A todos los foristas, saludos.
Os comparto aqui este escrito para ayudar a comprender mejor la labor de aquellos que nos hacen llegar la biblia a nuestra manos. Labor harto delicada y no carente de complicaciones.
LA BIBLIA ORIGINAL.
Como sabemos, los libros de las Escrituras fueron “inspirados” por Dios a los autores sagrados, de tal modo que nosotros llamamos a todas y cada una de las palabras de la Biblia: "Palabra de Dios". Pasemos ahora a ver que hay de cierto en esto. Los seguidores de la mayoria de cristianismos suelen decir que fue Dios quien escribio esos libros.
Pero no fue Dios quien escribió el Libro de los Libros directamente, ni mucho menos,: Dios les inspiró a determinados hombres, de un modo misterioso y que nadie es capaz de explicar (personalmente creo que el concepto “inspiración” de lo escrito es erroneo, mas bien Dios “inspiro” a que esos hombres dejaran por escrito su vision de lo ocurrido, de ahí los errores y las contradicciones evidentes), aquello que habia ocurrido y que Él quería que ellos pusiesen por escrito. La Biblia es, pues, un libro "teándrico", palabra griega que significa "hecho por Dios y por el hombre". El escritor sagrado no perdía su conciencia ni entraba en éxtasis cuando escribía: él obraba en pleno control de sus facultades intelectuales, físicas, emocionales; pero de un modo misterioso era Dios el que le inspiraba a escribir y dejar eso para generaciones posteriores..
Los libros de la Biblia fueron escritos durante un período de más de mil años, por muchos y muy diferentes autores, en los idiomas hebreo, griego y algunos pocos trozos en arameo, que es muy parecido al hebreo. La raíz de la cuestión que nos ocupa ahora está en el hecho - del cual no cabe duda - que los originales del texto no existen más. Es decir: el documento escrito de puño y letra por los autores sagrados no se conserva; ni siquiera una parte, nada. Esto es a menudo desconocido por mucha gente que piensa que los “manuscritos antiguos” son aquellos primitivos “originales”.
Cuando los autores compusieron sus libros (y algunos de ellos, sobretodo en el Antiguo Testamento, tuvieron varias ediciones antes de llegar al texto como lo conocemos nosotros) más o menos inmediatamente se comenzó a copiar ese texto, pues se lo consideraba muy útil, o profecía, o apostólico, etc. Recuerde que no existía nada parecido a la imprenta, e incluso eran pocos los que podían escribir o leer. En ese tarabajo de copiar se aprovechaba para “añadir” u “omitir” algunas cosas que habian ido cambiando con el tiempo. De esto se quejaron varios de los profetas (Jer.8,8).
Pongamos un ejemplo: Pablo escribe una carta a los cristianos de Roma. Se trata de una carta física, de determinado material, tamaño, etc. Esa carta llega a Roma, se lee, se re-lee, va de una comunidad a otra... y desaparece, como desaparecen tantas cosas con el tiempo, los accidentes, el uso, etc. El hecho es que esa carta no se conserva. Pero antes que se perdiera se hicieron copias de la misma: tal vez los mismos romanos la copiaban para leerla en comunidades nuevas, o se la enviaban a sus parientes, o los que estaban de paso por Roma la copiaban para llevarlas consigo de regreso a su tierra, etc. etc. etc. Y atención, que ya podemos hablar de "copia de una copia": no se copiaba todo del original (es decir, de la carta física y concreta que envió Pablo), sino también de las copias que ya circulaban. Exactamente así se fue trasmitiendo no sólo la carta a los Romanos, sino todo el resto de los escritos del Nuevo Testamento. Esto fue aprovechado mas tarde para nincluir cartas propias haciendolas pasar como de Pablo para que tuvieran su “autoridad”. ¿Con fines maleficos? No, generalmente eran colaboradores que intentaban transmitir la misma idea que Pablo (por ejemplo) pero que obviamente no eran Pablo. Con el Antiguo Testamento sucedió algo similar.
