Aunque el árbol de navidad tiene origenes nórdicos, en realidad nadie pone un árbol de navidad pensando en brujería ni nada por el estilo.
Se hace para alegrar a los niños y por que no, a uno mismo, y obviamente recuerda la natividad de Jesucristo.
Algunos ponen árbol y belén (o "nacimiento"), otros solo el belén, pero la idea es la luminosidad que ello aporta al hogar.
Además, la estrella en la punta recuerda que por encima de todo gobierna: La Luz del Mundo.