Sapia:
¿Se da cuenta lo que digo? Con Luis F. Perez siempre aprendo algo nuevo. Hoy ha sido un refrán. Y, si me permite, yo se lo cambio por otro (más conocido) ”No hay peor ciego que el que no quiere ver”.
LF:
Eso lo dice porque usted no quiere ver que Clemente afirma que “siendo justificados por las obras....”
Sapia:
El contexto del texto que Usted compartió habla de la Santidad y de la manera de testimoniar válidamente esa santidad, a través de las actitudes y procederes (obras), no meramente a través de palabras...
LF:
Pero oiga, es que le vuelvo a repetir que sin santidad no podemos ser salvos y que esa santidad no viene dada sólo por la fe sino por las obras. Al fin y al cabo no seremos juzgados sólo por la fe que tengamos sino por las obras que hagamos. Porque eso sí lo sabe usted, ¿verdad?
Sapia:
Por eso, al final del párrafo XXX, Clemente dice: ” Dios aborrece a los que se alaban a sí mismos. Que el testimonio de que obramos bien lo den los otros..”
LF:
Precisamente esa frase de Clemente, en el que comenta la autocomplaciencia, prima hermana de la autojustificación, es clave para entender a qué se refiere en el texto que usted alude como muestra del sola fide. En seguida verá porqué
Sapia:
Suponer que nuestras obras puedan tener algún mérito para “ganar” nuestra Salvación es menospreciar, o al menos desconsiderar, el poder omnipotente de Dios que puede escudriñar directamente nuestro corazón para conocer “de que espíritu somos”, suponiendo que Él necesita “ver” nuestras buenas obras para poder determinar si “merecemos” ser hechos Sus hijos...
Luis:
¿Quién habló de ganar la salvación? Sepa usted que incluso las obras que nos justifican son fruto de la gracia de Dios, el cual es el que produce en nosotros tanto el querer como el hacer.
Por supuesto que Dios sabe de qué espíritu somos. Y nos juzgará en base a nuestras obras. Por otra parte, ¿se ha leído usted la historia de Cornelio?
Hch 10,4:
Este vio claramente en una visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios entraba donde él estaba, y le decía: Cornelio. El, mirándole fijamente, y atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
Sapia:
El método de “ver para creer” lo puede necesitar un maestro, un padre, un policía, hasta un juez. Pero mi Dios no lo necesita. No sé el suyo.
Luis:
Dios no necesita nada, es evidente. Pero no se trata de lo que Dios necesite sino de lo que Dios demanda. Y Dios demanda obediencia y demanda obras de arrepentimiento. Y el que no obedece, por mucho que crea, no se salva. Porque la fe que salva es la que OBRA por el amor, de tal manera que de la misma manera que las obras sin fe no salvan también sabemos que la fe sin obras no salva.
Sapia:
Con lo cual, respecto a recobrar la comunión perdida con Dios Padre, la Santidad no es un requisito para merecerla sino una consecuencia por haberla recobrado, al haber sido Justificados por Cristo, por medio de la Fe (Romanos 5:1)
Luis:
Mire usted, nadie puede ser santo sin la fe. Es decir, la fe es requisito indispensable para alcanzar la santidad. Ahora bien, eso no excluye para nada la necesaria acción, movido por la gracia de Dios, del creyente que quiere andar en la santidad.
Heb 12,12-14
Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Ahí no dice “no hace falta que hagáis nada porque una vez que habéis creído ya sois santos y automáticamente, sin que vosotros mováis un dedo, ya vais a andar en santidad lo queráis o no”. No, lo que dice es que nosotros tenemos que hacer sendas derechas....
Sapia:
Yo no puedo creer que este argumento salga de su pluma (entiéndase teclado), Pérez. Lo tengo por una persona versada, instruída e inteligente. Me llama la atención que no se de cuenta que con estos argumentos se autodescalifica.
LF:
Siento desilusionarle. A mí no me pasa lo mismo con usted ya que como estoy acostumbrado a sus sofismas pues sí me creo que de su teclado salgan las cosas que salen
Sapia:
El contexto sin ninguna duda enriquece la “realidad de las afirmaciones que se vierten”.