Otra cosa que se fue haciendo al inicio de la vida de la Iglesia fue traducir las cartas apostólicas, los evangelios, etc a las lenguas de las nuevas comunidades cristianas: siríaco, aramaico, etc. Traducciones que se hacían o bien de algún original, o bien - en la mayoría de los casos - de las copias que circulaban de los textos sagrados. Esas traducciones ya “alteraban” el original porque cualquiera que sepa mas de un idioma sabe de la dificultad de traducir, y maxime cuando lo que se traduce es un texto espiritual para lo que a menudo no existen “palabras apropiadas” o ni siquiera similares. (recomiendo la lectura para este tema de: “Traductor-traidor”). Esta es una de las causas, que no la unica, de lo que se llama…
VARIANTES DEL TEXTO.
Estando así las cosas, poco a poco fueron apareciendo colecciones de cartas apostólicas, evangelios y demás literatura sagrada. Son los llamados códices. También surgieron colecciones de textos para la lectura en las asambleas de los cristianos: son los llamados leccionarios, como son de uso aún hoy en las iglesias católicas y ortodoxas.
Tanto las copias "sueltas", como los "códices" y los "leccionarios" son obras de copistas, es decir, gente que sabía leer y escribir y que quería trasmitir el texto sagrado para su lectura comunitaria, y también personal. Por eso a menudo se hacian “correcciones” para uso personal.
Dios inspiró al autor sagrado para escribir el texto, como sabemos, pero no inspiró al copista para que copiara sin error... "Pero cómo - dirá alguno; ¿no habrá inspirado Dios también al copista para que trasmitiera su Palabra sin error?" Respondemos con un claro NO. ¿Cómo se sabe esto? Simplemente porque hoy en día existen centenares de copias de los primeros siglos que no son iguales, es decir, que traen el texto de las Escrituras con más o menos diferencias. El querer negar esto es querer negar LA VERDAD. Sin duda que Dios asistió el proceso de trasmisión del texto de la Biblia, ya que es un hecho demostrado que las diferencias (entre esas copias) que llevan a significados distintos son pocas. Sí hay muchísimas diferencias sin importancia para el sentido del texto, mientras varias diferencias cambian el sentido del texto, aunque sin tener importancia para el contenido. Hay que hacer aquí la excepción (escasa, eso si) de cuando se altera de forma intencionada a fin de ratificar una idea o dogma.
Dicho sea de paso, de otras obras antiguas (como las obras de Homero) tampoco tenemos originales, y las copias que nos han llegado son muy posteriores (¡por siglos!) al escrito original, mientras que del Nuevo Testamento tenemos fragmentos del siglo II, textos enteros del III, códices enteros del IV... La Biblia es, sin duda alguna, el libro mejor trasmitido de la antigüedad. Justamente eso es lo que nos anima a que un día podamos llegar a conocer el “texto verdadero y original”, o cuanto menos acercarnos lo mas posible.
Las diferencias entre las copias del texto sagrado, entre un códice y otro, o entre los leccionarios, etc, se llaman técnicamente "variantes".
Así las cosas, tenemos que a los cristianos del siglo XXI no nos ha llegado el texto "original" de las Escrituras, sino "copias, con muchas variantes" -aunque con una altísima fidelidad-, trasmitidas en códices, leccionarios, traducciones, etc.
Los manuscritos y códices se pueden ver en las bibliotecas y museos donde se conservan (Vaticano, Londres, Paris, S. Petersburgo, etc. etc. etc), aunque el acceso a ellos se permite sólo a los estudiosos. En general se trabaja con las foto-copias hechas en microfilm y otros métodos, para no arruinar el manuscrito.
Esta es la situación real, actual. Ahora bien, cuando alguien traduce una Biblia, por ejemplo, al español, lo primero que tiene que hacer el traductor es preguntarse: ¿de dónde saco el texto "original"?. Cada uno tiene su propio criterio. Cada traductor gusta mas de esta u aquella version, del mismo modo que gusta mas de usar una palabra u otra para la traducción ya que a menudo el mismo vocablo en griego (por ejemplo) significa varias cosas a la vez. Lo mismo ocurre en arameo y en otros idiomas semiticos. Basta con que aquellos que tienen el E S-Word busquen cualquier palabra del N.T. que les cause intriga y veran que a menudo hay muchas posibilidades de traducción, por esto suele mandar el contexto en que se escribe ese vocablo.
