Jesus no salva, se salva la persona por su fe. Jesús no hacía Milagros, el era un puente para la fe de las personas, el despertaba en las personas el poder de la fe a través de sus enseñanzas, y ese fue su verdadero único milagro, ENSEÑAR.
Los santos no hacen milagros, porque los milagros solo se logran a través de nuestra fé.
La oración no tiene ningún efecto más que servir de puente entre las palabras y la fe, y el efecto no se logra a través de las palabras, sino gracias al tamaño de nuestra fe.
El Ayuno debe ser espiritual, porque con dejar de comer solo limpiamos el cuerpo, más quedamos en el espíritu llenos de rapiña. Se hace ayuno al no hacer las obras del mundo, sino las obras del espíritu: amar, hacer el bien, ayudar al prójimo, trabajar la fe y el pensamiento positivo. Dejar de comer no nos hará mas espirituales, porque Dios no se alcanza mediante la comida.
Al pedir y creer en un Dios ajeno a nosotros nada obtendremos ni veremos, porque el verdadero Dios todos lo llevamos dentro, el depositó su espíritu en el hombre. A dios lo vemos con los ojos del amor al prójimo.
El Agua bendita y el Rosario, son un canal físico entre la fe y nuestros más puros deseos.
El que no es puro de corazón no verá a Dios, el que no tiene amor, tampoco en el mora el espíritu de Dios, el que no tiene fe, perdió la vida, pues la vida es un acto de FE y una manifestación del espíritu.
La Iglesia no es un lugar donde vamos a orar y oir la misa, no, la Iglesia es el templo de Dios, y nosotros somos el templo de Dios, pues en nosotros mora su espíritu divino.
El tamaño de nuestra fe se mide por el tamaño de nuestras obras, y no por el tamaño de nuestras palabras. El que da alabanza a Dios y asiste a la misa pero no tiene obras, ese tampoco tiene fe. Es preferible no hacer aquello pero tener obras, porque el que no las tiene se miente a si mismo.
Predicar la palabra de Dios no consiste en repetir lo que otros dijeron, sino en enseñar a través de nuestros actos y obras, porque las palabras se las lleva el viento.
Dios no premia, nos premia la satisfacción de saber que hemos obrado el bien.
La segunda venida de Cristo, es el despertar de cada persona en el amor hacia la unidad espiritual de toda la humanidad.
La Biblia es un cuento que nos enseña cuan grandes podemos ser, a través de la persona de Jesucristo.
El mal es obrar los deseos impuros de la carne, el bien es obrar los deseos puros del espíritu.
La Fé se cultiva y da frutos a lo largo de toda nuestra vida.
NUESTRA EXISTENCIA ES EL SUEÑO DE LA CONCIENCIA DIVINA, QUE NOS MANIFIESTA A TRAVÉS DE UN ACTO DE FE.
Los santos no hacen milagros, porque los milagros solo se logran a través de nuestra fé.
La oración no tiene ningún efecto más que servir de puente entre las palabras y la fe, y el efecto no se logra a través de las palabras, sino gracias al tamaño de nuestra fe.
El Ayuno debe ser espiritual, porque con dejar de comer solo limpiamos el cuerpo, más quedamos en el espíritu llenos de rapiña. Se hace ayuno al no hacer las obras del mundo, sino las obras del espíritu: amar, hacer el bien, ayudar al prójimo, trabajar la fe y el pensamiento positivo. Dejar de comer no nos hará mas espirituales, porque Dios no se alcanza mediante la comida.
Al pedir y creer en un Dios ajeno a nosotros nada obtendremos ni veremos, porque el verdadero Dios todos lo llevamos dentro, el depositó su espíritu en el hombre. A dios lo vemos con los ojos del amor al prójimo.
El Agua bendita y el Rosario, son un canal físico entre la fe y nuestros más puros deseos.
El que no es puro de corazón no verá a Dios, el que no tiene amor, tampoco en el mora el espíritu de Dios, el que no tiene fe, perdió la vida, pues la vida es un acto de FE y una manifestación del espíritu.
La Iglesia no es un lugar donde vamos a orar y oir la misa, no, la Iglesia es el templo de Dios, y nosotros somos el templo de Dios, pues en nosotros mora su espíritu divino.
El tamaño de nuestra fe se mide por el tamaño de nuestras obras, y no por el tamaño de nuestras palabras. El que da alabanza a Dios y asiste a la misa pero no tiene obras, ese tampoco tiene fe. Es preferible no hacer aquello pero tener obras, porque el que no las tiene se miente a si mismo.
Predicar la palabra de Dios no consiste en repetir lo que otros dijeron, sino en enseñar a través de nuestros actos y obras, porque las palabras se las lleva el viento.
Dios no premia, nos premia la satisfacción de saber que hemos obrado el bien.
La segunda venida de Cristo, es el despertar de cada persona en el amor hacia la unidad espiritual de toda la humanidad.
La Biblia es un cuento que nos enseña cuan grandes podemos ser, a través de la persona de Jesucristo.
El mal es obrar los deseos impuros de la carne, el bien es obrar los deseos puros del espíritu.
La Fé se cultiva y da frutos a lo largo de toda nuestra vida.
NUESTRA EXISTENCIA ES EL SUEÑO DE LA CONCIENCIA DIVINA, QUE NOS MANIFIESTA A TRAVÉS DE UN ACTO DE FE.