Re: ¿ES PECADO COMER CARNE?
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¿No come Jesús pescado después de la resurrección, y sirve pescado durante el milagro de la multiplicación?[/CENTER]
Las únicas Escritas que describen a Jesús comiendo o proveyendo carne de cualquier tipo involucran pescado: después de la resurrección, se menciona a Jesús comiendo pescado con los discípulos; durante su vida se le muestra multiplicando peces y panes para alimentar a los campesinos que se han reunido para oírlo predicar.
Pensar en estas historias a la luz de toda la evidencia de que Jesús fue un vegetariano quien tomó la compasión por los animales muy seriamente, nos ayuda a recordar que Jesús habló en Arameo, los Evangelios fueron escritos en Hebreo varias generaciones después de la resurrección, y las primeras versiones que tenemos son traducciones Griegas del siglo cuarto —después de más de 300 años, dos traducciones, y muchas transcripciones postresurrección.
¿Entonces cuán cierto son las historias acerca del pescado en la vida de Jesús?
La evidencia indica que las historias postresurrección son adiciones tardías a los Evangelios, y que los primeros relatos del milagro de la multiplicación (la historia de los panes y los peces) no incluyeron originalmente pescado.
Consumo de pescado postresurrección
La mayoría de los expertos concuerdan en que las narraciones postresurrección de Jesús comiendo pescado fueron agregadas a los Evangelios mucho tiempo después que éstos fueron escritos, con el fin de poner orden a diversos cismas de la temprana Iglesia (por ejemplo, los Maronitas y otros primeros Cristianos creyeron que Jesús no volvió realmente en la carne ¿qué mejor manera de probar que sí lo hizo que describirlo comiendo?). Los escribas que agregaron las historias no eran,
aparentemente, renuentes a comer pescado. Pero dado que ésta es la única alusión en cualquier parte de los Evangelios de Jesús comiendo cualesquiera animales en modo alguno, claramente se ve que él fue vegetariano.
Los Panes y los Peces
Aunque la definición técnica de un vegetariano no sería contradicha por el hecho de multiplicar peces que ya están muertos para alimentar gente cuyo gusto no está opuesto a comer pescado, hay algunos puntos interesantes que se deben observar en esta historia. El primero, los discípulos preguntan a Jesús dónde conseguirán suficiente pan para alimentar a las multitudes, sin pensar nunca en comprar pescado u otros productos animales, y sin sugerir jamás una expedición para pescar, a pesar de estar al lado de un mar. También, la evidencia indica que la historia de los panes y los peces no incluyó originalmente el pescado. Por ejemplo, los primeros relatos (pre–Evangelio) de este milagro no incluyen el pescado, y Jesús, cuando se refiere al milagro, habla únicamente del pan (por ejemplo, Mateo 16:9-10, Marcos 8:19-20, Juan 6:26).
Los peces fueron agregados a las historias por escribas Griegos, probablemente porque la palabra Griega para pescado, ictus, es una abreviatura de la frase “Jesucristo Hijo de Dios y Salvador” (Iesous Christos Theou Uious Soter). Desde luego, el pescado es todavía un símbolo de la Cristiandad actualmente. En ésta muy probable interpretación, la multiplicación representa un pronóstico de la naciente Iglesia, y no tiene nada que ver con comer animales.
También, algunos expertos sostienen que la palabra Griega para “alga–pescado” (un alga seca) ha sido traducida erróneamente en esta historia como “pescado”. Es indudablemente cierto que la alga-pescado se encontraría más probablemente en una canasta con el pan, y ésta es todavía un alimento popular entre los campesinos Judíos y Arabes iguales a la gente con quien Jesús hablaba.
Conclusión
¿Así pues, qué tuvo que decir definitivamente Jesús sobre la pesca? Jesús invita a muchos pescadores para que se alejen de su ocupación de matar animales y manifiesta por medio de ellos el mostrar compasión por todos los seres, citando a Oseas: “Yo quiero compasión, y no sacrificios”. En cada ocasión, ellos abandonan inmediatamente su ocupación de pescadores para seguir a Jesús (por ejemplo, Marcos 1:16-20). Esto se asemeja al llamado de Jesús a otras personas que se encuentran implicadas en actividades que no están en conformidad con su mensaje de misericordia y compasión.