Hoy en día existen varios trabajos de gente que "se pasó la vida" estudiando esos manuscritos de códices, leccionarios, fragmentos de papiro, etc, para compararlos, analizarlos, y darles un valor. No puedo ahora extenderme mucho sobre el tema, pues sería de nunca acabar. La cuestión es que existen hoy en día ediciones del texto bíblico, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento en hebreo y en griego, hecho por estudiosos serios, en las cuales aparece, por ejemplo, la carta a los Romanos según los códices y papiros más antiguos y serios, mientras que las "variantes" con respecto a ese texto aparecen mencionadas al pie de la página. Es lo que se llama una "edición crítica de la Biblia" (tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento, pero por razones de tiempo y porque no conozco el hebreo, daremos como ejemplo solo el Nuevo).
De modo que el traductor, para hacer su trabajo, debe en primer lugar adquirir una buena edición crítica del Nuevo Testamento, de la cual pueda él traducir al español, ya que es imposible que cada traductor consiga y lea todos los manuscritos que existen en el mundo (más de cinco mil, dispersos por los cinco continentes en museos, bibliotecas, etc). Ese trabajo ya lo ha hecho otra gente, a saber, la que preparó la edición crítica. Hoy en día existen varias ediciones críticas. Para el Antiguo Testamento la más conocida es la llamada Biblia Stuttgartensia, aunque no es la única. Para el Nuevo Testamento hay varias; las más conocidas son Nestle-Aland, Merk, y otras. Todas ellas muy recomendables para los que esteis interesados en llegar a la maxima “pureza” de esos escritos. Como esto no es lo normal finalmente hay que confiar en que los traductores actuaran de buena fe y lo harán lo mejor posible (siempre que no se dejen influenciar por sus creencias religiosas y dogmas establecidos por su confesión claro) dentro de sus posibilidades.
Los traductores, con la edición crítica ante sus ojos, leen el texto que los editores de la obra proponen como texto más seguro, pero también comparan con las variantes al pié de página... y deben tomar una decisión: ¿conservo el texto así como lo trasmite tal o cual código, o en este caso sigo lo que dice tal otro? Obviamente no se trata de un juicio meramente subjetivo, como quien dice "me gusta más si dice esto o aquello". Hay reglas, y las decisiones deben basarse en estas reglas científicas. Esta es una de las grandes diferencias entre todas las traducciones que existen hoy en día, y al lector de una traducción no le queda sino confiar en quien hizo la traducción. En realidad, todos debemos confiar en que los autores de las ediciones críticas hayan hecho un buen trabajo... Y los que no conocen las lenguas originales deben confiar en que los traductores no hayan querido "llevar agua a su molino" haciendo una traducción tendenciosa... Es por eso que en la Iglesia Católica existe el "nihil obstat", que es una aprobación oficial que da la Iglesia a una determinada traducción, después de serio examen de la misma, y que le permite al lector sencillo estar tranquilo en cuanto a que la traducción es sustancialmente correcta. Quién no confía en la Iglesia en este campo, tendrá que confiar en su propio olfato, o a la comunidad cristiana que le recomienda tal o cual Biblia, o en el traductor a quien probablemente no conoce, etc. Por eso, en mi opinión, lo mejor es acudir a traducciones lo mas independientes posible.
Y aquí cabe otra observación: ¿cómo se yo si los así llamados "deuterocanónicos" que los católicos admiten como Palabra de Dios son o no son “Palabra de Dios”? Finalmente, debo confiar en que lo son, o que no lo son... Puedo ir a ver la historia del canon bíblico, claro está, pero... ¿tendré todos los datos para decidir yo solo si el libro tal fue o no “inspirado” por Dios? ¿Es el olfato personal el criterio último? ¿Quién decidio el canon tambien tenia ese mismo “olfato”?
