EL NOMBRE DE LA BESTIA LUCIFER



Mienten sin parar, mienten tanto y de forma tan descarada que empieza a darme miedo porque si se delatan tanto significa que ya les da igual que nos demos cuenta porque no hay vuelta atrás. Todas las evidencias científicas dicen sin lugar a dudas que estas mal llamadas vacunas no solo no sirven para nada si no que están enfermando y MATANDO a la gente en todo el mundo. Todos no, por supuesto, si la gente cayera muerta tras pincharse se darían cuenta. Hasta las ratas abandonan un veneno apetitoso si una congénere muere nada más consumirlo. Es un veneno lento, con un 50% de placebo para que la gente se confíe, no tienen prisa, habrá tres o cuatro dosis cada año y te envenenarán en cualquiera de ellas. Es tan descarado, es tan evidente la información, las dudas razonables y las evidencias de que estas inyecciones deberían ser suspendidas de inmediato que solo hay una explicación a que tanta gente acuda aterrorizada a envenenar su sangre: los han sometido a un estado de TERROR mediático nunca antes visto en la historia de la Humanidad. Un aullido


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«El padre de ustedes es el diablo,
y ustedes tratan de hacer lo que él quiere.
El diablo siempre ha sido un asesino
y un gran mentiroso.
Todo lo que dice son solo mentiras,
y hace que las personas mientan.»

‭‭Juan‬ ‭8:44‬ ‭TLAI‬‬

 


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Buenos días aulladores:
A menudo vemos cómo a los que combatimos el relato oficial impuesto se nos exige siempre aportar pruebas, datos y fuentes mientras los presentadores de los noticieros y los contertulios de las radios simplemente repiten frases o consignas sin aportar nunca la más mínima referencia.

No solo es injusto, es que a los que se les debe pedir que demuestren sin ningún resquicio de
dudas lo que dicen es a los que pretenden imponer unas inyecciones obligatorias a toda la población mundial.

Si, aparecen en las TV una serie de expertos seleccionados que tampoco aportan datos y fuentes pero aplican el principio de autoridad de los títulos que tienen y las instituciones en las que trabajan.
Pero es precisamente porque sus carreras están vinculadas a esas grandes instituciones por lo que no pueden decir la verdad, aunque la piensen, pues en estos momentos absolutamente todas las grandes universidades, revistas científicas punteras e instituciones oficiales públicas y privadas del mundo reciben millones de euros de la industria farmacéutica a través de fundaciones o directamente.
Es decir, ningún biólogo, médico o científico cuya carrera esté vinculada a ellas es una persona libre para dar su opinión científica real.

Los pocos valientes que lo hicieron fueron relegados de inmediato, desacreditados y a menudo arruinadas sus brillantes carreras solo por hacer alguna declaración que no gustara a los que ponen el dinero.

Las instituciones internacionales sanitarias y agencias del medicamento responsables de autorizar estas inyecciones con la excusa de un virus que nadie ha visto están todas recibiendo fondos (son datos publicados oficiales) de fundaciones como las de Bill y Melinda Gates, George Soros, los Rockefeller, Roshchild o los fondos de inversión igualmente controlados por ellos como Vanguard o BlackRock.

A su vez estas mismas instituciones son grandes accionistas de todos los grupos de comunicación dueños de los sueldos de todos los presentadores, periodistas, artistas y contertulios que a usted le bombardean con recomendaciones explícitas de inocularse que no responden en absoluto a la ciencia si no a pura y dura propaganda comercial disfrazada de sanidad.

Este enorme entramado no es nada raro, es dinero a mansalva y ambición. Llevan más de un siglo seleccionando a sus cachorros científicos a base de becas desde estudiantes. A los que ayudan al relato globalista hablando de “Cambio Climático”, vinculando los virus a ello, a los que son obedientes y no hacen preguntas incómodas les va muy bien, son promocionados a los primeros puestos, publican más, van a los congresos patrocinados por Pfizer, son situados a la cabeza de la OMS, la EMA, los CDS, la John Hopkins, Harvard, reciben buenos sobresueldos y si son obedientes y callan llegan lejos; a estos es a los que llaman las TV para que le digan a usted “vacunarse es seguro”.

Los menos listos presiden y dirigen colegios de médicos, biólogos, farmacéuticos, asociaciones de vacunología así como mil y una instituciones de nombres pretenciosos que no son si no chiringuitos, lobbys financiados por las vacuneras para vender su producto tanto si cura como si mata, a ellos eso les da igual. Unos creen en el sistema y no saben, otros saben mucho pero no hablan porque les va bien. Toda esta panoplia de expertos es la que usted ve y oye en los medios; efectivamente algunos tienen curriculums espectaculares ganados por toda una vida de recibir dinero y becas, no meterse en líos y acariciar el lomo a los que cortan el bacalao. La Ciencia es muy cara, y ningún biólogo puede investigar sin una financiación potente ¡adivinen quién la pone! Este escrito va destinado a tanta gente honesta que cree que la ciencia son un grupo de personas desinteresadas y casi divinas que trabajan por el bien de la Humanidad y que son ajenos a la corrupción generalizada de este mundo podrido en el que nos ha tocado vivir.
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Mienten y callan, callan y vuelven a mentir, lo hacen por sus carreras, su éxito, sus casas, coches y viajes caros exactamente igual que haríamos muchos de nosotros. Estos son los que le están diciendo a usted “¡vacúnese!” desde su médico de cabecera que sería expedientado si le dijera lo contrario, a su familiar traumatólogo que seguro que es excelente en lo suyo pero que de virus y vacunas no sabe absolutamente nada pero cree en el sistema sanitario porque está dentro. “Me lo ha dicho mi hermano que es médico y yo le creo” Un aullido