Es sorprendente: cuando se cita sólo una porción, se alega que se la saca de contexto (esgrimiendo el famoso y hasta gastado “un texto fuera de contexto, más que un texto es un pretexto..”). Ahora, cuando no conviene leer más allá de lo que interesa, parece que... “nos queremos esconder detrás del contexto”. ¿en qué quedamos? Poneos de acuerdo!
LF:
No, mire, yo no estoy en contra de que se utilice el contexto para entender una cita. Lo que estoy en contra es de que se use el contexto para hacer que el texto diga lo que no dice
Sapia:
No, ...es que Usted no me entendió.
Nunca dije ni siquiera di a entender que “somos salvos POR obras” (solas o acompañadas por algo). Lo que dije (creí que estaba claro) es que « No somos salvos POR obras sino PARA obras.. » (Ef 2:10). Lo que Usted agregó no tiene nada que ver al comentario, ni tiene la menor importancia con lo que tratamos, que es su cita del punto XXX de la epístola de Clemente a los Corintios y el alcance y significado que le otorgó. No hace falta que me lleve de paseo...
LF:
A ver, relea otra vez su intervención y mi respuesta. Usted me dijo que no somos salvos por obras sino para obras. Y yo le digo que la doctrina católica no enseña que somos salvos por obras sino que más bien condena a quien sostenga tal doctrina. Y claro, si usted no tiene interés en leerse lo que enseñó el concilio de Trento me parece perfecto pero yo utilizaré lo que crea conveniente para explicar la doctrina de mi Iglesia sobre la relación entre salvación, justificación fe y obras
Sapia
Ootra vez, invitándome a pasear...
Yo se lo pregunto a Usted ¿me responderá puntualmente la pregunta?
LF:
Usted me preguntó qué grado de santidad es requerido para merecer la salvación. Yo le digo que la salvación nunca se merece. Eso para empezar. Para continuar le diré que nosotros debemos perfeccionar nuestra santidad. Eso enseña la Biblia
Sapia:
La cita de Hebreos no tiene problemas para mi. Si la Santidad es consecuencia de la Justificación y del nuevo nacimiento en Cristo, obviamente que sin ella nadie verá a Dios...
LF:
¿Usted da por hecho que el creyente no tiene nada que aportar en el asunto de su propia santidad?
Sapia
No yo. Es lo que leo del escrito de Clemente.
Pero créame que cada vez estoy más perplejo de los argumentos que presenta. Me hizo acordar a aquellos “apologistas” que aprovechan cualquier mención de la palabra “fuego” en el Nuevo testamento para “demostrar” la validez bíblica del Purgatorio... En fin.
LF:
Usted hace con el texto de Clemente exactamente lo mismo que con el texto de la Biblia. Lo interpreta como le viene en gana. Ya que menciona el fuego y el purgatorio, ¿tiene interés en que le recuerde lo que dijo San Agustín sobre el asunto? ¿o lo que dijo San Clemente de Alejandría allá por el 202?
No mezcle asuntos
Sapia
No tiene nada que ver con el tema tratado... Debatimos acerca de lo que afirmó Clemente en XXX de su epístola a los Corintios, y si allí el efirmó que las obras son necesarias para justificar al pecador ante Dios.
LF:
Debatimos si Clemente afirmó que siempre somos justificados sólo por la fe. Y claro, por más que usted se empeñe en buscar “justificación” a lo injustificable, lo cierto es que Clemente, en su carta, nos pide que nos vistamos “según corresponde, siendo humildes de corazón y templados, apartándonos de murmuraciones y habladurías ociosas, siendo justificados por las obras y no por las palabras”
Sapia
Es que “fe” puede haber muchas,
Luis:
¿ah sí?
¿cuántas? ¿decenas? ¿centenas? ¿millones?
Yo sólo conozco dos tipos de fe:
- la que va acompañada de obras y que salva
- la que no va acompañada de obras y que no salva
Ahora bien, si usted y el resto de los protestantes se empeñan en que las obras no tiene absolutamente nada que ver con nuestra justificación y salvación ¿qué quiere que le diga? Pues lo que dijo Santiago “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”
Claro que cuando el “vosotros” son protestantes el problema está en que ven lo que Santiago dice que deben ver
Sapia:
y Santiago enseña que nuestro obrar puede ser un buen modo para saber si nuestra Santidad y por ende nuestra Fe es la correcta (Ooopss, ¿parecido a lo que afirmó Clemente?)
