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Tobi
Guest
Editorial de "La Vanguardia" 4. 6. 2001-06-04
Firmado por Alfredo Abián Dir. Adj-
El traslado y exposición de los restos mortales del Papa Juan XXIII, realizados ayer en el Vaticano ante miles de fieles, confirma la pervivencia en pleno siglo XXI de ritos y creencias ancestrales. La imagen cerúlea que ofrece el arquitecto del concilio Vaticano II y uno de los pontífices más respetados es la propia de una persona embalsamada, aunque en la curia se negó hace dos meses que Angelo Giuseppe Roncalli fuese sometido a esta práctica de conservación cuando murió hace 38 años. La realidad desvelada ahora por el médico que preparó su cuerpo, es que le inyectó un líquido para bloquear la descomposición. La tradición católica de conservar y venerar los restos mortales o reliquias de sus santos es antigua. Los historiadores nos cuentan que en la edad media hubo una inflación de objetos y restos supuestamente sagrados recuperados por los cruzados. Pero creencias al margen, existe una histórica obsesión por combatir los devastadores efectos físicos de la muerte. Los cuerpos incorruptos son presentados así como un desafío al reloj biológico y nos sitúan en el escenario espiritual de lo eterno. Hay religiones opuestas a esta prácticas, como la hindú y la budista, que incineran a sus cadáveres. Pero también hubo supuestos ateos que momificaron a Lenín, cual si de creyentes ortodoxos se trataran.
Hasta aquí la citada "editorial" cuya fina crítica es evidente y que como cristiano la comparto.
Lo que produce mayor rechace es que esto se pretenda hacerlo pasar por "culto cristiano". El cristianismo es un canto de esperanza a la vida y no a la muerte. El centro del mensaje de los apóstoles y discípulos de Jesús fue su resurrección, en cambio el del catolicismo es una clara veneración (igual a adoración) a la muerte. Venerar a un cuerpo muerto, por grande que haya sido el personaje en vida, nada tiene que ver con el cristianismo si acaso con el paganismo puesto que manifiesta el triunfo de "tanatos" sobre "eros".
Así pues, no tiene nada de extraño que el autor de esta editorial compare al cadáver expuesto por el Vaticano con el que durante décadas expuso el Kremlin soviético en Moscú.
Saludos en Aquel que triunfó sobre la muerte.
Firmado por Alfredo Abián Dir. Adj-
El traslado y exposición de los restos mortales del Papa Juan XXIII, realizados ayer en el Vaticano ante miles de fieles, confirma la pervivencia en pleno siglo XXI de ritos y creencias ancestrales. La imagen cerúlea que ofrece el arquitecto del concilio Vaticano II y uno de los pontífices más respetados es la propia de una persona embalsamada, aunque en la curia se negó hace dos meses que Angelo Giuseppe Roncalli fuese sometido a esta práctica de conservación cuando murió hace 38 años. La realidad desvelada ahora por el médico que preparó su cuerpo, es que le inyectó un líquido para bloquear la descomposición. La tradición católica de conservar y venerar los restos mortales o reliquias de sus santos es antigua. Los historiadores nos cuentan que en la edad media hubo una inflación de objetos y restos supuestamente sagrados recuperados por los cruzados. Pero creencias al margen, existe una histórica obsesión por combatir los devastadores efectos físicos de la muerte. Los cuerpos incorruptos son presentados así como un desafío al reloj biológico y nos sitúan en el escenario espiritual de lo eterno. Hay religiones opuestas a esta prácticas, como la hindú y la budista, que incineran a sus cadáveres. Pero también hubo supuestos ateos que momificaron a Lenín, cual si de creyentes ortodoxos se trataran.
Hasta aquí la citada "editorial" cuya fina crítica es evidente y que como cristiano la comparto.
Lo que produce mayor rechace es que esto se pretenda hacerlo pasar por "culto cristiano". El cristianismo es un canto de esperanza a la vida y no a la muerte. El centro del mensaje de los apóstoles y discípulos de Jesús fue su resurrección, en cambio el del catolicismo es una clara veneración (igual a adoración) a la muerte. Venerar a un cuerpo muerto, por grande que haya sido el personaje en vida, nada tiene que ver con el cristianismo si acaso con el paganismo puesto que manifiesta el triunfo de "tanatos" sobre "eros".
Así pues, no tiene nada de extraño que el autor de esta editorial compare al cadáver expuesto por el Vaticano con el que durante décadas expuso el Kremlin soviético en Moscú.
Saludos en Aquel que triunfó sobre la muerte.