Varios billones de peces son asesinados cada año para alimento en este país. Todos comprendemos que es inmoral, contrario a la misericordia Cristiana, torturar perros y gatos. Es igualmente anticristiano torturar o matar (o pagar a otros para que torturen o maten) peces y otros animales. Aunque los peces no sean capaces de gritar de dolor, tienen la misma capacidad para sufrir y el mismo derecho a nuestra compasión Cristiana como lo tienen los perros, los gatos, y otros seres humanos.
¿No otorgó Dios dominio a los humanos sobre los animales?
Históricamente, las Escrituras se han usado para justificar la esclavitud, el abuso infantil, el abuso conyugal y la poligamia, así que debemos tener cuidado de no emplearlas erróneamente para justificar la matanza de animales.
Según el libro de Génesis, Dios creó a todos los animales, incluyendo seres humanos, en el día sexto. En Génesis 1:28, Dios dice: “Manden a los peces del mar y a los pájaros del cielo y a cuanto animal viva en la tierra”.
Inmediatamente después, en Génesis 1:29, Dios afirma: “Yo les entrego, para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas, de semilla y toda clase de árboles frutales”. Cualquier cosa que signifique la palabra que se traduce como “mandar”, no quiere decir que nosotros tenemos el derecho a matar y comer animales. De hecho, la mayoría de los teólogos reconocen que esta palabra se traduce más acertadamente como “proteger”, y que el significado de este texto es que se supone que los humanos sean los encargados y los guardianes, protegiendo y respetando a todos los seres con quienes compartimos el regalo de la creación.
El Teólogo Reverendo Andrew Linzey afirma que “Necesitamos un concepto de nosotros mismos en el universo no como la especie dominante sino como la especie sirviente —como la única a quien se le asignó la responsabilidad y el bienestar de todos. Debemos trasladarnos de la idea de que los animales nos fueron dados y fueron hechos para nosotros, hacia la idea de que fuimos hechos para la creación, para servirla y para asegurar su conservación. Esto es realmente un poco más de la teología del Capítulo Dos del Génesis. El jardín está hermosamente elaborado y lleno de vida: los humanos son creados específicamente para encargarse de él”.
Génesis 9, el texto frecuentemente citado como justificación para comer animales, es reconocido por la mayoría de los teólogos ya sea como una concesión postdiluviana temporal (toda la vegetación se había destruido) o como una concesión al pecado humano (Génesis 9 también se usa para justificar la esclavitud). San Jerónimo escribió: “En cuanto al argumento de que en la segunda bendición de Dios (Génesis 9:3) se dio permiso para comer carne —un permiso que no fue dado en la primera bendición (Génesis 1:29)— permítanles saber que así como el permiso para divorciarse, según las palabras del Salvador, no fue dado desde el comienzo, pero fue otorgado a la raza humana por Moisés a causa de la dureza de nuestros corazones (Mateo 19), de igual manera el comer carne era desconocido hasta el Diluvio...”
¿No exige Dios sacrificio de animales?
No. Las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento) y Cristianas (Nuevo Testamento) se oponen al asesinato de animales, desde el comienzo hasta el fin. En las Escrituras Hebreas, Dios es amor —desde el apacible Jardín del Edén hasta las visiones del fin de los tiempos de los profetas, donde incluso el león yacerá con el cordero. En las Escrituras Cristianas, todo el ministerio de Jesús está en contra del sacrificio de animales, desde su primera actividad (el bautismo) hasta la última (la crucifixión). Curiosamente, la pregunta acerca del sacrificio de animales está en medio de la pregunta sobre el vegetarianismo de Jesús, ya que el sacrificio de animales era seguido por el consumo de sus cadáveres.
Las Escrituras Hebreas:
No existe el sacrificio de animales en el mundo ideal de Dios, como está representado en el Jardín del Edén y en la montaña sagrada de Dios pronosticada por los profetas (Isaías 11). De hecho, el Jardín es enteramente vegetariano (Génesis 1:29), y Dios nunca exigió la matanza de animales (Jeremías 7:22).
Miqueas, Amós, Isaías, Jeremías, y Oseas condenan el sacrificio de animales. Oseas y Jeremías afirman explícitamente que los seres humanos crearon el sacrificio de animales como una excusa para consumir carne: “Si me ofrecen sacrificios, es sólo por el interés de comerse la carne. Pero Yahvé no los acepta y, en adelante, va a tener presente su falta, va a castigar sus pecados y los va a mandar nuevamente a Egipto”. (Oseas 8:13).
