Re: Equizofrenia paranoide fue el reporte psiquiatrico
Ubicando todo mi testimonio:
Testimonio de un milagro
COMO PUEDE DIOS RESTAURAR VIDAS DESAHUCIADAS
Me llamo Antonio Baca, te comento que yo sufrí una enfermedad mental en 1983, cuando tenía 22 años, una esquizofrenia que me llevó al consultorio psiquiátrico.
Para ese entonces yo ya estaba casado después de haber terminado mis estudios de licenciatura en Economía y a mi exesposa le afectó en mucho verme en un estado de locura incoherente, así que por su parte ella consultó a doctores Psiquiatras que le dijeron que mi enfermedad era irreversible, que siempre tendría que estar empastillado, que no podría tener hijos, y que sería una persona dependiente de por vida.
De hecho ese diagnóstico fue acorde a la tradición siquiátrica ya que el brote o episodio de locura que tuve, no era para menos.
Después del divorcio, ella se casó en menos de un año con otra persona y sé que lleva una vida normal.
Ciertamente, durante los siguientes 7 años mi enfermedad se desarrolló conforme al pronóstico, sin embargo la esperanza de mi recuperación completa nunca la perdí, la mano de Dios ya estaba presente, ya que el médico psiquiatra que primero me atendió es cristiano de la Iglesia Horeb en el D.F.
No sé si tu has visto películas sobre los enfermos mentales y como los tienen controlados mediante electroshock, bueno eso ha pasado de moda ahora existen pastillas muy poderosas que permiten que los esquizofrénicos tengan una vida pacífica, con tratamientos que básicamente lo que hacen es tener adormecida la mente.
Bueno pues eso pasó conmigo, el adormecimiento de mi mente limitó al menos del 50% mi capacidad de raciocinio, y sumado al estrago de mi divorcio, además de ya no poder continuar la maestría en Antropología que estaba cursando en la Universidad Iberoamericana en el Distrito Federal.
Regresé a vivir a casa de mis papás, Yo tenía 23 años y una aguda depresión me acompañó en todo el proceso de tratamiento psiquiátrico .
Mi circulo social se cerró, en mucho me apenaba que mis antiguos compañeros de escuela llegaran a saber sobre mis fracasos en el matrimonio ya que mi exesposa había también estudiado en la misma escuela.
Al final mi circulo se centraba en mi familia, con papás muy dolidos al ver como quedaba hecho estragos el "orgullo" de la familia que alguna vez había sido, su estimado Toño.
El punto más crítico de mi sentido de lástima, fue una vez en que visité a una hermana que por ese entonces vivía en Toluca, en una muy bonita colonia y haciendo una feliz vida en familia con un hijito apenas nacido.
Durante la cena yo no podía entender mucho de las bromas y chistes, en la alegría del compartir familiar, los efectos de la pastilla hacían que casi no entendiera nada, mi boca se sostenía abierta y la saliva se escurría. Mi tristeza fue tan grande de saber que yo nunca podría disfrutar de ese tipo de bienestar, donde yo pudiese tener una familia, una casa y ser el hombre de familia que realmente me permitiera darle sentido a mi vida. Me senté en la sala y me empecé a imaginar que yo estaba en un gran hoyo, en un pozo muy profundo y que volteaba hacia arriba y allá a lo lejos, muy arriba veía una pequeña luz, que era la entrada del túnel.
Mira lo que son las cosas en ese momento vinieron a mi mente las palabras de un versículo de la Biblia que dice "a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien" Parecían que esas palabras estaban escritas arriba, ahí en la entrada de ese túnel.
Algo muy adentro me decía que las cosas no tenían que ser tan malas, que saldría adelante. Pero para que eso pasara,,, fiu,,, iba a palpar lo que es vivir el infierno en la tierra.
Por el interés de mi padre y el consejo del psiquiatra empecé a trabajar en un programa de becarios en un instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas IMIT, donde me pedían hacer trabajos muy sencillos, mientras que tomaba clases para prepararme en especialista en comercio exterior.
