Después de la guerra. Cuando se anunció la muerte de Adolf Hitler, Adolf Bertram, cardenal arzobispo de Berlín, ordenó que todos los curas párrocos “participasen de un solemne requiem en memoria del führer y de todos los miembros del Wehrmacht que habían caido en la lucha por nuestra patria alemana, junto con las más sinceras oraciones por el pueblo y la Patria y el futuro de la Iglesia Católica en Alemania”.
y que problema hay con eso?
Se oraba por las almas de los muertos en combate, independiente de si fueron justos o pecadores, se oraba para que Dios tenga piedad de ellos. De la misma forma que orare por tu alma cuando eso te suceda.
No fue sino hasta el 3 de Agosto de 1946, bastante después que había terminado la guerra, que Pío XII se expresó en forma definida, diciendo que condenaba el recurso a la fuerza y a la violencia, “como condenamos en varias ocasiones las persecuciones que un antisemitismo fanático infligió al pueblo Hebreo”. A la luz de todo lo visto, este testimonio posterior lo revela como falso e hipócrita.
No lo creo, pues en ese momento estaban en pleno apogeo las persecuciones contra los cristianos detras de la cortina de Hierro.
Por su parte, la única mujer sobreviviente de ese primer tren fatídico de Roma declaró a la BBC de Londres en 1995: “Volví [a Roma] de Auschwitz por mi cuenta. Perdí a mi madre, mis dos hermanas, una sobrina y un hermano. Pío XII podía habernos advertido acerca de lo que estaba pasando. Hubiéramos podido escapar de Roma... El jugaba bien en las manos de los alemanes. Todo ocurrió bajo sus narices. Pero era un papa antisemítico, un papa progermano. No arriesgó nada. Y cuando dicen que el papa es como Jesucristo, no es verdad. No salvó a ningún niño. Nada”.