Mateo 12, 32:
“El que insulte al Hijo del Hombre podrá ser perdonado; en cambio, el que insulte al Espíritu Santo no será perdonado, ni en este mundo, ni en el otro”.
Sugiere que hay otro lugar y que la expiación puede suceder después de la muerte. Esto significa que en la otra vida hay pecados que sí se perdonan y otros que no se perdonan. Estos pecados que sí se perdonan en la otra vida ¿Dónde se perdonan?. ¿En el infierno? No puede ser por que en el infierno no hay redención. En el cielo tampoco, por que nada manchado entra allá (Apocalipsis 21, 27). Luego, debe un tercer lugar en la otra vida donde sí se perdonan.
Esta cita los padres de la Iglesia la usaron para probar el purgatorio. San Agustin en Ciudad de Dios 21:24, San Gregorio Magno Diálogos 4:39, San Beda en Comentario sobre Marcos 3.
Mateo 18,34
En la parábola del oficial del rey que se rehusó a perdonar una pequeña deuda que le debían, aún cuando su amo le perdonó primero una deuda mucho más grande que tenía con él, "su señor, muy enojado, lo entregó para que lo castigaran hasta que pagara toda la deuda."
Jesús obviamente habla de manera simbólica, porque nadie puede ganar dinero para pagar una deuda monetaria estando en prisión. Al dar esta enseñanza sobre la necesidad de perdonar a otros, Nuestro Señor se está refiriendo, de hecho, al Purgatorio.
Mateo 5, 25, 26. Lucas 12,58-59
“Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo”.
En este pasaje Jesús hace referencia a un castigo temporal que no puede ser el infierno ni tampoco el cielo. En esta parábola, Dios es el juez, y si no nos hemos reconciliado con nuestro prójimo antes de ver a Dios, Dios nos pedirá cuentas por el mal que les hicimos.
Este texto es prueba del purgatorio, y es citado para probarlo por los santos padres: Tertuliano en De anima c.58, San Cipriano en Epistola 52:20, Orígenes en Homilia 35 sobre Lucas 12. San Jerónimo en Mateo c,5, San Ambrosio en Comentario sobre Lucas 12.
Después del pecado de Adán, las puertas del Cielo fueron cerradas y nadie fue permitido a entrar (Juan 3,13) hasta que Jesucristo redimió la raza humana y abrió las puertas una vez más. ¿Dónde estuvieron los espíritus de Moisés y Elías, quienes aparecieron y hablaron con Jesús en la transfiguración? (Mateo 17,3) No podían haber estado en el Cielo puesto que estaba cerrado, y ellos habrían estado perdidos si hubieran estado en el infierno. Tenían que haber estado en un tercer lugar. Si hubo un tercer lugar entonces, ¿porqué no lo hay ahora?
1Corintios 3,11-15.
«Pues nadie puede poner otro fundamento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Mas si uno edifica sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada uno se pondrá de manifiesto; porque el día lo descubrirá, por cuanto en fuego se ha de revelar; y qué tal sea la obra de cada uno, el fuego mismo lo aquilatará. Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá recompensa; si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento; él sí se salvará, aunque así como a través del fuego».
Será necesario advertir de nuevo que no se trata de buscar en este texto la idea desarrollada de purgatorio, sino su núcleo esencial. El texto trata del caso concreto de los obreros apostólicos, pero a propósito de ellos expone una doctrina de sumo interés:
1) Se trata de hombres que han edificado sobre el fundamento, que es Cristo, cosas de mayor o menor valor (v. 12), no de hombres que hayan rechazado ese fundamento como punto de partida de su construcción y trabajo.
2) El día del juicio se pondrá de manifiesto el valor de le que cada uno de ellos ha edificado (v. 13); el «fuego» de que se habla dos veces en este v. 13 no es el fuego del purgatorio, sino una imagen del juicio divino (adviértase que se ejercita no sólo sobre las materias deleznables, que no lo resisten y se incendian, sino también sobre las sólidas que lo resisten).
3) «Si la obra de uno, que él sobreedificó, subsistiere, recibirá [el que edificó tal obra] recompensa»; se trata, por tanto, de la hipótesis de premio inmediato, porque la obra era sólida y ha resistido el juicio divino.
4) «Si la obra de uno quedare abrasada, sufrirá detrimento»; el sujeto de «sufrirá detrimento» no es la obra que se abrasa, sino el que la edificó; la expresión «sufrirá detrimento» (v.15) se opone al «recibirá recompensa» del versículo anterior, y añade algo nuevo a la frase que le precede inmediatamente, «si la obra de uno quedare abrasada»; en otras palabras, el «sufrirá detrimento» no se reduce a que el operario apostólico ve cómo su obra se destruye, sino que implica una pena (en oposición a la recompensa).
5) Todo ello es más claro si se atiende a la metáfora final: «él sí sé salvará, aunque así como a través del fuego» (v.15); el detrimento que sufrirá no es tal que implique no salvarse; se salvará, pero con dificultad y angustia (de nuevo el fuego no es aquí el fuego del purgatorio, sino una imagen de situación angustiosa): «ellos serán salvados, pero no sin dolor y sin angustia, como se salvan a través de las llamas las gentes sorprendidas por un incendio repentino».
6) El fundamento nadie lo puede cambiar; ya está puesto y es Cristo Jesús. Pero, con estos cimientos, si uno construye con oro, otro con plata o piedras preciosas, o con madera, caña o paja, la obra de cada uno vendrá a descubrirse. El día del Juicio la dará a conocer porque en el fuego todo se descubrirá. El fuego probará la obra de cada cual: si su obra resiste el fuego, será premiado; pero, si es obra que se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. El se salvará, pero como quien pasa por el fuego".
De manera que hay un fuego después de la muerte que, diferente al del infierno, es temporal. El alma que por allí pasa se salvará. A ese estado de purgación le llamamos el "purgatorio".
Citado como argumento a favor del purgatorio por San Cipriano en Epístola 52:20,San Ambrosio en Comentario Salmo 116, Sermón 20, San Jerónimo en comentario Amós cap.4, San Gregorio Magno Dialogos 4:39 y Orígenes en Hom. in Ex. 4 .
poder ver a Dios, debemos estar en Santidad Hebreos 12,14, si hay manchas por leves que sean ya no hay santidad, por ello es necesario purgarlas.