De Dios es la unidad del Espíritu en la Iglesia (Ef. 4: 3), la cual debemos con solicitud guardar, lo cual significa: cuidar, proteger, trabajar hacia ella y con ella.
La labor del maligno es la contraria. Muchas veces aprovechando una unidad aparente, basada en lo natural solamente, pretende a través de las personas que se prestan, sea voluntaria o involuntariamente, llegar a conseguir el objetivo contrario al del Espíritu Santo: la destrucción del Cuerpo de Cristo.
Lamentablemente, muchos, a causa de su falta de rectitud de corazón, son usados por el diablo sin darse cuenta realmente de que eso es así.
El apóstol Pablo dijo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3: 1-5)
- Los celos (envidias)
- Las contiendas (peleas, discusiones, desavenencias)
- Las disensiones (oposición entre varios sujetos, riñas)
LOS QUE DIVIDEN“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”(1 Corintios 3: 16, 17)
El apóstol Pablo – de parte de Dios - hace una clara advertencia a todos aquellos que son divisionarios. ¿Por qué hablaba así Pablo?, porque en la iglesia de los corintios existía ese espíritu de división. Algunos de esos divisionarios lo eran debido a su extrema inmadurez; otros, porque buscaban lo suyo propio. Veámoslo:
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?” (1 Corintios 3: 1-4)
Los cristianos inmaduros, manifiestan su inmadurez a través de:
Dice Santiago: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3: 13-16)
No son malos a propósito; son inmaduros, carnales, todavía llevados por los patrones de su antigua vida en algún modo. Necesitan dejar atrás su vieja manera de pensar (Romanos 12: 1, 2); necesitan recibir todo el consejo de Dios, y ponerlo en práctica, por lo tanto requieren de amonestación y disciplina, parte intrínseca del amor y la verdad. Necesitan, por tanto, corrección. Necesitan limpiarse de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios...
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. (2 Co. 7: 1).
“3Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. 4Porquealgunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3, 4)
La manera más sencilla de frenar la obra de Dios, es trayendo división al Cuerpo de Cristo. Esta división, que es la obra del diablo, ¿quiénes la transmiten? No es la gente declaradamente del mundo. Tampoco es la persecución desde afuera. ¿Entonces cual es la respuesta?
Aquellos que aparentan ser lo que no son. Aquellos que se dicen cristianos, pero no viven lo que dicen ser, ni realmente enseñan la verdad del Evangelio, suelen decir Dios me hablo, aparentan fidelidad y murmuran, trabajan con la famosa palabra que no lo sepan los pastores. juzgan pecados de otros aparentando temor de Dios y soltando su lengua con gente que es gobernada por el mismo espiritu. Estas personas que menciona Judas, entran en el seno de la Iglesia para hacer el daño que Satanás les envía a hacer, lo sepan o no; sean conscientes de ello, o no.
En esas escrituras, vemos que se trata cristianos profesantes, pero que por sus frutos llegan a mostrar que no lo son de verdad. Muchos de ellos solamente gustaron del don celestial (He. 6: 4), pero no experimentaron un nuevo nacimiento (Jn. 3: 3). Otros ni siquiera eso. Son por tanto, objeto fácil del maligno para su uso contra el Cuerpo de Cristo.
Por todo ello, nos será imprescindible discernir.
El diablo sabe que le queda poco tiempo. Ahora más que nunca es cuando la Iglesia de Jesucristo debe sacudirse todo polvo de ingenuidad de encima, y ser más sabia y prudente que nunca. Acordémonos de las palabras de Jesús: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10: 16)
(cf. facebook)