No entiendo por qué dices que me llevarás la contraria si lo que has dicho ahora, primeramente sobre Dios e Israel, no te lo debato porque no has dicho nada que no sea correcto –al principio. ¿En qué me llevas la contraria?
Ahora bien, sobre los israelitas Pablo no habla de un privilegio sino de una promesa y una información –un hecho-, por eso aún les llaman la Higuera (Mateo 24:32). La promesa primera fue con los de Abraham y la segunda con los que siguen y creen en Cristo. Eso no tiene nada que ver con la Rica Savia. La Rica Savia fluye de los hijos de Israel, no por sus acciones o su sangre, sino por la promesa que está en ellos y la información que les ha sido dada. De ella aún el mundo se alimenta desde hace muchos siglos (la Biblia). Y ella sigue siendo el centro de todo, por eso Jesús no es Mesías de Roma o de EE.UU., sino Mesías de Israel, y de la tribu de Judá. Jesús miso fue muy claro al decir a los no judíos: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.” (Juan 4:22). Que haya judíos que vayan a los suyo, con otras cosas, locos, sionistas y satanistas, es cosa de cada uno de ellos, pero no se habla del 99% que va mal sino por el 1% que hace lo suyo, igual que la minoría que empezó con Jesús.
Efectivamente tienes razón, que los israelitas hubiesen aceptado a Cristo sería muy diferente, pero así debía ser y así fue profetizado que sucedería, en beneficio de las otras naciones. En todo caso, aunque el 99% no lo haga, el otro 1% sigue siendo la Rica Savia del Olivo que son del Natural y que hacen lo que deben hacer, aún siendo tan pocos (Pablo era uno solo más hizo mucho, Jesús era uno e hizo mucho, Apolos, Pedro, Esteban, Juan el bautista, Juan Zebedeo, Felipe, Bernabé, Jacobo… no eran una gran masa pero cumplieron su objetivo). Del 1% fueron Jesús, sus apóstoles y muchos otros, o sea, judíos. El otro 99% no quiso aceptar el mensaje, a diferencia de hoy donde muchos judíos ya aceptan la verdad de Jesús aunque no tantos como deberían. Aún con todo lo hechos siguen siendo así: “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.” (Romanos 3:1-2) Así es y sigue siendo, y gracias a que Pablo era estudioso y entregado a su tozudez doctrinal fue tan fructífero. Por eso profetizó Zacarías que en los últimos tiempos muchos sabrán que los judíos que entienden quien es Cristo y les ha sido revelada la verdad –y quietado el velo- darán respuestas a los gentiles, creyentes y no creyentes, sobre la verdad de las Escrituras: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.” (Zacarías 8:23).
Israel está como está por amor a los gentiles, porque si no, no habrían alcanzado la promesa. Si yo estoy equivocado, demuéstrame con las Escrituras en qué estoy equivocado. Yo soy yo, lo que hagan mis congéneres es problema de cada uno de ellos.
Ciertamente Israel fue repartida por las naciones, ¿y? Yo estoy hablando de otra cosa. Israel sigue siendo la nación de Israel aunque estén muchos aún esparcidos por las naciones, porque está escrito que Jehová tendría piedad de Jacob y les regresaría a su tierra (en 1948) y a ellos (la promesa) se unirían extranjeros (gentiles que entran a la promesa): “Porque Jehová tendrá piedad de Jacob, y todavía escogerá a Israel, y lo hará reposar en su tierra; y a ellos se unirán extranjeros, y se juntarán a la familia de Jacob.” (Isaías 14:1)
La familia de Jacob o casa de Israel es la nación de Cristo, por lo que él mismo aclaró: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mateo 15:24) ¿Sólo debía venir por los israelitas? No. Por las “ovejas perdidas” dentro de la casa de Israel. Eso recalca su trabajo de salvador, primero, entre los suyos, luego a las naciones, pero no personalmente sino por medio de sus apóstoles, a los cuales les dice que “por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mateo 10:6) cuando hubiesen terminado, primero, con su nación –y de ahí aceptasen a Cristo los que debían ser salvos- entonces fuesen a las naciones a buscar a esas “ovejas” de la casa de Israel, pues el trabajo con los gentiles fue de Pablo, aunque luego a Pedro le explicaron que “también” la promesa había alcanzado a los gentiles.
Hay algo de verdad en lo último que afirmas, pero no porque después de Israel a Dios se le ocurriera o diera la gana de hacer algo nuevo por medio de Jesús, eso ya estaba predestinado: “No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Shiloah; Y a él se congregarán los pueblos.” (Génesis 49:10) El “Cetro” –liderazgo de la monarquía- de Judá cayó con Joackim y trató de reorganizarse con Zorobabel, pero al final se mantuvo fue el gobierno asmoneno del sumo sacerdocio político hasta la expulsión (pues el reinado de los herodianos no era legítimo sino impuesto por los romanos) de Adriano en el 135 d.C. El “Legislador” –las 613 ordenanzas- también perdió validez entre tanto el templo calló una y otra vez –era obvio, ya con el Mesías no había más significado del ofrecimiento de sacrificios. Así que con la llegada del Enviado (Shiloaj/Shiloah) cayó el reinado de Judá y la ley de Moisés, para dar lugar a un reinado fiel del Enviado al cual se congregarán todas las naciones, pero sujetas a 13 judíos y a la Esposa: Jesús y los 12 apóstoles + la Esposa.