¿Es buena la autoestima?

Muy, muy interesante, Tobi

Muy, muy interesante, Tobi

Esto que dices de que todos recibimos la misma medida de fe, es muy interesante. Y puede ser cierto.
He encontrado un apoyo bíblico a lo que dices.
El apoyo está en 1 P 1.1-11.
Concretamente en el versículo uno dice "una fe igualmente preciosa que la nuestra".
Este versículo nos dice que todos hemos recibido una fe igualmente preciosa.
Pero a esa fe debemos añadir (o en esa fe debemos mostrar como dice la RV1900) virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor
La expresión "conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno" no nos dice si la medida es la misma o si es diferente. Luego da pie a pensar tanto una cosa como la otra.
Pero es extraño que Pablo use la palabra "medida" si en realidad todos tenemos la misma medida, y eso hace que mi balanza se incline a que recibimos diferente medida.
En el caso de que recibamos diferentes medidas, podría ser que Dios quiere darnos a todos abundante medida de fe, pero han sido mas receptivos al regalo de Dios y otros han sido menos receptivos.
En todo caso. la fe como un grano de mostaza se puede convertir en un gran árbol y que lleguemos a decir a la montaña que se mueva y se mueve.
¿Cómo vés el pasaje de 1 P 1? ¿Te confirma en tu pensamiento?
 
¿Crees que esta frase de Pablo se refiere a la autoestima?
Sobre


¿Crees que esta frase de Pablo se refiere a la autoestima?
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Tobi, pienso que si tiene que ver con uno de los aspectos de la autoestima que es la autovaloración, o mas exactamente con la autoaceptación.
Amar es aceptar al otro tal como és. Amarse a uno mismo es aceptarse a uno mismo. Un autoconcepto con cordura es una evidencia de un sano amor a si mismo.
Cuando uno se considera superior a lo que es realmente está cayendo en el egocentrismo.
El egocentrismo es un síntoma de que nos sentimos tan poca cosa que buscamos nuestro valor comparandonos con los demás.
Cuando uno no siente necesidad de ser superior a los demás evidencia que se ha aceotado tal como él es.

Y la base mas sólida de la autoaceptación está en recibir la aceptación de Dios. Cuando estás en la presencia de Dios te sientes aceptado. Y entonces no necesitas verte superior a los demás ni necesitas el aplauso de los demás. Por qué si el Señor de Señores, el juez supremo del universo, te acepta, ¿qué mas aceptación necesitas?

Este concepto de que la base sólida de nuestra aceptación está en la aceptación de Dios, la leí en un libro maravilloso que os recomiendo, que se llama "La sensación de ser alguien". Os lo recomiendo, es buenísimo.
 
UN NUEVO/VIEJO IDOLO: EL YO

UN NUEVO/VIEJO IDOLO: EL YO

El Espíritu Santo reveló, a través de Pablo, que una de las marcas de los falsos creyentes es la de ser «amantes de sí mismos» (2 Timoteo 3:2). Casi veinte siglos más tarde, hay quien cree haber descubierto que el principal problema de la mayoría de las personas es su falta de autoestima. Según esta nueva tesis, la dificultad estriba en que la gente no se quiere a sí misma lo suficiente como para amar a Dios y a su prójimo. Un ejemplo prominente de esta ideología en el campo secular es el Dr. Wayne W. Dyer, autor del éxito de ventas, Tus zonas erróneas.

Según Dyer, el objetivo supremo de la vida de cada persona es ser feliz y el camino correcto para lograrlo es evitar ciertas conductas «negativas» y aprender otras nuevas; hay que eliminar los sentimientos de culpa y, sobre todo, reforzar intensamente el amor a sí mismo. Cada uno debe construir una imagen favorable de sí mismo, que le permita ser invulnerable a las opiniones ajenas.

La idea central de esta moderna versión del hedonismo es que cada persona debe aprender a amarse y a aceptarse a sí misma, y a actuar sin sujeción a ningún sistema externo de valores. El doctor Dyer deliberadamente contradice la Biblia cuando rechaza lo que él llama «la búsqueda de aprobación»:

La iglesia ciertamente ha tenido una gran influencia en este campo. Tienes que complacer a Jéhová, o a Jesús, o a alguien que está fuera de ti ... Así, el hombre tiene una conducta moral, no porque cree que es apropiada, sino porque Dios quiere que se comporte así.

