Mateo 9
6 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados —dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
7 Entonces él se levantó y se fue a su casa. 8 La gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
Las personas religiosas, pero no salvas, vieron al Hijo de Dios como un hombre cualquiera, pues está escrito:
"Que había dado tal potestad a los hombres."
Y hasta el día, la descendencia espiritual de esta clase de religiosos irredentos, considera a Cristo como un hombre cualquiera, y razonan:
- ¿Si están viendo? Jesús perdonó pecados, ¡entonces yo también puedo hacerlo! -
Entonces se inventan una religión y construyen confesionarios de madera, donde se sientan a esperar que lleguen los hombres a confesarles sus pecados.
Tal conducta es el reflejo de la atrevida pretensión de la criatura (Is.14:14) y la identificación de su verdadera filiación espiritual (Jn.8:44).
Pero volviendo al contexto, encontramos a los líderes religiosos juzgando a Jesús:
Mat 9:3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema.
Mat 9:4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
Y enseguida saca a relucir una palabra que hablaba claramente de quién estaba ante ellos
y no lo entendieron, leemos:
Mat 9:5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda?
Mat 9:6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa.
Quien estaba ante los líderes religiosos y ante el pueblo, no era un hombre cualquiera, sino Dios mismo, tal como está escrito:
Sal 103:2 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
Sal 103:3
Él es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
Había perdonado todas las iniquidades del paralítico, y acto seguido lo sanó.
Lastimosamente, hasta el día de hoy, esta descendencia espiritual de los religiosos de la época de Jesús, siguen sin conocer a Jesús, y lo colocan, en medio de su ignorancia, al lado de otros dioses en el panteón de sus templos idolátricos.