Luis:
No, mire, no se trata de que nuestro obrar sea sólo un buen modo para saber sin nuestra fe es la correcta. Lo que dice Santiago no es que las obras son sólo una prueba de la fe pero a la vez no justifican. Lo que dice Santiago es que además de ser una prueba las obras justifican. No al que no cree, sino al que cree. Ciertamente es muy parecido a lo que afirma Clemente a lo largo de toda su carta
Sapia:
Lo importante es que esa FE sea correctamente direccionada, dirigida, aplicada, para que tenga resultados “salvíficos”.
Luis:
Ah, vaya, eso sí que me interesa. O sea, si la fe no está correctamente direccionada, no salva. O sea, que hay una fe que no salva. Y la que salva, necesariamente tiene que ir unida a las buenas obras. ¿verdad? ¿cómo puede entonces nadie decir que las buenas obras del que tiene fe no le justifican para salvación?
Sapia:
Cuando así sucede, el poseedor de esa fe es sellado con el Espíritu Santo (Efesios 1:13), el cual derrama en nuestros corazones el amor de Dios (Romanos 5.5).
Luis:
Y nosotros usaremos ese sello y ese amor para bien o lo dejaremos morir y caemos de la gracia. Porque claro, usted sabe que se puede caer de la gracia y que podemos desechar la salvación aun después de haberla aceptado como un don gratuito de Cristo, ¿verdad? ¿o por el contrario es usted de los que creen que “una vez salvo, siempre salvo”?
Sapia:
Si Usted supone que alguien puede ser sellado con el Espíritu Santo sin recibir el amor de Dios (creados en Cristo PARA buenas obras), es porque descree de las promesas de Dios registradas en la Escritura. Ese no es mi caso.
Luis:
Por supuesto que sé que el que es sellado por el Espíritu Santo recibe el amor de Dios. Pero igual sé que puede perder ese amor si no lo cultiva, si lo deja enfriarse, si, en definitiva, no lleva una vida de santidad de acorde con el llamamiento recibido. En definitiva, sé que el que no persevera hasta el fin, el que no se ocupa en su salvación con temor y temblor, el que no produce buen fruto, el que después de haber conocido la luz y andado en sus obras se entrega de nuevo a las tinieblas, ése, es desechado y condenado. Y también sé que toda la gracia de Dios está disponible para los creyentes de manera que no caigan en esa terrible condenación, así que si alguno cae será por su propia necedad y nunca por voluntad de Dios el cual quiere que todos los hombres seamos salvos y no quiere que ninguno nos perdamos sino que procedamos al arrepentimiento, haciendo obras dignas de éste. No sé si usted sabrá todas esas cosas.
Sapia:
Por ende, si no doy muestras de santidad (por ejemplo: “si no tengo amor” 1 Cor 13:2, que Usted cita) es porque NUNCA he sido sellado por el Espíritu Santo y por ende NUNCA he sido regenerado espiritualmente y renacido en Cristo y por ende NUNCA he sido Justificado.
Luis:
Pero oiga, es que Pablo dice “si tengo fe, etc.... pero no tengo amor”. Es decir, se puede tener fe, se puede profetizar, se puede hablar en lenguas, se puede incluso hacer “buenas obras” y no tener amor. ¿Es usted capaz de explicar al foro cómo es posible tener fe, profetizar y hablar en lenguas sin haber sido regenerado espiritualmente?
Sapia:
Que Trento diga lo que quiera.
Luis:
...que ya me encargo yo de copiárselo al que verdaderamente tenga interés en saber cuál es la doctrina católica sobre la justificación y no interés en falsear, torcer y calumniar dicha doctrina
Sapia
El Sola FIDES funciona, y perfectamente. Porque es parte del Plan de Dios para Salvación del hombre.