Esta actividad me ayudó mucho, pues pude empezar a relacionarme de nueva cuenta con otras personas de mi edad, aunque mi tratamiento me limitaba mucho en el rendimiento.
Poco a poco las cosas fueron mejorando, el tratamiento con el psiquiatra tuvo un avance notable cuando empezó a tratar conmigo en base a terapias grupales que me hacían salir de mi aislamiento, por otro lado la insistencia de mi doctor por que fuera a la iglesia me había permitido establecer relaciones con jóvenes que se mostraban comprensivos conmigo, poco a poco, empezaba a tener nueva confianza en mi mismo.
Lo mejor de todo es que en el año de 1988, a mis 27 años, había entrado a trabajar en una casa de Bolsa y empecé a utilizar los conocimientos adquiridos en mi carrera de Economía que había cursado en una prestigiada escuela Instituto tecnológico Autónomo de México. ITAM.
El proceso terapéutico iba de maravilla, empezaba a sentir que volvía a encaminar mi rumbo, el tratamiento psiquiátrico y mas que nada el hablar de mi pasado y escarbar en la infancia, me había permitido establecer una mente auto analítica que me hacia distinguirme en el trabajo.
Por esos años, me bauticé en la iglesia Bautista Horeb y debo reconocer en esos momentos aun mis pensamientos sicóticos seguían predominando en mí, pues yo sentí que ese momento parado en la pileta de bautismo era yo un "ser superior" del que el Padre había volcado gracias superiores.
Como verás mi problemática esquizofrénica se enquistaba en pensamientos de predominio donde todo el mundo giraba alrededor de mí, así que en mucho la doctrina cristiana en la que yo me desenvolví me llevaba a pensar "ilógicamente" que yo era el Cristo.
Supongo que en un ambiente francés del siglo pasado, muchas personas de mí mismo mal, se creyeron el emperador Francés Napoleón y las caricaturas de los locos se tomaron de esos pobres enfermos que plagaban los hospitales psiquiátricos.
Con todo y mi locura íntima podía desenvolverme adecuadamente dentro de mi trabajo, y así me fui haciendo a la idea de que mi vida podía volver a tomar el rumbo normal. Mientras no me encontrará dentro de un esquema de angustia y estrés yo me desenvolvía lógicamente, pero cuando las cosas empezaban a cambiar dentro de mí muy inestable equilibrio, empezaba a dejar de dormir y los pensamientos incoherentes empezaban a predominar. Déjame comentarte que en realidad yo de Jesucristo no tenía muy clara idea, nunca leía la Biblia y realmente no practicaba la oración como el dialogo que ahora sé, el ha establecido para que tengamos una relación vital con él.
Cuando conocí a Hidemi( mi actual esposa) yo me sentía muy solo, a pesar de mis éxitos, yo no podía relacionarme sanamente con las mujeres y en su caso el trato dulce y amoroso que me mostraba fue como un vaso de agua en medio del desierto.
Algo de sabiduría había adquirido, así que pedí consejo entre los ancianos de la iglesia y me respondieron que ella era la mejor elección.
Así que a Hidemi no le pedí que fuera mi Novia, sino que le pedí que fuera mi esposa y ella aceptó.
No tuvo que pasar ni un mes para que ella supiera de mi enfermedad y pusiera a prueba su verdadero amor hacia mi persona. Yo tenía 28 años.
Ya comprometidos, la enfermedad se dejó sentir nuevamente y tuve una reincidencia, en la cual empecé a sentir que tenia pensamientos “iluminados” de un gran terremoto, que habría de destrozar México. Pensaba que en realidad el Gobierno lo sabía y que lo mantenía en secreto para no asustar a la gente. Tremenda cosa, decía cosas incoherentes, y me pasaba las noches sin poder dormir en medio de una gran angustia.
Dentro de mi incoherencia yo decidí ya no ver más al psiquiatra y me atendió otro excelente cristiano y Sicoanalista connotado, el Dr. Ordaz quien platicó conmigo con diligencia y mucho amor en su casa en Yautepec.