Wayne W. Dyer, Tus zonas erróneas. Buenos Aires: Grijalbo, 1982, p. 86.

Es innegable que el cristianismo tiene una dimensión ética, que se basa en la voluntad revelada de Dios. También hay que reconocer que educamos a nuestros niños sobre la base de normas que ellos no siempre están en condiciones de justipreciar o comprender. Sin embargo, el presupuesto básico de todo creyente es que es preferible confiar en Dios antes que en uno mismo, cuando se trata de determinar qué es «apropiado». Por otra parte, a medida que se avanza en el camino de la fe, el creyente puede a menudo comprender y hacer plenamente suya la voluntad de Dios.

Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño;
mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos por espejo, oscuramente;
mas entonces veremos cara a cara.
Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
Y ahora prmanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13:11-13).

La base de esta relación viva con Dios, que Dyer evidentemente desconoce, es el amor de Dios que Él ha derramado en nuestros corazones. Si así no fuese, ser cristiano se tornaría en un yugo muy pesado. Sin embargo, el Señor Jesús dijo que su yugo era fácil, y su carga ligera (Mateo 11:30). Y es realmente así: no he conocido personas más alegres, dinámicas y amorosas para con sus semejantes, que cristianos llenos del Espíritu Santo, que obran en conformidad con la santa voluntad de Dios.

Empero, la propuesta del doctor Dyer significa en el fondo que no existe nada ni nadie superior a cada uno de nosotros, y por lo tanto que mis propias reglas son tan válidas para mí, como las de mi vecino para él. Más aún, soy libre de cambiar dichas reglas según las circunstancias. Claro está que si cada cual determina su propia moral, existirían tantos criterios como personas, todos igualmente válidos... Cada uno sería su propio dios. Precisamente ése fue el pecado original de la raza humana, que tanto sufrimiento ha traído desde el tiempo de Adán y Eva.

No sorprende que el mundo esté al borde de la destrucción. Ahora tenemos cerca de cuatro mil seiscientes millones de falsos dioses en el planeta Tierra, cada cual tratando de erigir su pequeño imperio propio en una lucha de «egos» que no cesa. La única esperanza para estos dioses es abdicar de los tronos de sus vidas y someterse al único Dios verdadero a través de Jesucristo.

Dave Hunt y T.A. McMahon, The Seduction of Christianity: Spiritual Discernment in the Last Days. Eugene: Harvest Publishing House, 1985, p. 87.

En conclusión, la propuesta de Dyer sobre un «nuevo hombre» es en realidad el antiguo modelo del «viejo hombre» viciado por los deseos engañosos (Efesios 4:22). Este hombre rinde culto a sí mismo t es egocéntrico, narcisista, relativista en sus valores éticos y socialmente irresponsable. Está profundamente engañado; aunque grite su superioridad a los cuatro vientos, no podrá añadir ni un ápice de valor a su persona. El psicólogo cristiano Alan Loy McGinnis dice:

En el sur de California se han extendido cierto tipo de seminarios que resultan patéticos. Los que participan en estos seminarios se ponen de pie en una habitación y gritan una y otra vez: «¡Me gusta como soy, me gusta como soy, me gusta como soy!» ... Un hombre que había sido abandonado por su esposa unos meses antes, fue a ver un consejero. «Después de algo de terapia» -relata- «ahora sé que mi esposa perdió a un hombre maravilloso. Ahora me he enamorado de una persona fantástica: Yo mismo».
Lo único que se puede sentir por un hombre así es pena. Al conjuro de algún hechicero de la actualidad, ha inflado su ego y se ha hecho centrado absolutamente en sí mismo. La tragedia consiste en que, si él permite que su narcisismo se desarrolle de esa manera, pronto alejará de sí precisamente a las personas cuyo amor necesita durante esas crisis.

Alan Loy McGinnis, ¡Sea alguien! Como lograr lo mejor de uno mismo. El Paso: Mundo Hispano, 1988.

Que haya psicólogos agnósticos o ateos que proclamen un «evangelio del yo» es plenamente comprensible. Lo que sorprende es que esta prédica resulte atractiva para algunos cristianos ... pero así es. Actualmente se predican sermones, se dictan conferencias y seminarios, y se pubican libros sobre la importancia de la autoestima en la vida del creyente.