Las Escrituras Hebreas se han usado a través del tiempo para justificar muchas atrocidades, desde la esclavitud, la quema de brujas, la Inquisición, hasta el abuso conyugal e infantil. Galileo fue sentenciado por el Papa a ser torturado hasta que se retractara de la herejía acerca de que la Tierra gira alrededor del Sol, lo cual es contradicho por el Génesis. Según el Levítico, las brujas debían ser quemadas, y los adúlteros, los niños desobedientes, y las personas que infringen el Sabat debían ser apedreados hasta la muerte.
Los leprosos e incapacitados eran sucios y no debían entrar en el templo. En el libro de Números (16) un pobre hombre fue apedreado hasta la muerte por reunir madera en el Sabat. Es asesinado por Moisés y los Israelitas como Dios manda. A Lot se le considera honrado, incluso después de ofrecer sus hijas vírgenes a los hombres que se encuentran fuera de la entrada en la historia de Génesis (19).
El punto aquí no es que Dios sea violento y cruel. Dios es amor, como lo dejan en claro Sus palabras mediante los profetas. El Antiguo Testamento es más una historia que una explicación del propósito de Dios, con excepción del Jardín del Edén (el mundo ideal de Dios, por el que todos nosotros debemos esforzarnos) y las visiones Proféticas (donde Él nos dice que para conocerlo se debe ser justo, misericordioso, y humilde). El consumo de carne hace parte de la creación caída, como apedrear a alguien por adulterio y la conducta de “ojo por ojo”, ambas de los cuales son exigidas por Dios según una anticuada lectura de las Escrituras Hebreas, pero son denunciadas por los profetas y condenadas por Jesús como una interpretación equivocada.
Las Escrituras Cristianas:
Jesús se opone al sacrificio de animales desde la primera actividad de su ministerio (el bautismo) hasta la última (la crucifixión). Su vida está dedicada a predicar la compasión y la misericordia, y se opone explícitamente al culto del Templo, un culto de sacrificio de animales. Cuatro puntos son especialmente importantes:
Primero, en los tiempos de Jesús, el sacrificio de animales era considerado por muchos como el único método para el perdón de los pecados. Los Judíos vegetarianos radicales vieron la ley eterna de Dios, la ley del Jardín del Edén y los Profetas (por ejemplo, Oseas 2:18, Isaías 11:6-9), e instituyeron el bautismo para el perdón de los pecados. Así, en el curso de su ministerio, Jesús expresa varias veces, citando a los profetas, que sus seguidores deben comprender lo que Dios quiere decir cuando Él se expresa a través del profeta Oseas, “Yo quiero compasión, y no sacrificios”. (Mateo 9:13, 12:6-7). Dios habla aquí del sacrificio de animales.
El énfasis sobre el bautismo en el Evangelio y en Hechos de los Apóstoles no tiene el mismo impacto en nosotros de lo que tenía en la Palestina del siglo primero, pero la gente de los tiempos de Jesús entendía que el bautismo representaba un rechazo completo de la violencia y el derramamiento de sangre involucrados en el asesinato de animales para la absolución. Juan el Bautista prepara el camino de Jesús apareciendo en el desierto, “predicando un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados”.
Lucas explica que “la voluntad de Dios” es el bautismo para el perdón de los pecados, “en tanto que los Fariseos y los maestros de la ley, al no permitir que sean bautizados, ignoran la voluntad de Dios”. Este completo rechazo al sacrificio de animales (y a la dieta carnívora que lo acompaña) no puede ser ignorado.
Segundo, el sacrificio de animales se efectuaba en el Templo, siendo ésta la razón por la cual los Judíos vegetarianos de los tiempos de Jesús estaban en contra del Templo. Jesús habla constantemente de desocupar el templo y demolerlo. Jesús entra en el templo y lanza fuera de él a los cambiadores de dinero y a los comerciantes de animales. Él cita a Jeremías 7, lo que los Palestinos del siglo primero habrían recordado:
Jeremías 7 muestra a Dios diciendo que Él nunca pretendió el sacrificio de animales, y también lo muestra haciendo la relación directa entre el sacrificio de animales y el consumo de carne. Juan el Apóstol establece esto como el primer acontecimiento del ministerio de Jesús, y lo sitúa con anterioridad al Sabat (“Como la Pascua estaba cerca, Jesús fue a Jerusalén. Hasta el patio del Templo”). Entonces Jesús entra en el templo e impide que la gente sacrifique animales para la comida del Sabat. El punto crucial es que aquella gente únicamente estaba vendiendo animales, y sólo para el sacrificio. Después la gente comía la carne del animal sacrificado.