Luis:
Me temo que no, porque si no Dios, en su Palabra, no se habría encargado de unir la palabra Sola a la palabra Fide en una única ocasión: para negarla. Stg 2,24
Sapia:
Como está escrito: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas EN Dios.” (Juan 3:18-21)
Luis:
Ciertamente en ese pasaje de la Biblia se afirma que el que en Él cree, no es condenado. Ahora bien, la Biblia también dice que si uno cree y no obedece, es condenado. Si uno cree y no obra, es condenado.
Y si vamos a analizar bien ese texto del evangelio de Juan, lo mismo nos llevamos una sorpresa porque lo que ahí podemos leer no es que aquel que primeramente viene a la luz luego practica la verdad sino que el que practica la verdad viene a la luz. La causa efecto me recuerda a lo ocurrido en el caso de Cornelio, el cual practicaba buenas obras y acabó llegando a la luz de Cristo
Sapia
¿No los nota parecidos?
Luis:
Sí claro, nada más que ese pasaje de Gálatas no tiene nada que ver con el Sola Fide
Sapia
Obviamente. Debemos luchar contra nuestra “carne”. Pero los sellados por el Espíritu Santo tenemos una promesa del Padre que atesoramos en el corazón. Escrito está: “Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece” (Filipenses 4:13)
Luis:
Claro, claro. Y no somos tentados más allá de lo que podemos soportar y tenemos toda la gracia de Dios disponible a nuestro favor para esa lucha. Pero ¿garantiza eso que lucharemos hasta el final? Ya sabe aquello de que “el que crea estar firme, mire que no caiga”. Y también sabe que incluso el mismo Pablo decía que golpeaba su cuerpo “por si las moscas” llegaba a ser eliminado
Sapia:
Pero no estamos yendo del tema de lo que dijo Clemente en el punto XXX de su epístola a los Corintios.
Luis:
Ya...
Sapia
Yo no le “hago” decir nada a Clemente. Explico, con otras (mis) palabras, lo mismo que él dijo. Yo no necesito “quitar” nada.
Luis:
Clemente nombra la santificación por obras. Usted lo quita
Sapia:
En realidad me parece que es Usted el que necesita aferrarse con uñas y dientes a “la palabra” para intentar sostener su teoría (en ruinas).
Luis:
No, no, yo sí que no quito nada así que no necesito ni uñas ni dientes para agarrarme a nada porque la cosa es bien clara
Sapia
No se ha perdido nada, quédese tranquilo. Lo que sucede es que lo ha leído con las gafas romanistas
Luis:
Se las recomiendo. Su miopía es de tal grado que esas gafas le servirán para ver bien
Sapia:
- Todos ellos fueron “glorificados y engrandecidos”, no por sus méritos o sus obras o sus actos de justicia, sino “por Su voluntad” (la voluntad de Dios, Sola Gratia, Juan 1:13, Efesios 2:8-9),
Luis:
Yo no tengo ningún problema en aceptar el Sola Gratia, caballero. Lo que no acepto es el Sola Fide
Sapia:
- Tampoco nosotros nos justificamos por nuestro méritos, entendimiento, sabiduría, piedad u obras que hayamos hecho en santidad ( ! ), sino que nos justificamos POR MEDIO DE LA FE, la cual utiliza para Justificar a todos los hombre...”
¿Cabe alguna posibilidad de que Clemente no esté hablando de la Justificación ante Dios del hombre pecador?
Luis:
Este es el texto según el libro Padres apostólicos de CLIE que es el que se usa en la web que usted mismo ha citado:
Y así nosotros, habiendo sido llamados por su voluntad en Cristo Jesús, no nos justificamos a nosotros mismos.....
He ahí la clave para entender lo que Clemente dice. En ningún caso el hombre puede autojustificarse. Lo que Clemente niega es la idea de que el hombre puede justificarse a sí mismo, ya que sólo Dios justifica al hombre. Si alguien dice “yo me autojustifico delante de Dios por lo mucho que sé, por lo mucho que hago, por lo bueno que soy”, es un necio. No, la justificación parte de los méritos de Cristo y la fe que nos justifica es un don de Dios de manera que nunca puede haber una autojustificación.
