El ladrón, para poder disfrutar del Paraíso, debía ser resucitado. Y es imposible que fuese resucitado ese mismo día, según el orden en la resurrección que enseña la Biblia en 1 Corintios 15:23 (LBLA):
Jesucristo es "primicias de los que durmieron" (1 Co 15:20 LBLA), es decir, el primero en ser resucitado para vida eterna.
Y luego los que pertenecen a Cristo resucitarían "en su venida".
Esto hace imposible que el ladrón fuese resucitado ese mismo día, sino que se durmió en la muerte a la espera de su resurrección futura en el Paraíso, necesariamente tras la parousia (venida, LBLA; Besson, Francisco Lacueva) de Cristo.
Cristo solo pudo presentar su sangre en sacrificio en el Tabernáculo celestial después de haber ascendido al cielo tras su resurrección, cosa que no ocurrió sino hasta cuarenta días después de esta (Hechos 1:3, 11).
Hebreos 9:11, 12 (RV60)
Por lo tanto, es imposible que el ladrón hubiera podido heredar el Paraíso antes de que Cristo presentase como Sumo Sacerdote su sacrificio redentor ante su Padre.
Como vimos, Jesucristo usó la palabra hoy para dar énfasis a la promesa que hizo al ladrón, una manera de enfatizar mensajes muy común en la Biblia.
Deuteronomio 4:26 (LBLA):
Jeremías 42:19 (LBLA):