¡Qué importante es saber en quién confiar! Cuando uno no tiene los conocimientos necesarios.
La ciencia de la crítica textual ha hecho muchos descubrimientos y avances durante el siglo pasado: en estos momentos estamos en mejores condiciones para reconocer lo que podría ser el texto "original" de la Biblia, que lo que estaban nuestros hermanos del siglo X, o XV, o XVII. ¿Porqué? Porque se han descubierto códices (de toda la Biblia, o casi toda), leccionarios y papiros (de toda una carta, o de parte) ¡mucho más antiguos de los que se tenían hace unos siglos atrás! De este modo, hoy podemos decir, por ejemplo, que tal versículo, que hasta el momento aparecía en las mayorías de las biblias, o en la Biblia Vulgata, etc, en realidad no aparece en los manuscritos más confiables o más antiguos... O bien podemos tomar decisiones ante las variantes de los textos basados en una cantidad más grande o de más calidad de "copias" antiquísimas. Como referencia siempre se suele tener que a mas antigüedad mayor fiabilidad de que esté mas cercano al texto original.
Digamos también que los descubrimientos continúan, y no sería raro que se descubriesen otros manuscritos tan o más antiguos que los que tenemos (como sucedió en el desierto del Mar Muerto, en las cuevas de Qumran, hace algunos años), y tengamos que seguir cambiando, adaptando, quitando o tal vez agregando alguna que otra palabra o versículo; no se trata de "cambiar la Biblia", sino al contrario, de irla purificando de los errores de los copistas o de las aclaraciones que ellos mismos agregaban, etc.
Personalmente recomiendo la Biblia de Jerusalén, aparte de las ediciones criticas ya comentadas, porque está basada en los mejores codices y con numerosas notas informativas.
Confio en que esto que hemos leido nos ayude a todos a comprender mejor lo dificil que es a menudo el transmitir textos espirituales y nos aleje de fanatismos de "apegamiento" al libro.
Paz a vosotros.
Os comparto aqui este escrito para ayudar a comprender mejor la labor de aquellos que nos hacen llegar la biblia a nuestra manos. Labor harto delicada y no carente de complicaciones.
LA BIBLIA ORIGINAL.
Como sabemos, los libros de las Escrituras fueron “inspirados” por Dios a los autores sagrados, de tal modo que nosotros llamamos a todas y cada una de las palabras de la Biblia: "Palabra de Dios". Pasemos ahora a ver que hay de cierto en esto. Los seguidores de la mayoria de cristianismos suelen decir que fue Dios quien escribio esos libros.
Pero no fue Dios quien escribió el Libro de los Libros directamente, ni mucho menos,: Dios les inspiró a determinados hombres, de un modo misterioso y que nadie es capaz de explicar (personalmente creo que el concepto “inspiración” de lo escrito es erroneo, mas bien Dios “inspiro” a que esos hombres dejaran por escrito su vision de lo ocurrido, de ahí los errores y las contradicciones evidentes), aquello que habia ocurrido y que Él quería que ellos pusiesen por escrito. La Biblia es, pues, un libro "teándrico", palabra griega que significa "hecho por Dios y por el hombre". El escritor sagrado no perdía su conciencia ni entraba en éxtasis cuando escribía: él obraba en pleno control de sus facultades intelectuales, físicas, emocionales; pero de un modo misterioso era Dios el que le inspiraba a escribir y dejar eso para generaciones posteriores..
Los libros de la Biblia fueron escritos durante un período de más de mil años, por muchos y muy diferentes autores, en los idiomas hebreo, griego y algunos pocos trozos en arameo, que es muy parecido al hebreo. La raíz de la cuestión que nos ocupa ahora está en el hecho - del cual no cabe duda - que los originales del texto no existen más. Es decir: el documento escrito de puño y letra por los autores sagrados no se conserva; ni siquiera una parte, nada. Esto es a menudo desconocido por mucha gente que piensa que los “manuscritos antiguos” son aquellos primitivos “originales”.
