El sendero verdadero.
Un arquitecto construyó un camino que te permite llegar a casa. Tú lo encuentras y en vez de andar por él, te dedicas a estudiar su estilo, su historia, el año de construcción, el pensamiento del constructor, los materiales empleados, su técnica y su tecnología. Buscas restos fósiles de la época, documentos escritos de la época, haces grandes excavaciones, empleas mucho tiempo y energías en cosas accesorias. Lo importante de un camino es que te permite llegar a su destino. Lo importante de un camino es andar ese camino. Lo importante de un camino es llegar al Destino.
Esto pasa con el Evangelio. Es un camino de vuelta a casa. Síguelo, ándalo, pero no te entretengas en encontrar razones históricas, culturales, semánticas, lingüísticas o de cualquier tipo. Ándalo, síguelo, vívelo, llega a conocer su verdadero significado, pero no te quedes en la letra. La letra está muerta. Lo vivo es la Palabra, el sentido oculto, el sentido verdadero del sendero. Lo vivo es lo que te espera detrás, lo que vislumbras, sus enormes posibilidades, sus promesas maravillosas. No te lo aprendas de memoria, no hables con sus palabras, más bien entiéndelas y ponlas en práctica. Lo importante no es lo que dice, sino lo que quiere decir.
Ese sendero, hoy día se ha ramificado en innumerables veredas. Tanto, que ya no se ve el verdadero sendero. Está oculto en la niebla de los tiempos y de la cultura. Ha sido mancillado, tergiversado, adulterado, prostituido y suavizado. Ha sido confundido para que los que de veras queremos seguirlo se confundan y no lo encontremos. Para mantenernos engañados, para mantenernos en la ignorancia, en la pasividad y en la creencia de que se ha alcanzado el final del sendero, cuando ni siquiera se ha empezado a caminar por él.
Un pueblo está en marcha. Es el pueblo de Dios. Escucha como se mueve. Escucha como renace. Escucha como se levanta. Va camino del Señor, pero su paso no es evidente, mientras hay otros que creen que van en ese camino y ese camino les lleva a la perdición. ¿Cómo saber si uno está verdaderamente en el camino? Escucha a tu corazón. Escucha lo que sientes.
No hables del sendero y anda por él.
[]Cedesin>
Un arquitecto construyó un camino que te permite llegar a casa. Tú lo encuentras y en vez de andar por él, te dedicas a estudiar su estilo, su historia, el año de construcción, el pensamiento del constructor, los materiales empleados, su técnica y su tecnología. Buscas restos fósiles de la época, documentos escritos de la época, haces grandes excavaciones, empleas mucho tiempo y energías en cosas accesorias. Lo importante de un camino es que te permite llegar a su destino. Lo importante de un camino es andar ese camino. Lo importante de un camino es llegar al Destino.
Esto pasa con el Evangelio. Es un camino de vuelta a casa. Síguelo, ándalo, pero no te entretengas en encontrar razones históricas, culturales, semánticas, lingüísticas o de cualquier tipo. Ándalo, síguelo, vívelo, llega a conocer su verdadero significado, pero no te quedes en la letra. La letra está muerta. Lo vivo es la Palabra, el sentido oculto, el sentido verdadero del sendero. Lo vivo es lo que te espera detrás, lo que vislumbras, sus enormes posibilidades, sus promesas maravillosas. No te lo aprendas de memoria, no hables con sus palabras, más bien entiéndelas y ponlas en práctica. Lo importante no es lo que dice, sino lo que quiere decir.
Ese sendero, hoy día se ha ramificado en innumerables veredas. Tanto, que ya no se ve el verdadero sendero. Está oculto en la niebla de los tiempos y de la cultura. Ha sido mancillado, tergiversado, adulterado, prostituido y suavizado. Ha sido confundido para que los que de veras queremos seguirlo se confundan y no lo encontremos. Para mantenernos engañados, para mantenernos en la ignorancia, en la pasividad y en la creencia de que se ha alcanzado el final del sendero, cuando ni siquiera se ha empezado a caminar por él.
Un pueblo está en marcha. Es el pueblo de Dios. Escucha como se mueve. Escucha como renace. Escucha como se levanta. Va camino del Señor, pero su paso no es evidente, mientras hay otros que creen que van en ese camino y ese camino les lleva a la perdición. ¿Cómo saber si uno está verdaderamente en el camino? Escucha a tu corazón. Escucha lo que sientes.
No hables del sendero y anda por él.
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