El Evangelio de la Cruz.
Todo el Evangelio de Marcos, Mateo, Lucas y Juan es para indicar el Evangelio de la Cruz. Todos cuentan lo mismo y se aprecia como Jesús muere al final en la Cruz y después Resucita. Hay que ser perspicaz. Pero este Evangelio es para los fuertes.
Para saberlo, tenemos que discernir lo que vino a mostrarnos Jesús. Hay tantas opiniones al respecto, que me permito tener la mía propia. Lamentablemente todos andamos en tinieblas y todos tenemos una opinión a la que nos aferramos con uñas y dientes, porque si no es como pensamos, todo nuestro frágil sistema de creencias y seguridades que nos hemos fabricado, se vendrían abajo, con lo doloroso que es eso.
Jesús vino a indicar QUÉ ES EL REINO. DONDE ESTÁ EL REINO. Porque el Reino ya existe, no hay que construirlo, hay que abrirse a Él. Jesús nunca habló de felicidad en el mundo. En cambio, Jesús dijo que no había venido a traer la felicidad terrena, sino otro tipo de felicidad. Jesús dijo que había venido a traer el fuego, la espada, la guerra... ¿Puede haber felicidad en todo esto? Pero no la guerra como el hombre la conoce, sino la guerra en el corazón. Y, después, también dijo que nos dejaba la Paz, pero no como la dan los hombres... Tampoco se refería a la paz como el hombre entiende, lo contrario a las guerras entre pueblos o individuos, sino a otra clase de Paz. La Paz en el corazón, aunque por fuera hubiera innumerables conflictos.
Generalmente se piensa que el mensaje de Jesús es un mensaje para mejorar la convivencia en el mundo. Para mejorar nuestras relaciones, las relaciones entre unos y otros o uno con otros. Entre padres e hijos, entre empleadores y empleados, entre ciudadanos. Parece que así se construye un mundo mejor, lo que generalmente se llama el reino. También se piensa que hace 2000 años se vivía peor que ahora, que había más injusticias, más maldades, más violencia, más represión. Que las gentes de esa época eran más burdas, más malas, más brutas, más cerriles, menos evolucionadas que los actuales. Entonces pensamos que hoy hemos evolucionado, hemos conseguido comprender las palabras de Jesús, que estamos más avanzados, que hemos estudiado infinidad de “ciencias” como “lingüística, semántica, sociología, historia, antropología”. Y entonces pensamos que lo que hoy falta en el mundo es “lo que vino a decir Jesús”, falta amor.
Pero yo digo a todo eso que NO. El mensaje de Jesús NADA tiene que ver con mejorar las condiciones en el mundo. Eso lo dicen ciertas religiones que HAN CONFUNDIDO SU MENSAJE Y QUIEREN SEGUIR CONFUNDIÉNDONOS. Jesús dijo claramente que “MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”. El mensaje de Jesús es para SALIR de él, del mundo. Así que no lo fabriques o construyas en él, sino más bien encuentra el Reino que ya existe y no es de este mundo. Digo también que NO a la creencia general de que antes el hombre era menos evolucionado que ahora. Ni había antes más injusticias, más maldades, más violencia o más represión que ahora. Al contrario, AHORA eso se ha multiplicado por 10. El hombre de antes tal vez era más inculto, tenía menos recursos tecnológicos, pero no es esa la clase de evolución que debemos buscar en las gentes. Es en un desarrollo emocional y personal donde eso se consigue. Y eso no lo dan ni la cultura, ni las ciencias, ni las artes, ni la tecnología, ni ninguna de las ciencias que solemos estar dispuestos a seguir. El hombre actual es tan bruto o más que el antiguo. Sólo basta ver u oír las noticias que tenemos del mundo, de nuestra comunidad. También digo que NO a lo que se piensa que en el mundo actual falta amor. Lo que falta en el mundo actual, así como en todas las épocas de este maldito mundo, es AMOR. Amor hacia Dios, Amor hacia el prójimo, pero no para mejorar el mundo, sino para alcanzar el Reino y su Justicia.
Todo esto dice el Evangelio de la Cruz. Por eso digo que hay que ser perspicaz. Hay que leer esas benditas palabras, pero no con la mente ni con la razón, sino con el corazón. Y hay que salir al mundo a investigar, a reconocerlo, a desmenuzarlo y a sufrirlo. Por medio de esos dos caminos se llega al conocimiento.