Cuando los autores compusieron sus libros (y algunos de ellos, sobretodo en el Antiguo Testamento, tuvieron varias ediciones antes de llegar al texto como lo conocemos nosotros) más o menos inmediatamente se comenzó a copiar ese texto, pues se lo consideraba muy útil, o profecía, o apostólico, etc. Recuerde que no existía nada parecido a la imprenta, e incluso eran pocos los que podían escribir o leer. En ese tarabajo de copiar se aprovechaba para “añadir” u “omitir” algunas cosas que habian ido cambiando con el tiempo. De esto se quejaron varios de los profetas (Jer.8,8).
Pongamos un ejemplo: Pablo escribe una carta a los cristianos de Roma. Se trata de una carta física, de determinado material, tamaño, etc. Esa carta llega a Roma, se lee, se re-lee, va de una comunidad a otra... y desaparece, como desaparecen tantas cosas con el tiempo, los accidentes, el uso, etc. El hecho es que esa carta no se conserva. Pero antes que se perdiera se hicieron copias de la misma: tal vez los mismos romanos la copiaban para leerla en comunidades nuevas, o se la enviaban a sus parientes, o los que estaban de paso por Roma la copiaban para llevarlas consigo de regreso a su tierra, etc. etc. etc. Y atención, que ya podemos hablar de "copia de una copia": no se copiaba todo del original (es decir, de la carta física y concreta que envió Pablo), sino también de las copias que ya circulaban. Exactamente así se fue trasmitiendo no sólo la carta a los Romanos, sino todo el resto de los escritos del Nuevo Testamento. Esto fue aprovechado mas tarde para nincluir cartas propias haciendolas pasar como de Pablo para que tuvieran su “autoridad”. ¿Con fines maleficos? No, generalmente eran colaboradores que intentaban transmitir la misma idea que Pablo (por ejemplo) pero que obviamente no eran Pablo. Con el Antiguo Testamento sucedió algo similar.
Otra cosa que se fue haciendo al inicio de la vida de la Iglesia fue traducir las cartas apostólicas, los evangelios, etc a las lenguas de las nuevas comunidades cristianas: siríaco, aramaico, etc. Traducciones que se hacían o bien de algún original, o bien - en la mayoría de los casos - de las copias que circulaban de los textos sagrados. Esas traducciones ya “alteraban” el original porque cualquiera que sepa mas de un idioma sabe de la dificultad de traducir, y maxime cuando lo que se traduce es un texto espiritual para lo que a menudo no existen “palabras apropiadas” o ni siquiera similares. (recomiendo la lectura para este tema de: “Traductor-traidor”). Esta es una de las causas, que no la unica, de lo que se llama…
VARIANTES DEL TEXTO.
Estando así las cosas, poco a poco fueron apareciendo colecciones de cartas apostólicas, evangelios y demás literatura sagrada. Son los llamados códices. También surgieron colecciones de textos para la lectura en las asambleas de los cristianos: son los llamados leccionarios, como son de uso aún hoy en las iglesias católicas y ortodoxas.
Tanto las copias "sueltas", como los "códices" y los "leccionarios" son obras de copistas, es decir, gente que sabía leer y escribir y que quería trasmitir el texto sagrado para su lectura comunitaria, y también personal. Por eso a menudo se hacian “correcciones” para uso personal.
Dios inspiró al autor sagrado para escribir el texto, como sabemos, pero no inspiró al copista para que copiara sin error... "Pero cómo - dirá alguno; ¿no habrá inspirado Dios también al copista para que trasmitiera su Palabra sin error?" Respondemos con un claro NO. ¿Cómo se sabe esto? Simplemente porque hoy en día existen centenares de copias de los primeros siglos que no son iguales, es decir, que traen el texto de las Escrituras con más o menos diferencias. El querer negar esto es querer negar LA VERDAD. Sin duda que Dios asistió el proceso de trasmisión del texto de la Biblia, ya que es un hecho demostrado que las diferencias (entre esas copias) que llevan a significados distintos son pocas. Sí hay muchísimas diferencias sin importancia para el sentido del texto, mientras varias diferencias cambian el sentido del texto, aunque sin tener importancia para el contenido. Hay que hacer aquí la excepción (escasa, eso si) de cuando se altera de forma intencionada a fin de ratificar una idea o dogma.