Tercero, los Judíos vegetarianos, como una característica importante de su fe, celebraban una Pascua vegetariana perfectamente ortodoxa. Juan ubica el primer milagro de la multiplicación en la época de Pascua, sin embargo los discípulos tan sólo preguntan a Jesús, “¿Dónde compraremos suficiente pan para alimentar a toda esta gente?”, incluso sin tener en cuenta el cordero, lo que seguramente habrían comido no sino hubieran sido unos vegetarianos opuestos al sacrificio de animales. La última cena fue una comida de Pascua, y fue también, según parece, una comida vegetariana. Según Juan, Jesús expulsó del templo a quienes sacrificaban animales para la Pascua, en un rotundo rechazo a la idea de que en la Pascua se requiere la muerte de un cordero.
Cuarto, y último, la muerte de Jesús en la cruz es, para los Cristianos, el sacrificio final, y los seguidores de Jesús continúan celebrando Su memoria con comida vegetariana, pan y vino.
Conclusión:
El sacrificio de animales nunca fue parte del plan de Dios, como se puede constatar claramente en Génesis 1. El sacrificio de animales era condenado por Dios por medio de los profetas y por medio de Jesús a lo largo de toda su vida. La oposición de Jesús con respecto a la matanza de animales es una fuerte evidencia de su dieta vegetariana.
¿Si Dios no ordena el consumo de carne, por qué hay tantas leyes acerca de que la carne es y no es pura, y por qué Jesús no condena plenamente el consumo de carne?
Las Escrituras Hebreas (Antiguo Testamento):
Hay “leyes legítimas”, así como hay leyes que controlan la realización de guerras y la esclavitud. Las leyes legítimas también son estrictas en lo que se refiere a desalentar el consumo de animales. Un Dios que es amoroso, compasivo y misericordioso no tolera a los seres humanos que matan o esclavizan a otros, y tampoco tolera la explotación de animales. Las leyes sobre lo legítimo, la esclavitud, y la realización de guerras se destinan para hacer que las guerras, la esclavitud, y el consumo de carne sean menos violentos que las prácticas de la época. Por ejemplo, las Escrituras nos dicen que no debemos comer animales mientras aún están vivos, lo que prohíbe así la práctica, común en esos tiempos, de cortar en trozos partes de animales (por ejemplo, las jorobas de los camellos) mientras se les mantiene con vida y sumidos en un sufrimiento extremadamente impresionante.
Las Escrituras Hebreas se han usado a través de los años para justificar muchas prácticas crueles y violentas (tal como el abuso conyugal e infantil, la esclavitud, y la guerra). Es deplorable que se continúen usando para justificar la explotación de animales.
Las Escrituras Cristianas (Nuevo Testamento):
La oposición de Jesús con respecto al sacrificio de animales y al templo, ambos fuertemente relacionados con el consumo de carne en la cultura Palestina del siglo primero, habría sido entendida por sus oyentes como una oposición al consumo de carne. En la respuesta a la pregunta anterior ya se habló acerca del sacrificio de animales.
Sin embargo, en los cuatro Evangelios que se incluyen en nuestro Canon, no se ve a Jesús desaprobando la esclavitud, el sometimiento de mujeres y niños, o muchas otras injusticias. Y de igual manera, éstas y otras injusticias han sido justificadas por los Cristianos a través de los años. Pero el principal mensaje de Jesús, de misericordia y compasión, no puede reconciliarse con lo que todos sabemos que ocurre en las granjas industriales y en los mataderos, los cuales son quizás los lugares más violentos e inmisericordes sobre la tierra.
Finalmente, Jesús habló en Arameo, los Evangelios se escribieron originalmente en Hebreo, y nuestras primeras traducciones son las versiones Griegas del siglo cuarto aprobadas y alteradas por el Emperador Constantino, un consumidor de carne. Todas las versiones anteriores se destruyeron por herejía. Según algunos expertos, Jesús condena el consumo de carne, pero en Evangelios que fueron suprimidos y en pasajes que fueron editados en la temprana iglesia por escribas consumidores de carne. Por ejemplo, en El Evangelio de los Esenios 1ª parte, El Evangelio de los Doce Santos, Jesús dice:
«En verdad os digo, aquellos que participan de las ganancias que se obtienen lastimando a una de las criaturas de Dios, no pueden ser justos; ni pueden comprender los asuntos sagrados, o enseñar los misterios del reino, aquellos cuyas manos están manchadas con sangre, o cuyas bocas están contaminadas con carne».
