que designaran su "anciano principal"
Su declaración es ajena a la Palabra del Señor.
Veamos que enseña la Escritura respecto a la relación entre el pueblo del Señor y los ancianos puestos por el Espíritu Santo para apacentar la grey de Dios (Hch.20:28), leemos:
Heb_13:17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
El Señor fue siempre obediente a la voluntad de su Padre Dios.
La obediencia es la base de la piedad.
Todo lo que gira alrededor de la voluntad independiente del ser humano, es el pecado.
Hemos sido santificados posicionalmente por Cristo (Jn.17:19), para la obediencia, leemos:
1Pe 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
El Señor no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse sino que se humilló, tomando forma de siervo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
El no vino a la tierra para glorificarse así mismo haciendo su propia voluntad:
- “Yo soy el Hijo de Dios y tienen que obedecerme”
Él hubiese podido hacerlo, pero hubiéramos perdido su precioso ejemplo de sujeción, obediencia y humildad.
Una humildad que discernimos hasta en la misma creación de todas las cosas.
Ni los ángeles sabían que su Creador era el Hijo de Dios, leemos:
Col 1:16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
El Señor esperó sin ninguna preocupación, el momento que el Padre lo revelase a las huestes angelicales (Heb.1:5-6).
No se apresuró.
Y sin embargo, entrando en el mundo, le contemplamos lavando los pies de sus discípulos.
Ahora, sobre esta Escritura:
Heb_13:17 Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta;
Estos servidores son hombres en Cristo, y un hombre en Cristo es un hombre de oración que depende completamente de Aquel a quién tiene que rendirle cuentas por el estado de las ovejas a su cargo (Ez.34:4).
Su carácter debe ser lo más semejante al carácter del Señor, de manera que no es una responsabilidad fácil.
Requieren, igualmente, la sujeción y la oración del pueblo del Señor para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.
Todo lo que deciden y enseñan y todo lo que se hace en la asamblea, debe tener su base sólida en la Palabra de Dios, las Escrituras.
Cuando los ancianos actúan sin ese respaldo bíblico, pierden su autoridad.
Y es en el abandono de las Escrituras, donde comienzan los problemas internos en la asamblea. Leemos:
3Jn 1:9 Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe.
Antes de su bautismo, los ancianos deben orar con insistencia, para que sea el Señor quien los dirija y les de discernimiento en la entrevista previa, a un aspirante a la comunión de la asamblea.
Gracias al Señor, en nuestras asambleas, la hay donde Diótrefes hubiese tenido que esperar su bautismo.
El apóstol Pablo advirtió sobre la existencia de lobos rapaces que no perdonarán el rebaño y se apoderarían de él.
La existencia de un "anciano principal", como Diótrefes, es ajena a la Palabra de Dios.
ENTRE ELLOS DEBE EXISTIR CONSIDERACIÓN Y SUMISIÓN
1. Consideración:
La consideración que debe haber entre los ancianos, así colaborando juntos en la obra de pastoreo y de cuidado al pueblo del Señor, tiene que haber esa virtud, pues, de la consideración.
No debe ninguno de ellos, buscando como Diótrefes, el primer lugar, sino, así esperando y dando preferencia los unos a los otros.
2. Sumisión:
La sumisión, pues, de los ancianos es a la Autoridad de la Palabra de Dios.
Como hemos oído muchas veces, los ancianos no tienen autoridad en sí mismos, sino la autoridad que les confiere las Escrituras.
Todo lo que deciden y enseñan y todo lo que se hace en la asamblea, debe tener su base sólida en la Palabra de Dios, las Escrituras.
Cuando los ancianos actúan sin ese respaldo bíblico, pierden su autoridad.