El sentido común debiera bastar para desalentar esta tendencia. La mayoría de las personas desea reconocimiento por sus logros, reclama sus derechos, se ofende y resiente cuando cree que no ha sido tratada con la consideración que se merece, y continuamente trata de justificar su propio proceder, fuese cual fuese, ante sí misma y ante los demás. Podemos ver esta conducta en el supermercado, en el banco, en la escuela y ¡ay! con frecuencia también en la iglesia. Esto indica que nuestro problema es más bien un exceso de autoestima más que una falta de ésta.

Alentar el egoísmo de criaturas cuyos pecados están todos centrados en el ego, es como derramar gasolina sobre un fuego que ya está ardiendo descontroladamente.

Hunt y McMahon, o.c., p. 201

Las Escrituras no alientan en modo alguno la idea de que nuestro problema sea la falta de amor a nosotros mismos o una mala autoimagen. La Biblia llama a este problema de una manera muy desagradable: pecado. Pecado de egoímo, de orgullo, de avaricia, de ira, de envidia, de inmoralidad sexual, de maledicencia... Las Escrituras no nos convocan a fomentar la autoestima ni a fortalecer nuestro yo, sino todo lo contrario: «Y [Jesús] llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame» (Marcos 8:34).

Y reitera: «El que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha el hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?» (Lucas 9:24-25).

La Biblia nos llama precisamente a negar nuestro yo, y a aceptar a Cristo como Salvador, como Señor y como Maestro y modelo de nuestras vidas. ¡Nada podría ser más opuesto a la actual moda de la autoestima!

El valor que verdaderamente podemos llegar a tener debemos hallarlo en Dios mismo, a través de Jesucristo. Los héroes de la fe de los que habla la Escritura (ver Hebreos 11) nos dejaron este mismo ejemplo. Cuando David escribió el salmo 51 no sufría por «falta de autoestima» sino por las consecuencias de su propio pecado. Cuando Isaías se reconoció un hombre de labios inmundos (6:5) estaba en lo cierto. Su confesión de pecado fue el requisito para que Dios lo purificase. También Daniel hubo de confesar los pecados propios y los de su pueblo antes de recibir una revelación de Dios (9:1-27). El Señor Jesús probó y alabó la conducta de aquella pecadora que lloró intensamente por sus faltas (Lucas 7:36-49). Pablo se reconoció un miserable pecador necesitado de salvación, y en lugar de advertirnos contra al falta de autoestima, nos previno contra su exceso (Romanos 7:14-25; 12:3). Santiago nos exhortó a lamentar nuestar miseria y humillarnos ante Dios.

¿Sufrieron [estas personas] de una autoimagen destructiva? Difícilmente. La razón por la que pudieron servir a Dios con fervor es precisamente que ellos entendieron que su significación, su valía, se derivaba justamente de su relación con Dios. Podían «sentirse bien con ellos mismos» solamente porque habían sido perdonados y transformados por el Señor de gloria.

Erwin W. Lutzer y John F. DeVries, Satan's 'Evangelistic' Strategy for this New Age. Wheaton: Victor Books, 1989, p. 118.

Salvo en los raros casos de trastornos psiquiátricos, los seres humanos se aman demasiado a sí mismos, aunque se amen mal y no sepan claramente qué les conviene. Numerosos estudios psicológicos indican que la mayor parte de la gente tiende a sobreestimar sus propias capacidades. El creyente, por su parte, no debe sobreestimarse ni subestimarse, sino pensar sensatamente acerca de sí mismo (Romanos 12:1-3).

Bendiciones en Cristo,

Jetonius

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La autoestima que defiendo es aquella que se fundamenta en el amor que Dios genera en nosotros. Este amor creo que tien dos direcciones. El amor a los demas y el amor a nosotros mismos. De no haber amor para nosotros mismos dificilmente lo habra para nuestro prójimo.
No creo que en ello haya nada de hedonismo, sino todo lo contrario.
Tambien me pregunto si el pesado yugo del cual Cristo nos libera no tenga que ver (entre otras cosas) con los complejos de culpa, si tenemos en cuenta el significado de lo que es un complejo.
Por último la advertencia de Pablo referente a tener más alto concepto de uno mismo bien se puede aplicar al amarse a sí mismo de una manera desproporcionada sino que se le debe añadir la medida de la fe con que hemos sido dotados.
Bendiciones en Cristo
 