El Evangelio de la Cruz es para los fuertes. Esto es así y siempre ha sido así. Pero hasta el más débil de nosotros es lo suficientemente fuerte cuando Dios le da la fuerza y el convencimiento. La persona fuerte es la que no se contenta con verdades a medias y busca la Verdad, aunque duela, la Verdad, aunque espante, la Verdad, aunque rompa todos tus esquemas y te hunda en la más cruel de las miserias. La que discierne entre todas las corrientes filosóficas, científicas y religiosas y busca a Dios, al Único, al Auténtico. Al verdadero. La que persevera. La virtuosa. Para ello debe aprender a dudar de todo y de todos. Hasta de sí mismo. Debe instalarse en la incertidumbre y analizarlo todo y no dar nunca nada por definitivo, hasta que Dios mismo se lo haga llegar, se lo haga ver. Es la que se hace preguntas y no cualquier pregunta, sino TODAS LAS PREGUNTAS. Es la que quiere saber antes que nada, es la que busca la JUSTICIA y encuentra un mundo abatido donde sus príncipes quieres construir un reino de inmoralidad. Es la que rompe con todos los sistemas de creencias generalmente aceptadas, aunque se encuentre en una situación insegura porque no tiene en ese momento nada donde apoyarse. Es el que tira las muletas que todos nos hemos fabricado para vivir apaciblemente en el mundo y quiere andar por sus propios pies. Es el que hace la voluntad del Padre.
La Biblia y principalmente el Nuevo Testamento, es el manual de instrucciones del ser humano, que determinados científicos buscan equivocadamente en el genoma humano. Todos nacemos sin manual de instrucciones, aparentemente. Pero Dios ya dejó ese manual entre nosotros desde hace siglos, solo que pocos lo encuentran y menos aún se dan cuenta de ello y lo siguen, hasta morir en la Bendita Cruz que es tan necesaria hoy, como lo fue ayer y lo será siempre.
[]Cedesin>
Todo el Evangelio de Marcos, Mateo, Lucas y Juan es para indicar el Evangelio de la Cruz. Todos cuentan lo mismo y se aprecia como Jesús muere al final en la Cruz y después Resucita. Hay que ser perspicaz. Pero este Evangelio es para los fuertes.
Para saberlo, tenemos que discernir lo que vino a mostrarnos Jesús. Hay tantas opiniones al respecto, que me permito tener la mía propia. Lamentablemente todos andamos en tinieblas y todos tenemos una opinión a la que nos aferramos con uñas y dientes, porque si no es como pensamos, todo nuestro frágil sistema de creencias y seguridades que nos hemos fabricado, se vendrían abajo, con lo doloroso que es eso.
Jesús vino a indicar QUÉ ES EL REINO. DONDE ESTÁ EL REINO. Porque el Reino ya existe, no hay que construirlo, hay que abrirse a Él. Jesús nunca habló de felicidad en el mundo. En cambio, Jesús dijo que no había venido a traer la felicidad terrena, sino otro tipo de felicidad. Jesús dijo que había venido a traer el fuego, la espada, la guerra... ¿Puede haber felicidad en todo esto? Pero no la guerra como el hombre la conoce, sino la guerra en el corazón. Y, después, también dijo que nos dejaba la Paz, pero no como la dan los hombres... Tampoco se refería a la paz como el hombre entiende, lo contrario a las guerras entre pueblos o individuos, sino a otra clase de Paz. La Paz en el corazón, aunque por fuera hubiera innumerables conflictos.
Generalmente se piensa que el mensaje de Jesús es un mensaje para mejorar la convivencia en el mundo. Para mejorar nuestras relaciones, las relaciones entre unos y otros o uno con otros. Entre padres e hijos, entre empleadores y empleados, entre ciudadanos. Parece que así se construye un mundo mejor, lo que generalmente se llama el reino. También se piensa que hace 2000 años se vivía peor que ahora, que había más injusticias, más maldades, más violencia, más represión. Que las gentes de esa época eran más burdas, más malas, más brutas, más cerriles, menos evolucionadas que los actuales. Entonces pensamos que hoy hemos evolucionado, hemos conseguido comprender las palabras de Jesús, que estamos más avanzados, que hemos estudiado infinidad de “ciencias” como “lingüística, semántica, sociología, historia, antropología”. Y entonces pensamos que lo que hoy falta en el mundo es “lo que vino a decir Jesús”, falta amor.