«Dios proporcionó los granos y las frutas de la tierra como alimento; y para el hombre verdaderamente justo no hay otro sustento legítimo para el cuerpo…»
«Por tal motivo les digo a todos los que desean ser mis discípulos, alejad vuestras manos de la matanza y no dejéis que ninguna carne de cadáver entre en vuestras bocas, dado que Dios es justo y generoso y ordenó que el hombre viviera únicamente de las frutas y las semillas de la tierra».
«Si llega a vosotros alguien que coma carne o beba alcohol que quede en el patio exterior hasta que esté limpio de estos males intolerables, pues hasta que lo comprenda y se arrepienta, no debe recibir los misterios superiores».
Y en el Evangelio de Salud de San Juan, Cristo afirma:
«El segundo gran Mandamiento que recibieron dice así: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. Con la palabra prójimo debe entenderse a todo ser viviente en la Naturaleza, por ser una creación de Dios que debe ser respetada y protegida por el hombre».
«El que quita la vida al prójimo en realidad la quita a sí mismo, pues una muerte semejante se prepara para sí mismo. Y si mata animales para comerse sus carnes, estas carnes se tornarán veneno en su cuerpo, envenenándolo, produciendo dolorosas enfermedades, una vida llena de achaques, angustias y una muerte tormentosa. Por el dolor, la angustia, el miedo y el terror que el hombre ocasiona a los animales en el momento de sacrificarlos, tarde o temprano tendrá que sufrir la misma semejante angustia, conforme a la eterna Ley de Justicia y Amor, expresada en la siguiente sentencia: “Con la misma vara que midas serás medido”».
«El Padre Celestial ha dicho: Os doy toda clase de hierba que crece en el campo, todas las legumbres y verduras que producen vuestros huertos y también toda fruta de vuestras arboledas, para que os sirvan de alimentos; además, la leche de vuestros animales y todos sus subproductos y derivados. Pero respetaréis la vida de esos animales, no los mataréis, ni comeréis sus carnes ni su sangre, pues, así no quebrantaréis la suprema Ley de No Matarás. (…) Pero el que mate un animal, aunque éste no lo ataque y sólo por el placer de matar, o por la carne, su piel o sus colmillos, éste sí que quebranta la Suprema Ley de no matarás.»
¿No dijo Pablo que podemos comer carne?
Hay gran cantidad de controversia alrededor de las escrituras de Pablo, entre algunos Cristianos que las toman como absolutamente precisas, y la mayoría de los expertos que concuerdan en que algunas de las cartas fueron escritas muchos años después de su muerte. Pablo indudablemente escribía a una comunidad específica en un período específico de la historia. Sus escrituras sobre el consumo de carne indican su deseo de incluir Gentiles convertidos (en su mayoría carnívoros) y los Cristianos Judíos discípulos directos de Jesús (en su mayoría vegetarianos). Pablo tiene un gran deseo de reunir a los propietarios de esclavos (Filemón) y a los comedores de carne, a pesar de la contradicción directa que tienen el consumo de carne y la esclavitud con la recomendación de Jesús de que los seres humanos deben ser compasivos y misericordiosos.
Pablo escribía a una iglesia profundamente dividida por una variedad de motivos. Por alguna razón, él respaldó la esclavitud (I Corintios 7:20-24, Efesios 6:5, Colosenses 3:22, I Timoteo 6:1-2, Tito 2:9-10, Filipenses 1), el sometimiento de mujeres, el celibato, y la obediencia completa de los niños. Las escrituras de Pablo se han usado a través de los años para justificar la esclavitud, el abuso y el dominio conyugal e infantil (incluso el asesinato), la expansión Occidental y la masacre de Nativos Estadounidenses. Es muy importante que seamos excepcionalmente cuidadosos en no emplear erróneamente las escrituras de Pablo para justificar el cruel abuso que cometemos con los animales, el cual es inherente a su cría y matanza para transformarlos en comida.
¿No somos los humanos naturalmente carnívoros?
