Saludos Leall. Por favor lea mi respuesta #20. Es importante entender que el amor a Dios (el amor verdadero) no es algo que el ser humano en sus pecados puede elegir hacer porque no importa cuanto se esfuerse a ser obediente y mostrar su amor a Dios (porque la biblia define el amor a Dios como obediencia a su palabra) siempre fallará a serlo perfectamente como Dios lo requiere. Entonces, si una persona no es salvo, en cosas eternales, Dios solamente ve su pecado. Por eso que durante el día de salvación, era Dios solamente quien salvaba por medio de una sola condición, que la persona tenía que oír el evangelio.TODOS los seres creados por Dios, aun antes de que el mundo fuera mundo, fueron creados con libre alberedio. Apoc 12:7-9 describe eventos que tomaron lugar en el realmo de Dios fuera de la tierra: "Entonces hubo guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón. Y el dragón y sus ángeles lucharon, pero no pudieron vencer, ni se halló ya lugar para ellos en el cielo. Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él."
Sin libre alberedio no hay amor, no hay la posibilidad de escoger el bien sin la opcion de decidir por el mal, de optar por la obediencia a la palabra de Dios cuando poder optar por saciar los deseos de nuestra carne. Y por consiguiente TODOS los seres humanos heredamos de Adan y Eva TODOS los atributos de la especie humana en todos sus aspectos. Entre ellos, la mortalidad como resultado de la caida y tambien el conocimiento del bien y el mal al cual llamamos consciencia.
La pregunta de por qué Dios dio a los seres humanos libre albedrío surge a menudo en una discusión sobre el problema del mal. Alguien preguntará por qué hay tanto mal en el mundo, y la respuesta es que los seres humanos han elegido hacer cosas malas. Dios no tiene la culpa. La pregunta que sigue es, si Dios sabía todas las cosas malas que las personas elegirían hacer, ¿por qué nos daría libre albedrío?
La respuesta “estándar” parece ser que, para que el amor sea real, no debe ser coaccionado. Si no tuviéramos la capacidad de rechazar a Dios, entonces tampoco tendríamos la capacidad de amarlo verdaderamente. Algunos teólogos incluso llegan al punto de decir que la libertad humana es el bien más alto y que ni siquiera Dios la violaría. El amor genuino y el bien genuino solo pueden existir en un mundo donde exista una oportunidad para el rechazo genuino y el mal genuino. Algunos agregan que, dado que Dios conoce todas las posibilidades pasadas, presentes y futuras (presciencia), el mundo que Él creó debe ser aquel en el que se produzca la mayor cantidad de bien. De todos los mundos posibles, el que Él hizo es el mejor. El problema con esta línea de pensamiento es que, aunque puede ser algo satisfactoria intelectualmente, nunca se articula en las Escrituras.
Lo que sigue son algunas ideas más que pueden ayudarnos a formular algunas conclusiones sobre por qué Dios nos dio libre albedrío. Al menos nos darán todo el peso de la evidencia bíblica.
Primero, tenemos que admitir que el “libre albedrío” está limitado por las posibilidades físicas. El “libre albedrío” no puede significar que somos libres de hacer lo que queramos. Probablemente a mucha gente le gustaría volar como Superman o ser tan fuerte como Sansón o teletransportarse de un lugar a otro, pero las limitaciones físicas les prohíben hacerlo. En un nivel, esto puede no parecer una cuestión de libre albedrío, pero no es completamente ajeno, porque Dios creó un mundo en el que la gente desea hacer estas cosas pero no tiene la capacidad para hacerlas. En este sentido, Dios ha restringido el “libre albedrío”; no es verdaderamente libre como se define popularmente.
