Hola Jorge Enrique, no había visto que habías contra preguntado.
¿Dónde estaban los verdaderos cristianos antes del Edicto de Milán (313)?
Estaban siendo perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados por el Imperio Romano.
Desde el siglo I hasta principios del IV, los cristianos vivieron en catacumbas, escondidos, y muchas veces sin posibilidad de dejar registros escritos extensos.
Sin embargo, sí existen testimonios: los escritos de los Padres Apostólicos (como Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo), las apologías de Justino Mártir, Ireneo de Lyon, Tertuliano, Orígenes, entre otros.
Estos documentos muestran una fe centrada en Cristo, en la Escritura, y en la esperanza del regreso del Señor, sin rastro alguno de veneración a imágenes, a María o a santos difuntos.
¿Por qué no se opusieron al Concilio de Nicea?
Sí hubo oposición, pero no fue registrada por los vencedores.
La historia la escriben quienes tienen el poder, y en este caso, el poder estaba en manos del emperador Constantino y de los obispos que aceptaron su patrocinio.
Muchos cristianos fieles no asistieron al concilio porque no reconocían la autoridad de un emperador pagano para convocar una asamblea espiritual.
Otros fueron silenciados, exiliados o etiquetados como herejes por no alinearse con la nueva estructura imperial.
Además, el concilio no fue un evento abierto ni democrático.
Fue una reunión de obispos seleccionados, muchos de los cuales ya estaban comprometidos con la idea de una iglesia unificada bajo el auspicio del Estado.
Los cristianos fieles estaban donde siempre han estado: en un bajo perfil, en las montañas, en las casas, en las Escrituras, y en la fidelidad a Cristo por encima de todo.
¿Dónde estaban los cristianos cuando ocurrió el Concilio de Nicea?
Estaban en todas partes, pero no todos estaban representados en Nicea.
Muchos seguían viviendo su fe en comunidades locales, sin imágenes, sin jerarquías imperiales, sin liturgias paganas. Algunos fueron absorbidos por el sistema; otros resistieron.
La historia de los donatistas, paulicianos, y más tarde los valdenses, muestra que la fe verdadera no desapareció, sino que fue perseguida por el sistema que surgió tras Nicea.
Conclusión:
La verdadera fe no necesita visibilidad institucional para existir, no hacemos mucho ruido.
Cristo prometió edificar su Iglesia, no una institución imperial, sino un cuerpo de creyentes fieles a su Palabra.
Esa Iglesia ha existido en cada siglo, aunque muchas veces fuera de los reflectores del poder.
No fue Roma quien preservó la fe, sino el Espíritu Santo en los corazones de los que prefirieron obedecer a Dios antes que a los hombres.
Venga y mire los ríos de sangre corriendo por las calles de la historia del catolicismo romano.
Pero también mire las manos horadadas del Señor, su costado y pies, traspasados, porque vale la pena, el amor a Cristo puede mucho más, entre sus manos hay un mundo nuevo en el que se aprende que quién no arriesga, nunca gana. Y aunque no es fácil caminar a su lado, nuestro amor a él puede mucho más que todas las barreras que oprimen e impiden su Señorío en nosotros sus redimidos.
Está invitado.