Dicho sea de paso, de otras obras antiguas (como las obras de Homero) tampoco tenemos originales, y las copias que nos han llegado son muy posteriores (¡por siglos!) al escrito original, mientras que del Nuevo Testamento tenemos fragmentos del siglo II, textos enteros del III, códices enteros del IV... La Biblia es, sin duda alguna, el libro mejor trasmitido de la antigüedad. Justamente eso es lo que nos anima a que un día podamos llegar a conocer el “texto verdadero y original”, o cuanto menos acercarnos lo mas posible.
Las diferencias entre las copias del texto sagrado, entre un códice y otro, o entre los leccionarios, etc, se llaman técnicamente "variantes".
Así las cosas, tenemos que a los cristianos del siglo XXI no nos ha llegado el texto "original" de las Escrituras, sino "copias, con muchas variantes" -aunque con una altísima fidelidad-, trasmitidas en códices, leccionarios, traducciones, etc.
Los manuscritos y códices se pueden ver en las bibliotecas y museos donde se conservan (Vaticano, Londres, Paris, S. Petersburgo, etc. etc. etc), aunque el acceso a ellos se permite sólo a los estudiosos. En general se trabaja con las foto-copias hechas en microfilm y otros métodos, para no arruinar el manuscrito.
Esta es la situación real, actual. Ahora bien, cuando alguien traduce una Biblia, por ejemplo, al español, lo primero que tiene que hacer el traductor es preguntarse: ¿de dónde saco el texto "original"?. Cada uno tiene su propio criterio. Cada traductor gusta mas de esta u aquella version, del mismo modo que gusta mas de usar una palabra u otra para la traducción ya que a menudo el mismo vocablo en griego (por ejemplo) significa varias cosas a la vez. Lo mismo ocurre en arameo y en otros idiomas semiticos. Basta con que aquellos que tienen el E S-Word busquen cualquier palabra del N.T. que les cause intriga y veran que a menudo hay muchas posibilidades de traducción, por esto suele mandar el contexto en que se escribe ese vocablo.
Hoy en día existen varios trabajos de gente que "se pasó la vida" estudiando esos manuscritos de códices, leccionarios, fragmentos de papiro, etc, para compararlos, analizarlos, y darles un valor. No puedo ahora extenderme mucho sobre el tema, pues sería de nunca acabar. La cuestión es que existen hoy en día ediciones del texto bíblico, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento en hebreo y en griego, hecho por estudiosos serios, en las cuales aparece, por ejemplo, la carta a los Romanos según los códices y papiros más antiguos y serios, mientras que las "variantes" con respecto a ese texto aparecen mencionadas al pie de la página. Es lo que se llama una "edición crítica de la Biblia" (tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento, pero por razones de tiempo y porque no conozco el hebreo, daremos como ejemplo solo el Nuevo).
De modo que el traductor, para hacer su trabajo, debe en primer lugar adquirir una buena edición crítica del Nuevo Testamento, de la cual pueda él traducir al español, ya que es imposible que cada traductor consiga y lea todos los manuscritos que existen en el mundo (más de cinco mil, dispersos por los cinco continentes en museos, bibliotecas, etc). Ese trabajo ya lo ha hecho otra gente, a saber, la que preparó la edición crítica. Hoy en día existen varias ediciones críticas. Para el Antiguo Testamento la más conocida es la llamada Biblia Stuttgartensia, aunque no es la única. Para el Nuevo Testamento hay varias; las más conocidas son Nestle-Aland, Merk, y otras. Todas ellas muy recomendables para los que esteis interesados en llegar a la maxima “pureza” de esos escritos. Como esto no es lo normal finalmente hay que confiar en que los traductores actuaran de buena fe y lo harán lo mejor posible (siempre que no se dejen influenciar por sus creencias religiosas y dogmas establecidos por su confesión claro) dentro de sus posibilidades.