Daniel:
Y note esta perla, que se la concedo de corazón. Clemente reconoce que ni siquiera nuestra piedad y obras hechas en santidad son lo que nos justifican, sino LA FE... ¿Comprende el alcance de esta afirmación de Clemente? Clemente afirma que Dios nos Justifica no por el mero ejercicio de la Santidad, sino por la FE que propició esa santidad.
¿Cree que la saqué de contexto, que le agregué contexto o que le hice una paráfrasis errónea? Yo creo que demuestra muy claramente que Clemente NO DIJO lo que Usted supuso que dijo.
Luis:
Mire, la perla del texto de Clemente está en quién justifica a quién. El hombre no se puede autojustificar sino que es Dios el que justifica al hombre. Por otra parte, yo no sé si usted ha leído que Clemente escriba “sino la SOLA FE”. Yo no encuentro el SOLA por ningún lado.
Y sí, usted se vuelve a despreciar el contexto porque hete aquí que Clemente no acaba su carta ahí. Mire lo que dice justo después
XXXIII
¿Qué hemos de hacer, pues, hermanos? ¿Hemos de abstenemos ociosamente de hacer bien, hemos de abandonar el amor? Que el Señor no permita que nos suceda tal cosa; sino apresurémonos con celo y tesón en cumplir toda buena obra.
......
Hemos visto que todos los justos estaban adornados de buenas obras. Sí, y el mismo Señor, habiéndose adornado Él mismo con obras, se gozó. Viendo, pues, que tenemos este ejemplo, apliquémonos con toda diligencia a su voluntad; hagamos obras de justicia con toda nuestra fuerza.
¿Qué? ¿le suena de algo eso de hacer obras de justicia?
Pero no queda ahí la cosa...
XXXIV
El buen obrero recibe el pan de su trabajo con confianza, pero el holgazán y descuidado no se atreve a mirar a su amo a la cara. Es, pues, necesario que seamos celosos en el bien obrar, porque de Él son todas las cosas; puesto que Él nos advierte de antemano, diciendo: He aquí, el Señor, y su recompensa viene con él; y su paga va delante de él, para recompensar a cada uno según su obra. El nos exhorta, pues, a creer en Él de todo corazón, y a no ser negligentes ni descuidados en toda buena obra. Gloriémonos y confiemos en Él; sometámonos a su voluntad
¿Vé usted como no basta con creer en Él de todo corazón sino que no podemos ser negligentes ni descuidados en toda buena obra? ¿acaso Clemente sugiere que podrá justificarse el que cree de todo corazón pero es negligente en el buen obrar?
Pero no queda ahí la cosa.... sigue
XXXVI ¡Qué benditos y maravillosos son los dones de Dios, amados! ¡Vida en inmortalidad, esplendor en justicia, verdad en osadía, fe en confianza, templanza en santificación! Y todas estas cosas nosotros las podemos obtener.
¿Qué cosas dice Clemente que podemos obtener?
Una de ellas es vida eterna, ¿no?
¿Y cómo podemos obtenerlas? Sigamos leyendo:
¿Qué cosas, pues, pensáis que hay preparadas para los que esperan pacientemente en Él? El Creador y Padre de las edades, el Santo mismo, conoce su número y su hermosura. Esforcémonos, pues, para que podamos ser hallados en el número de los que esperan pacientemente en Él, para que podamos ser partícipes de los dones prometidos.
¿Cómo? ¿qué es eso de que debemos esforzarnos? ¿acaso no basta con tener fe? ¿porqué se nos requiere un esfuerzo personal para recibir esos dones entre los que se encuentra la vida inmortal?
Clemente, ¿acaso no basta con la fe?
Pero, ¿cómo será esto, amados? Si nuestra mente está fija en Dios por medio de la fe; si buscamos las cosas que le son agradables y aceptables; si realizamos aquí las cosas que parecen bien a su voluntad infalible y seguimos el camino de la verdad, desprendiéndonos de toda injusticia, iniquidad, avaricia, contiendas, malignidades y engaños, maledicencias y murmuraciones, aborrecimiento a Dios, orgullo y arrogancia, vanagloria e inhospitalidad.
