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El dormir espiritual
Rodolfo Loyola
«Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo.
Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa,
y dio autoridad a sus siervos, ya cada uno su obra,
y al portero mandó que velase.»
(Marcos 13:33-34)
En la iglesia con vida, que espera alerta la venida del Señor, hemos de ser como ese portero al que se le mandó que velase. Llevado al terreno espiritual, diríamos que un gran sueño tiene adormecida la iglesia.
La iglesia primitiva acabó por dormirse en la cama de los emperadores, y mientras dormía se le coló el paganismo oficial; la idolatría, y por lo tanto se prostituyó. Un poco más tarde durmió en la cama de la teología. Muchos doctores exégetas, eruditos; mucha jerarquía eclesiástica... y mientras dormía perdió la vida del Espíritu; el celo por el único Dios verdadero, y las herejías no eran rechazadas con tal que los teólogos le dieran una explicación.
La Reforma fue un genuino despertar de la iglesia. Sin embargo, vino un tiempo cuando casi toda Europa, la más avanzada, abrazó la Reforma. Más tarde EE.UU., la nueva y próspera nación norteamericana se hizo protestante, y la iglesia durmió en la cama de la libertad y la prosperidad.
En estos momentos cuando el Espíritu Santo se está moviendo y salvando almas por todo el mundo... ¡ojo!, la iglesia está amenazada con caer dormida en la cama de la permisividad. El divorcio entre creyentes, el aborto, la vida sexual prematrimonial, el uso de bebidas alcohólicas; el comercio con lo sagrado, el uso indiscriminado de la música mundana; la tolerancia de la pornografía, vista y oída; la licencia para la homosexualidad, la afiliación de creyentes a partidos políticos con ideologías radicalmente ateas y anticristianas, etc., etc., está llegando a ser como una cama grande y ancha en la que duerme hoy parte del llamado cristianismo. O sea un cristianismo de nombre, pero sin eficacia y poder. Un cristianismo que ha cambiado el gozo espiritual por el placer carnal. Un cristianismo que cree lo que dicen los políticos y los científicos mucho más que lo que dice la Palabra de Dios.
Con la técnica japonesa mucha gente lleva hoy despertador de muñeca. Pero ¿cuál es el despertador espiritual que tienes en esta madrugada de la historia?
El sueño no se produce por ruidos o movimientos bruscos o por ruidos fuertes, sino por cosas muy suaves: cantos de sirena, música indirecta instrumental, etc. Muchos predicadores tratan de no hacer ruido a la conciencia de los creyentes. Más bien le ponen música, les cantan nanas, les calzan con buenas almohadas de halagos y estímulos, les embelesan con colchones y arrullos espirituales.
Repitamos el grito del apóstol Pablo: «Despiértate tú que duermes y levántate de los muertos y te alumbrará Cristo.» (Efesios 5:14).
Rodolfo Loyola (+)
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