Encontraba a faltar una intervención así

Encontraba a faltar una intervención así

Muchas gracias Jetonius.
Cuando propuse el tema de la autoestima pensé que sería un tema un poquitín polémico y que habrían dos posturas. Mi sorpresa es que no aparecía nadie que defendiera el peligro de "exceso de autoestima".
Te agradezco que presentes tu interesante postura. Porque es enriquecedora y muy necesaria porque no es bueno quedarnos con un único lado de la moneda.
De momento te digo que yo también el leído el libro "Tus zonas errones". Lo he leído 2 veces. La primera vez me gustó. Pero pasados un montón de años lo volví a leer y ¡sorpresa! me resultó repulsivo.
Y es que el mundo propone el egoismo y lo llama autoestima.
Por eso preguntaba ¿autoestima es lo mismo que egoismo?. Lo preguntaba porque he leído "Tus razones erroneas" y veo lo perverso que es plantear la autoestima en los términos en los que los planteó este libro.
Jetonius, ¿debemos amar a quien Dios ama? ¿debemos amarnos a nosotros mismos porque Dios nos ama?
Jetonius, hay una pregunta que hice y aún no me han contestado. ¿Podemos amar a Dios mas que a nosotros mismos?
Yo creo que sí. Y que cuando eso pasa se ensancha nuestra capacidad de amar (tanto a nosotros mismos como al projimo).
¿Podemos amar a los demás mas que a nosotros mismo?
Hay ejemplos. ¿Qué cristiano no daría su vida por salvar la de sus hijos?
La ley del antiguo pacto exige que amemos en la medida en que nos amamos a nosotros mismos.
El Señor nos da un mandamiento nuevo, que amemos a los demás en la medida en la que Él nos ama.
Yo debo amar a mis hermanos en la misma medida en que Dios me ama.
Así que el antiguo pacto dice "ama a tu prójimo como a tí mismo", el nuevo pacto dice "ama a tu hermano así como yo te amo".
El amar al prójimo en la medida en que yo soy amado por Cristo es imposible humanamente (me refiero a mi naturaleza caida). Solo es posible cuando me uno al Espíritu Santo. Y en esta unión el amor divino puede fluir en mí y llegar a amar al hermano tal como Cristo le ama.

Juan 13:34
"Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado"
 
El nuevo pacto quizás no dice nada nuevo sobre amar a los demas

El nuevo pacto quizás no dice nada nuevo sobre amar a los demas

Pienso una cosa, que en realidad el nuevo pacto no dice nada nuevo sino que es expresado de una nueva manera.
Porque si amar a Dios con todo nuestro ser es lo mismo que amar al prójimo en la medida que Cristo me ama y en la medida en que Cristo ama a mi prójimo.
El nuevo mandamientol no es sino el antiguo mandamiento pero expresado de manera mas reveladora. Ya que Cristo es la revelación encarnada del amor que exige el antiguo pacto.

1 Jn 2
"7 Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio; este mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio.
8 Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra."

Mateo 5:17
"No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir."
 
¿Problema de lenguaje?

¿Problema de lenguaje?

Jetonius, ¿No será que lo que tu llamas exceso de autoestima yo lo llamo egoismo y lo que yo llamo autoestima tu lo llamas autoaceptación?
¿No tenemos un problema de lenguaje.
El mundo tiene un concepto deformado del amor. Si embargo los cristianos nos hemos negado a substituir la palabra amor y la segguimos empleando.
También el mundo tiene un concepto deformado de la autoestima. ¿Por ello debemos los cristianos substituit la palabra autoestima?
¿Exceso de autoestima? tal vez si que pueda aceptar ese término cuando nos amamos mas a nosotros mismos que a Dios. Pero cuando amamos mas a nosotros mismos que a Dios, ¿hablamos de exceso de autoestima o hablamos de egoismo?
Espero que alguien pueda poner orden en las ideas y en el lenguaje.
 
NO IBA NINGUN PALO PARA TU LADO, TOBI

NO IBA NINGUN PALO PARA TU LADO, TOBI

Originalmente enviado por: Tobi
La autoestima que defiendo es aquella que se fundamenta en el amor que Dios genera en nosotros. Este amor creo que tien dos direcciones. El amor a los demas y el amor a nosotros mismos. De no haber amor para nosotros mismos dificilmente lo habra para nuestro prójimo.