Los traductores, con la edición crítica ante sus ojos, leen el texto que los editores de la obra proponen como texto más seguro, pero también comparan con las variantes al pié de página... y deben tomar una decisión: ¿conservo el texto así como lo trasmite tal o cual código, o en este caso sigo lo que dice tal otro? Obviamente no se trata de un juicio meramente subjetivo, como quien dice "me gusta más si dice esto o aquello". Hay reglas, y las decisiones deben basarse en estas reglas científicas. Esta es una de las grandes diferencias entre todas las traducciones que existen hoy en día, y al lector de una traducción no le queda sino confiar en quien hizo la traducción. En realidad, todos debemos confiar en que los autores de las ediciones críticas hayan hecho un buen trabajo... Y los que no conocen las lenguas originales deben confiar en que los traductores no hayan querido "llevar agua a su molino" haciendo una traducción tendenciosa... Es por eso que en la Iglesia Católica existe el "nihil obstat", que es una aprobación oficial que da la Iglesia a una determinada traducción, después de serio examen de la misma, y que le permite al lector sencillo estar tranquilo en cuanto a que la traducción es sustancialmente correcta. Quién no confía en la Iglesia en este campo, tendrá que confiar en su propio olfato, o a la comunidad cristiana que le recomienda tal o cual Biblia, o en el traductor a quien probablemente no conoce, etc. Por eso, en mi opinión, lo mejor es acudir a traducciones lo mas independientes posible.
Y aquí cabe otra observación: ¿cómo se yo si los así llamados "deuterocanónicos" que los católicos admiten como Palabra de Dios son o no son “Palabra de Dios”? Finalmente, debo confiar en que lo son, o que no lo son... Puedo ir a ver la historia del canon bíblico, claro está, pero... ¿tendré todos los datos para decidir yo solo si el libro tal fue o no “inspirado” por Dios? ¿Es el olfato personal el criterio último? ¿Quién decidio el canon tambien tenia ese mismo “olfato”?
¡Qué importante es saber en quién confiar! Cuando uno no tiene los conocimientos necesarios.
La ciencia de la crítica textual ha hecho muchos descubrimientos y avances durante el siglo pasado: en estos momentos estamos en mejores condiciones para reconocer lo que podría ser el texto "original" de la Biblia, que lo que estaban nuestros hermanos del siglo X, o XV, o XVII. ¿Porqué? Porque se han descubierto códices (de toda la Biblia, o casi toda), leccionarios y papiros (de toda una carta, o de parte) ¡mucho más antiguos de los que se tenían hace unos siglos atrás! De este modo, hoy podemos decir, por ejemplo, que tal versículo, que hasta el momento aparecía en las mayorías de las biblias, o en la Biblia Vulgata, etc, en realidad no aparece en los manuscritos más confiables o más antiguos... O bien podemos tomar decisiones ante las variantes de los textos basados en una cantidad más grande o de más calidad de "copias" antiquísimas. Como referencia siempre se suele tener que a mas antigüedad mayor fiabilidad de que esté mas cercano al texto original.
Digamos también que los descubrimientos continúan, y no sería raro que se descubriesen otros manuscritos tan o más antiguos que los que tenemos (como sucedió en el desierto del Mar Muerto, en las cuevas de Qumran, hace algunos años), y tengamos que seguir cambiando, adaptando, quitando o tal vez agregando alguna que otra palabra o versículo; no se trata de "cambiar la Biblia", sino al contrario, de irla purificando de los errores de los copistas o de las aclaraciones que ellos mismos agregaban, etc.
Personalmente recomiendo la Biblia de Jerusalén, aparte de las ediciones criticas ya comentadas, porque está basada en los mejores codices y con numerosas notas informativas.
Confio en que esto que hemos leido nos ayude a todos a comprender mejor lo dificil que es a menudo el transmitir textos espirituales y nos aleje de fanatismos de "apegamiento" al libro.
Paz a vosotros.