Realmente, no somos carnívoros por naturaleza. Los animales carnívoros tienen colmillos curvos, garras, y un tracto digestivo corto (cuatro veces el largo de sus cuerpos). Los seres humanos no poseemos garras ni colmillos. Tenemos molares planos y un tracto digestivo largo (diez veces el largo de nuestro cuerpo) más apropiados para una dieta de vegetales, frutas, y granos. El cuerpo de los animales carnívoros constituye una máquina perfecta para matar; sus estómagos tienen diez veces más ácido clorhídrico que el del hombre para desdoblar rápidamente el alimento. Ellos son animales feroces y asesinos por naturaleza; no poseen sentimientos y menos compasión hacia sus víctimas a las cuales devoran inmediatamente; o sea que comen carne fresca y su organismo está diseñado para digerirla. Muchas mujeres y hombres serían incapaces de asesinar a un animalito cruelmente enterrándole, ellos mismos, un afilado cuchillo en el corazón. No serían capaces de verlos chillar de dolor. El problema entonces es pagar a otros para que maten —ojos que no ven, corazón que no siente. Además, comer carne es peligroso para nuestra salud; contribuye a las enfermedades cardíacas, al cáncer, y a un sinfín de problemas de salud.
¿Los animales matan a otros para sobrevivir, por qué no podemos hacerlo nosotros?
La mayoría de los animales que matan para alimentarse no podrían sobrevivir si no hicieran tal cosa. Lo cual no es el caso para nosotros. Estamos mejor sin comer carne. Además, no tomamos ejemplo de otros animales para nuestras conductas morales en otras áreas. Por ejemplo, algunos animales pelean a muerte por un compañero, efectúan violaciones, o se comen a sus crías. Que ocurran tales sucesos “naturales” no quiere decir que vamos a legalizar la violación, el asesinato, o el infanticidio.
La realidad permanece: los mataderos y las granjas industriales son lugares violentos y sangrientos. Todos comprendemos que es inmoral hacerle daño a un perro o un gato. Y es igualmente inmoral pagarle a alguien para que cause daño a un pollo, una vaca, un cerdo, un pavo, o a cualquier otro animal.
¿Qué hay de malo en tomar leche? ¿No necesitan ser ordeñadas las vacas lecheras?
Para que una vaca produzca leche, debe tener un ternero. “Las vacas lecheras” son preñadas cada año a fin de mantener un abastecimiento constante de leche. En el orden natural de las cosas, el ternero bebería la leche (eliminando “la necesidad de ser ordeñada por los humanos”). Pero las crías de las vacas lecheras son arrebatadas un día o dos después de su nacimiento para que los humanos puedan tener la leche destinada naturalmente a ellas. Las terneras pueden sacrificarse inmediatamente o pueden ser criadas para que sean futuras vacas lecheras. Los terneros son encerrados por 16 semanas en diminutas cajas, tan pequeñas para ellos que incluso no pueden voltearse.
La elevada demanda actual de productos lácteos requiere que las vacas sean presionadas más allá de sus límites naturales, manipuladas genéticamente y alimentadas con hormonas de crecimiento a fin de que produzcan enormes cantidades de leche. Incluso los pocos ganaderos que deciden no criar animales intensivamente deben eliminar al ternero (que de lo contrario se tomaría la leche) y eventualmente enviar a la madre para que sea asesinada después que disminuye su producción de leche.
Los criadores tienen que tratar bien a sus animales, o no producirán mucha leche ni pondrán muchos huevos.
En las granjas industriales los animales no ganan peso, ponen huevos, ni producen leche porque estén cómodos, contentos, o bien cuidados, sino, más bien, porque han sido manipulados específicamente para hacer tales cosas mediante genética, medicamentos, hormonas, y técnicas de control. Además, los animales criados actualmente para alimento son asesinados en edades sumamente tempranas, antes de que la enfermedad y la miseria los hayan diezmado.
Es tan inmenso el número de animales criados para alimento que para los ganaderos es más lucrativo tener algunas pérdidas que proveer condiciones humanas.
Lo que puedes hacer
Jesús llama sus seguidores a una vida de misericordia y compasión. Hay muchas maneras de mostrar compasión y respeto por los animales. Puedes poner una calcomanía en el parachoques de tu automóvil, usar un botón, una camiseta, etc., todos estos son valiosos métodos para mostrar tu apoyo a la protección de los animales y a la bondad.
Puedes adoptar una dieta vegetariana humana y saludable (o adoptar el veganismo como estilo de vida), decidir no usar cuero ni pieles, utilizar únicamente artículos de compañías que no prueban sus productos en animales, y evitar circos, zoológicos, plazas de toros y otras actividades que aterrorizan a los animales.