Su atención amorosa a mis expresiones incoherentes fue el detonante para una recuperación sin pastillas en menos de tres meses. Al cabo de los cuales me casé con mi actual esposa Hidemi, diciembre de 1988. ( Mi pequeña sabe lo malo que soy para las fechas).
A pesar de que mi amada esposa había pasado la primera prueba de fuego, su amor hacia mí tuvo que lidiar con los efectos posteriores a mi enfermedad yo estaba sano de mente, pero no de espíritu, pues mis carencias internas me llevaron a una aguda depresión, y además me había quedado sin trabajo.
Estuvimos viviendo en casa de mis papás y yo era un guiñapo humano, me pasaba el tiempo durmiendo y con muy pocas perspectivas sobre mi futuro. Dios se estaba mostrando en nuestro matrimonio, puesto que mi esposa nunca me recriminó nada y a pesar de vivir con pocos recursos, ella espero confiadamente a que yo encontrara trabajo. Te comento que ella es de origen Japonés, aunque nació en México, ella tiene una cultura japonesa que le hace someterse a su esposo, así que ella nunca quiso usurpar el lugar de proveedor que a mí me correspondía realizar, pero yo sabría que más allá de su cultura, su paz provenía del único y verdadero Dios que hace maravillas.
De haberse ella puesto a trabajar y de haber ella suplido nuestras necesidades económicas, tengo la certeza que actualmente yo seguiría en un carácter de perezoso deprimido.
En ese entonces nos llegó la noticia del nacimiento de nuestro único y primer hijo.
Si alguien hubiese lanzado apuestas sobre la estabilidad de nuestro matrimonio, nadie lo hubiera hecho por tres pepinillos.
Pero Dios no iba a dejar de luchar por el encuentro futuro que sabía Él que tendríamos.
Al paso de los meses pude ir saliendo de mi depresión, conseguí un buen trabajo en Bancomer, y ya como analista me desempeñé sorprendentemente bien.
En pocos años fui ascendiendo de nivel y conseguí mejor trabajo en Banca Unión.
Para el año de 1993 yo ya me desempeñaba como Director de Análisis financiero.
El dinero y la prosperidad me sonreían, yo era a todas luces una persona autosuficiente, sana y con futuro.
Mi esposa estaba feliz por que yo hubiese salido adelante, nuestra familia vivía en comodidades mayores, pero por otro lado mi esposa sabía que mi éxito la hacía distanciarnos cada día más y más.
Me desinteresé de las cosas de Dios, me olvidé de las personas que se empeñaron en oración por mi salud y la fosa del pecado fue inundando mi vida.
Imagínate a un joven y exitoso ejecutivo, que se dispensaba de liberal en medio de la zona más bulliciosa de la ciudad de México.
Y cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, le compararé á un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; Y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos,y la casa se derrumbó. Mateo 7:26-27
Pero repentinamente las cosas fueron cayendo por su propio peso, en los primeros meses de 1993 se fueron dando situaciones de riesgo para la economía que yo estudiaba. El asesinato de Colosio y los posteriores acontecimientos nefastos para México, (asesinato de Ruiz Massiu) fueron apenas el inicio de una crisis económica de la que apenas en estos años del 2000 estamos saliendo.
La situación política en México se estaba conmocionando, por cuestiones que todavía no quedan claras, y que sin duda, cumplían propósitos de Dios para las personas.
Por esos meses del 93 el dueño del banco en que trabajaba que se llama Carlos cabal Peniche ( actualmente en arresto) cayó de la gracia del Presidente Carlos Salinas y pasó de ser el banquero modelo a un prófugo de la justicia acusado por fraude.
Bueno, ¿y que pasaba con mi vida?, pues el efecto directo de eso es que empezaron a surgir preocupaciones por doquier ya que al banco llegaron inspectores que se hicieron cargo del trabajo de los ejecutivos financieros y empezamos a temer por nuestros puestos.