Pero yo digo a todo eso que NO. El mensaje de Jesús NADA tiene que ver con mejorar las condiciones en el mundo. Eso lo dicen ciertas religiones que HAN CONFUNDIDO SU MENSAJE Y QUIEREN SEGUIR CONFUNDIÉNDONOS. Jesús dijo claramente que “MI REINO NO ES DE ESTE MUNDO”. El mensaje de Jesús es para SALIR de él, del mundo. Así que no lo fabriques o construyas en él, sino más bien encuentra el Reino que ya existe y no es de este mundo. Digo también que NO a la creencia general de que antes el hombre era menos evolucionado que ahora. Ni había antes más injusticias, más maldades, más violencia o más represión que ahora. Al contrario, AHORA eso se ha multiplicado por 10. El hombre de antes tal vez era más inculto, tenía menos recursos tecnológicos, pero no es esa la clase de evolución que debemos buscar en las gentes. Es en un desarrollo emocional y personal donde eso se consigue. Y eso no lo dan ni la cultura, ni las ciencias, ni las artes, ni la tecnología, ni ninguna de las ciencias que solemos estar dispuestos a seguir. El hombre actual es tan bruto o más que el antiguo. Sólo basta ver u oír las noticias que tenemos del mundo, de nuestra comunidad. También digo que NO a lo que se piensa que en el mundo actual falta amor. Lo que falta en el mundo actual, así como en todas las épocas de este maldito mundo, es AMOR. Amor hacia Dios, Amor hacia el prójimo, pero no para mejorar el mundo, sino para alcanzar el Reino y su Justicia.
Todo esto dice el Evangelio de la Cruz. Por eso digo que hay que ser perspicaz. Hay que leer esas benditas palabras, pero no con la mente ni con la razón, sino con el corazón. Y hay que salir al mundo a investigar, a reconocerlo, a desmenuzarlo y a sufrirlo. Por medio de esos dos caminos se llega al conocimiento.
El Evangelio de la Cruz es para los fuertes. Esto es así y siempre ha sido así. Pero hasta el más débil de nosotros es lo suficientemente fuerte cuando Dios le da la fuerza y el convencimiento. La persona fuerte es la que no se contenta con verdades a medias y busca la Verdad, aunque duela, la Verdad, aunque espante, la Verdad, aunque rompa todos tus esquemas y te hunda en la más cruel de las miserias. La que discierne entre todas las corrientes filosóficas, científicas y religiosas y busca a Dios, al Único, al Auténtico. Al verdadero. La que persevera. La virtuosa. Para ello debe aprender a dudar de todo y de todos. Hasta de sí mismo. Debe instalarse en la incertidumbre y analizarlo todo y no dar nunca nada por definitivo, hasta que Dios mismo se lo haga llegar, se lo haga ver. Es la que se hace preguntas y no cualquier pregunta, sino TODAS LAS PREGUNTAS. Es la que quiere saber antes que nada, es la que busca la JUSTICIA y encuentra un mundo abatido donde sus príncipes quieres construir un reino de inmoralidad. Es la que rompe con todos los sistemas de creencias generalmente aceptadas, aunque se encuentre en una situación insegura porque no tiene en ese momento nada donde apoyarse. Es el que tira las muletas que todos nos hemos fabricado para vivir apaciblemente en el mundo y quiere andar por sus propios pies. Es el que hace la voluntad del Padre.
La Biblia y principalmente el Nuevo Testamento, es el manual de instrucciones del ser humano, que determinados científicos buscan equivocadamente en el genoma humano. Todos nacemos sin manual de instrucciones, aparentemente. Pero Dios ya dejó ese manual entre nosotros desde hace siglos, solo que pocos lo encuentran y menos aún se dan cuenta de ello y lo siguen, hasta morir en la Bendita Cruz que es tan necesaria hoy, como lo fue ayer y lo será siempre.
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