«Mi pueblo ha sido destruido
porque le faltó conocimiento.
Puesto que tú desechaste el conocimiento,
yo te desecharé del sacerdocio;
puesto que te olvidaste
de la ley de tu Dios,
también yo me olvidaré de tus hijos.»
Mi pueblo ha sido destruido porque le faltó conocimiento. Puesto que tú desechaste el conocimiento, yo te desecharé del sacerdocio; puesto que te olvidaste de la ley de tu Dios, también yo me olvidaré
Comienza otro año más, pero en circunstancias muy diferentes a las que estábamos acostumbrados, porque este año comienza en medio del mayor conflicto espiritual de toda la historia de la iglesia. De un lado los gobiernos de la tierra, coordinando su accionar para llevar a cabo una agenda de exterminio y control, y por el otro lado el remanente integrado por aguerridos soldados de Jesucristo sedientos de hacer la voluntad de Dios, cueste lo que cueste. Determinación que brota de nuevas criaturas en Cristo que marcan la diferencia respecto a multitudes de meros profesantes, a quienes los acontecimientos les ha dejado expuestos como lo que realmente son. Tibios a quienes les arropa la cobardía. Cobardía que caracteriza a hombres naturales aferrados a la vida del cuerpo, y que lo único que pueden ver es lo que tienen adelante de sus ojos, por eso no disciernen ni los tiempos, ni las mentiras conque son bombardeadas sus mentes.
Quienes tenemos el glorioso privilegio de formar ese remanente, sabemos que todo está bajo el absoluto control de la soberanía de Dios, y que, si estamos aún aquí, es porque en este año que comienza, habremos de completar las obras que nuestro Dios ha preparado para cada uno de nosotros, hasta el día que suene la trompeta.