La fortuna a la cual me inclinaba adorándole empezaba a mostrar sus fauces mas temibles, cuando se niega a seguirnos sonriendo.
El temor, la angustia a la pobreza, a no poder pagar los lujos comprados de manera insensata, empezaron a robarme la efímera tranquilidad. Para ese entonces nos habíamos cambiado a vivir a la ciudad de Toluca en una bonita residencia que había adquirido a crédito
A la par que empezaba a vivir proceso de intensa angustia, Contaba por un lado el apoyo siempre amoroso de mi infeliz esposa, mi hijo que empezaba a preguntarme cosas acerca de Dios, y evidentemente las oraciones de mis papás y hermanos que me veían deambulando en él sin sentir de una vanidad efímera.
Cuando la inquietud religiosa se presentaba mas enormemente, me veía obligado a asistir a la iglesia presbiteriana que está en las calles de Villada, en Toluca, donde podía quedarme sentado la hora y media que dura el servicio, dar algún dinero, salir saludando al pastor, ver algunas caras sonrientes, recoger a mi hijo de que le dieran la doctrina, y un hasta luego, hasta el siguiente domingo a que la somnolencia de la predicación en turno, volviese a inundar mis sordos oídos.
El eco de Jesucristo seguía vivo, la inquietud por tener un encuentro significativo seguía apremiándome.
Y más lo hacía en tanto que mi desesperación iba en aumento, los pensamientos de suicidio rondaban mas y más en mi cabeza. Diariamente hacia un viaje en automóvil de la ciudad de Toluca a México y empecé a manejar con mayor descuido.
¿ En que creía?
Bueno, yo tenía la creencia en la existencia histórica de Jesucristo, aunque la Biblia tenía alguna autoridad, por provenir de Dios no era alguien que pudiera leerla más de cinco minutos sin que me diera flojera y sueño. Yo sentía que era muy exagerado Jesús y los mandamientos que leía.
Aprobaba cualquier argumento que hablara de un Dios de amor y tachaba como legalista y fariseo a los que se empecinaban querer llevar a Jesucristo más allá de las paredes de un templo y creer en un Dios de compromisos firmes.
Lo que sí creía era que Dios me había castigado quitándome muchos años de salud mental por lo que ahora Dios mismo me debía mucho de mi propia vida.
Tenía como buen protestante buenos valores morales, no podría permitir, por ejemplo, que en las actividades financieras en las que participaba pudiese haber alguna corrupción.
En términos personales mi ética no me había evitado refugiarme en claras inmoralidades propias de los hombres ejecutivos del mundo en el que yo me movía. Dada mi amplia experiencia terapéutica, creía en condiciones inherentes al inconsciente y me explicaba mis "debilidades" como causa de una insurgencia inconsciente proveniente de las experiencias pasadas infantiles.
Ante situaciones irregulares en mi vida interior, las explicaba por mi falta de una identidad masculina fuerte, que hacía explosión con una imagen dominante femenina proveniente de mi amada madre. Pero eso si en mi vocabulario había desterrado la palabra "pecado".
Mis muletas pues, que me permitían caminar en la vida eran mis argumentos psicoanalíticos y una seudo religión donde Dios me debía compensar mis anteriores sufrimientos.
Así y con todo mi esquema mental freudiano, a la edad de 34 años me hallaba clínicamente al borde de la locura, con ideas suicidas y un desastre en mi vida interior que nublaba mi capacidad de raciocinio coherente ante la crisis exterior que estaba viviendo.
Empecé a perder el sueño, la televisión pasó a ser mi compañera nocturna, iba al trabajo cargado de angustias. Buscaba mitigar un tanto mis problemáticas dejándome llevar por el consuelo de mis compañeros de trabajo y los lugares que frecuentaban. Al final terminaba peor. Me sentía cada vez más sucio.