¡¡Pero qué cosas escribió Clemente!! Si él mantuviera que sólo la fe es necesaria para que estemos entre el número de los que esperan en él y así participar de sus dones, o sea, entre el número de los salvos, él habría acabado el texto así “Si nuestra mente está fija en Dios por medio de la fe”. Pero no acaba ahí, no. Nos pide que busquemos qué es aquello que agrada a Dios y que LO HAGAMOS. O sea, que no basta con que tengamos fe. Hemos de obedecer obrando lo que Dios quiere que obremos. Y si no, no nos encontraremos entre los salvos. Por tanto, en lo referente a la salvación Clemente no sólo no deja a las obras en un segundo orden subordinado e innecesario sino que las pone en el mismo nivel que la fe. Como quiera que esto lo hace justo después de haber hablado de que Dios justifica al hombre por la fe
Pero aún hay más:
Porque todos los que hacen estas cosas son aborrecidos por Dios; y no sólo los que las hacen, sino incluso los que las consienten. Porque la escritura dice: Pero al pecador dijo Dios: ¿Por qué declaras mis ordenanzas, y pones mi pacto en tus labios? Tú aborreces mi enseñanza, y echaste mis palabras a tu espalda. Si ves a un ladrón, te unes a él, y con los adúlteros escoges tu porción. Tu boca multiplica maldades y tu lengua teje engaños. Te sientas y hablas mal de tu hermano, y contra el hijo de tu madre pones piedra de tropiezo. Tú has hecho estas cosas y guardas silencio. ¿Pensaste, hombre injusto, que yo sería como tú? Pero te redargüiré y las pondré delante de tus ojos. Entended, pues, estas cosas, los que os olvidáis de Dios, no sea que os desgarre como un león y no haya quien os libre. El sacrificio de alabanza me glorificará, y éste es el camino en que le mostraré la salvación de Dios
Clemente ha hecho un paréntesis para hablar de lo que hacen los injustos que serán condenados. Pero vuelve a hablar de la salvación
XXXVI. Ésta es la manera, amados, en que encontramos nuestra salvación, a saber, Jesucristo el Sumo Sacerdote de nuestras ofrendas, el guardián y ayudador en nuestras debilidades
Clemente ¿cuál es la manera en que encontramos nuestra salvación, es decir en que encontramos a Cristo? ¿Verdad que es tanto la que nos has escrito en los párrafos anteriores como lo que nos escribes a continuación?
Fijemos nuestra mirada, por medio de Él, en las alturas de los cielos; por medio de Él contemplamos como en un espejo su rostro intachable y excelente; por medio de Él fueron abiertos los ojos de nuestro corazón; por medio de Él nuestra mente insensata y entenebrecida salta a la luz; por medio de Él el Señor ha querido que probemos el conocimiento inmortal; el cual, siendo el resplandor de su majestad, es muy superior a los ángeles, puesto que ha heredado un nombre más excelente que ellos. Porque está escrito: El que hace a sus ángeles espíritus y a sus ministros llama de fuego; pero de su Hijo el Señor dice esto: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Pídeme y te daré a los gentiles por heredad, y los extremos de la tierra por posesión tuya. Y también le dice: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. ¿Quiénes son, pues, estos enemigos? Los que son malvados y resisten su voluntad. Alistémonos, pues, hermanos, con toda sinceridad en sus ordenanzas intachables. Consideremos los soldados que se han alistado bajo nuestros gobernantes, de qué modo tan exacto, pronto y sumiso ejecutan las órdenes que se les dan.
No lo puedes decir más claro, querido San Clemente, Vicario de Cristo, obispo de Roma. Si queremos ser salvos, debemos fijar nuestros ojos en Cristo y cumplir sus ordenanzas. No en vano el mismo Señor, al responder al joven rico que le preguntaba cómo ser salvo, le respondió exactamente lo mismo pero cambiando el orden. Primero le pidió que guardara los mandamientos. Luego, que abandonara todo para seguirle a él. O sea, ten fe en Cristo y cumple sus mandamientos, o cumple los mandamientos de Dios y sigue a Cristo. Ten fe y obra. Obra y ten fe. De lo contrario, no podrás ser salvo. La Fe sóla, no salva.
Y dicho esto, no me queda más que añadir.
Qui moderatur sermones suos doctus et prudens est et pretiosi spiritus vir eruditus