NINGÚN ERROR DE ESCRITURA
Rom 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
Cuando examinamos este versículo a la luz de 1Ti 2:14 donde se declara que Adán no fue engañado, y que la culpa es de Eva por abrirle el oído al diablo y creerle. No advertimos que lo que este versículo está diciendo es, que Adán es responsable del engaño de Eva.
¿Por qué es responsable?
Porque cuando escuchó esta advertencia que probaba su fidelidad ante el Creador:
“Del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás” (Gén. 2:17).
Eva aún no había sido formada de uno de sus costados.
Dos versículos antes, Dios le había ordenado dos responsabilidades:
1. Labrar el Huerto
2. Guardarlo
Esta segunda responsabilidad implicaba un enemigo al acecho.
Un ser siniestro, que luego se presenta en forma de serpiente, pero que ya lo estaba vigilando (1P.5:8).
En Gén.2:18 Dios está preocupado por la soledad del hombre y al revisar la creación circundante, no halla ayuda idónea para Adán.
Entonces decide formar a la mujer de su costado (Gén.2:21-23).
Dios no hace nada al azar.
Esto que hace con Adán, es figura del Iglesia surgiendo del costado del Señor abierto por la lanza de un soldado romano (Jn.19:34), somos el fruto de la aflicción de su alma (Is.53:11).
Adán falló al no instruir correctamente a Eva sobre el peligro de desobedecer a Dios y escuchar a un extraño.
La frase de Eva en Génesis 3:3 —“ni lo tocaréis”— no aparece en la instrucción original dada por Dios a Adán en Génesis 2:17, lo que sugiere que la advertencia fue modificada en su transmisión.
Es probable, que Adán le haya dicho a Eva “ni lo toques”, es decir, "ni te acerques al árbol" como una forma de protegerla del peligro, pero sin enfatizar la verdadera gravedad del mandato:
“El día que comas, morirás”.
Esa omisión debilitó la conciencia del peligro real: la muerte espiritual por desobediencia.
Satanás no atacó el mandato original, sino la versión que Eva tenía. Al decirle: “No moriréis” (Gén. 3:4), desafió la consecuencia, no el acto de tocar.
Eva, al ver que tocar el fruto no causaba muerte inmediata, pudo haber conocido que el mandato era exagerado o injusto, lo que facilitó su caída.
Este episodio enseña que la fidelidad en la enseñanza de la Palabra es vital.
Añadir o suavizar el mensaje puede llevar a confusión y desobediencia.
Adán, como cabeza espiritual, tenía el deber de instruir con precisión y claridad, no solo con precaución.
La distorsión del mandato fue el primer paso hacia la caída, y la falta de discernimiento doctrinal sigue siendo una puerta abierta al engaño hasta el día de hoy.
La Iglesia debe ser instruida con precisión, especialmente en verdades fundamentales como el juicio, la muerte segunda y la necesidad de arrepentimiento.
Esto es todo por ahora.