Cuando oramos por algo, a menudo estamos orando para que el “libre albedrío” de otra persona se vea restringido por circunstancias externas y limitaciones físicas. Si un dictador brutal invade un país vecino y oramos por su derrota, ciertamente estamos orando para que el dictador no pueda hacer lo que quiere hacer. En este caso, la persona que ora le está pidiendo a Dios que intervenga con la voluntad de otra persona para evitar que esa persona logre lo que ha elegido hacer. En la forma en que Dios creó el mundo, Él ha incorporado muchas limitaciones que obstaculizan nuestra voluntad y limitan nuestras opciones. De la misma manera, Él puede intervenir para limitar aún más nuestras opciones por circunstancias que están fuera de nuestro control.
Con esto en mente, tal vez podríamos definir el libre albedrío como la capacidad de elegir lo que queramos, dentro de los límites de las limitaciones físicas. Esto plantea el segundo problema, que tiene que ver con lo que queremos. Para abordar esta cuestión, Martín Lutero escribió su tratado La esclavitud de la voluntad. El problema no es que no seamos libres de elegir lo que queremos, sino que lo que elegimos está severamente limitado por nuestros deseos. Elegimos libremente desobedecer a Dios porque eso es todo lo que queremos hacer. Así como no podemos volar como Superman debido a nuestras limitaciones físicas, no podemos obedecer a Dios debido a nuestras limitaciones espirituales. Somos libres de elegir todo tipo de formas de desobedecer a Dios, pero simplemente no podemos elegir obedecer a Dios sin tener nuestros deseos radicalmente reorganizados (algunos dirían regenerados), y somos impotentes para hacer esto por nuestra cuenta. Separados de Dios y abandonados a nuestro yo pecaminoso, elegiremos el pecado (Salmo 14:1-3, 53:1-3; Romanos 3:10-12).
Romanos 8:5-8 identifica las limitaciones espirituales de nuestro “libre albedrío”: “Los que viven conforme a la carne tienen la mente puesta en lo que la carne desea; pero los que viven conforme al Espíritu tienen la mente puesta en lo que el Espíritu desea. La mente gobernada por la carne es muerte, pero la mente gobernada por el Espíritu es vida y paz. La mente gobernada por la carne es enemiga de Dios; no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede hacerlo. “Los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”. Del contexto se desprende claramente que los que “viven según la carne” son incrédulos. Su voluntad está esclavizada al pecado, y por eso lo único que quieren hacer es pecar. No pueden someterse a la ley de Dios.
Si este es el caso, ¿quién puede ser salvo? “Para Dios todo es posible” (Marcos 10:27). El Señor obra así en algunos para energizar sus espíritus y darles el deseo de arrepentirse y creer (véase Hechos 16:14). Los pecadores no hacen esto por sí mismos, sino solo bajo el poder de convicción del Espíritu. Si fuera de otra manera, los salvos podrían jactarse de poseer cierta sabiduría o superioridad moral que los hizo elegir arrepentirse y creer cuando se enfrentaron a los hechos, incluso mientras tantos otros continúan rechazando el evangelio. Pero somos salvos por gracia, y nadie puede jactarse (Efesios 2:8-9). Dios no está obligado a salvar a nadie (Él tiene libre albedrío), pero desea que todos sean salvos.
Saludos
Romanos 10:17 (RV1909)
Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios.
La fe es sinónimo con la salvación porque la fe es un fruto de haber sido salvo, es un fruto del espiritu santo dentro del que fue salvo. Por eso Dios podría salvar a cualquier persona quien El escogióo para ser salvo, no importa en que etapa o condición de vida estaban. La salvación era lo mismo para todos los elegidos de Dios desde el princípio. La decisión humana (el libre albedrio) nunca fue parte de la salvación del individuo porque cualquier cosa que una persona hacía para ser salvo, sería una obra de justícia cual nunca pudo justificar a nadie.
Todas estas obras se hacían DESPUES de haber sido salvos. Y no para mantenerse salvos, o para continuar en nuestra justificación, sino para demostrar nuestro amor al Dios quien nos salvo de muerte eterna, por dandonos vida eterna.
1 Juan 4:19 (RV1909)
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.