Yo sabía que esto no podía durar mucho, al manejar el carro por la curveada carretera México - Toluca empezaba a hacer cuentas de mi seguro de vida, la casa y el valor de mis bienes que al cobro del seguro le podían dar un mejor vivir a mi esposa y a mi hijo. No me necesitaría mucho mi hijo me decía, y mis opciones se cerraban pues sabía que estaba a un paso de la locura que me haría perder mi trabajo y prestigio. O bien iniciar un proceso sicoanalítico del que ya no confiaba mucho, no había sido suficiente e insuficiente la sanidad.
Un día ya de noche, empezó mi quebrantamiento, había encontrado en la guantera del carro una antigua cinta de audio del pastor bautista Don Rolando Gutiérrez, y hablaba de la mujer pecadora que había llegado a besar y derramar perfume a los pies de Jesús, mostrando que cuanto mayor amor le había expresado quien mayores pecados tenía que confesar.
De mi interior surgió un diluvio de llanto, cuanto había negado a mi Salvador y con cuanto amor Él aun me tendía la mano, recordé toda mi niñez y mi adolescencia y me di cuenta que Jesús se había involucrado en nuestra vida familiar de una manera inequívoca, y de que manera yo había subestimado a su persona, haciendo que su figura la tomara como escape en mis brotes. Me di cuenta cuan poco conocía y comprendía al Salvador Jesús.
Pasaron los días y mi insomnio continuó mostrándome que la ley de la causa y el efecto seguían hundiendo mi raciocinio en un manojo de angustia, hasta que llegó la noche del encuentro.
Ya no podía aguantar más, tendría que recurrir a un médico, tendría que depender de nuevo de los fármacos o de una terapia Sicoanalítica de la que ya no confiaba.
Esa noche me acosté frente al televisor y a eso de la una de la mañana, decidí que ya no volvería a depender del TV. para mitigar mi angustia, me fui a la sala, y mis rodillas y mi espíritu, se inclinaron por primera vez rogando misericordia, ayuda, socorro a aquel del que tanto había oído, pero que en realidad no lo conocía.
Al estar ahí sentado, hablándole a Jesús, sabía que de mi parte había muchas dificultades.
El problema era que desde chiquillo yo había escuchado el mensaje evangélico en casa. Presbiteriano por tres generaciones tenía plenos antecedentes de lo que debía de ser un encuentro con Jesucristo, lo había visto, lo había palpado, pero en realidad nunca lo había experimentado.
Ya antes había orado al Señor, le había pedido que entrara a mi vida, había antes sentido el fuego de levantar la mano en una predicación pastoral, llorado y me había entusiasmado por ser cristiano,,,, pero sabes en realidad eso no había durado mucho, siempre mi vida continuaba igual, sin grandes cambios significativos, al paso del tiempo seguía haciendo, siendo y pensando lo mismo que siempre. ¡¡¡En realidad no había un arrepentimiento!!!
Algo que considero hizo insuficiente fue que yo pensaba que podía realizar los cambios por mí mismo y nunca había considerado que yo mismo era insuficiente para que sucedieran.
Entonces el problema que yo tenia ahí en ese momento era que, si en esta ocasión, pasaba lo de antes y las cosas seguían igual en mi vida, entonces todo había sido en vano y otra vez me fallaría la fe inculcada desde niño.
Así que le tuve que expresar la verdad de mis pensamientos, y ahí de una manera donde los sentimientos eran lo que menos estaba pensando poner de por medio, con la mayor de las razones, le dije a Jesús....
"Mira yo no sé si en realidad vives, te he escuchado desde niño, muchas veces he intentado establecer una relación vital contigo, pero en realidad nunca lo he conseguido. Y pues, ya sabes como están las cosas aquí adentro, pues vengo ante ti, porque ya no me queda de otra, eres mi única opción, pero te confieso que no sé si funcione. - Lo qué si sé que no funciona es que yo dependa de mis propios recursos para lograr mejorar mi interior...- Mira te propongo un trato si me permites estar leyendo tu palabra durante esta semana y encontrar la paz y el significado que necesita mi vida, entonces sabré que es verdad, que eres realidad.