¿Cómo no defender esto? Nada puede darnos mayor sentido de nuestro valor a los ojos de Dios que el hecho que Cristo nos amase y se entregase por nosotros. Al mismo tiempo, este sentido de valor debe ser balanceado por las declaraciones bíblicas acerca de que este amor de Dios es por pura gracia, es decir, inmerecido, no debido a nuestros méritos intrínsecos.

Mi punto es que salvo casos patológicos, nadie se ama demasiado poco; nuestra tendencia natural, que no necesariamente desaparece al convertirnos (por aquello del viejo hombre) es a amarnos demasiado.

Pero si lo que brota y se desarrolla en nuestros corazones es el amor de Cristo, entonces todo encaja en el lugar apropiado: El amor a Dios, primer mandamiento y fuente del genuino y válido amor al prójimo y a uno mismo.


No creo que en ello haya nada de hedonismo, sino todo lo contrario.


Si, como creo, te refieres a lo que acabo de describir, claro que no es hedonismo.


Tambien me pregunto si el pesado yugo del cual Cristo nos libera no tenga que ver (entre otras cosas) con los complejos de culpa, si tenemos en cuenta el significado de lo que es un complejo.


Así es, y es triste ver que personas que han aceptado a Cristo no se han desembarazado de las cargas que debieran haber dejado hace años al pie de la cruz.

Al mismo tiempo, el estar en Cristo nos trae una conciencia renovada de nuestro propio pecado y es por eso que debemos confesarlo para que él nos sane.


Por último la advertencia de Pablo referente a tener más alto concepto de uno mismo bien se puede aplicar al amarse a sí mismo de una manera desproporcionada sino que se le debe añadir la medida de la fe con que hemos sido dotados.
Bendiciones en Cristo

Perfecto, lo que Pablo enseña es la sensatez, la medida apropiada: ni despreciarse ni valorarse en exceso.

Un abrazo en el Amado,

Jetonius

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Re: ¿Problema de lenguaje?

Re: ¿Problema de lenguaje?

Originalmente enviado por: rafael7
Jetonius, ¿No será que lo que tu llamas exceso de autoestima yo lo llamo egoismo y lo que yo llamo autoestima tu lo llamas autoaceptación?
¿No tenemos un problema de lenguaje.


No estoy seguro aunque existe cierta superposición. La autoestima tal como la enseñan los psicólogos pop tiene que ver con el egoísmo y el narcisismo. De hecho, a mí no me gusta el término «autoestima» a causa de su origen y significado secular.

Yo creo que un concepto más bíblico es el de gozar la paz de Cristo, que incluye relaciones sanas y firmes con Dios, los demás y uno mismo.


El mundo tiene un concepto deformado del amor. Si embargo los cristianos nos hemos negado a substituir la palabra amor y la segguimos empleando.
También el mundo tiene un concepto deformado de la autoestima. ¿Por ello debemos los cristianos substituit la palabra autoestima?
¿Exceso de autoestima? tal vez si que pueda aceptar ese término cuando nos amamos mas a nosotros mismos que a Dios. Pero cuando amamos mas a nosotros mismos que a Dios, ¿hablamos de exceso de autoestima o hablamos de egoismo?
Espero que alguien pueda poner orden en las ideas y en el lenguaje.

De nuevo, creo que parte del problema proviene de transplantar a la esfera cristiana una noción psicológica, no porque la psicología sea necesariamente anticristiana (yo no creo esto) sino por la connotación que el término tiene.

Cuando nos amamos más de lo que amamos a Dios, el término bíblico es idolatría (del yo).

Y a propósito de lo que decía Ud. en otro mensaje, claro que es posible amar a Dios sobre todas las cosas, pero no lo es a la mente natural. Exige un cambio sobrenatural que el amor de Dios obra en nuestros corazones, pues, al decir de Pablo, cuando todavía éramos enemigos, Cristo murió por nosotros.

Bendiciones en Él.

Jetonius

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Completamente de acuerdo Jetonius.
A menudo las matizaciones no son solo necesarias sino imprescindibles.
Un abrazo en Cristo.