovible. El Salvador, abandonado por otros, preguntó a Pedro "¿queréis acaso iros también vosotros?" (Juan 6: 67). Pedro respondió: "señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de la vida eterna" (Juan 6: 68). Poco antes de la crucifixión, el señor preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mateo 16: 15). La respuesta revelada de Dios expresada el poder y el carácter de Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16: 17). Había visto mensajeros celestiales; había acompañado a mártires; había vivido junto al hijo de Dios. El consolador había venido y nunca más hubo titubeo o duda en su mente.
Enseñanza de Pedro
Las enseñanzas de Simón Pedro son para todos los hombres, aún hasta la última generación. El constantemente dio testimonio de la divinidad de Cristo. Así como había sido perdonó de su debilidad, ahora urgía a todos los hombres a perdonar, hizo un llamado a la vida casta y virtuosa. Enseñó la honestidad y animó a los miembros a vivir en paz con los gentiles. Este apóstol enseñó a su pueblo honrar a los Reyes, gobernantes y a las leyes; a soportar el pesar, el sufrimiento y los golpes pacientemente; y a considera la burla y el sufrimiento por la causa del señor como una bendición. Es posible que haya visto mucha infelicidad matrimonial por lo que mandó que las esposas estuvieran sujetas a sus maridos y que los convirtiesen mediante su propia bondad y mansedumbre. Mandó a los esposos honrar a sus mujeres como compañeras, a amarlas y ser compasivos con ellas, y aguardarlas como un tesoro. Instó a los padres a ser bondadosos con los hijos y a la posteridad a honrar y obedecer a los padres. Urgió a los patrones a ser honorables y justos con sus obreros y a los empleados a dar servicio voluntariamente. Instó a que todos vivieran una vida limpia y constructiva y prohibió asociarse con los que promovían tumultos, con los armadores del vino, contra los revoltosos, los que le gustaban de banquetes, los idólatras y con los lujuriosos. Instó a servir en la Iglesia, a tener una vida sobria, una fe vigilante y obras conducentes a la perfección.
El gran líder frecuentemente repitió su testimonio como testigo ocular y como testigo que huyó de sucesos espectaculares. Anunció la apostasía, testifico que después de su partida parecería un falso maestro con herejías condenables, los que negarán al señor y harían mercadería de las almas de los hombres.
(Véase 2 Pedro 2: 1-3). Puso el sello divino de aprobación sobre los escritos del antiguo testamento y desplegó la historia del mundo, cual iba desde el diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra y pasaba por otros hechos importantes.
Una y otra vez, predicó la ley de castidad y pureza y denunció los males del fuego, de las festividades del adulterio, de la incontinencia y en la codicia.
Al acercarse su martirio, y tomar la amarga copa un tanto similar a la de su señor y maestro, Pedro se aseguró de que el mundo conociera su testimonio y certeza del Evangelio. Casi al umbral de su muerte, hizo una declaración solemne la cual ha sido leída por un sinnúmero de personas. Oró por que los miembros de la Iglesia tuvieran "conocimiento de Dios y de nuestro señor Jesús" (2 Pedro 1:2). Se glorificó en las "perniciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia " (2 Pedro 1: 4).
Pedro continuó...
"Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firmes vuestra vocación y elección...
"Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; "sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo como nuestro señor Jesucristo me ha declarado. "También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas. "Porqué no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. "Pues cuando él recibió de Dios padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: este es mi hijo amado, en el cual tengo complacencia. "Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estamos en él en el monte santo" (2 Pedro 1: 10, 13-18).
Una vez cumplida su obra, expresado su testimonio y declarado su verdad, su día llegaron a su fin. Satanás, cuyo deseo había sido atraparlo, quedó frustrado nuevamente su muerte. De su labios agonizantes brotó su testimonio.
Más Simón Pedro no estaba muerto sino más bien tuvieron lugar cambios importantes tales como: la disolución de su cuerpo, pero también la resurrección de su alma. Justo con sus leales compañero, Santiago y Juan, Simón Pedro regresó a la tierra, construyendo así un puente entre el espacio de oscuridad que hubo durante tantos siglos. Justo se aparecieron a la orilla del río Susquehanna en Pennsylvania, lugar donde Pedro entregó al joven profeta las llaves del reino, mismas que había recibido del señor Jesucristo.
El apóstol vive con la debilidad del mundo desconciertan a los sabios. Millones han leído su testimonio. Sus poderoso testimonio conmovió a las multitudes. A través de la eternidades, vivirá y extenderá su influencia sobre los hijos de esta tierra. En compañía de sus hermanos, los Doce, juzgará a las naciones.
Mis queridos hermanos, espero que amemos y aceptemos al gran profeta Pedro, como yo siento hacerlo en mi corazón. En el hombre de Jesucristo. Amén.