Mira, yo voy a estar viniendo aquí, a esta sala, cada madrugada en las que no duermo, voy a estar viniendo y abriendo tu palabra, ya sabes que no he podido hacerlo seguido nunca por más de dos días... Y si en ese tiempo me permites que yo pueda entenderte, conocerte y experimentarte, pues tu ganas, pero si no, entonces ya me olvido de todo esto, doy carpetazo a este asunto y dejaré que tan solo las cosas sigan su ritmo decadente en mi vida."
Bueno, esa oración así un tanto orgullosa, pero llena de una verdadera necesidad, insensata en la realidad de su majestad, increíblemente si funcionó, El Señor Jesucristo Rey de Reyes y Señor de Señores, tuvo misericordia de alguien como yo.
Conforme pasaron los días, y seguí leyendo la vida de Jesús por los evangelios, sucedió lo increíble empecé a ver a un Jesús diferente al que mi filtro religioso me había presentado, ahora, así leyendo en la necesidad imperiosa de saciar el inmenso vacio de mi interior, mis ojos espirituales se fueron abriendo a su personalidad amorosa, perdonadora.
Y en la medida en que lo encontraba a Él en su santidad, me encontraba a mi mismo en mi desdicha, en la medida en que me veía en mi egoísmo lo veía a Él en su desprendimiento, y en la medida en que me sabía pecador, lo encontraba a Él en su llamado específico hacia gente como yo (pecadora), por su propósito Salvador.
Así es que encontré a Jesucristo, déjame contarte que mi vida ahora ha dado una vuelta de 180 grados, y ahora que escribo esto, el 3 de enero del 2001, puedo asegurarte que Él vive, en realidad te puede dar respuestas y te puede sacar del hoyo, hasta el más bajo donde andes.
Como lo hizo conmigo, un simple desahuciado mental.
Te diré, que al final efectivamente salí de mi antiguo empleo, puesto que en la medida en que Cristo me llenaba, dejó de satisfacerme la antigua ambición que me impulsaba a competir en el mundo de las finanzas
Al cabo de tres años, pedí mi liquidación y salí de Banca Cremi, que para entonces ya me había integrado al equipo de funcionarios encargados de intervenir otros bancos por parte de la Comisión Nacional de Valores CNVB.
Al tiempo que me integraba a una nueva forma de vida entre mis vecinos y más apegado a mi casa, renuncie a seguir escribiendo de Finanzas para los periódicos y en algunos pocos programas de radio a quienes daba mis opiniones.
Gracias a la acción de Dios en mi vida encontré un nuevo trabajo donde estoy usando capacidades desconocidas antes, para mí. Puse un local de computo donde enseño inglés y computación a las personas que los requieren, que en su mayoría son niños, mi trabajo me queda a una cuadra de mi casa, edito además una revista mensual con mensajes familiares y que se reparte por todas las casas de mí alrededor.
Además rento las maquinas PC a mis vecinos y tengo la grandiosa oportunidad de conocerles y anunciarles el evangelio de Jesucristo, y poco a poco la gente que va a rentar Pc´s o a recibir cursos, empiezan a acostumbrarse a la música cristiana que pongo y compran los libros que ahí ven.
Poco a poco veo que el Señor cumple promesas preciosas en la guía de mi familia y que la mejor herencia que les dejo a mi esposa e hijo es mi relación con Dios.
Yo un economista que presumía de buscar la productividad materialista propia de nuestro mundo, empiezo a darle un sentido verdaderamente productivo a esta vida que en mucho se ha vuelto valiosa por que alguien, una gran personalidad, me ha considerado su amigo preciado, por quien inexplicablemente dio su vida en la cruz, y ese alguien es el verdadero y único Jesucristo, Rey de Reyes y Señor de Señores.
Que el Espíritu Santo obre en tu vida y este testimonio sea únicamente para su gloria, es mi oración que así sea.
Antonio Baca.